"Goza de mi lectura como yo goce escribiendo"
Chica de Terry
A Natasha Grandchester
mi querida hermana mayor del mal.
Ahora sí, mi último fan fic, ojalá y se animen a darle la oportunidad puesto que estoy conciente que la dupla no es del agrado de muchos pero hubo algo en la melodía que inspiró esta historia que... me lleno para poder escribirle "algo" al único personaje del que creí jamás escribir de forma particular en un papel protagonico.
Eliza Legan es mi nemesis, siempre lo ha sido, me supera su escencia maquiavelica, despota y caprichosa. Pude al menos hacer las pases con Neil su hermano y debo decir que disfrute escribiendo para él pero Eliza es otro asunto aparte. Lo podrán constatar al hacer memoria y ver que casi no hablo de ella en mis historias ha no ser que haga maldades.
Es irónico que sea ella precisamente quien estelarice junto a Terry (por supuesto) mi ultima historia, estoy feliz porque el trabajo me ha llenado, es un trabajo muy cuidado porque lo comencé por alla de Febrero - Marzo, es hasta hoy que puedo publicarlo despues de acabar La Raiz.
ADVERTENCIA: Fan Fic con tintes LEMON, situaciónes para adultos y lenguaje soez que pueden herir suceptibilidades o sensibilidades. Favor de abstenerce de leer si no concuerda con este tipo de lecturas.
¿Apoco pensaban que Eliza Legan se salvaría de hospedarse en mi Hotel...?
Espero lo disfruten, es una de esas historias que...
¡A leer!
"Todos tenemos una forma particular de amar"
"Hay quienes se entregan callada y sacrificadamente, algunos que aman sin medida a pesar del paso del tiempo. Otros que aman su propio amor egoísta, y hay quien ama lanzándose al vacio sin miedo, con valor pero sin red"
TRAPECISTA
Primera Parte
La noche era muy fría, nevaba, el recorrido en auto fue en completo silencio y agradecí que fuera así. Mis lagrimas de coraje, de humillación no podía detenerlas pero ni un solo lamento ni un solo gemido deje escapar, antes muerta que mostrarme vulnerable, ni siquiera en aquella situación.
La distancia recorrida fue larga, no se cuanto tiempo pasó, ni siquiera puse atención hacía donde nos dirigíamos, entre mis desgarrados recuerdos balbuce algunos monosílabos a sus preguntas. Tuve que tragarme el orgullo y por primera vez sentí un miedo atroz de verme sola en medio de la calle sin saber a quien recurrir. Solo él. Vaya bofetada del destino, tenía que ser él, precisamente él.
Hubiera preferido amanecer muerta y devorada por los perros en algún oscuro callejón que tener que soportar su burla y sus humillaciónes pero increíblemente no hubo ni uno, ni lo otro. En total silencio con mis lagrimas ácidas y negras marcando mi lastimado y bello rostro del que tan orgullosa me sentía, le agradecí su ayuda con silencio y esta extraña sensación de que él lo sabía me lleno por dentro, cayendo como una gota cristalina y pura estrellándose en la nada, vibrando como un suave halo de luz por todos mis oscuros rincones.
-Pasa.
La joven atravesó la puerta del modesto apartamento, no podía ocultar la estirpe de la cual descendía, con desdén miro alrededor, observando cuan austero era el lugar, aún con la cara marcada por la brutalidad del que fuese su pareja –en ese momento había decidido que ya no lo era mas- seguía levantando el mentón y la ceja derecha perfectamente delineada con aquel garbo cínico que le caracterizaba, sintiendo que esa pieza estaba muy por debajo del nivel aceptable al que estaba acostumbrada.
Que mas daba, era eso o ser exhibida por la prensa amarillista como si fuera una de las tantas zorras que buscan escalar y apoderarse de algún prospecto sumamente rico.
