Bueno al verdad, la historia es algo extraña, en si la trama no lo es tanto, (eso creo), pero lo hice por dos cosas.

1.- Shu era el unico Sakamaki del que no tenia ni un solo fic, y eso me dio tristeza. Porque el es uno de mis favoritos (Aunque lo son todos)

2.- Porque este fic, les quedaba a estos chicos como anillo al dedo.

Tiene ligeras referencias en una pelicula, de la que en este momento no recuerdo muy bien el nombre, para el prox. cap tal vez la recuerde.

Para los que tengan ciertas dudas la pareja principal es ShuxYui, la otra es OcxOc, pero de cualquier manera la principal es la otra.

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"Una vez tuve un sueño, y en el aparecían dos hombres, uno era mi gran amor y el otro mi progenitor"

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El agua soplaba con total libertad sobre mi rostro, con gracia movía mis cabellos naranjas con ligeras ondulaciones hacia atrás, y yo los dejaba flotar hacia mi espalda, mis ojos rosas se centraban en el horizonte que a este tiempo ya se podía ver, el aire mezclado con la humedad del mar siempre me ha gustado, sobretodo en la pequeña isla que es mi hogar.

A lo lejos logre divisar los barcos que empezaban a atracar en el puerto, siempre cargados con especias, flores, comida, entre otros, uno de mis pasatiempos favoritos después de tocar cantar y dormir, era el de venir aquí, al puerto de donde vivo. Solo que lo que realmente me encanta ver como los barcos llegan, porque en esos momentos, las familias de aquellos navegantes los están esperando, niños y niñas que felices corren hacia su padre, sus esposas que amorosas la siguen.

Verlos siempre se me hizo agradable, me era muy feliz, y pensaba que aquellas familias eran realmente afortunadas y por ello dentro de mí, sentía cierta rabia entremezclada con el dolor de darme cuenta de que mi familia era solo de dos, y que mi mamá me repetía, tal vez para convencerme tanto a mí como a ella de que así estaba bien.

No siento odio hacia mi madre, nunca podría sentirlo, pero a veces me cuestionaba el hecho de que siempre me ocultase algo como eso, ¿Por qué no me lo dice? Cuando era pequeña el venir al puerto tenía otro significado, porque de pequeña una vez soñé que mi padre vendría a él, y cuando mamá se entero de eso, me explico que nunca pasaría, pero por como que soy Hiyori Komori a que sería tan terca como pudiera, y día con día fui.

Pero un día, una de las niñas de mi escuela me dijo que si no tenia padre, era porque simplemente el no me quería, después de ese día no volví al puerto a menos de que tuviera algo importante por hacer, porque a la edad de 8 años comprendí que lo que me dijeron esas niñas era verdad, si él no me buscaba era porque solo no le importaba.

En ese tiempo mamá me notaba diferente, pero me guarde lo que la niña me había dicho, y aunque le extraño el hecho de que no volviera nunca más a ese lugar, lo dejo pasar por que en el fondo, tal vez ella también pensó que era lo mejor.

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Algo abrupta la joven de dieciséis años se levantaba de su cama, el sudor bajaba por sus blancos pómulos hasta perderse por su cuello, hace años que no tenía ese sueño, precisamente desde que cumplió los ocho años, se le hacía extraño volver a pensar en eso después de que prácticamente se le había borrado de le mente, o al menos hacia un esfuerzo por hacerlo, en el fondo, era algo que le perseguía día con día, pero que con el tiempo decidió dejar pasar.

Atontada por el reciente sueño-pesadilla, se levanto de la cama, frente a su espejo de cuerpo completo se dio un vistazo rápido, únicamente para desamarrar la cebolla que llevaba en su cabeza, dejando que su cabello le llegara prácticamente hasta los talones, sus ojos rosas brillaron ligeramente, en menos de lo que se imaginaba estaría caminando hacia el altar, esperándola en él, su joven prometido, tal vez la edad en que estaba por casarse no era la indicada, pero el amor le había llegado a esa edad, a los dulces dieciséis, sonrió con felicidad mientras caminaba a su baño, antes de bajar quería relajarse con algo, y eso sería un buen baño. Después de todo, los baños con agua caliente le eran muy satisfactorios.

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En la cocina se podía ver a una dulce mujer, que tenia apariencia de tener dieciséis años, sus rubios cabellos bailaban mientras ella lo hacía, así como el collar de plata se movía al compas de sus movimientos, el vestido blanco ligeramente corto se elevaba, si alguien la viese creería que tiene toda la pinta de ser una niña, sus gestos, su voz, prácticamente todo indicaba que era menor de edad, aun cuando la posibilidad se veía lejos de la realidad. Preparaba un rico pay de manzana, pues este era el favorito de su hija, que seguramente no tardaría en bajar a desayunar.

