Sueño
"...Es muy dulce el aroma del espino, y también son dulces las campanillas azules que crecen en el valle y los brezos que florecen en el collado. Sin embargo, el Amor es mejor que la vida, y, por último, ¿qué es el corazón de un ruiseñor comparado con el corazón de un hombre enamorado?..."
-una rosa...la rosa que se enamoro...el ruiseñor que se enamoro de la rosa...o del amor- el mismo escenario se presenta nuevamente ante mi.
Una pequeña y delicada rosa, a la que el solo roce del viento mece su tallo y lo balancea, al punto de romperse. El dolor, es acompañado por un rio carmesí, que recorre mis dedos, que en un intento desesperado, intentaron tomar aquella flor agonizante.
Es entonces que despierto. Mi vista, busca con desesperación las manos que aun buscan el refugio acogedor de las mantas. Un suspiro de alivio, y un auto reproche escapan al notar, que solo era un sueño. O quizás una pesadilla.
Con lentitud, alentando el momento de alistarme, abro las ventanas frente a mi.
-Un nuevo día a llegado a Londres-comento con una tenue sonrisa, al notar los rayos matinales iluminar los techos de las construcciones estilo victoriano, típicas del vecindario.
Tengo un peculiar enamoramiento sobre el país que me vio nacer. En tanto algunos lo estereotipan, como un país frio, mis ensueños solo me permiten ver un lugar lleno de fantasía y encanto.
Pero, de nuevo el reloj me indica que no hay tiempo de reflexiones patrióticas. Es tiempo de ir al colegio. Si solo pudiera dedicar mas tiempo para escribir... la pantalla del computador, me muestra insolente, tintineando, como el párrafo inexistente continua en ese estado.
-El estudio, eso debe ser mi falta de motivación-musito apagando sin cuidado el aparato. El bloqueo creativo, ha tomado un nuevo record, sin un material nuevo en semanas, mi depresión empieza a querer visitarme de nuevo.
Doy paso al arreglo personal, aunque mi alborotado cabello azabache, se rebela contra la tiranía del cepillo, minutos tratando de conciliarlos, logran que tenga un aspecto presentable.
Un ultimo vistazo, bajo de la habitación, sin antes tomar el producto de mi ultimo desvelo.
Golpeo con satisfacción el sobre que llevo bajo el brazo ¿Quién diría que hacer una declaración de amor no correspondido seria tan complicado?
Una obligación que me impuse de manera voluntaria, realice la tarea arduamente, dedicando tiempo y un esfuerzo impresionante.
Hogar
Solo falta asegurar mi decisión para entregarle...el pensarlo turba mis mejillas de manera inconsciente, hecho que solo note hasta el momento en que noto una expresión burlona en el rostro frente al mío.
-así que mi hermana esta pensando en cosas indebidas- la vocecilla de Nate resuena de tal forma que descuida mente dejo caer el sobre.
-eso no es de tu incumbencia- trato de arrebatárselo pero el siendo mas pequeño y ágil, juguetea con el. En esos momentos parezco un gato persiguiendo una bola de estambre.
Nate, mi hermano menor, no da tregua al parecer su diversión, es principalmente en tratar de robar el sobre para ponerme en evidencia.
-dos podemos jugar lo mismo-una idea certera paso por mi mente deteniendo su cabeza con una de mis manos.
-si continuas así, deberé decirle a Alexander la increíble hora a la que recién estas llegando a casa...entonces entrega lo que es mío
-no te atreverías-puedo notar la inquietud en su voz, lo que me facilita aun mas las cosas-Oh en serio, Ale-su mano cubre con rapidez mis labios, a la vez que pone el sobre bajo mi brazo.
-eso no se quedara así...-levanto una ceja al escucharle pero el solo se retira y dejando su cabeza en la puerta entreabierta- no soy responsable si alguno de tus libros están fuera de lugar- el portazo me anuncian que Nate se ha escapado a su madriguera...pero algo recelosa coloco llave, muchas veces sus amenazas se hacen realidad.
En el comedor, noto que el desayuno esta servido y dispuesto, un encantador y sencillo almuerzo ingles
-hermano...¿porque no me esperaste?-observo como Alexander come con singular tranquilidad
-te llame varias veces, pero supuse que nuevamente te habías quedado dormida...así que comencé primero-inflo las mejillas al escuchar la respuesta-vamos no hagas tanto escandalo, es tu responsabilidad por levantarte tarde
-oh mas bien por no dormir en lo absoluto-pensé dando pequeños sorbos al te
-gracias por preparar el desayuno, era mi turno-le mire de manera cálida a lo que el solo suspiro
-olvídalo, si fuera por ti todo marcharía al revés en esta casa-su sonrisa leve pero cautivadora, me alegra el día. Ese don que tiene mi gemelo, de hacerme feliz con un pequeño detalle.
