PRÓLOGO
El martillo cantaba cada vez que lo golpeaba contra la espada, soltado chispas en cada nota. El sudor le corría por la espalda y el pecho desnudo, pero ya estaba acostumbrado después de años de trabajar como herrero, y ahora no podía parar.
Cada martillazo lo acercaba a su tan anhelada meta, esa por la que había estado trabajando durante tanto tiempo. Solo un poco más, solo un poco más. Seguía fielmente el ritmo que marcaban los golpes. Cuando llego el momento, tomó la espada y la sumergió en el agua, sonriendo por haber completado parte de su trabajo.
-Es la mejor espada que has hecho, padre-
Garrett se volvió para ver a su hijo, parado en la puerta de la herrería esperando pacientemente a que el terminará. A juzgar por su postura y la ligera capa de sudor en su frente, llevaba tiempo esperándolo.
-Claro que sí, hijo- sonrió, mirando la espada. –Y necesitaré tu ayuda para pulirla y adornarla, y poder entregarla a su futuro dueño- volteando a ver a su hijo.
-No te preocupes padre, el estará muy agradecido por tu trabajo, además sabe cuanto esfuerzo le has dedicado…pero creo que otra persona no estará muy agradecida…- contesto su hijo mirándolo con preocupación.
Garrett no entendió sus palabras. Miró por la puerta que ya era de noche…y se acordó. Le prometí a Darla estar en casa antes de la cena. Se llevó la mano a la frente, y su hijo estalló en risas. El herrero agarró la espada, la envolvió en una manta con sumo cuidado, voló hacia una esquina para cambiarse rápidamente y salir del lugar.
-Vamos hijo, antes de que tu madre me mate- dijo Garrett, tomando a su hijo suavemente por el hombro para que empezara a avanzar.
-Cuando dije que iba a ir por ti ya estaba cavando tu tumba- sonrió el chico mientras acompañaba a su padre camino a casa.
El recorrido hacia su casa era rápido si se andaba sin ninguna interrupción, pero en esos momentos la calle estaba llena de personas, contando la noticia del día: en pocos días, el rey Agdar de Arendelle se casaría con la princesa Idun, y los reyes de Zable partirían mañana al amanecer
-¡Garrett! ¡Garrett! – llamaba una voz entre la multitud.
Garrett reconoció al instante la voz y camino hacia el lugar donde venía, acompañado de su hijo. Robert se hallaba recogiendo su variada mercancía y cuando ellos llegaron la dejo al instante.
-Garrett, cuanto tiempo- dijo Robert al estrechar su mano –Y mira quien te acompaña…a este paso, Bowen será dos metros más alto que tu Garrett, y mira como se parecen-
El herrero se rio ante la broma, pero en parte era verdad. A los 13 años, Bowen era casi de su altura, y Garrett era alto. Además, compartían el mismo pelo negro y los ojos color gris, aunque el salió más agraciado.Lo abra heredado de su madre.
-¿Qué opinas de las revueltas que han habido estos últimos días amigo?-
-Que han atrasado a los reyes, Robert, y deberán ponerle alas a su barco para llegar a tiempo-
-El jefe de la guardia, el honorable Ser Aden, le pidió al rey que lo ayudara a mantener el control-dijo su amigo mientras se rascaba la cabeza-Pero no entiendo porque, si el que tiene al Isen es el jefe, no el rey-
Robert tenía razón, el Isen le bastaba a Ser Aden para controlar a los ladrones y bandidos, aunque Garrett se imaginó que tendría sus razones.
-Bueno, solo hay que esperar-contestó Bowen, muy atento a la conversación de los dos adultos -Probablemente el segundo príncipe sea el próximo Brann, y solo tendrá que parpadear para mantener al margen a esa gente, ¿no padre? –
-Estas en lo correcto hijo, aunque también podría ser el pequeño príncipe- dijo el herrero, orgulloso de que Bowen siempre este pendiente de lo que pasa en el lugar donde nació…y se acordó de nuevo.
-Lo lamento Robert, pero tenemos que volar a mi casa, mi esposa me pondrá una espada en el cuello si llego tarde de nuevo-
-No te preocupes Garrett, quiero que sigas con vida- contesto Robert sonriendo-Hasta luego amigo, nos veremos otro día-
-Con permiso señor- dijo Bowen antes de retomar el camino con su padre.
Al llegar a la casa, Darla estaba terminando la cena. Garrett pensó pasar disimuladamente para poder sentarse en la mesa después de depositar la espada en el cajón, pero no pudo salvarse de su esposa.
-Garrett…-oyó decir a su mujer, que le daba la espalda -Por como tardas al hacer esa espada, pareciera que intentas igualar a "Nieve" o a "Flama"-
El herrero no aguanto la risa –Jamás podría igualar esas espadas, dicen que los mismos dioses las crearon–
–Entonces, como buen mortal que eres y temeroso de los dioses, te recomiendo que empieces a llegar temprano a casa o cenarás esa nueva espada que le haces al príncipe Tajei– contestó su mujer con una sonrisa en los labios.
