Notas de la Autora: ¡Hola a todos! Este va a ser un fic laaargo, lleno de parejas raras y situaciones raras! El fic en sí es como un experimento. Creé una playlist de más de 100 canciones en un orden aleatorio, y el fic está escrito en base a esa playlist, es decir que cada capítulo corresponde a una canción. Yo no cambio el orden de las canciones, así que tanto yo como el fic estamos a merced de lo que dicte la playlist. Cada capítulo tiene el mismo nombre que la canción, y justo debajo del título les dejo el código de YouTube para que puedan ver el video (sólo tienen que escribir la dirección de YT normal y pegar después el código). Al final de cada capítulo verán que hay un fragmento de la letra de la canción. Cada capítulo está dedicado a un personaje en específico, y la letra de la canción tiene mucho que ver con lo que ese personaje está pensando o sintiendo, así que les recomiendo leer las letras para estar más en sintonía con la historia :)

Ahora les dejo con el resto de las aclaraciones y con el capítulo.

Disclaimer: Ni Inazuma Eleven ni las canciones me pertenecen.

Advertencias: Yaoi, nada de lemon aunque sí algunas situaciones sexuales algo fuertes, drogas, adicciones, problemas mentales y qué se yo... ah, y claro, también habrá parejas heterosexuales y cosas así, porque no todos pueden ser gays hahaha.

Parejas: Habrá muchísimas, pueden esperar muchos triángulos, rectángulos y hasta pentágonos amorosos. Algunas de las parejas que pueden esperarse son: GoenjixMidorikawa, GoenjixKazemaru, HirotoxMidorikawa, NagumoxSuzuno, HirotoxSuzuno, EdgarxAphrodi, EdgarxRococo, TsurugixShindou, KariyaxKirino, TsunamixAphrodi, etcétera, etcétera, y algunas parejitas de fondo como EndouxNatsumi, SaruxFey, MarkxDylan, etcétera.

Universo: El fic está ubicado en una ciudad alemana inventada. Todos son universitarios, mayores de edad, la mayoría son estudiantes de intercambio por lo que viven solos en la ciudad. Y jugaré mucho con las nacionalidades de los personajes, así que cuando diga que Fubuki es finlandés, hagan de cuenta que Fubuki es un nombre perfectamente finlandés jaja. También habrá algunos personajes que estén un poco o un mucho OOC, pero todo va de acorde a la vida e historia que tienen en este universo.

Perdonen el testamento. Ahora sí les dejo con el capítulo:


TASTE THE FLESH

Song 1. Artifice

(/watch?v=9btsq496hkQ)

El cuarto olía a una mezcla fangosa de mariguana y polvo. Los zapatos caros de un chico pelirrojo de ojos intensos estaban sobre la mesa, moviéndose suavemente al ritmo de alguna canción que sonaba estrepitosamente desde sus audífonos. Frente a él, un chico mayor, de piel pálida y cabello negro, miraba atentamente a unos papeles mientras iba tomando notas y sacando cuentas con una calculadora científica. Y a un lado de ambos, a la derecha del pelirrojo, un rubio estaba recostado sobre el gastado sillón con expresión de ensueño. El dedo índice y el anular de una de sus manos sostenían un porro próximo a consumirse. Sus labios tenían una sonrisa perdida y sus ojos miraban hacia ningún lugar en particular.

Repentinamente, el mayor tomó una lata vacía de la mesa y se la arrojó con algo de fuerza al pelirrojo, para llamar su atención.

-¿Qué pasa? –preguntó el aludido, quitándose los audífonos y mirando al otro con atención. El rubio seguía perdido en algún mundo alterno.

-Ahora que empieza otro año tenemos que buscar nuevos clientes entre los de nuevo ingreso, ¿entiendes?

El otro asintió e hizo una seña con la mano, quitándole importancia.

-Sí, sí, claro, ya lo sé, así como fue con nosotros, ¿también vamos a buscar nuevos vendedores?

El pelinegro negó.

-No, por ahora tengo suficientes. Clientes, sólo clientes.

El pelirrojo volvió a asentir y, dando por terminada la conversación, volvió a ponerse los audífonos y a mover su cabeza al ritmo de la música. El pelinegro regresó a sus papeles.

Tras unos momentos, alguien tocó a la puerta.

-¡Adelante! –gritó el de la calculadora con más fuerza de la necesaria, logrando exaltar incluso al sereno rubio. La puerta se abrió de inmediato y otro pelirrojo, de mirada mucho más fiera que el anterior, entró por la puerta.

-¡Buenas tardes, señoritas! Vine por lo mío.

El pelinegro parecía complacido.

-Claro, claro, por supuesto, adelante –dijo, haciendo un lado todas sus cuentas y poniéndose de pie-. Déjame ir por ello.

Mientras el pelinegro salía de la sala, el recién llegado se sentó a un lado del rubio. Le echó una mirada expectante, como si le estudiara, y después, sin previo aviso, se lanzó a él como un animal hambriento, tomándole por el cuello de la camiseta y plantándole un beso salvaje y húmedo en los labios. El otro pelirrojo, que por fin estaba prestándole atención a su entorno, lo miró con algo similar al asco.