¿Y que acaso ella no lo era? –se preguntó con rudeza para sus adentros- Definitivamente no -Fue su contundente respuesta. Ella misma tenia poder y riqueza, tenia belleza y una astucia brillante, ella podía darse el lujo de rechazar hombres, de cambiarlos como cambiaba de negligé.
Pero esta vez, se había involucrado con un hombre igual de inteligente y astuto como ella, un verdadero zorro en ambos sentidos de la palabra, debía ser congruente y terminar de aceptar que ese hombre le llevaba mucha ventaja en cuanto a fría crueldad se trataba. Ella no era una "zorra mal parida escala posiciones" pero esta vez había caído en su propia trampa. Oh quizás si lo era… y le costaba aceptarlo, una mujer caprichosa, cínica, muy rica y poderosa, una zorra acaudalada al fin y al cabo, la mandíbula se tenso al apretar los dientes, sentía tanta rabia pero no debía mostrarlo ahora.
Lo que ella hacia eran caprichos de niña rica, de una pobre niña rica "casi enamorada" que había caído en las garras de una bestia. Era ese oscuro y peligroso destino lo que le llamaba como polilla a la luz, era ese crudo sentido de hacer su voluntad lo que la tenía hipnotizada. Ese hombre, igualmente aplastaba a sus enemigos, como la aplastaba a ella en el lecho, en el piso, en el auto, donde se le antojara, derrumbando ese cliché de señorita de alta alcurnia convirtiéndola solo en mujer bajo su cuerpo, eso creía ella.
Nadie, nunca antes la había logrado dominar de aquella manera, la había logrado hacer sentir viva, siempre al filo del peligro, le gustaba sentir la adrenalina corriendo por las venas, las cosas que le mostraba, las delicias que le hizo sentir… El corazón latiendo apresuradamente presa del miedo pero también de la emoción, verlo a él completamente desnudo, blandiéndose completamente erguido y feroz, cuanto disfrutaba aquel acoplamiento, nunca le paso por la mente imaginar donde había aprendido aquellas costumbres, con quien lo había hecho y cuantas veces. Era tanta su arrogancia y la seguridad en sí misma que ni siquiera le cruzó por la mente. Todo giraba siempre en torno a ella.
Él era un experto en provocar placeres, le dejaba completamente rendida y aún dormida la seguía copulando hasta que tenia suficiente, pero nunca tenia suficiente…
Esa misma noche lo acababa de constatar. Que imbécil fué, imaginar que era la única.
-De pronto me volví tan frágil, tan inútil, tan poca cosa… -No pudo evitar decirlo aunque en un tono de voz tan bajo que su acompañante no pudo escucharla.
En lo mas profundo de su corazón la vena intempestiva Legan salió a flote, reclamaba, gritaba sus derechos de ser solo la única, la señorita, la Ama, la que se llevaba las caravanas y los respetos. Y lo era, todo el sequito privado y sus socios se lo brindaban, la reconocían a ella como su pareja oficial pero era exactamente lo mismo que cualquier esposa bien casada, solo un bello florero de cristal que lucir en el amplio salón, un trofeo, un cuerpo como cualquier otro para copular y eso le pudría las entrañas.
El titulo de "la señora…" no lo tenía, solo eso le faltaba, creía ella. Pero "Señora" de nombre solamente porque no haría ninguna diferencia antes y después del puto rito del vestido blanco, solo otro objeto decorativo caro que poder lucir, legalmente aceptable.
La triste realidad de muchas era que sus hombres hacian valer su papel de macho cabrío en otra casa que no era su hogar, ardiendo en otro lecho, entre otros brazos, mientras que su mujer "la gran Señora de…" pasaba largas noches llorando en su enorme y fría cama, esperando por el amor prometido de la niñez, que nunca llegaba, que no brindaba consuelo, protección ni redención alguna.
-Y así… Exactamente estoy yo -Reconoció con furia, siseando entre dientes. Apretó los ojos y movió la cabeza en total negación. Cólera, humillación, desesperación y orgullo herido barriéndola entera. El dolor de su cuerpo mallugado ni siquiera la podía dominar, no escuchaba a su organismo, solo a su mente consternada por tanto cúmulo de sensaciones.
