Prompt #13: Llenarle de halagos cuando lo necesite.


Las palabras adecuadas.

Las personas se dirigen a la pista de atletismo pues hoy se disputará una competencia entre Inuyasha Taisho y Koga Okami, los dos corredores más veloces de toda la escuela. Esta vez determinarían quién de los dos sería el capitán y como el orgullo de ambos era alto, no dejarían que el otro ganase. Siempre existió una rivalidad entre los dos, desde lo más mínimo como quien conseguiría el último postre en la cafetería hasta quien saldría con Kagome Higurashi (quien mandó al diablo a los dos al saber que se trataba de una competencia, pero esa es otra historia).


Todo empezó en clase de gimnasia, al final de ese día se diría quiénes eran los elegidos para ser los capitanes que se encargarían de dirigir a los equipos para que alcancen la victoria en los campeonatos interescolares. Inuyasha y Koga esperaban ansiosos los resultados para la capitanía de atletismo pero ninguno se esperaba lo que el entrenador diría:

Lo siento, muchachos, pero en atletismo tenemos a dos muy buenos corredores y sinceramente, no sé a quién elegir. Así que ustedes lo harán.

Todos los alumnos se quedaron petrificados, ya sospechaban de quienes hablaban.

¿Y quiénes serían?—pregunto un chico.

Como ya saben, los mejores corredores de la escuela son: Taisho y Okami. Así que cada uno votará en quien crea que sería mejor capitán.

El ambiente se tensó, Inuyasha y Koga se miraron retadoramente. Oh no, ya empezaron otra vez, pensó la clase entera.

¿Listo para perder, bestia?— se burló Koga.

En tus sueños, sarnoso— le respondió Inuyasha en el mismo tono.

Chicos dejen de pelear—ordenó el entrenador—. Bueno, ¡Empecemos con la votación!

La competencia estaba muy reñida, cada voto para Inuyasha significaba un voto para Koga. Si seguían así quien estaría a cargo del equipo de atletismo no sería una sino dos y ese par cuando se juntaba no era bueno, nada bueno. Al finar terminó en un empate y los gritos de protesta no se hicieron esperar.

¡Yo no compartiré mi cargo con ese!— se opusieron los dos al mismo tiempo. Ambos se miraron a los ojos furiosos, se gruñeron mutuamente a punto de empezar una pelea.

Ya, ya, cálmense. ¿Qué tal si hacemos una competencia para decidir?— les dijo Miroku Tsujitani, el mejor amigo de Inuyasha y conocido por sus malos hábitos.

Me parece bien—dijo Koga.

Inuyasha respondió con un típico keh.

Ya estaba decidido. ¡Hoy al final de las clases: Koga e Inuyasha competirán para ser el capitán!


La noticia se corrió por toda la escuela, hasta los alumnos de primer año se enteraron y comenzaron a dividirse en dos bandos, los que apoyaban a Koga y los que apoyaban a Inuyasha.

Cuando Ayame entró a la cafetería a la hora del almuerzo entendió que ya estaban todos enfrentados. En las mesas había carteles de Inuyasha y en el lado opuesto de Koga, se sorprendió ¡Sí que eran rápidos!

Ella tenía un mal presentimiento…

—Hey, Ayame, por aquí— la llamo Sango, una de sus nuevas amigas.

Se acercó a la mesa y las saludó. Desde que llegó aquí, hace tres meses, siempre fueron muy amigables con ella. Se había mudado porque su abuelo (con quien se quedaba después del accidente de sus padres) había fallecido y ahora vivía con unos amigos de la familia quienes las cuidaban y esos amigos eran… los Okami. El cambio de ambiente la había afectado, como a todos, pero gracias a sus nuevas amigas, ahora era feliz. Aunque en su interior quisiera que Koga no la ignorada.

—Wow, miren esto, ya se salió de control— se quejó Kagome.

—Esos chicos no lo entienden y no puedo creer que Kohaku también se halla metido en esto— comentó fastidiada Sango.

—Es un niño, era obvio que solo quiere seguir al grupo— dijo Ayame.

—Ese Miroku es un tonto, ¡Sabe que esos dos son como el agua y el aceite y se le ocurre organizar una competencia!

