Disclaimer del productor: Esto debería ser un crossover, pero el principio que rige este fic es el mismo de un fanfic Hie [Humano en Equestria]: Un crossover se da entre dos narrativas ficticias, el problema con Wild Frank es que no pretende ser un elemento ficticio, si bien puede actuar o efectuar uno que otro chiste. Así que yo considero este fic como otro HiE.


- Como pongas una mano en la estatua, entras en una fosa. Espabilas, y que estás con caballitos de colores, que te ponen en custodia y que te encuentras en otro mundo y nada… que todo huele a plasta de caballo. – Decía un poni de pelaje crema con una vicera blanca puesta de lado inverso. Quien de pronto observa a la cámara. - ¿Está grabando?

La poni afirmó con la cabeza.

- Pero cómo no me avisas. – Regañó su camarógrafa. Quien no supo cómo responder sin interferir en la escena. – Bueno… después de meses acostumbrándome a este cuerpecito, haciendo ejercicio y convencer a una yegua con corona de que me deje salir. Me encuentro con que tengo el culo tatuado…

- Se llama Cutie Mark. – Dice la yegua, con la voz baja.

- Sí, este chisme dice de qué tengo que currar. – Dice Frank, mostrando su flanco a la cámara. En la cual aparece el colmillo de una serpiente. – Y como aquí no hacen documentales, pues tengo que mostrar toda mi gracia a la princesa Tuiligt.

- Twilight, princesa de la amistad. – Recalca la yegua.

- Sí… princesa de la amistad. – Expresa el presentador, con una expresión neutral. – Bueno pues nada, a hacer el programa chavales.

La camarógrafa afirma con la cabeza y suelta la cámara, que empieza a flotar en el aire junto a ella, con un movimiento de casco.

- Nos encontramos en Dragon Lands hogar de las criaturas que han fascinado la imaginación de toda la humanidad. En esta travesía os hablaremos de los dragones. Y para ello, el primer punto a donde me dirijo es al trono mismo de Dragon Lands, para entrevistarme con la señora de los dragones Ember, y esto es ¡Wild Frank!

La cámara se alejaba brevemente para poder hacer un cameo de todo el lugar mostrando al corcel con los brazos extendidos. Mostrando las planicies rocosas, las montañas rocosas, las fosas rocosas y los acantilados. Sin embargo, el corcel se encontraba caminando por un sendero bien marcado por piedrecillas.

- No saben el gusto da andar por estos senderos, todavía no me acostumbro a las cosquillas que te hacen estos chismes. Es como un chiqui chiqui chiqui con cada paso. No entiendo cómo le hacéis para andar sin estar riendo como idiotas.

- Ya te acostumbrarás. – Interfirió la yegua.

- Ya te lo dije Bite, que no hables cuando estamos grabando.

- Lo siento señor Wild.

- Que me llamo Frank tía. Ya está.

Las cámaras enfocan el trono de la princesa dragón Ember, quien observa extrañada a sus visitantes.

- Hola, buenas. – Saluda Wild Frank, acercándose a realeza dragón. – He venido de parte de la princesa Twilight para hacer un vídeo sobre la fauna que tiene aquí.

- Sí, sí… ella ya me ha dicho, adelante, mis dragones tienen la orden de no atacarte, pero no te pases de molesto. Los dragones no toleramos mucho contacto físico.

- Claro. – la cámara se acerca hasta encuadrarlo de la cruz hacia arriba y tanto él como la camarógrafa comienzan a internarse en las tierras. – Gracias. Bueno chavales, una de las primeras cosas que ustedes se preguntarán es ¿Cómo pueden sobrevivir los dragones en un lugar tan cutre? Simple, los dragones tienen un control de su metabolismo que mola.

De pronto la cámara se ve ligeramente agitada por el vuelo de un dragón que aterriza en una piedra cercana la fuerza de su vuelo levanta tanto polvo que la polera blanca del corcel se tiñe de un café bastante degradado, tanto que hasta parece azul.

El dragón observa tanto a los ponis como a la cámara, intrigado por lo que está pasando.

- A ellos les basta con comer cualquier bicho de una décima de su peso para estar satisfechos durante todo un año. – Los ojos del dragón no dejan de observar al poni. – Vamos a ver cuánto me le puedo acercar.

El corcel pone pecho a tierra y empieza a efectuar lo que conoce como "dona" que se limitaba a rodar sobre el suelo, acercándose lentamente al animal y sin dejar de ver sus reacciones. La cámara le sigue siguiendo su trayecto.

