Los personajes pertenecen a Rick Riordan.

Empezar una nueva vida era difícil, más de lo que alguna vez hubiera imaginado. Aunque quizás lo más difícil era dejar a las personas detrás, a ese cirulo seguro en el que se supone debía apoyarse, pero Will quería renovarse solo, no molestar a otros con sus propios problemas. Ya había tenido oportunidad de enfrentarlos, pero a veces por más que uno se esfuerce las cosas no resultan como se quisiera; en esas ocasiones era mejor admitir la derrota, aunque doliera tanto.

Un ronroneo lo saca de la maraña que estaba tejiéndose en sus pensamientos, pues su gato clamaba atención; lo había descuidado tanto en lo que luchaba por mantener las cosas en calma, y quizá era el único vestigio visible de lo que fue su pequeña familia. Mentira. Y las mentiras no eran buenas para los hijos del dios de la verdad. Pues en el tercer cajón del buro a un lado de su cama descansaba un anillo dorado, sobre los papeles donde estaban su firma junto con la de Di Angelo.

Tomó en brazos al minino, pasando los dedos sobre su suave pelaje en su recorrido a la cocina de su nuevo apartamento. No era muy grande, lo suficiente para una persona y un gato, considerando que la mayor parte del tiempo se la pasaba trabajando. Amaba su trabajo, y por mucho tiempo pensó en sentirse afortunado por ser médico; lo que nunca pensó fue en dudar de eso, pues fue el trabajo lo que los separó. O una parte de eso.

Tal vez fue demasiado soñador al pensar en que todo sería un "felices para siempre", en que bastaba con un "órdenes del doctor" y una nota del médico para mantenerlo a su lado. Pensaba que lo único que podría entrometerse entre ellos serían los monstruos sedientos de sangre de semidiós, pero no los silencios y la testarudez de ambos, a pesar de sabía de sobra el carácter del hijo de Hades, así como el propio. Aunque, de haber recordado eso tal vez no estaría desayunando solo, repasando una y otra vez en lo que pudo haber fallado.

Pero de nada servía eso, era mejor ponerse en marcha para ir a trabajar. Era lo único que le quedaba, eso y su gato.

El único golpe de buena suerte que había tenido en todo ese tiempo de absurdos trámites de divorcio fue una serie de conferencias médicas, eso lo mantuvo cuerdo y le dio la posibilidad de un trabajo nuevo en otra ciudad. Durante la semana de mudanza se autoconvenció de que no estaba huyendo, pues prometió a sus hermanos y amigos mestizos que estaría allí para ellos, a un minuto de llamada telefónica o mensaje Iris. Pues ya ni siquiera su posición como médico en jefe de los campamentos le mantenía atado, no si él decidía alejarse de todos sus amigos de nuevo como cuando era un chiquillo de 15 años a punto de ser reclamado por las sombras; aun lo amaba, y por ello decidió ser él mismo el que tenía que irse, un pequeño sacrificio a cambio que se dejara ayudar por sus amigos.
Eso fue lo que lo llevó a ese consultorio, el que hace una semana le fue asignado al llegar al hospital. Tendría que volver a ganarse la confianza de sus pacientes a base de un buen trabajo, y esperaba que así fuera ahora que tenía toda su atención y esperanzas puestas en ello. Un nuevo comienzo, aunque aún conservaba un deje amargo, y suponía que le iba a llevar tiempo en recuperarse.
Aunque dudaba que sanara el hueco que se había alojado de forma permanente en su pecho, pero por lo menos ahora le dejaba respirar, permitiéndole esbozar esas sonrisas que le daban tranquilidad a los pacientes, aun cuando no llegaban a sus ojos azules.

Otro par de semanas más y las cosas podrían decirse que seguían igual. Trabajo no le faltaba y estaba agradecido por ello, ya que, así como amaba ayudar a las personas, esto le ayudaba a mantener su mente ocupada, además de que no tenía ningún apuro económico. Solo eran su gato y él, ya no había nadie más por quien preocuparse, no más compras extra, aunque aún estaban arraigadas muchas costumbres, pues aun no podía olvidar lo mucho que le agradaba a él que cocinara pasta, conservando algunos empaques en el fondo de la alacena, aunque no la preparara hasta la fecha. Sabía que de un día para otro no olvidaría ese tipo de cosas, que no era lo mismo haber dejado un lugar atrás que dejar memorias, pues durante algunos días aun esperaba que el hijo de Hades se materializara tras una sombra a su lado. Y justo eso debía dejar de hacer, salir adelante, olvidar, o más bien, comprender y tomar la experiencia. Pero claro, era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

Debía distraerse, y ese día en la mañana había planeado salir a beber algo. La amenaza de los monstruos aún estaba latente, pues ya no era el pequeño sanador que aun necesitaba que Lee y Michael lo protegieran, pues contra todo pronóstico había logrado sobrevivir. Pero los dioses tenían escrito algo diferente para él, ya que tuvo que asistir varias cirugías, dejándolo tan cansado al final para solo desear llegar a su apartamento a dormir, solo quedando acomodar algunos papeles e historiales médicos. Inconscientemente se llevó la mano al pecho en busca de la cadena donde siempre había estado colgando su anillo al no poder traerlo puesto durante las cirugías y algunas consultas, pero solo estaba la cadena. Debía comprar algún dije. Tal vez un sol.