Nuestra pequeña familia, la familia Di Rousseau, esta compuesta por papa Richard, mama Hanna, mi adorable gemelo Alexander, mi lindo pero rebelde hermano Nate, siendo yo, la única señorita, pero si tomo en cuenta a Charle, seriamos dos hermanas, no es un requisito tener el mismo apellido ¿o si?
Entorno
Nuestra vivienda, es una casona estilo victoriano, la cual cuenta con un encantador jardín, digno de una postal del siglo XIX. Es un agradable vecindario, con un parque ideal para paseos dominicales, tiendas que inundan los sentidos con diversos olores y colores que deleitan la vista y por supuesto la gente amable y servicial que son nuestros vecinos. De esta forma, el trayecto diario al colegio, de mas de media hora de camino a pie, no es tedioso, sino todo lo contrario.
-He notado que estas de buen humor a pesar de que es lunes-Alexander tocándome el hombro, me indica que debemos continuar el camino, el pan recién hecho es una tentación que me hizo pausar mis pasos.
-Hoy terminamos el curso, es suficiente motivo para alegrarme-mientras tomo una hogaza de pan, la cual termina pagando mi gemelo, proseguimos nuestro trayecto.
-Espero que tengas buenas notas-en la voz de mi hermano noto que se encuentra reflexivo- ¿Crees que sea una buena opción trabajar aquí en la panadería?- paso el bocado, dándome algunos segundos para responder...¿trabajar? ¿en verano? solo los adultos lo hacen.
Además siempre he sido firme seguidora de la filosofía de Oscar Wilde:
"El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer."
Imposible, debo invertir aquellas horas en algo mas provechoso. Como continuar mi escrito, o encontrar un remedio para ese indolente bloqueo.
-Me parece que lo que haga mi hermano será muy bueno y provechoso-mi contestación solo hace que Alexander me mire escéptico
-Monserrat no estamos en una obra de teatro para que me hables con palabras tan rebuscadas-muerdo nuevamente el pan, pero es el semáforo quien me salva ahora, al indicar que tenemos el paso libre.
Puedo verlo, nuestro rostro son tan parecidos, las personalidades tan distintas. Esa mañana, he notado algo mas. Espero solo sea producto de mis inquietudes...
Misión
El día recorre lentamente las horas, la impaciencia de los estudiantes se hace palpable, la mayoría de los docentes se limitan a entregar calificaciones y despedirse de su grupo en turno.
Cada vez que miro el reloj, y pregunto la hora, el corazón se acelera sin motivo aparente. Pero nadie ni siquiera Alexander, conocen la misión secreta que me he propuesto.
Comenzó una tarde cualquiera , revisando los comentarios de una mis publicaciones. Meses atrás, tras ser convencida por Charle, inicie un blog en donde publicaba cada una de las creaciones literarias que poseía.
Desde mini ficción, ensayos, cuentos cortos, fanfics en su mayoría dedicados a mis gustos personales. la joya de la corona y mayor orgullo sin duda, era la sección dedicada a Lady Jean
Mi heroína, había crecido a mi lado desde los 5 años y sus aventuras habían formado mis primeros intentos del acercamiento creativo, incluso antes de que tuviera noción de la lecto-escritura.
Fue así que a modo de una segunda melliza, Lady Jean , se desarrolló al par mío, llegando al cenit y esplendor de su juventud.
Volviendo a esa tarde, me disculpo por divagar, suelo perderme en el rumbo de mis ideas, un comentario en particular sobresalía de los otros.
"Querida Moody fictor, me fascina la forma en la que escribe y da vida a su obra. Pero me inquieta que su personaje principal en plena flor de la vida, no tenga algún interés romántico o desafío amoroso. Me sería interesante verla en una situación sentimental"
Era la primera vez que alguien cuestionaba el desarrollo emocional de mis personajes. Leí los comentarios adjuntos, que aunque menos elaborados, concordaban en aquel punto.
En resumen, y a la conclusión que determine, fue que mis escritos hablaban sobre sentimientos diversos, pero no eran creíbles. Al llegar a tal descubrimiento, después de releer el comentario, la cabeza tentaba por explotarme.
¿como describir el amor si nunca había habitado en mi corazón?
Al pensar en eso, mis ojos cayeron en la ilustración, el semblante del pequeño ruiseñor y los escalofríos que recorrieron mi columna, me recordaron mi juramento.
