Quiero Tu Mordida.
Por BB. Asmodeus.
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Rating: EXPLICLIT/LEMON.
Parejas: Hiccup/Toothless; Camicazi/Astrid; Tuffnut/Snotlout; Eret/Stormfly; Ruffnut/Cloudjumper. (Y también insinuaciones de Valka/Stoick, porque aquí el Jefe está vivito y coleando). Si no te agrada alguna de las otras parejas, sólo sáltatelas.
Advertencia: Sexo explícito entre Dragón/Humano, Yaoi, Yuri. Se centra en un universo Alfa/Omega, donde se manejan las temporadas de celo y los nudos.
Sinopsis: Por razones desconocidas, los celos se adelantan en los territorios de Berk. Caos nace. Cloudjumper es el único preocupado.
Dedicatoria: A todas esas urgidas/urgidos (incluida yo) que me alientan a escribir cochinadas como estas en el grupo de FB. Las/los amo. Ustedes saben quiénes son, ¡no pretendan mirar a otro lado! En especial a Gabriela Ake por haber reprobado su examen, ALEGRATE, SÉ FELIZ CON ALGO DE PORNO DRAGONEZCO.
Listado de perversiones: Autolubricación en omegas masculinos (básicamente, también tienen vagina), uso de Nudos/Knotting (tendencias animalísticas), ligeros uso de roles Dominante/Pasivo, Mordidas, Sexo Oral, Sexo Anal, 69, Sexo de Tijeras, Abuso de Feromonas, Sexo Dragonezco (o como se escriba), Sexo entre dos especies diferentes, Abuso de Fluidos Corporales (Ay, ay, ay), Nudos (¿ya había mencionado nudos?), Frottage, Rimming (si no sabes qué es eso, Toothless te lo mostrará, no te preocupes). Creo que es todo por AHORA.
¡DISFRUTEN!
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Pt. 1.
(Así es, este monstruo de fic es tan largo, que habrá segunda parte).
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"I wanna fuck you like an animal."
-Nine Inch Nails. (Closer)
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Había sido un día productivo.
Camicazi entró a la choza, sacudiendo sus manos. Había hecho un calor totalmente sofocante, y nunca había estado más agradecida de no tener cabellos largos, como hoy. Necesitaba un baño, urgentemente.
Camino a las escaleras, Camicazi pausó. La fogata estaba encendida en la sala, pero la cocina se encontraba intacta. Era un alivio, pero a la vez, algo muy extraño. Astrid siempre tenía nuevas invenciones culinarias a su alcance, con las cuales torturarla. Justo aquella mañana, la chica la había amenazado con un experimento de camarones y puerco.
Reviviendo los escalofríos de aquella mañana, Camicazi sobó sus brazos. Ugh. ¿Cuándo se daría por vencida Hofferson? Estaba volviéndose una obsesión para la mujer, el hacerse cargos de las "necesidades" de su Alfa, cuando por estas épocas, las viejas tradiciones se habían desvanecido. Astrid nunca había sido seguidora de ese primitivas ideas, de todas formas. ¿Por qué comenzar ahora? Camicazi no necesitada ser mimada—o envenenada—y no formaba parte de la personalidad de la otra vikinga, el brindar confort hogareño.
Pausó, al llegar el piso superior.
Oyó… ¿chillidos?
Corrió hacia su recámara, sus dedos empuñando su espada, instintivamente.
La puerta estaba entreabierta. Camicazi le empujó con la punta de su espada.
Había alguien en su cama. Las sombras del atardecer le obstruían más claridad.
Las pieles estaban desordenadas, casi la mayoría de ellas, tiradas en el suelo.
Otro chillido. Más reconocible.
Camicazi terminó de empujar la puerta. "¿Astrid?"
El olor le golpeó, entonces. La aturdió. La envolvió en un capullo de dulce calor, de desesperación, sudor, y algo más, que sólo le pertenecía a Astrid. Algo íntimo, preciado, único.
La esencia que sólo Camicazi, había llegado a saborear. Porque, en cuanto había puesto sus ojos en Hofferson, había sabido que nadie más sería su Omega.
Sus ojos estaban pegados a las flexiones de un pálido torso delgado, levantándose con un suspiro tembloroso. Astrid estaba dándole la espalda. Su trenza estaba desecha. Su cabello estaba empapado, pegado a los centímetros de la tez tatuada de sus hombros.
Camicazi respiró hondo. Su estómago ardió.
¿Cómo podía ser posible? No era etapa de celo. Astrid no podía estar en celo.
Un gemido se encargó de demostrarle lo contrario.
Un gemido frustrado.
Camicazi bajó su mirada, siguiendo los movimientos ondulatorios que hacían fricción contra la superficie de la cama. Entendió la frustración, entonces.
La espada fue regresada a su vaina. Camicazi retiró su cinturón, desocupando su cintura del arma. Se acercó a la cama lo suficiente para colocar una rodilla en el nido. Estiró su mano, y cuando tuvo su objetivo enredado, jaló de los listones platinados, llevándose consigo la cabeza de la necesitada criatura.