—Ya, chicas, cálmense. No es obligatorio que nos quedemos— dijo Kagome.

—Es mejor que nos quedemos, porque tengo un mal presentimiento—dijo Ayame.

—Odio a esos dos y sus pleitos sin sentido— refunfuñó Kagome.

El timbre que indicaba el fin del almuerzo sonó y las chicas se fueron a sus clases. El día transcurrió con ansias de que sea salida, con los ánimos en alto.


— ¡Vamos, Inuyasha!

— ¡Vamos, Koga!

La hinchada alentaba a su favorito. Los competidores se colocaron en la pista de atletismo. Miroku disparo la pistola de salida. Ambos empezaron la carrera, las personas gritaban, luego de los diez metros empezaron a saltar las vallas. La multitud estaba enardecida.

Pero nadie esperaba que… Koga tuviera un accidente.

Koga no llegó a saltar la última valla y al caer, se dobló el tobillo. Su grito fue desgarrador, porque no solo significaba que no ganaría la carrera sino porque tal vez no podría competir en las olimpiadas interescolares. Nadie lo podía creer, toda la multitud se quedó quieta, ningún sonido se escuchaba además del susurro del viento.

Contra todo pronóstico, Inuyasha dejó de correr y ayudó a Koga a levantarse. Como vio que no podía mantenerse en pie solo, lo ayudo a sostenerse pasó el brazo de Koga por sus hombros y lo sostuvo para que camine. Ninguna persona se esperó eso y menos de Inuyasha.

— ¿Por qué lo haces?— preguntó Koga con dolor.

—Keh, no puedo ganar así, sarnoso— contestó Inuyasha con habitual apatía.

—Por favor, necesito a Ayame— susurró.

— ¡Ayame, ven aquí!— llamó Inuyasha.

Ayame estaba en shock, ¿Para qué la necesitaban? Fue con paso dudoso e ignorando las miradas interrogantes de sus compañeros.

— ¿Sí?—preguntó al llegar.

—Llama a mamá, por favor.

—Lo haré.

Inuyasha y Koga se fueron a la enfermería mientras Ayame llamaba a la mamá de Koga. Ella dijo que iría dentro de unos cinco minutos y que, por favor, se quedara al lado de él. Fue corriendo a la enfermería ignorando las preguntas de sus amigas quienes, como todos habían escuchado todo. Encontró a Inuyasha afuera, con los brazos cruzados.

— ¿Cómo está?

—La enfermera dice que es mejor que es un esguince y que es mejor que vaya a un hospital.

—Felizmente que no es grave— se tranquilizó Ayame—. Gracias—dijo sonriéndole.

— ¿Eh? ¿Por qué?— respondió sonrojado Inuyasha.

—Por ayudarlo, nadie cree que tú hayas ayudado a Koga.

—Keh, eso no importa— contestó Inuyasha toscamente.

Ayame rio en sus adentro. Inuyasha siempre va a ser así, pensó.

—Igualmente, muchas gracias, Inuyasha—le sonrió cálidamente—.Voy a verlo. Adiós.

Inuyasha se despidió con un gesto. Ayame entró a la enfermería y vio a Koga sentado al costado de la camilla, su tobillo estaba hinchado y su mirada estaba fija en el suelo.

—Hola—dijo al entrar y cerrar la puerta.

Koga siguió mirando al piso.

—Hey, ¿Qué te pasa?— Ayame se sentó a su lado y agarró la barbilla de Koga— Koga, mírame.

Pero Koga seguía sin verla a los ojos. Ayame odiaba que siempre se diera esta situación con Koga; en cambio, cuando estaban en su casa él se comportaba de manera distinta: de cualquier cosa, desarrollaban los deberes, veían películas y se comportaban como amigos, pero, pero… en el colegio cada uno "se dedicó a sus cosas".

— ¡Dime que te pasa! ¡¿Por qué me ignoras?!

Ayame sabía que él no le respondería. Estaba harta de esta situación, ya no quería seguir así. Si Koga quería ser indiferente, ella también lo sería.

— ¿Sabes qué? No tengo nada que hacer aquí, esperaré afuera.

Se levantó de la camilla y empezó a caminar hacia la salida.