Suspirando retorne la mirada al computador, buscando la manera de otorgar un corazón. No podía ser artificial, como el reloj del hombre de hojalata, debía ser vivo y latir con cada palabra que escribiera.
El bloqueo creativo llegó y desempaco sus maletas, desalojando a mi musa de manera violenta.
Intente emular a Julio Verne, y explorar terrenos insólitos y vivir en ellos sólo con la imaginación. Pero ni Verne, pudo enfrentar la frustración que sentía al notar que nada de lo que escribía era creíble.
"Vivir es fácil con los ojos cerrados"
Al recordar esa sencilla frase, di con la respuesta. Si quería darle un corazón, no podía arrancar uno cualquiera. Tenía que ser el mío y para eso debía experimentar en carne propia los estragos del peor padecimiento
Opte entregarme a un idilio digno de Goethe, sería un amor no correspondido el que infringiera el único daño que permitiría. Fije el objeto de mis afectos, pues a pesar de tener fijación por algunos varones ninguno era en especial al otro, por azar escogí a mi profesor de química.
Su encanto residía en una mirada atractiva, y una personalidad hermética. Justo los dones necesarios para un héroe de una novela barroca.
Preparando arduamente el veneno, daría una carta confesando "mis sentimientos". Era mejor hablar sobre un amor platónico no correspondido. todo fuera por Lady Jean experimentará ese mortal sentimiento, que ahora me encaminaba al laboratorio del aula 1 en el primer piso.
Encuentro
Planeado el momento, eso no impedía que los nervios estuvieran conmigo. Era la última hora antes de concluir el día escolar, y para mi fortuna había sido suspendida.
"Sólo es cuestión de bajar las escaleras", me repetía para darme el valor "ahí esta la llave para abrir tu corazón" posando la mano en el sobre un pie descendió aunque el otro permaneció firme al percatarme del tumulto de alumnos frente a la sala de maestros.
Sorpresa, sorpresa; el profesor de matemáticas a última hora había publicado las notas. Era justificado el desorden con que se peleaba el derecho a consultar la calificación definitiva.
Sin prisa me acerqué, y aprovechando mi menuda figura, pude colarme al frente. El profesor tenía la singular manera de exponer aquellos con las peores notas. Resaltando en carmesí, el nombre y la puntuación sobresalían del resto. Y justo con esa tinta estaba escrito mi nombre, debajo de la calificación aprobatoria de Alexander.
Mi cerebro no procesaba lo que veía. Eso simplemente era un error ¿ como podía ser la única en el curso en ser reprobada? Debía corregirlo, antes que Alexander se enterara.
Pero otros estudiantes parecían estar en el mismo dilema. Al llegar al cubículo , una pequeña fila ya se había formado, limitándose con rapidez, el profesor despachaba al inconforme en turno con un modo digno de un trato burocrático.
Escuchaba las razones del porque la calificación debía ser otra, mostraba su lista de cotejo del porque la petición no era viable y con el tono más neutral e indiferente evocaba el mayor temor de cualquier estudiante: curso de verano.
En momentos así es cuando el más escéptico se vuelca en súplicas y oraciones.
Era mi turno, no había preparado un argumento como lo hicieran los que pasarán antes de mi.
El profesor al verme, supo de inmediato el motivo de la visita y con la voz cansada dijo mi nombre, estaba tan distraída que sólo había caminado por costumbre.
-Señorita Di Rousseau, lamentó su caso pero su nota sólo obedece al pésimo aprovechamiento reflejado en este curso...-ajustándose las gafas señaló las notas de los últimos exámenes- además debo agregar su nula participación, el hecho que asistiera pero no prestara atención y ante todo que las tareas eran entregadas resueltas pero sin el método usado en clase...-
No había argumentos que decir, un nudo apretaba mi garganta sofocando mis palabras sólo limitaba a verle sin expresión- en fin señorita Di Rousseau, le espero mañana al curso de verano, la inscripción debe realizarla en la oficina de servicios escolares...el que sigue- y con un ademán me despidió sin dar tiempo de una sola réplica.
La vergüenza recaía en tal modo que mis pasos eran pesados y mecánicos, cubriendo el rostro, salí de la sala. Fue que mire que ese rostro idéntico al mío, buscarme entre los demás.
No podía, no deseaba encontrarme con Alexander. ¿que le iba a decir? ¿que mi torpeza había provocado una mancha en mi historial académico? ¿que mis vacaciones serían sustituidas por clases intensivas?
