Competencia
Casi que me he acostumbrado a la competencia. Su marido sobre todo. Y también House en cierta medida.
Siempre estaré compitiendo en la vida de Allison. Aunque sea una competencia un tanto injusta, porque su marido está muerto y House es una tonta ilusión de alumna-mentor que toda mujer parece tener en algún momento, un amor platónico que jamás desaparece. No puedo competir contra ellos. Son perfectos, ideales, inalcanzables, etéreos.
¡Dios! No puede ser que esté pensando esto a esta hora. Miro el reloj sobre la mesa de noche de mi lado de la cama: siete menos cinco. En un rato tengo que trabajar. Una cirugía a las once de la mañana... Es bastante tarde, pero necesito descansar. El ajetreo de anoche fue... agotador.
Primero, Allison me dice que me ha desocupado un cajón. Uno grande. Y era grande, a decir verdad. Hasta me ha sobrado espacio cuando empecé a mudar algunas cosas...
Luego, la mudanza misma. Me estuvo molestando todo el tiempo mientras guardaba mi ropa. Y en algún momento que no recuerdo me volteé y la vi sonriendo, riendo... Música para mís oídos. La vi realmente feliz. Vi que realmente quería que yo formara parte de su vida. Parte activa de su rutina. Y no pudimos ya evitarlo. Al instante ya estábamos el uno sobre el otro...
La veo dormir junto a mí sobre su lado izquierdo, cubierta hasta la cintura con las sábanas, su espalda desnuda invitándome a recomenzar lo que hemos hecho hasta hace poco más de cuatro horas. No puedo evitar sonreír ante la visión de su pelo desordenado sobre la almohada. Está relajada. Relajada como no la he visto en meses.
Me acerco y rodeo su cintura con mi brazo, pegándome a ella por detrás. La siento revolverse. El despertador está por sonar. Casi estoy esperando que el ruido interrumpa la calma que siento hasta ahora para que Allison, sin abrir los ojos, me pida que me vaya.
Pero cuando el despertador suena ella se revuelve un poco y toma mi brazo para aferrarme más a ella.
- Ponle diez minutos más... - pide adormilada aún. - Todavía no quiero levantarme...
Sonrío y me estiro para presionar el botón que nos dará otros diez minutos. Y no puedo evitar ver una foto en que está abrazada a su marido, recostada contra su pecho con una naturalidad envidiable. Y sonrío más. Porque ya no hay competencia aquí. Porque hoy soy yo el que tiene la suerte de tenerla en sus brazos. Porque su marido, al igual que House, son entes ideales. Y yo soy real. Yo estoy aquí.
No hay competencias. No contra ellos.
- Te quiero, Allison, - murmuro, mientras recuesto mi cabeza contra su cabello.
- Cállate y duerme, Robert. Tienes cirugía en un rato...
Sé que, aunque parece severo, está sonriendo al decir eso. Sé que es casi como un "te quiero". De hecho, ahora no puedo ser más feliz. Esta vez saldremos juntos del departamento e iremos juntos a trabajar...
