Disclaimer. Todos los personajes conocidos y lugares mencionados en este escrito pertenecen al genio de J.R.R Tolkien, excepto por Yue que pertenece a CLAMP y Card Captors Sakura. Como siempre contiene slash, muy ligerito. Snif.

CAPITULO 1

Después de haber perdido a Gandalf en las cavernas de Moria, la comunidad caminaba dirigiéndose hacia Lothlorien, todos iban cabizbajos, pensando en la suerte que les deparaba el futuro al encontrarse sin su líder ante una difícil situación, Aragorn iba a la cabeza, explorando el camino, siguiendo las rutas que se forjaban en su mente, iba seguido por Sam y Frodo, Gimli a continuación cargando penosamente esa hacha que para el le parecía innecesaria, después de la lucha contra el Balrog, todo enemigo parecía invencible, Merry y Pippin iban a continuación, pensativos, tristes, con el tormento de no saber mas del Istari en el futuro, Legolas detrás de ellos tratando de entender en su corazón la muerte tan ajena a él, alguien como Gandalf no sería reemplazable, nunca, Boromir al final se aseguraba de que no fueran seguidos por alguna tropa de orcos.

Llegaron hasta un bosque un poco ralo para el gusto de Legolas, seguían un camino que  parecía haber sido trazado hacia poco tiempo, mas no había rastro de las criaturas de Sauron, pasos de humanos se veían aquí y allá, mas en esa época de peligro, no se podía confiar ni en los miembros de las mismas razas. Los hobbits hablaban entre sí, muy poco, con el pesar en sus corazones no había razón para reír ni para cantar, el enano veía como el hijo de Gondor iniciaba la fogata, Aragorn contemplaba a Legolas quien con la vista perdida recordaba con dolor los sucesos recién acontecidos. Cuan hermoso se veía ese elfo, y ni la tristeza hacía padecer la belleza que reflejaba todo su ser.

Repentinamente sus ojos cambiaron de expresión, algo había escuchado y parecía angustiarle, Aragorn notó este cambio y tratar de aguzar sus oídos, algo lejano se podía escuchar pero no podía aun averiguar lo que es. La expresión de Legolas era de angustia.

- ¡Legolas! ¿Qué pasa?

- ¡A prisa! – exclamó el elfo tomando el arco que había dejado a su lado.

- ¿Orcos? ¿Hay peligro? – preguntó Boromir contrariado ante la vista de pánico que tenían los demás.

- No.. no es eso..

El elfo salió corriendo con preocupación, no dio señales de alerta, lo hubiera hecho si en el ambiente el olor a orco permaneciera, pero era otro sonido extraño a sus oídos lo que captaba, lo seguía sin preocuparse de si sus compañeros le seguían. Aragorn dejó a Boromir a cargo del campamento y siguió a Legolas. Le encontró entre un grupo de gente brutalmente asesinada, al parecer una caravana que se dirigía al pueblo mas cercano, ya que no había rastros de caballos o carretas debía ser un viaje corto. Legolas se encontraba parado frente a una gran roca junto a unos matorrales, mirando hacia abajo, contemplando el raro hallazgo que sus oídos le decían.

Se hincó cubriéndose por la roca y se irguió de nuevo ante la mirada de Aragorn que le encontró con un niño en brazos. Al acercarse vio la sonrisa que se iluminaba en el pequeño al observar tan hermoso y amable ser que le sostenía. Sus cabellos castaños y escasos brillaban con los últimos rayos del día, sus ojos cafés eran grandes y hermosos y expresaban mucha felicidad al ver un rostro tan amigable como el del elfo. Cuatro meses debía tener el bebé, estimaba Aragorn.

Al parecer la caravana pudo darse cuenta de que eran perseguidos y posiblemente atacados, la madre al querer proteger a su hijo le escondió detrás de la roca, aprovechando que el pequeño aun no despertaba. Una mujer que cumplía estas características se encontraba junto a la roca, boca abajo, sobre un charco de sangre a su alrededor.

- ¡Es un bebé!  - exclamó Legolas con ternura.

Hacía cientos de años que no presenciaba tal maravilla, en su querido reino del Bosque Negro tales criaturas eran muy raras y escasas, muchos siglos debían de pasar para que uno así, llegara a alegrar su comunidad. El mismo sentía renacer en su espíritu el ansía de ser padre, mas por el momento, en esos tiempos era imposible.

- Debemos llevarle al campamento, no sabemos que tan cerca se encuentren los asesinos. – dijo Aragorn inspeccionando el lugar

- Toma, llevale

- ¿Yo? – preguntó el mortal sorprendido, el no se dedicaba a esos menesteres, la sola idea de tomar en sus manos a una criatura tan indefensa y frágil le aterraba. – ¡Yo no! Esta mejor contigo.

- Pero yo no sé nada de niños.

- Yo tampoco. Vamos, los hobbits deben de saber un poco mas de este asunto

- ¿Tu crees?