Y como una cobarde, mis pasos se aceleraron en dirección contraria. correr era lo único en lo que pensaba, mi carrera alocada me hizo perder la compostura, quería olvidarme de la situación, quería borrar ese sentimiento, respondiendo mis piernas al moverse una tras otra con rapidez.
Ese impulso provocó que un objeto abandonará mis bolsillos. Tarde comprendí que era el sobre, al tratar de reaccionar distraje mi vista de la escalera.
El resultado, mis pies tropezaron mientras manoteaba tratando de recuperar el equilibrio perdido.
El muro frontal me anunciaba una aparatosa y dolorosa caída, otra más a la lista de accidentes que sufría con frecuencia.
Cerrando los ojos, y con resignación estaba dispuesta a recibir el dolor.
Pasaron segundos antes de que notará que la en vez de una fría pared de concreto, algo más había frenado mi trayectoria.
-hey...¿te encuentras bien?-escucho una voz masculina con un marcado acento extranjero
En vez de levantarme de encima de aquel joven y pedir disculpas por arrollarlo, la reacción fue la más inesperada posible: comencé a llorar.
Sin importar que en esos momentos me encontraba en una posición comprometedora encima de un chico en medio de la escuela, lo único que hacia era llorar.
Cubriendo mi rostro, las lagrimas recorrían las mejillas enrojeciéndolo aún más.
Ofrecía un espectáculo deplorable y no importaba en lo absoluto; intentaba desahogarme por lo injusto de la situación y sobre todo por lo tonta que me sentía.
-Espera ¿te lastimaste?-el leve tartamudeo con el que joven hablo indicaba preocupación, avergonzada en vez de negar el hecho sólo pude sollozar con mayor fuerza
-tranquila mujer provocaras que me arresten-una mano se posó en mi cabeza provocando que abriera los ojos, sólo para observar y sentir como era desordenado mi cabello al ser bruscamente revuelto.
La mano aún recorre mi cabeza, me sorprende la calidez que percibo aún entre mi alborotado cabello.
-d-deja mi cabeza en paz-en un intento infantil, reflejado en mi voz, intentó apartarlo de mi, tomó con brusquedad su mano retirándole, por instinto miró hacia arriba.
Es entonces que nuestras miradas se cruzan por primera vez.
-vaya que si eres torpe mujer-susurro al parecer aliviado de que cesará mis lamentos, sonriendo siento como rodea mi cintura y en menos de un segundo ambos estábamos de pie, sin el menor esfuerzo me había levantado.
Pero poca importancia le había dado, de manera indiscreta, tenía la vista fija en aquellos enigmáticos ojos de color cobrizo, un color tan radiante que contrastaba con el carmesí de los mechones que enmarcaban un rostro perfilado pero sin perder ese toque masculino.
-yo...debí fijarme y...-Iba a disculparme, por la caída - oye un momento ¿a quien llamas torpe?-...pero mi orgullo salió a flote y moviéndome hacía atrás me retiré
-a la torpe que me hizo caer...-La risa burlona que escapara de los labios de mi extraño salvador, hicieron hervir la sangre -¿quien pensaría que alguien tan pequeño pudiera ser tan peligroso?
-a pues quien diría que alguien tan alto fuera tan estúpido-nuevas lágrimas de indignación trataban de escapar pero sin aviso, nuevamente la mano del pelirrojo alborota mi cabello.
-deja de llorar torpe...no pasó nada malo-con su mano libre me ofrece un pañuelo blanco, o eso parece ya que al tomarlo noto que es más grande de lo común.
-un momento...¿esto es una camisa deportiva?-susurro incrédula al verificar la prenda- ¿que te sucede grandísimo bobo?-mis puños se cierran en señal de iniciar un acto violento contrario a mis modelos cuasi vitorianos, pero el escuchar nuevamente su risa me detiene sin remedio.
-tranquila no la he usado no soy tan salvaje...-noto que iba agregar algo más, pero alguien a la lejanía le llama por medio de ademanes, provocando que se gire para retirarse.
-espera y tu...ahm camisa -agite la prenda antes de que empezará a caminar.
-no te preocupes puedes quedártela-comenta en un tono distraído - y ten más cuidado a la próxima...torpe-con una última sonrisa se despide.
No comprendo, que hago en medio del pasillo, inmovilizada y sosteniendo una camisa a medio doblar. La llegada de Alexander y el cómo me hace desfilar mecánicamente, me recuerda el porque escapaba.
En medio de un solemne regaño acerca de mis mediocres notas así cómo mis tontos esfuerzos por evadirlo, me acompañan a casa.
Así como el recuerdo de aquella sonrisa burlona.
