Descargo de responsabilidad: Ninguno de los personajes relacionados con Once Upon a Time me pertenecen, ni tampoco las partes que se asemejen al show.


Dicen que nunca podemos recordar como un sueño comienza. Que al soñar con una persona, de alguna u otra manera, podemos estar relacionados con ella en la vida real. Son imágenes que están en nuestra mente, en nuestra conciencia, pero que no tenemos presente. Y aunque pensemos que soñamos con alguien que no conocemos, en realidad estamos soñando con alguien que vimos hace mucho tiempo y ahora no recordamos.


La brisa era tibia esa tarde de verano en el lago del bosque encantado. Henry intentaba hacer sapitos con las piedras, mientras Emma y Regina reposaban debajo de un gran árbol. La bella morena apoyaba su espalda en el tronco, dejando que la rubia de ojos claros recostara su cabeza sobre las piernas de su amor verdadero. Las dos mantenían sus miradas fijas en su hijo, quien estaba unos pocos metros alejado de ellas.

'¿Crees que es feliz?'

'Oh, creo que sí, digo, tiene a la mejor madre del mundo.'

'¿Nunca dejas de ser egocéntrica verdad, Emma?'

'En realidad hablaba de ti.' Regina sonrió levemente. 'Sabes, Regina, creo que no podría haber tenido una mejor madre. O sea, pudo haber terminado en un lugar donde no le dieran cariño, o lo maltrataran… o peor.' La morena frunció el ceño, aterrada por la idea que Emma tenía en la cabeza. 'Lo que quiero decir es que tú lo criaste todo ese tiempo en que yo no estuve, y creció siendo un muy buen niño. No importa lo que haya pasado, ahora estamos bien, estamos tranquilos. Él está con nosotras, y…' La rubia hizo una pausa mientras se levantaba de su cómoda posición solo para acomodarse nuevamente al lado de su mujer. Suavemente tomó de su mentón y la miró a los ojos. 'Y finalmente puedo estar con la mujer que amo.' Se miraron fijamente por unos segundos. Sus ojos hablaban sin necesidad de las palabras, eso era amor. Emma avanzaba lentamente hacia la boca de la morena y todo parecía perfecto.

De repente se oyó un gran estruendo muy cerca de donde se encontraban, y una espesa e inmensa nube negra comenzaba a acercarse rápidamente. Todo alrededor de Emma parecía desvanecerse. Regina y Henry estaban inmóviles, con la mirada perdida, y por mucho que ella intentara no podría sacarlos de ese estado. El viento rugía con furia, la mujer de ojos claros rompía en llanto mientras se abrazaba a su amada. Lo demás, ya no existía.

'Regina, por favor.' Una lágrima calló al suelo y la morena volvió a la normalidad pero seguía desvaneciéndose. Colocó delicadamente sus manos sobre el rostro de la rubia y en una triste sonrisa dijo:

'Tienes que recordar.'


'¡Regina!' Emma despertó exaltada. '¿Quién rayos es Regina?' Se dijo a si misma mientras se sentaba al borde de la cama. Miró el reloj, solo faltaban diez minutos para que la alarma sonara. Se corrió el cabello hacia un costado. '¿Qué clase de pesadilla fue esa?' No tenía idea de quién era la mujer de sus sueños, ni por qué había soñado con ella de esa manera tan, extraña. Pero por alguna razón se sentía angustiada.

'Regina, Regina, Regina. ¿Qué rayos?' Susurró.

La rubia solía guardar un pequeño anotador en su cajón, el cual sacaba cada vez que tenía un sueño que le llamaba mucho la atención. Tomó su lápiz y describió lo que había pasado por su mente mientras dormía, lo más detallado posible. Últimamente eso se había convertido en una especie de rutina, había estado teniendo pesadillas durante todo un mes. En algún momento le serviría de algo haber tomado nota. O al menos eso era lo que ella pensaba.

Todos los días Emma le preparaba el desayuno a Henry, y sin siquiera tener que llamarlo, él despertaba con el simple aroma de los panqueques de manzana que ella le cocinaba. Esa mañana no sería la excepción. Era una de sus cosas favoritas, despertar con el ruido de Nueva York era un poco molesto pero saber que su madre tenía todo listo solo para él, lo hacía muy feliz. No importaba que solo fueran ellos dos, todo estaba bien tal y como estaba.

'Eso huele bien.' Henry todavía intentaba adaptar sus ojos a la luz del día.

'¡Hola niño!' Acercándole su taza de cocoa caliente y sus panqueques. '¿Cómo dormiste anoche? Hizo un poco de frío.' Tomó un sorbo de su propio chocolate.

'No muy bien, tuve una mala noche. Es muy raro, hace mucho no tenía pesadillas.'

'Lo sé, dímelo a mí.'

'¿También tuviste pesadillas?'

'Y no cualquier pesadilla.' Henry la miró extrañado. 'Pero, ¿qué fue lo que soñaste?'

'Ahora no recuerdo muy bien, pero creo que estaba encerrado en una habitación oscura y había fuego por todas partes.' Emma alzó sus cejas en asombro. 'También había una mujer que no conozco del otro lado de la habitación, las llamas nos separaban y yo intentaba salvarla pero no podía. Y luego me desperté.'

La rubia frunció el ceño. 'Dicen que en las noches frías es más fácil que tengamos una pesadilla.' Pensó por un momento 'Espera, ¿cómo era esa mujer?'

'Morena, pelo corto, no recuerdo más. ¡Oh! Y tenía una cicatriz en la parte derecha de su labio.' El rostro de Emma se congeló cuando escuchó al pequeño describir perfectamente a la misma mujer con la que ella soñaba. '¿Por qué?' La rubia se había perdido en sus pensamientos. 'Mamá ¿Qué pasa?'

'¿Eh?' Emma volvió a la realidad.

'¿Por qué me preguntaste?'

'Oh es que… esto te va a sonar raro.' Parecía un poco nerviosa. 'Es más ni siquiera sé si me vas a creer, o…'

'¡Mamá!' El niño la interrumpió. 'Solo dime.'

'He estado teniendo estos extraños, realmente extraños sueños, y a veces esa misma mujer aparece en ellos.'

'¿Crees que signifique algo?'

'No lo sé, podría ser.' Henry frunció el ceño. 'O tal vez, es solo una muy grande coincidencia. Tal vez es alguien que conocimos hace mucho en unos de mis casos. ¿Alguien a quien vimos en la calle? Ugh, no lo sé.' No podía sonar más confundida. 'No importa, ve a buscar tus cosas o se te hará tarde.' Emma le sonrió a su hijo y él fue rápidamente a hacer lo que le habían dicho.

El colegio de Henry no estaba muy lejos de su departamento, y a Emma le encantaba acompañarlo hasta la puerta de ese gran edificio. Lo trataba como a un niño aunque ya tenía trece años y estaba en plena etapa de la pubertad.

A pesar de tener los instintos de una madre tigresa, la rubia no se percató de que alguien más los estaba siguiendo muy de cerca.


Nota del autor: Ok, no conozco nueva york pero digamos que la escuela de Henry está a solo unas cuadras del departamento, aunque eso pueda no ser real. Por favor dejen sus comentarios!