- Son unos seres extremadamente.. reproducibles, deben de llevarle por instinto en la sangre. – dijo Aragorn dando una palmada en la espalda al elfo a su lado

- ¡Espera! Deberíamos buscar algunas prendas del pequeño, no puede permanecer así.

Aragorn inspeccionó a la mujer y cortó los lazos de cuero que le sujetaban a una bolsa sujeta en su espalda, con mucha suerte intacta.

No tardaron mucho en toparse con el resto de la comunidad, los hobbits saltaron entusiasmados ante el nuevo miembro del grupo.

- ¡Legolas! ¡Legolas! Déjame cargarlo

- ¡No! A mi! Pippin, yo tengo mas sobrinos que tu

- Merry, Pippin, los míos aun son pequeños, yo tengo mas experiencia. – agregó Frodo acercandose

Legolas les mostró al bebé que parecía disfrutar al ver que todos le querían acariciar y sostener. Una risa encantadora se escucho salir de su ser, el elfo paso al pequeño a los brazos de Pippin que le hacia caras graciosas mientras Merry trataba de cantarle una canción, no pareció gustarle el cambio de brazos, ya que a los pocos segundo empezó a llorar incontenible, Legolas se había apartado un poco para examinar la bolsa junto con el montaraz.

- ¿Son objetos del bebé? – preguntó Legolas con duda ante toda la gama de objetos que Aragorn sacaba del bolso, no reconocía nada en absoluto, aun no podía recordar cual fue la ultima ocasión en que un pequeño había estado en sus brazos, y dudaba de que alguna vez hubiera sostenido alguno.

- Si, mira, esto debe de ser una especie de chupón.

- ¿Para que sirve? – preguntó Legolas viendo la diminuta prenda quepodía ser rellenada con miel o alguna especie de jugo.

- Para que el niño se tranquilice un poco

- No entiendo. ¿Qué mas hay?

- Mantas, pañales, ropa. Creo que todo lo que un bebé necesita.

- Aragorn debemos de llevarle al pueblo mas cercano. – dijo Gimli llegando con Boromir hasta la pareja - No puede quedarse con nosotros. Es muy peligroso

- Lo sé, le llevaremos un poco mas al sur, por las huellas encontradas creo que para allá se dirigían. Allí habrá alguien que le reciba. Entre tanto..

- ¡Legolas! – gritó Pippin - ¡Ven!

El elfo se irguió y fue hasta donde cuatro hobbits se preguntaban como hacer callar a ese niño.

- ¿Qué pasa?

- No deja de llorar – dijo Frodo tratando de presentar el bebé a Legolas para que le tomara.

- ¿Y por que me lo das a mi? – preguntó Legolas recibiéndole

- ¡Por que sólo contigo se calla!

Y efectivamente el pequeño guardo silencio y le sonrió al elfo, a partir de ese momento fue nombrado niñera oficial del grupo. El calor y confort que sentía el niño en brazos del elfo, no era el mismo que con los demás miembros de la compañía, trataron una vez de que Gimli le sostuviera, pero el sólo acercarle a el aterrorizaba al pequeño. Esas barbas y arrugas debían parecer de lo mas monstruoso al pequeño. Ni Boromir ni Aragorn trataron de cuidarle.

Así paso la primer noche Legolas con un pequeño desconocido a su lado, cercanos a la fogata, con la ayuda y sabios conocimientos de los Hobbits en materia de infantes, lograron cambiarle de pañales, alimentarle con un biberón rustico que se encontró en la bolsa de la madre, se turnaron para cantarle tiernamente y en susurros canciones de cuna de lo mas inverosímiles a los oídos finos del elfo.

- Creo que ya se ha dormido – dijo Pippin en cuclillas frente al bebé y Legolas.

- Es muy hermoso – agregó Frodo acercándose un poco mas para acariciarle la cabecita.

- Vamos, Sr. Frodo, usted también necesita descansar.

- ¡Vean aquí a la nana de Frodo! No solo el bebé necesita una

Legolas, Sam y Frodo se sintieron un poco ofendidos por estas palabras de Pippin

- ¿Qué? ¿No es cierto?

- Cállate Pip.. – dijo Merry llevándose a su amigo a descansar.

Los demás se prepararon a dormir, Legolas observaba al bebé que había recostado sobre su manta a un lado de el, de costado y sobre un codo le miraba embelecido, tal milagro de la naturaleza era extraño y fascinante para el. Aragorn fumaba su pipa a un lado de Boromir que le imitaba.

- Parece que Legolas y el pequeño se llevan muy bien

- Es natural que el bebé se sienta a gusto con un elfo, no hay raza mas delicada y fina que la de ellos. Además sus brazos deben de ser muy.. reconfortantes.