- Ya os preguntareis cómo vuela con alas tan pequeñitas. De donde yo vengo es imposible que un animal como este pueda volar, y todo le juega en contra, la física, la química, la biología, aquí es el mismo chiste, solo que aquí hay magia y eso lo arregla todo.

Vuelve a aproximarse, el dragón exhala algo de humo de su hocico.

- Okey, este es el límite que él me está imponiendo. – Aclara Frank mientras se apoya sobre su codo, no deja de ver de reojo al animal, mientras observa a la cámara y con su rostro carismático continúa. – ¡Y cómo lo arregla chavales! – exclamó, pero entre susurros – Veréis, estos animales tienen la mordida más potente de este mundo, pero no están hechos para enganchar el chisme con su presa, que va, a esa se la tragan ni bien la atrapan. Todos sus dientes – agrega mostrando sus dientes y mordiendo en el aire – están diseñados para una cosa y eso es comer gemas.

Inmediatamente, el dragón comienza a moverse, acercándose al poni. Su tamaño, que triplica al del poni, le hacen ver intimidante, el propio Frank se sobresalta al sentir que las patas del dragón pisan las rocas, haciendo que estas crujan y se muevan. El dragón, en un andar bípedo, pronto llega hasta el poni y se detiene, para fijar su mirada sobre el mamífero.

- Su mordida tiene una fuerza de veinte toneladas por centímetro cuadrado, y sus dientes están hechos del material más fuerte que existe en la naturaleza. – Susurraba, mientras el dragón comenzaba a perder interés en él. – Si de algo les sirve es para romper el espinazo de sus presas pero no los usan ni para desgarrarla ni para triturarla. Si se fijan bien.

Entonces la cámara se acerca a la boca del dragón, quien enseña los dientes con una mirada inquieta y exhalando humo de su hocico.

- Sus incisivos tienen un borde muy afilado, casi hasta parecen lanzas, estos los usan para cortar las gemas, y es que cuando ellos se encuentran con una de tamaño considerable, lo primero que hacen es crac, - Enfatiza Frank, colocando sus dos cascos al nivel de su boca y actuando como si estuviera dándole un mordisco a algo – la despedazan con el pedazo de mandíbula que tienen, no sé si os habéis dado cuenta, pero los dragones son bastante cachetudos y sus cuellos son muy gruesos, eso es porque se gastan un montón de músculos que ni se imaginan chavales, ni se imaginan.

Ya os estaréis preguntando por qué no me come, es que soy poni y los ponis tenemos un sistema de defensa que hace pirar a cualquier depredador, pero os hablaré de eso en otra ocasión.

- Y ellos se comen todo tipo de gemas y como sabrán, las gemas tienen mucha magia acumulada, así que los dragones las trituran hasta crear algo parecido a un polvillo y se lo tragan, así se libera una cantidad enorme de magia en sus cuerpos y casi todo su cuerpo es como un conductor de magia ¿A qué me refiero con conductor? Para empezar, sus alas no solo se hacen más fuertes con magia, sino que generan una superficie mucho más amplia con magia, traducción, las alas les crecen cuando se encuentran en el aire. No siempre de la misma forma, pero todos los dragones tienen esta habilidad. Salvo por los dragones rastreros.

- Oye, tienes que buscar un mejor pasatiempo. – Sentenció el dragón, poco antes de volver a levantar vuelo y alejar a nuestro protagonista varios metros por la fuerza que sus alas habían generado. Pero el corcel se volvió a levantar, con la tierra que le cubría todo el rostro y sonriendo no pudo evitar gritar.

- ¿No os dije chavales? Los dragones sí que saben usar magia. Esta fuerza es imposible sin que el dragón use magia en sus músculos y como vean que ellos tienen pechugas poco pronunciadas, se enteran que estos músculos por sí solos no les levantan. Pero eso no es todo, estamos en búsqueda de algo que seguro os va a provocar ternura, las crías de dragón y estamos en la época donde salen del cascarón. Así que vamos a ver cómo bichos del tamaño de un castillo empiezan siendo bichos del tamaño de un casco.

El corcel afirmó con la cabeza y la cámara dejó de grabar. Para acercarse a la yegua que la puso dentro de sus alforjas.

- Bite, tomemos un descanso, que los nidos de dragón están a dos horas y esta tierra me ha entrado hasta en la boca y sabe a azufre. – El corcel se puso a escupir para ver si se quitaba el sabor de la boca.

- Bien, señor Wild.

- Que es Frank tía. – Regañó el corcel observando todo el paisaje. – Vaya temporada vamos a hacer con los dragones.