—No podré correr.

Ayame se detuvo y lo miró interrogante, Koga seguía mirando al suelo y su flequillo le tapaba los ojos.

— ¿Qué?

—No podré participar en las olimpiadas. ¿Sabes cuán importante es para mí esta competencia?

Ella se acercó hacia él y se paró en frente de él. Lo miró expectante.

—Siempre he sido uno de los mejores corredores de la escuela pero, pero… desde que llegó Inuyasha, todos empezaron con las comparaciones entre él y yo. ¡No sabes cuán frustrante fue!

—Koga…—susurró.

Ayame no sabía esa historia. Nadie le había contado los inicios de esa rivalidad.

—Yo no quiero esa capitanía, de hecho, no la necesito. Sé que de lo que soy capaz y no requiero de ningún rango para que me lo recuerde pero, odie esa sensación allá en el gimnasio. Así que acepte el reto.

Fui un imprudente, ya sabía que algo así sucedería y aun así que arriesgué. ¡Todo por mi estúpido orgullo! Ahora tengo una lesión que tal vez se cure en un mes y yo no podré estar en las prácticas. Es mejor para todos que ya no esté en el equipo.

Ayame se dio cuenta de que Koga estaba llorando.

—Oh, vamos. No llores, Koga. ¿Dónde está el chico que siempre me ayudo en mis prácticas? A pesar de que no era buena en los deportes, tú me ayudaste para ser la atleta que ahora soy. Gracias a ti, a tu ímpetu, a tu paciencia, a tus consejos: por eso estoy agradecida contigo, Koga.

— ¿En serio?— él la miró sorprendido.

—Sí, no te desanimes. Yo también tuve un esguince cuando practicaba junto a las porristas el año pasado. Me sentí fatal pues el primer juego de la temporada seria en un mes y yo no quería perdérmelo, era mi debut. Aún me acuerdo de ese día…

El equipo de porristas estaba practicando la rutina que se mostraría en el juego. Era un poco complicada, en la que todas debíamos estar muy concentradas. Todo había ido bien, por así decirlo, pero sentíamos que le faltaba algo. Por eso, en la última parte decidimos que el acto final sería una pirámide y yo como la parte superior pues era la más liviana. Cuando terminamos el ensayo todas decidimos quedarnos a ver la práctica de los chicos junto a todas sus fans (las cuales eran muy irritantes, en especial las de último año porque algunas eran novias de los jugadores). Todas gritábamos dándoles ánimo. De repente mi celular sonó, era mi abuelo llamándome porque necesitaba que fuera a casa. Empecé bajar las escaleras pero, justo en ese momento las fans bajaron corriendo y me empujaron, entonces tropecé y caí por las escaleras. Supongo que me desmaye porque me levanté en la camilla de un hospital y al lado de ella estaba mi abuelo.

— ¿Qué paso?—pregunté.

—Tuviste un accidente y te golpeaste la cabeza pero nada grave.

—Pero, abuelo, me duele mi tobillo.

—Mi niña, tuviste un esguince.

— ¡¿Qué?!— me sobresalté.

—No es nada grave, es una leve lesión que se curará en un par de semanas, tres máximo.

— ¡Claro que sí! ¡Tengo un juego dentro de un mes! ¡No puedo dejarlo simplemente así!— me alteré demasiado, siempre quise llegar al primer año de preparatoria para poder postular al equipo y ahora que lo había logrado no era justo lo dejara por una simple lesión.

¿Qué le diría al equipo?

En ese momento, las lágrimas empezaron a derramarse y un sollozo de impotencia escapó de mis labios, eso no era cierto, ¡No podía ser cierto!

Mi abuelo puso su mano en mi cabeza, dándome su apoyo. Era cierto que él nunca fue una persona muy expresiva con los demás, lo sabía y aun así lo quería.

—Ayame, pero qué cosas dices— me sonrió.

Era raro ver a mi abuelo sonreír (y sabía que lo hacía para darme ánimos). Vi en sus ojos algo de pesar, como si quisiera decirme algo importante, mas no lo dijo y yo ignoré esa sensación.