-Eventualmente Gazelle va a tener que enterarse, ¿lo sabes, no? –dijo, mirando como el otro parecía querer devorarse en ese mismo instante al rubio, quien, en el estado en el que se encontraba, no oponía ninguna resistencia y lucía más como un chicuelo indefenso. El pelirrojo salvaje rompió el beso y miró a su interlocutor.

-Mientras yo le dé a Gazelle lo que necesita, te puedo asegurar que él no tendrá ninguna queja –dijo, y después regresó la mirada al rubio, quien parecía no enterarse de nada. Ahora el pelirrojo atacó su cuello, logrando arrancarle un par de lastimeros sonidos que asemejaban a gemidos, mientras una de sus manos recorría su muslo con el deseo del que sólo un animal salvaje era capaz. El otro, viendo que sus intentos por hacerle entrar en razón eran inútiles, se encogió de hombros y volvió a ponerse los audífonos. Entonces regresó el mayor de los cuatro. Traía en una mano un estuche de cigarros que no contenía ni una gota de tabaco.

-Aquí está –dijo a su comprador, pareciendo no inmutarse ante el espectáculo que aquel estaba montándose con el rubio. El chico por fin dejó libre a su presa y se puso de pie, metiendo una mano a uno de sus bolsillos.

-Excelente, es de la buena, ¿verdad?

El pelinegro sonrió.

-Me ofendes, Burn. Sabes que yo únicamente manejo calidad.

Burn soltó una risotada.

-Yo he escuchado que manejas productos para mercados inferiores al mío, tan sólo pregunto por eso. Podrías confundirte y darme algo por debajo de mi categoría.

-Jamás pasará –aseguró el mayor y entregó el estuche de cigarros al pelirrojo, recibiendo por su parte una bolsita transparente con los que parecían ser billetes enrollados dentro.

-Como siempre, es un placer hacer negocios contigo, Saginuma –dijo Burn y luego lanzó una mirada al recipiente de su deseo-. Quizá pase más tarde –agregó significativamente. La sonrisa de Saginuma cambió, como si ahora fuese otra cosa la que estuviese teniéndolo contento.

-Maravilloso –dijo y, sin más, el comprador se dio la vuelta, hizo una seña de despedida y se fue.

El otro pelirrojo abrió un ojo para ver al otro salir, como si tan sólo hubiese estado esperando aquello, y volvió a quitarse los audífonos para hablarle a Saginuma.

-No sé por qué tenemos que lidiar con un asqueroso como él.

Saginuma rio y le lanzó la bolsita de dinero al otro a la cara.

-Por ese motivo es que tenemos que hacerlo –dijo, aludiendo a los billetes que acababan de estrellarse contra el pelirrojo, quien le lanzó una mirada de reproche-. Además, si no querías tratar con personas como él, debiste pensarlo antes de meterte al negocio. Las personas como él abundan en nuestro mercado.

-No todos son así…

-¿Ahora estás defendiendo a un montón de drogadictos buenos para nada? Eso sí que es para reírse.

Dicho eso, volvió a soltar otra carcajada. Enojado, el pelirrojo tomó la bolsita de dinero y se la lanzó de regreso con todas sus fuerzas. Claro está que, aun así, no era como si pudiese hacer mucho daño con semejante arma. Saginuma la recibió y se la guardó en el bolsillo.

-Ahora deja de hacerme berrinches, Hiroto, y sal a vender. Creo que también vas a tener que vender una parte de lo de este inútil –añadió, haciendo una seña con la cabeza para aludir al rubio, quien aún no parecía enterarse de nada.

-Bien, bien.

Hiroto se levantó, fue a tomar unas cosas que estaban cerca de la mesa y, sin más, salió de la casa.


Era una noche de sábado en la ciudad universitaria de Düsselden. El centro estaba atestado de jóvenes y estudiantes, la mayoría de los cuales buscaba únicamente un respiro al final de su agitada primera semana de clases. Había bares, clubs y restaurantes para todos los gustos. Los había con carnes y vegetarianos, internacionales y locales, con variedades de licores y sin ellas. De todo había un poco, y no había segmento del cuerpo estudiantil que estuviese descuidado. Los estudiantes de las tres grandes universidades de la ciudad concurrían por las calles, llenándolas de energía, ruido y movimiento en exceso. Era un clima siempre confuso, siempre cambiante y siempre abierto a los pequeños negocios como el de Saginuma –que cada vez se hacía más grande-. Cada estudiante podía encontrar en medio del tumulto aquel anhelado respiro o un montón de problemas, dependiendo de qué cantidad de sustancias decidieran meter a su cuerpo.