–El mismo rey en persona le pidió a mi padre hacerla para su hijo mayor-intervino Bowen, tratando de ayudar a su padre -Y con lo que reciba podrá comprar una mesa más grande, y muchas cosas más–
Su madre lo miró, luego volteo hacia su marido, y depósito nuevamente la mirada en su hijo…y una sonrisa se dibujó en sus labios–Definitivamente esa astucia es herencia mía–
–Darla, muero de hambre-dijo Garrett tratando de poner la cara más adolorida que podía hacer.
–Está bien cariño, pero será la última vez–contestó su esposa, depositando un beso en sus labios.
Un ruido proveniente de afuera lo despertó. Era un sonido repetitivo, y cada vez sonaba más cerca. Garrett salió de la cama para ver que podría ser. Con las revueltas de los últimos días, debía asegurarse de que no fuera un ladrón.
La noche era muy fría, y no había luna. A lo lejos pudo observar a varios vecinos que, al parecer, también percataron del extraño sonido. Garrett vio que venían acercándose tres jinetes. No podía reconocerlos por la distancia, pero galopaban a gran velocidad, y todos traían un pequeño círculo en el pecho. Llegaron a la altura que se encontraba el primer habitante de la calle…y de un espadazo lo mataron.
Lo siguiente fueron gritos, gente corriendo y sangre por el suelo. El herrero quedo paralizado por lo que pasaba, sus piernas no reaccionaban, el ruido era insoportable.
Un jinete logro ser derribado por un comerciante que vivía cerca de su casa, al tenerlo cerca, vio lo que era el círculo. No puede ser. Era imposible lo que estaba pasando. Mi familia. Garrett corrió hacia su casa, su esposa estaba en un rincón abrazada de su hijo.
-¿Qué es lo que está pasando?- dijo Darla, estrechando cada vez más a su hijo. Bowen intentaba mostrar valentía, pero era solo un niño.
El herrero no podía pronunciar palabra, el asombro de lo que acababa de ver era muy grande. ¡No puede ser!
-Están atacando la ciudad- contestó Garrett -Son hombres de Ser Aden-
No cabía la menor duda, pero no podía ser verdad. El círculo que llevaban era el escudo de la familia Aden, y también de la guardia real.
-Debemos huir ahora, están matando a cuanto se cruza en su camino- dijo el herrero mientras tomaba unas capas para cubrir a su esposa e hijo, tomando la espada que tenía colgada en la pared, y también la espada del príncipe , la cual entrego a Bowen –Toma hijo, es por cualquier cosa-
El chico tomó la espada y afirmó con la cabeza, sin emitir ningún sonido.
Garrett salió de su casa tomando de la mano de su esposa y agarrando el brazo de su hijo. La salida más cercana es la que está por el sur.Giró hacia su izquierda, y empezó a andar lo más rápido que podía.
La gente a su alrededor se encontraba corriendo, luchando, siendo capturada, o muriendo. Garrett seguía corriendo cuando lo escucho: Era un sonido de una ventana enorme partiéndose, y comenzó a haber un frío terrible. Viene del castillo.Su familia entera volteó hacia el edificio. Estaba cubierto de una capa de escarcha y hielo, y una torre pequeña estaba derrumbándose. Los reyes…y los niños. Garrett pensó lo peor, pero debía correr –Vamos, vamos-
Garrett divisó la puerta, estaban tan cerca de escapar…y apareció un guardia. El muchacho estaba sangrando, pero no evitaba que pudiera sostener su espada manchada con un líquido oscuro. Los miró y se lanzó al ataque. El herrero tomó su espada y paró el ataque. Garrett no era un guerrero, por lo que se le dificultaba más parar los golpes que arrojaba. El guardia logro golpearle el estómago, y lo siguiente que escucho fue el grito de su esposa. Su mujer estaba en el suelo, con una herida en el estómago…estaba muerta. Su hijo trataba de sobrevivir a los ataques del guardia, pero no iba a resistir más, así que Garrett se lanzó contra el traidor. Logró clavarle la espada en el pecho…pero el guardia también acertó. Sintió como se le empapaba la camisa, y cayó al suelo.
-Padre-dijo Bowen entre lágrimas al abrazar a su padre que había caído al suelo.
-Corre hijo, corre, ya estás muy cerca de salvarte- le contestó el herrero agonizando.
-No puedo dejarte acá, no puedo-
-Estoy orgulloso de ti- dijo Garrett con una sonrisa débil. Miro que su hijo todavía tenía la espada del príncipe en sus mano –Termínala por mí, y entrégasela al príncipe- las lágrimas empezaban a correrle por las mejillas.
-Pero todos han muerto padre, y no puedo hacer nada- Bowen temblaba entre sollozos.
-Alguien tiene que heredar el Brann, es la única forma de vencer a ese traidor. Encuéntralo hijo, siempre hay esperanza. Ahora, vete- dijo Garrett tomando la mano de su hijo por última vez.
Bowen beso su mejilla, lo abrazó, y corrió hacia la salida.
Garrett se arrastró como pudo hacia el cuerpo de su esposa, y tomó su mano -Debe entenderlo cariño, todo habitante de Zable lo sabe-observó el castillo bañado de nieve –El hielo solo se puede combatir con fuego-
Y cerró los ojos.