Mientras lo dejaba en el horno, decidió esperar, abrió un cuaderno de pasta azul, el cual tenía todos los detalles sobre la boda, desde las invitaciones hasta el mas mínimo detalle, sentía una opresión en el pecho al darse cuenta de que su pequeña dejaría el nido tan rápido, pero no era lo suficientemente egoísta como para prohibírselo a su misma sangre, después de todo la amaba, y por ello dejaría que fuese libre…

-Buenos días mamá, ¡huele delicioso!- la niña entraba ahora con mucha felicidad, sus cabellos estaban mojados y su piel lo estaba ligeramente también.

-Hiyo-chan, te lo he dicho miles de veces, debes secarte el cabello antes de bajar o si no alguien podría tropezar- apenas acabo la oración, se escucho un grito impresionado, para después oír como algo caía por lo que le pareció a las dos mujeres de ojos rosas habían sido los escalones, tres o dos más o menos.

-Hiyori, ¿no te secaste el cabello…de nuevo?- se lamento una joven, que como muchas originarias de Grecia, tenia cabello negro con los ojos de un verde marrón.

-Lo lamento Alejandra, pero es que, olí el pay y no pude evitar llegar hacia acá- le explicaba la peli naranja con unas muecas que hicieron reír fácilmente a la madre, y amiga de esta, mientras se sonrojaba e inflaba un poco sus cachetes, para Yui, ella era su niñita.

-Bueno, entonces arréglate porque hoy vendrá alguien muy especial, que nos has visto desde hace años- le explico la rubia para sonreírle con confianza, a expensas de que su hija pensaba en su papá.

-¿Mis tías vendrán?- inquirió con algo de sorpresa, para sonreír y correr hacia su habitación con lo que a las mujeres les pareció era algo así como "Habérmelo dicho antes mamá"

-¿Aun es pequeña verdad?, ¿no soy la única que le ve así, cierto?- le pregunto Yui a la amiga de su hija, sus ojos rosas se vieron atormentados, porque en el fondo ella no quería que su bebe se alejase tan rápido de ella. Apenas y era una niña.

-Yui-san, yo se que usted no quiere ver a Hiyori lejos, pero tarde o temprano iba a querer viajar- le explico la peli negra mientras ella daba un suspiro, en el fondo, ella consideraba al igual que la madre, que su amiga aun era demasiado joven.

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Hiyori buscaba por todos lados, alguna ropa bonita, no había visto a la otra parte de su "familia" por años, desde que tenía como unos seis años, por lo que volver a verlas le era fácilmente especial, de un lado a otro buscaba entre su ropa, pero de alguna manera ninguna le convencía, en un momento dejo de buscar en su armario, se sentó en su cama de colchas azules.

-Mmmm… debo comprar más ropa- explico a la nada, mientras cruzaba su pierna sobre la otra, dejando reposar su codo sobre ella, y su cara sobre el dorso de su mano.

Y como si de una maravillosa idea se hubiera tratado la joven, se dirigió al cuarto de su progenitora, ella tenía un baúl, donde guardaba su ropa de juventud, aunque la ropa que usaba actualmente no distaba mucho de esta, así que abriendo el cofre saco lo que a su parecer era lo ideal, un vestido con holanes color azul, con un cintillo blanco sobre la cadera, y un chal también blanco casi transparente, justo cuando iba a ir a su cuarto, vio dentro de lo más profundo de el cofre, que había un libro.

Por poco y le pasa de vista, pero su forma de ver las cosas era en cierto misterioso, podía distinguir muchas de ellas, darse cuenta de otras tantas, pero aun así podía pasarlas de largo, si ella creía no eran de importancia. Sin embargo ese libro de pasta rosada le llamo la atención, mezclado entre tanta ropa debía ser porque era algo especial.

-El diario…de mamá- como cualquier joven, Yui Komori había tenido un diario, un pequeño cuaderno en el que anotaba sus vivencias, desventuras, y en ese momento algo hizo clic, con rapidez comenzó a hojearlo ligeramente, conociendo el orden de su madre, lo más seguro es que tuviera fechas, para su suerte así fue.

-¡Hiyo-chan! ¿Estas lista? ¡Has tardado demasiado!- a lo lejos pudo escuchar la voz de su madre llamándole, estaba cerca, y ella debía ocultar de alguna forma el diario. Para su suerte, su sereno comportamiento le iba ser de utilidad.

-Ya voy mamá, espero no te moleste pero tome algo de tu armario, creo que necesito mas ropa- detrás de su espalda iba el diario, envuelto en el chal, haciendo que el mismo libro pasara desapercibido.