Y como le odiaba porque se había jurado a sí misma que siempre tendría lo que deseara, que no se conformaría con ser una del montón, que disfrutaría de la vida y le exprimiría hasta la última gota de satisfacción pero ese sueño dorado duro poco, o quizás en realidad nunca lo tuvo.
Era realmente una señorita de buena familia y no de una cualquiera, los Legan eran muy acaudalados, era una chiquilla berrinchuda a quien otra mujerzuela mal parida le había quitado su juguete favorito y no es que le amara en realidad, es que no podía soportar la idea de que otra tomara lo que era suyo. Y menos alguien tan… por debajo de su categoría. Nunca perdería ante alguien así… O eso creía ella.
Me quede parada al centro del pequeño departamento, mirando a la nada recordando como era que me hallaba en aquel lugar, que eventos me habían traído hasta este punto… y luego "Él" saliendo de la nada…
Flash Back
-¡Órdene que te permanecieras en la mansión! -Me sacó del brazo por la puerta trasera de aquella casa de citas.
-¿Solo porque tú lo dices? ¡No soy una de tus mujerzuelas a las que puedes mandar! -Me zafe de su agarre con suficiencia, aunque me apretó tan fuerte que mallugo mi carne.
Me miró con ojos gélidos e insufribles, uno de sus guaruras le puso el cigarrillo encendido en al filo de los labios, ese gesto tan bajo y perverso… por un momento sentí el terror que seguramente infundía a sus victimas, jamas creí estar del otro lado en la oscuridad de la lista negra, mi nombre ahora escrito con tinta sangre en su libreta de trofeos forrada de cuero negro, muy apropiado pense con irónia, luego él se ocupó de mí.
Aquella mirada fría e inexpresiva que congela, me amedrente un poco, nunca sabía que esperar cuando él hacia ese ritual del cigarrillo. Lo tomó entre sus dedos, lo retiró de sus labios un momento con toda calma mientras maquilaba en su mente diabólica que castigo me merecía por mi atrevimiento -estaba segura de ello- luego, expulsó con exquista elegancia el humo al aire, ese gesto que me incitaba y me parecía tan sexy ahora me aterrorizaba a punto del grito.
-Vete a casa –Fue su tajante respuesta, mas bien una orden. Se giro en redondo y se encamino hacia la puerta trasera del lujoso establecimiento del Molino Rojo.
-¡No! –Anuncie tajante con mucho sentido del orgullo de saber quien era yo- Quiero que demuestres respeto por mí. No soy una mujerzuela barata de las que te gusta dominar, encadenar y humillar -Toda esa sarta de tonterías salieron a borbotones de mi boca antes de que pudiera darme cuenta que me había perdonado –por ahora- la vida. Estúpida de mí, cavó mi propia tumba mi aún más estúpido orgullo.
-¿Respeto? –Dijo en un ataque de risa cínica, volviendose en camara lenta hacia mí.
En un instante un fuerte golpe me envió al suelo, mi rostro ardía, un dolor sordo se expandió rápidamente por todo mi mentón hacia la sien izquierda, sentí mi sangre tibia brotar de mi labio roto, ni siquiera lo ví venir.
Acto seguido me levanto con sus poderosas manos del suelo como si fuera una frágil muñeca y me elevó hasta estar al nivel de su cara desencajada, su hermoso cabello desgreñado cayendo sobre sus ojos justo como cuando follaba sin miramientos me distrajo por segundos, su mirada depredadora ahora me atemorizaba en lugar de excitarme, totalmente aturdida, desorientada, la cabeza me daba vueltas en una sádica mezcla de excitación dominando mi cuerpo y miedo atroz ensombreciendo mi mente.
