Remanencia
Los guerreros no pueden embriagarse, pero Irene guarda algunos recuerdos de tragos al alcohol cuando aún era humana y el yoma no le había tocado. La sensación fresca y envolvente de calor en la garganta. El efecto, tan similar al que podía experimentarse después de dos o semanas entrenando sin comer. Menos doloroso, más contraproducente para esos cuerpos mejorados con la sangre del diablo. Por eso sabe que están un poco ebrias, ahora. Cuando Teresa le hace sugerencias acerca del futuro y ella, en vez de declinarlas con los labios que están rojos de mordidas y ensalivados por la pasión, le pide promesas de fidelidad hasta la próxima vez que se encuentren por "accidente", en la misma ciudad y al mismo tiempo.