-No hay problema hija, súbete al caballo, debemos llegar al puerto antes de las ¡Tres!- la rubia comenzó a moverse con rapidez, arrastro a la peli naranja hasta afuera, sin darse cuenta, y para su fortuna el caballo junto al carruaje, si se podía llamar así, ya estaba preparado, agradeció internamente, y corrió hacia el puerto.

Sus mejores amigas ya debían estarle esperando, tal vez algo molestas por su tardanza al llegar, pero es que las cavilaciones con respecto a su hija le hacían sentirse preocupada. Movió al caballo lo más rápido que se pudo, asegurándose de que en el proceso ni ella ni su hija murieran en el intento de llegar por sus dos amigas, que bien eran sus hermanas.

En cambio la peli naranja, se encontraba algo aturdida, aun envuelto se encontraba el diario de su madre, por suerte esta estaba demasiado distraída como para prestarle atención a ese pequeño detalle, y en el fondo se alegraba de que su joven madre fuese tan ingenua, porque hay que aceptarlo, si no las conocieran podría decir que son hermanas, varias veces les paso algo parecido, y valla que las miradas que les dieron al decirles la verdad no fueron precisamente normales.

Sonrió al recordarlo, desde el transcurso de lo que era su posada, muchos habitantes de la isla las miraban, ya fuera con felicidad, o con algo más. Puesto que a su parecer, en ese carruaje iban dos hermosas mujeres, peculiares por el hecho de ser japonesas, y aun sabiendo su idioma natal, hablaban a la perfección el griego. Era una lástima que una de ellas estuviera por casarse, y la otra no demostrara atención hacia ninguna así como intención de buscar pareja. Una lástima en verdad.

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Al llegar al puerto la joven peli naranja, pudo recordar una que otra cosa de lo que fue su pequeña obsesión, pero que finalmente le trajo algo bueno, pues el ultimo día que fue al puerto, en el cual la cruel chiquilla le había dicho algo como eso, solo un niño le defendió, uno que para ese momento, ni ella ni él, creían volverse amigos, para después enamorarse. Era un movimiento del destino bastante extraño, eso suponía al menos.

Vieron como un barco comenzaba a atracar, de ahí solo bajaron dos mujeres, una con un cabello de extravagante color verde con rayos color negro, ojos azul celeste y bella apariencia, mientras que la segunda tan solo un poco más baja que la primera, tenía el cabello negro, con mechones azules por él, ojos verdes. Ambas unas mujeres ya adultas, con toda la pinta de ser niñas; y es que lejos de lo que pensara la gente, aquellos cabellos tanto los mechones como lo eran el resto, eran completamente naturales.

-¡Hannah! ¡Ángela!- grito la rubia, antes de cómo las mencionadas salir corriendo para topar en medio del puente y empezar a reír como niñas que acaban de contarse un secreto.

-Yui, aun te ves joven, ¿Qué te has hecho?, ¿has vendido tu alma al diablo? No has envejecido ni un solo día- le comento con aire fingido de envidia, sus ojos azules bailaron por su amiga, era verdad que se veía como la recordaba.

-Hannah, ella no necesita de operaciones como las tuyas, pero es verdad Yui, ¡Eres preciosa!- le sonrió su oji verde amiga, mientras las tres se abrazaron.

-No exageres Ángela, ¡Oh valla, Hannah! Estas son nuevas, ¿Dónde las conseguiste?- le inquirió la rubia con burla

-De mi tercer marido- respondió también con burla, más que recordando el hecho como una comedia que como una tragedia.

Hiyori, puso el diario sobre algún tronco, donde nadie le descubierta pero tampoco a ella se le olvidara, de lejos veía como su madre disfrutaba del volver a ver a sus amigas, sin dudad alguna era muy feliz con ellas, después de todo cuando eran jóvenes, esas tres tuvieron un grupo musical, en donde no se sabía que destacaba mas, si la exclusividad de cada una de sus características, o lo hermoso y profundo de lo que eran las letras o voces del trió de chicas.

-¡Tía Hannah! ¡Tía Ángela!- y como Yui, corrió hasta las mujeres que seguían riendo y gozando, porque en su mente se había visto la posibilidad que creyó había perdido, y esa era el de volver a reencontrarse con su padre, aun cuando ni siquiera supiera quién era, pero con ese libro en sus manos, lo encontraría.

De una manera u otra, lo haría.

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Bueno aqui se acabo el primer cap. Espero les haiga gustado, si es asi dejen un review y si no pues tambien. Cualquier critica es aceptada, acepto algunas sugerencias, si se acercan a mi idea seran publicadas como parte de la trama en el fic.