─Adelante─unos suaves golpes en la puerta lo alertaron para acomodar los últimos papeles, mientras permitía el paso.

─Dr. Solace, siento molestarlo─Irina, la joven recepcionista que atendía el conjunto de consultorios en donde estaba el de Will se veía bastante apenada cuando entro, por lo que la tranquilizó con una sonrisa comprensiva. No era la primera vez que revolvía los expedientes al ser nueva en ello, así que era mejor tenerle paciencia, ya que sospechaba que esa era la razón de su visita─pero hay un paciente que pregunta si aún puede darle consulta.

─Vaya…¿Qué hay del Dr. Smith? ─ si bien recordaba, apenas iniciaría el turno nocturno, y hacía por lo menos hora y media que se había terminado el propio.

─Tiene tres pacientes en espera, aunque podría acomodar al nuevo paciente al final…

─No, no te preocupes, lo tomaré, ¿hay expediente? ─un nuevo paciente, así que si tomaba la consulta era probable que se convirtiera en su médico de cabecera.

─No, solo su nombre, es nuevo en la ciudad─la joven revisó rápidamente su agenda, suponía que también estaba por irse y ser relevada por la siguiente recepcionista─Rigo Di Gangi.

─Está bien, hazlo pasar y muchas gracias Irina─a pesar del cansancio, de nueva cuenta le ofreció una sonrisa, provocando un sonrojo que se le hacía cada vez más familiar desde que llegó a trabajar al hospital. Will estaba seguro que si su padre Apolo estuviera en su lugar aprovecharía ese indicio para coquetear con la chica, aunque era probable que igual lo hiciera sin este. En la última platica que tuvo con él vía mensaje Iris le comentó que debía abrirse de nuevo a la gente de una forma romántica, aunque en sí no sabía cómo. No había coqueteado con la gente por mucho tiempo, incluso era muy distraído cuando se le miraba de esa forma, pues por mucho tiempo creyó que no podría tener ojos para alguien más que el chico de la cabaña 13. No sabía ni siquiera si estaba preparado…aunque invitarle un café a Irina no solo podría ser en plan romántico, siempre le había gustado tener amigos.

Cuando escuchó de nueva cuenta los golpes anunciando al paciente, el rubio ya estaba sentado detrás de su escritorio para recibirlo de una forma profesional, aun buscando en la computadora alguna buena cafetería cerca del hospital.

─Adelante, tome asiento por favor…─un leve cosquilleo llegó a su cuerpo en cuanto el paciente, Rigo como había dicho Irina, entró sin saludar. Hacía tanto tiempo que no sentía una presencia tan fuerte, ni siquiera cuando descubrió hace dos tardes que lo seguía lo que supuso sería algún monstruo, perdiéndolo en cuanto se unió a la multitud del tren subterráneo. Aunque esta presencia era bastante familiar, una que había añorado y que le daba algo de calidez.

Pues frente a él estaba Nico Di Angelo. Igual de pálido que siempre y con esa mirada tan parecida a la del dios del Inframundo.

Hola, gracias por leer.

Esta vez traigo un nuevo Solangelo, contra todo pronostico, ya que se supone que debía de actualizar mis otras 3 historias Solangelo (soy un fracaso, pero aun estoy en los borradores para actualizarlas), pero no pude evitar escribir esto.

Este fic fue producto de frsutarciones XD en Roleplay tengo a Will Solace y precisamente hago Solangelo, peeeero, como siempre courre cuando se encuentra un partner decente, este desapareció, así que hablando con una amiga empezamos a rolear el divorcio Solangelo xD después me cerraron la cuenta (roleplay por perfiles de FB) y la frustración aumentó. A esto le aumentamos que últimamente he leído muchos fics sad Viktuuri.

Así que por el momento este fic va a ser algo dramático, triste, etc.

Lo había planeado como one shot, pero después pensé en otros capítulos en los que escribía el inicio, pero aun así no va a ser muy largo. Ya tengo el siguiente capítulo y el tercero en borrador, así que espero actualizar pronto y no morir en el intento.

Varne Anarion.