Después de varias horas durmiendo en el sofá de Saginuma, y sintiéndose aún soñoliento, el rubio de nombre Midorikawa había decidido salir a las calles de su ciudad en búsqueda de sus clientes usuales. Hiroto había vendido una parte de su producto así que no le había quedado mucho trabajo por hacer y había terminado bastante temprano. A eso de la una de la mañana se dirigió a su bar favorito de la ciudad, esperando encontrar un buen lugar para sentarse y tomarse unos cuantos vasos del coctel que más le gustaba. Una de las ventajas de su trabajo era que siempre tenía dinero para divertirse los fines de semana. Aunque tal vez muchos cuestionarían su idea de diversión, viendo como generalmente consistía en sentarse en un rincón, beber solo y mirar como el resto de las personas parecían pasárselo tan bien.

Así que llegó a Farkastell, buscó su lugar usual –justo al final de la barra, del lado más oscuro del local- y se sentó. El barman ni siquiera se molestó en preguntarle lo que quería. Le saludó e inmediatamente empezó a preparar lo que ya sabía que el rubio bebería. Midorikawa aceptó la bebida con gusto y bebió un sorbo. El sabor dulzón y alcoholizado le picó la lengua. Saboreó el líquido y luego lo tragó. El resto de la bebida se la tomó de una sola vez, como si fuese un caballito de tequila, y cuando asentó su copa, otra más ya ocupaba su lugar.

Siempre era así con Midorikawa, el barman lo sabía. Disfrutaba del primer trago de la primera copa y el resto se lo bebía de un jalón. Después se voltearía hacia la pista de baile, y tomaría el resto de las copas mientras observaba a la gente bailar. Ahora que había personas nuevas en la ciudad, era probable que algunos se le acercaran para invitarle a beber algo, o a bailar, pero Midorikawa siempre decía que no. Para mediados del semestre, ya nadie se acercaría.

Farkastell era grande. Tenía una barra amplia y larga, una pista de baile con el suelo lleno de luces, un lugar para el DJ, dos pisos y muchas mesas de diferentes estilos y colores esparcidas por todas partes. Las mesas y las sillas eran diferentes para hacer una declaración. Farkastell celebraba la diversidad. Y, por eso, los únicos que frecuentaban el lugar eran quienes se sentían parte de alguna minoría marcada de la ciudad. Por eso, Farkastell era una fiesta y siempre estaba lleno de alegría y de festejo. Ahí, nadie miraba a nadie con malos ojos, y la pista de baile era uno de los lugares más felices que existían sobre el planeta. Quizá era por eso que a Midorikawa le gustaba observarla tanto.

A eso de las tres y media de la mañana, Midorikawa decidió irse. Tenía una sonrisa distraída en el rostro y sus piernas ya no podían llevarlo en línea recta hacia ningún lado. Le dio una propina generosa al barman y se bajó de su silla.

-Hey.

Le pareció escuchar que alguien lo llamaba. Pero había tanto ruido y tanto movimiento por todas partes que no podía saber quién. Entonces, alguien se le plantó en frente. Midorikawa levantó la mirada y se encontró con un rostro que se le hizo familiar.

-Goenji, ¿no? Lo siento, Goenji, pero ya me voy de aquí.

El otro pareció decepcionado.

-¿No quieres beber algo?

-Ya he bebido lo suficiente.

-¿Y bailar? No has bailado en toda la noche.

Goenji probablemente se mordió el labio, dándose cuenta de lo que acababa de decir. Prácticamente acababa de admitir que había estado observando al rubio toda la noche. Si hubiese estado mejor informado, habría sabido que Midorikawa, o no se había dado cuenta, o sinceramente no le importaba.

-No. Ya me voy.

Midorikawa pasó a su lado y siguió de largo. Goenji le miró partir. El rubio salió del establecimiento sintiendo el frescor de la noche. Se abrazó a sí mismo pues hacía mucho más frío que cuando había salido y no había agarrado ninguna chaqueta. Repentinamente, algo cálido le cubrió. Se volteó de golpe, encontrándose otra vez a Goenji cerca de él. El otro le había puesto una chamarra sobre los brazos.

-Perdona, no quise asustarte, parecías tener frío.

La chamarra se había caído al suelo. Goenji la recogió y volvió a acercarse a Midorikawa con cautela para volvérsela a ofrecer. El rubio dejó que la chamarra fuera puesta encima de él. Tenía frío, después de todo.

-¿Puedo acompañarte a casa?

Midorikawa le lanzó una mirada fulminante.

-¡Por la chamarra! Sólo… para que me devuelvas la chamarra –dijo el otro, sintiéndose extraño. Aquel perfecto desconocido podía destrozarle toda la seguridad que tenía con una simple mirada.

-Está bien –dijo el rubio de manera tajante. Después se dio la vuelta y comenzó a caminar. Goenji le siguió como un perro sigue a alguien que le ha dado una migaja de pan. De cualquier forma, aquel era probablemente el momento más emocionante de toda su carrera universitaria.


Somebody better let me know my name
Before I give myself away…

(… Será mejor que alguien me haga saber mi nombre
Antes de que me traicione a mí mismo
…)


¡Gracias por leer! Espero sus comentarios :)