-Eres menos que una mujerzuela Eliza –su aliento caliente quemando mi mejilla amoratada- Eres una P.U.T.A -siseo cada letra contra mi oído, luego me lamió con toda su lengua caliente arrastrándola sin pausa justo donde me había golpeado, cubriendo con su saliva antes embriagadora, el mentón, la mejilla, la oreja y la sien. Me provoco temblar de pánico… "Voy a morir" fué mi único pensamiento.
Volvió a arrojarme contra el suelo frío con saña, aullé del dolor en mis costillas, jamás había sentido algo como aquello, la nieve amarillenta algo derretida, mal oliente y las baldosas enlodadas, eran lo único que podía percibir por debajo del dolor.
Puso su pie entre mi talle y mi vientre, obligándome a tenderme completa en el suelo, al instante me contraje, me esforcé en abrir los ojos intentando buscar una escapatoria y huir de su fuerza.
Mi agresor tenía la cara esculpida en hielo frío y contarte, aún así se veía tan hermoso –pensé con lastima pero de mí, al ver el nivel de sadismo al que me tenía sometida- adoraba su rostro en aquel gesto –esos pensamientos taladraban mi mente, hizo bien su trabajo al someterme con su sexo pervertido y sádico al punto de admirarle cuando me lastimaba.
Estaba hasta el infierno de encolerizado, aquel ritual me lo conocía tan bien… "La estocada final" iba a mandar una respuesta definitiva al desafortunado que se atrevió a contradecirlo. Por las mañana el periódico traía noticias de un cuerpo irreconocible tirado al sucio rio Hudson. Ciertamente eso me estremecía pero a la vez me divertía, nadie podía meterse con él. Yo me sentía su reina intocable en su poderoso reino de cristal, y ahora... era su presa, la proxima victima hallada mañana por la mañana en el río.
Después de ejecutar su orden definitiva, tocaba lo mío -Seguí divagando mientras luchaba contra su pie- Se volvía febril y me llevaba cargando a la cama para poseerme de forma brutal. Ese estado de descompostura, esa mirada maldita a infierno fuera de control. Yo tenia el privilegio de aplacar sus placeres y ardores pero nunca era suficiente, el seguía poseyendo mi cuerpo aún después de que yo perdiera el conocimiento, los dolores en la entre pierna lo confirmaban cuando despertaba por la mañana completamente sola, en la habitación principal de su lujosa mansión. Solo recordaba como seguía y seguía sin cansancio mientras yo no podía mover ni un músculo, esa sensación de soledad y a la vez de reto de seguirle el paso, de estar a la altura… me hizo perder el suelo. ¡Que estupidez!
Nunca imagine que sería yo quien estaría en el otro extremo, que ahora sería la victima irreconocible de la que hablarían los diarios mañana sábado… un trabajo supremo puesto que fue ejecutado por él mismo, bastardo de porquería. Mi vista viajo rápido por el callejón, sus guaruras ya no estaban solo él, y yo completamente a su merced.
Quise gritar envuelta en pánico pero desde su altura hizo el gesto con su dedo anular de guardar silencio, por instinto de sobre vivencia grite con todas mis fuerzas forcejeando para liberarme y desate la tempestad.
Él me tomo por el busto elevándome por medio de mis ropas hasta dejar de tocar el suelo con mis finisimos zapatos de tacón azul, comencé a manotear para tratar de liberarme, las finas telas que tanto le habían costado para ataviarme cual reina lastimaban mi piel bajo las axilas por la forma tan brusca en que me levantaba.
-Que te calles… -Volvió a sisear completamente contenido, nunca perdía el control, nunca.
De alguna parte tome fuerza y con mi mano derecha le abofetee con todo lo que tenía. Mi enorme anillo de diamante entre los forcejeos se volvió hacia mi palma, la enorme piedra impacto en su nariz y aulló de dolor, antes de soltarme me propino una tanda de bofetadas mientras yo caía al suelo como si mi cuerpo fuera tan liviano que tardada demasiado en llegar al piso.