Nada respondió Boromir, pero las palabras de Aragorn le parecían acertadas. Apagando su pipa en la roca en la que se hallaba sentado, Boromir se despidió del montaraz y se dirigió a su manta, Gimli ya roncaba cercano a el y solo esperaba que la noche no le trajera mas ruidos molestos como los llantos de un bebé.

Aragorn fue hasta donde Legolas y se sentó junto a el, el bebé entre ambos dormía placidamente.

- Parece que tienes aptitudes para la paternidad, Legolas.

- No creo, hay muchas cosas que desconozco de los pequeños.

- Pero se te ha dado naturalmente.

El elfo se sonrojó y causo mucha gracia a Aragorn que le sonrió amablemente.

- ¿Podrías apagar la pipa? Creo que el humo es malo para el bebé.. y para mi también

- ¿No fumas?

- Creo que sabes bien que los elfos amamos la naturaleza y creemos que el fumar hace daño a los organismos vivientes

- Eso es imposible.

- Es verdad. Así que por favor..

- Esta bien, esta bien..

El montaraz apago su pipa con mucho pesar, la hierba era escasa y era un desperdicio lo que estaba haciendo, pero nunca en su vida le gustaría disgustar al hermoso elfo.

- Y dime Legolas.. ¿Cómo has llamado al niño?

- ¿Llamarle yo? ¿Por qué habría de ponerle un nombre? No soy el padre del pequeño..

Volvió a sonreír el montaraz ante el rostro asustado del elfo

- Bien, dejaremos que los hobbits le escojan.

- Eso me parece mejor. Mas confío en que elegirán un nombre respetable. Nada de Bolsón, Samgee o por el estilo, algo neutral y sencillo.

Los ojos del elfo resplandecían bajo la luz de la luna y Aragorn sintió deseos de besarle, mas se contuvo por que no tenía ningún derecho a aspirar a poseer el amor de dos elfos, Arwen y Legolas eran tan diferentes, la primera hermosa, majestuosa y cariñosa, el segundo, tal vez aun mas hermoso, puesto que a la atracción física se le unía la espiritual, la sabiduría, experiencia y aun la inocencia se podían reunir en este príncipe elfo, cualidades aunadas a que un guerreo como el no era fácil encontrarse. Tal era la fascinación de Aragorn por Legolas, mas siempre le mantenía en secreto.

- Ve a descansar Aragorn, yo tomare la primera guardia.

- Nada de eso, debes de descansar por que debes de encargarte del pequeño.

- Aragorn, eso es injusto, muy bien puedo hacerme cargo de las guardias

- No cuando el bebé pueda despertar y llamar la atención con sus llantos.

Ya no hubo objeción del elfo, pues comprendía que el mortal tenía la razón el llanto del pequeño podía atraer a los enemigos, aunque mucho le agradaría hacer pagar a los que habían terminado con la vida de la madre del niño, dejándole en la orfandad.

Para la mañana siguiente, los hobbits ya discutían en el camino el nombre del bebé, se votó con el resto de la comunidad y quedo de común acuerdo de que el bebé se llamara Orlando, algo bizarro y ambiguo le pareció ese nombre a Legolas, pero nada objeto al ver la decisión de los demás, el había preferido el nombre de Viggo pero solo Gimli le secundó. Orli le llamaban los medianos al pequeño de cariño, frecuentemente tenían que parar para cambiarle, buscar algún lago o arrollo para bañarle, frutas para hacer jugos y rellenar su chupon, se rifaban entre los 7 restantes el lavado de los pañales al encontrar depósitos de agua por su camino, Aragorn, Boromir y Gimli hubieran pagado lo que les pidieran por evadir tal responsabilidad, pero nadie iría en su ayuda en esas ocasiones.

- ¡Cielos! ¡Un orco no puede oler peor!

La risas de los hobbits se escucharon por el campo, aquel atardecer al observar como Gimli iba y venía con tandas de pañales sucios y limpios. Legolas tomaba al bebé en sus brazos con mas naturalidad, y el niño lo apreciaba bastante.

- Ali, ali, bebe.. – le decía para jugar un poco con el

El niño sonreía dejando escuchar su risa cristalina mientras sus ojos se iluminaban reflejándose en el azul límpido del elfo.

- Ali, ali..

Volvía a sonreír Orli entre sus brazos, pues le levantaba un poco ante la mirada de gusto de los hobbits. Como siempre Aragorn le observaba perdido entre sus pensamientos, no hacía caso al guiso de Sam, aun y con el hambre que traía, no pasaba la leña a Boromir que le extendía la mano para poder alimentar el fuego, no escuchaba las preguntas del camino que hacía Gimli acercándose a el, tan solo fumaba su pipa y se deleitaba con la vista del elfo rubio frente a el.

Un ruido extraño se escuchó por los cielos, al parecer un relámpago, un destello de plata ilumino el cielo encima de ellos, y poco a poco se veía cayendo una figura extraña, no parecía un ataque, simplemente, alguien con hermosas alas blancas caía del cielo.