—Eres una Kakazu y no debes sentirte así, solo es un pequeño esguince, nada más. Vas a ver que en dos o tres semanas estarás bien y serás la mejor de las animadoras.

Lo vi a los ojos y le sonreí, sin embargo no iba a ser tan sencillo convencerme, en ese tiempo— y ahora— era una persona muy insegura de mí misma.

—Pero, abuelo, en ese tiempo en el cual no estaré ensayando, estaré desventaja en comparación a las demás. No quiero que el equipo salga perjudicado por mi culpa. No quiero que pierdan las posibilidades de ganar con la mejor barra.

—Estoy seguro que no lo harás, tú, jovencita, eres una mujer muy testadura y no te detendrás por nada del mundo. Además, no querrás defraudar a tu abuelo, ¿Verdad?

Tenía razón en eso, por nada del mundo defraudaría a mi abuelo y no lo haré.

—Claro que no, abuelo. Prometo que cuando me veas en el juego, te sentirás muy orgulloso de mí.

—Siempre lo estoy, Ayame, y no lo olvides.

Ese fue uno de los momentos que más recuerdo junto a mi abuelo (y de los últimos). Luego de eso, no rompí mi promesa y cuando estuve bien practique mucho y la noche del juego, después de presentarnos, me dijo: "¿Ves? Siempre supe que lo lograrías."

Ayame no se había dado cuenta de que había estado llorando al contar su relato pero Koga sí. Tomó su mano y la apretó. Ayame volteó a verlo.

—Oh no, esto está mal. Yo debería ser quien te levante el ánimo, no al revés.

—Tranquila, está bien. Ya no llores.

Koga la hizo sentarse a su lado. Secó las lágrimas de Ayame.

—Gracias, Koga. Eres muy amable.

—Si le dices de esto a alguien, lo negaré.

— ¿Quién me creería?— cuestionó.

—Buen punto.

—Oye creo que es mejor que vaya afuero, esto podría malinterpretarse.

Ayame fue hacia la salida.

—Ayame— la llamó Koga.

— ¿Sí?

—Gracias.

Ella le dio una sonrisa en respuesta. Salió de la enfermería y se sentó en una de las sillas que había para que algunos se sentaran a esperar. Sacó su celular del bolsillo de su casaca y vio que tenía mensajes de Sango y Kagome. Genial, ahora tendría que explicarles todo lo sucedido.

—Ayame.

Ella levantó la vista de su celular y vio a la madre de Koga frente a ella.

— ¿Cómo está?— preguntó preocupada.

—Un poco molesto, como siempre— sonrió.

—Es mejor que lo lleve al hospital.

—Los acompañaré.

—Está bien.

Ayame, junto a la mama de Koga, ayudó a Koga a caminar hasta el estacionamiento y se fueron al hospital. Koga y Ayame estuvieron en el asiento trasero conversando de cosas banales (qué películas verían esa noche, si los problemas de algebra eran complicados, la cena de esa noche, etc.). Cuando salieron, fueron a su casa y empezaron a hacer los deberes.

El doctor les dijo que Koga guardara reposo por un par de días y que luego podría ir a la escuela con normalidad, que se frotara una pomada para la inflamación, tomara pastillas para el dolor y que podía caminar sin preocupación siempre y cuando no hiciera muchos esfuerzos.

La cena paso sin complicaciones y Ayame se fue a su cuarto a dormir. Cuando se acostó en su cama, sonrió por la "evolución" que tuvo su relación con Koga. No le importaba si no se hablaban en la escuela, lo importante es que para él, en su rara forma de demostrarlo, la quería.

Antes de que el sueño la venciera, su último pensamiento fue:
"Hoy fue un buen día".


Bueno, esta es mi primera historia. Espero que les guste y me apoyen en este largo camino pues ME INSCRIBÍ CON LOS 100 PROMPTS.
Espero que comenten qué talles pareció, no importa si es bueno o malo, pues me ayudara como escritora en este nuevo mundo.
Decidi que la pareja protagonista, aunque no única, seria la de KogaxAyame pues es una de mis parejas favoritas y no veo tantos fanfics de ellos. Mas adelante, introducire las demás parejas.

Se despide,

Amisha Jaya.

PD: algún día me cambiaré de nick en fanfiction.