Arañe las baldosas y mientras el tocaba el daño hecho a su tabique nasal, escuche como se reía diciendo que se lo había roto, parecía estar complacido de la forma en como logré que me dejara pero eso solo empeoraba las cosas, era fanático de la cacería le atraía de una forma casi morbosa, ahora era yo su presa declarada. Trate de huir a gatas, mientras se limpiaba la sangre de su nariz con su fino pañuelo francés.
Entre las lagrimas y mi desorientación me puse de pie a toda prisa, camine dando tumbos hacia la luz de la calle, había conseguido salir del callejón oscuro pero conociéndolo sabía que él esperaba precisamente eso, quería darme ventaja y yo se lo estaba haciendo más emocionante, solo para alimentar su ya inflado ego. La calle estaba completamente desierta, solo alcance a ver un automóvil que rechinando las llantas y en reversa había detenido la marcha, alguien se apeaba con demasiada lentitud. "Otro morboso más a quien divertir" casi jadee por mi absurda y lastimera situación.
Iba a rogar por auxilio ese sujeto de poca monta fuera quien fuere era mi única salvación ahora. Sentí el jalón en mis cabellos antes de que pudiera gritar y en un solo movimiento me hizo quedar en cuclillas con la cabeza sometida y la mirada al suelo, la posición de la sumisa ¡Claro! Como le gustaba y excitaba. Después de todo yo lo fuí por voluntad propia, que ironía.
Mientras me sostenía por el cabello en esa posición con brutalidad pude notar la firme erección bajo sus finos pantalones grises, en ese momento comprendí que tenia razón, yo era menos que una mujerzuela que se entrega por plata, yo simplemente me entregaba a cambio de nada ni siquiera de amor como lo hace una esposa devota.
-Besa mi zapato y límpialo con tu lengua –Ordenó muy bajo, era el mismo tono que siempre usaba, esta vez me hacia temblar la orden, era tan denigrante a la vista de cualquiera que pasara por ahí, yo la orgullosa Eliza Legan limpiando el fango asqueroso de los zapatos de un lobo con traje caro de cordero.
Había perdido de vista el auto aquel que creí traía mi salvación, ahora me sentía mas humillada porque quizás el fisgón aquel estaba disfrutando del show a mis costillas, era una sensación intolerable. No quería hacerlo, mi orgullo me impedía hacer esa atrocidad.
Empujó de mis cabellos y hundió mi cara mas cerca, trate de forcejear anteponiendo mis manos contra el suelo para evitarlo, eso solo enardecía más a mi captor, le estaba dando justamente lo que quería, un poco de dificultad; solo un poco porque al final me sometería con su increíble fuerza, apreté mis ojos, ahogue el grito de terror, solo lo haría avivarse, esto iba a terminar mal.
-No se le trata así a una dama.
Mi alma antes temblorosa de pánico y rabia ahora caía mas bajo, teníamos público y eso era algo mucho peor aún. Muy pronto el espectador se daría cuenta de quien éramos y mi deshonra arruinaría a mi familia.
-Tú lo has dicho. "DAMA" ésta, es una ramera cualquiera. Sigue tu camino buen samaritano. No te metas donde no has sido requerido. Vete. No has visto, ni escuchado nada -Ordenó en su tono seco y autoritario de siempre.
-Me voy, pero me la llevo a ella.
-Acaso eres alguna especie de retrasad…
Y antes de que pudiera volver a respirar después de un fuerte jalón me encontraba libre del furioso puño que sostenía mi cabellera.
-Un verdadero caballero trata con decencia a una mujer sea quien sea. Un hombre que somete, no es más que un gran hijo de puta con tendencias desviadas.
Uff… vaya comentario de mi salvador, creo que jamás nadie se atrevería a decirle esas cosas a la bestia que me tenía dominada. Lo envió de un certero puñetazo en la mandíbula al suelo, lo había noqueado casi completamente, yacía en el sucio piso en una posición tan indecorosa con las rodillas dobladas, la cara recargada en el suelo pestilente y el trasero esplendido al aire, igual a la que me tenía sometida hace un momento. Trato de incorporarse pero el golpe había sido tan fuerte que no conseguía dominar su propio cuerpo.
El hombre aquel me tomó del brazo y me ayudo a ponerme de pie con algo de rudeza, al fin le mire a la cara y oh… Deje de respirar.
¡QUE SE HABRAN TODOS LOS OSCUROS INFIERNOS Y ME TRAGUEN ENTERA! Era Terrence Grandchester quien me había salvado de ese animal.
Por instinto y algo de sorpresa recuperando algo de mi desgastado orgullo me zafe con algo de suficiencia mas por la terrible humillación que sentía pues él presenció todo, pero no iba a demostrárselo.
-¿Vas a quedarte con él? –Señalo al sujeto convertido en pelele reptando por el suelo intentando recuperarse.
Eso golpeo mi sien dolorida como un mazo, ¡Claro que no! Grito mi cabeza haciendo eco en todo mi cuerpo. Moví mi rostro en señal negativa y ayudada por él muy a mi pesar pues el cuerpo me dolía al caminar nos dirigimos a su auto, me subí con rápidez olvidandome del dolor, de un salto montó en el asiento del conductor y salimos disparados de aquel lugar.
-¿Te encuentras bien? -Moví la cabeza sin dirección definida- ¿Estas herida? –Me volví hacia la ventanilla mientras limpiaba mi labio con el pañuelo que llevaba bajo la manga- Creo… que solo el orgullo -Dijo él al no obtener respuesta de mi parte, lo encaré molesta, quería gritar que parara y me dejará bajar pero en estas condiciones los guaruras de mi "pareja" me encontrarían en un santiamén. Hasta yo sabía que tenía dejar a un lado mi orgullo por muy herido que estuviera como el bien lo dijo, al menos hasta saberme lejos y a salvo de esas bestias, no tardarían en darse cuenta que su jefe yace noqueado con el trasero al aire. Aunque sabía que no existía ese lugar, no para mí.
-Tu blusa… Esta rasgada, cúbrete. Hace demasiado frio.
Entonces me di cuenta, tenía los pechos al aire asomando escandalosa y precariamente sobre mi corset de encaje blanco, tenía los pezones erectos por el frio, no me había dado cuenta. El animal ese me levanto con tanta saña que hizo trizas mi blusa de seda y encaje. Nunca había sentido tanta vergüenza como en ese momento, me tape apenada y creí sentir en mucho tiempo que un sonrojo inundaba mis mejillas. Vaya que era patético, yo que me ufanaba en mostrar mi belleza en todo su esplendor, ahora me provocaba una infinita vergüenza, ciertamente nunca había estado en una situación así. Nunca me había sentido… victimizada.
-Te llevo a un hospital… Para que puedan examinarte.
-No…
-Ese animal fue un bruto, te lastimó -No respondí a su cruda aseveración, seguía tapando mi pecho tomando con ambas manos los encajes destrozados, estaban frías, resecas y mi alma congelada.
-Entonces… ¿te llevo a tu hotel?
-No… no puedo volver ahí…
-Irá a buscarte. Ese imbécil mal nacido… ¿Como puedes…? –Volvió la vista al camino levantando la mano en señal de resignación- No es asunto mío.
-N-o… la… prensa… -Entonces sintiéndome insignificante por toda su línea de pensamiento dicha en tan pocas frases lo miré, me observó en silencio sondeándome suavemente ya no con la severidad de hacía un momento, podría decir que compasión o quizás burla danzaba en sus ojos, o lastima que se yo…
Que importa lo que pensará "Don Perfecto" Si en este momento en lo único que podía pensar era lo que hablaría la prensa de mí, convertida en la comidilla del país entero, "Eliza Legan la hermosa heredera acabada a palos por su altruista y depravado novio…" ¡De ninguna manera! No me mostraría en público en estas condiciones, así tuviera que… Esquivé su mirada sagaz con desprecio.
-Entiendo eso. Tengo un lugar.
Y sin poder creer su ofrecimiento me deje llevar a su territorio, realmente no tenía muchas opciones y la cabeza me punzaba con ese dolor sordo y agudo que no podía pensar en nada más. No podía recurrir a mi hermano, él no se encontraba en Nueva York. Me advirtió tantas veces que me apartara de ese mal nacido, pero autosuficiente y orgullosa como siempre he sido, mandé todo pensamiento de alerta lejos de mí y me tire de cabeza a la red de ese depredador mucho mas sinvergüenza que yo. Creí tenerlo dominado y al final siempre fuí su sumisa, desnuda o vestida, siempre lo fuí. Una verdadera puta cara.
FIN del FLASH BACK
-No es a lo que estas acostumbrada pero servirá a tus propósitos.
-¿Es tu picadero? –Dije con desdén.
-¿Y si lo fuera? ¿Tienes algún problema con eso? Creo que no estas en condiciones de exigir. –Respndió sin inmutarse.
-Cállate –Dije con enfado a su irónica respuesta.
-Si no estas conforme, puedes irte en cualquier momento. Solo te pido pongas seguro a la puerta.
-No hay mucho de valor aquí.
-Quizás… Si eso también te incluye a ti –Respondió con bravura.
-Como te atreves… -Me indigne. Sí, aún tenía fuerzas para la indignación.
-Tus palabras -Dijo con seriedad- ¿Te quedas, o te vas? Dime, para poner la llave yo mismo. No confió en ti.
-¡Me quedo! –Respondí cabreadísima, dándole la espalda.
-Como quieras. Toma lo que necesites. Te advierto, no me gustan los husmeadores.
Baje la vista apenada, acaso Eliza Legan se merecía un trato de este tipo, ¡Claro que si! A mí nada me detenía, eso él lo sabía de primera mano, la amenaza era más que directa y bien fundada, no podía culparlo por ello. ¿Pero, esta pocilga que podría tener de interesante? El establo de mi casa en Lakewood era más acogedor y grande que este muladar sombrío, en mi actual posición no estaba en condiciones de abrir la boca. Lo que más me urgía era que se fuera para poder llorar y sacar toda mi rabia sin que nadie fuera testigo.
-En el baño hay algunos instrumentos de curación y algunos analgésicos. En el armario de la derecha hay frazadas extra. Todo esta limpio.
El silencio reino en el pequeño lugar, le había dado la espalda no deseaba mirarlo más, quería gritarle de una vez que se fuera no podía contener mas el dique ya fracturado de mis lagrimas, escuché la puerta cerrarse, me gire en redondo, Terry se había ido.
Mis lagrimas cayeron instantaneamente y a borbotones de mis escocidos ojos, gruesas hileras interminables de ácido que corroía mi alma, en un instante sentí el impulso de correr y alcanzarlo, de pedirle que no se fuera, de rogarle… que por favor… no se fuera.
No quería estar sola, quería sentirme segura, quería que me abrazara como nunca lo hizo mi padre y así poder llorar hasta que se acabaran mis lágrimas.
Mis manos temblaron, mi orgullo no me dejó mover ni un solo pie, estaba segura que no aceptaría que incluso se burlaría de mí, que esta vez no se contendría de hacerlo. Ni siquiera le pude agradecer… mi miseria no me permitió decírselo.
-Gracias… por… salvarme… la vida… -Murmure a la puerta cerrada, imagine su espalda alejándose con un intenso temor de que pudiera haberme escuchado.
Entonces busque el rincón más oscuro y me refugié a llorar como nunca en mi vida lo había hecho.
CONTINUARA...
"El REVIEW es el alimento de una imaginación creativa, agradezco el tuyo en compensación a la mía"
GRACIAS POR LA OPORTUNIDAD A LA HISTORIA, GRACIAS POR LEER.
Octubre 2013