"¿Empezando sin mí? ¿No has aprendido tu lección todavía, Hofferson?"
Una extendida bocanada de aire siendo tragada, rompió con la nube de confusión que había estado distrayendo a su víctima. Astrid gruñó, luchando por liberar su cabeza. Sus dedos seguían haciendo un trabajo pobre por consolarla. Todo en ella comunicaba su desafío. Astrid ya tenía la fama de ser la peor Omega, y ahora estaba demostrándolo.
Camicazi enterró su nariz en la curva del cuello a su disposición. La sangre fluyendo, gritaba por la mordida de sus dientes, sus poros rogaban por ser lamidos. Camicazi apretó sus dedos, halando de la cabeza, con más fuerza.
"Siempre tienes que hacer un alboroto, antes de rebajarte a pedir lo que quieres realmente, ¿eh? Deja de tocarte."
Astrid jadeó. Sus dedos no dejaron de moverse.
Había un sendero de sudor corriendo por entre los pechos de la Omega—tan pequeños y compactos; areolas rosadas duras y puntiagudas—Camicazi pasó un dedo por el mismo camino, encajando su uña para marcar el terreno. El trasero de Astrid empujó contra su cuerpo, en consecuencia, su naturaleza traicionándola. Sonriendo, Camicazi se acomodó sobre la cama hasta tener toda la longitud del cuerpo de su amada presionando su frente. Astrid estaba completamente desnuda, mientras que su Alfa permanecía cubierta.
Los dedos de Astrid habían dejado de moverse, en cuanto el contacto con sus dedos había sido planteado. Sin embargo, la mano culpable permanecía enterrada entre las piernas de la vikinga.
"Buena chica." Una lamida sobre un hombro desnudo, fue su recompensa. "Mmmm. ¿Ves que tan rico sabes, cuando eres una buena chica?"
"Si una—buena chica, es lo que quieres…" Salió de dientes apretados. "Consíguete una oveja."
Camicazi, sin más, la tiró al nicho, boca abajo. "Tienes razón. ¿De qué sirve que desperdicie mis habilidades—como esta—" Con énfasis, Camicazi tomó los dos colchones de carne frente a ella, abriéndolos, sus pulgares partiendo la marea de piel, ansiosamente—para luego recorrer aquel recóndito resguardo con un lengüetazo. El sabor neto de las feromonas estaba concentrado en aquel lugar. El néctar era salado, picante, potente.
Astrid convulsionó, sus caderas queriendo seguir la boca de Camicazi, a las alturas. Camicazi no se lo permitió. "—en alguien que no sabrá apreciarlas?"
Otro chillido. Los puños de Astrid golpearon la cama. Sus caderas, inútilmente, intentaron crear fricción con las pieles de su lecho, con sus propios muslos, pero Camicazi atravesó una pierna en el medio de éstas. "Por lo menos una oveja no se engañará sobre sus deseos verdaderos." Entonces, la soltó por completo. Brincó de la cama, dejando a Astrid con sus reclamos tercos, y su ridículo orgullo.
"Es-Espera."
Camicazi se detuvo en su propósito de recoger su espada. Hizo lo indicado: Esperó.
Lentamente, Astrid fue girando su cuerpo en su dirección. Cabellos despeinados tapaban la mitad de su rostro. "No… No te vayas."
La espada regresó al suelo. En un parpadeo, estaba de regreso sobre su presa.
Sus nudillos levantaron el mentón de su bella Omega, satisfecha hasta encontrar aquellos astros febriles, con los propios. "¿Qué acaso, no siempre cuido bien de ti?"
Astrid exhaló con total rendición. Asintió.
Con su mano libre, Camicazi se adueñó de la deliciosa partidura de calor y humedad. Dos dedos rozaron con las envolturas de carne, estirándolas como cuerdas de guitarra. "Esto—Todo esto." Insertó un dedo, enganchándose en la hoguera pulsante. "Es mío—Cuando estás en celo, sólo yo puedo tocarlo. ¿Entendido?"
Astrid, claro, no podía aceptar tal orden, tan fácilmente. Con una sonrisa tratando de disimular el gemido explotando por su garganta, la chica se dejó caer sobre la cama. "No me hagas esperar tanto, la próxima vez, entonces." Su pelvis se curveó en invitación, enterrando más los dedos exploradores a su interior. "Aaaah." Se soltó un suspiro lleno de alivio.
Sonriendo, Camicazi estiró las piernas de su banquete, de par en par, abriendo su regalo preferido…
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Snotlout no era conocido por su inclinación al pre-calentamiento. En ninguna situación. Era la encarnación del clásico Alfa de la antigüedad: Alfa llegaba a Hogar, Alfa olfateaba Celo, Alfa buscaba por el origen de tan Incitador Aroma—Alfa atacaba.
Tuffnut, ni siquiera, se había percatado de que su celo se había adelantado, pues así de concentrado había estado en su siesta vespertina. La misión de aquella mañana había sido aburrida, larga, aburrida, extraña, aburrida, y todos habían terminado de mal humor. ¿Para qué se habría de necesitar a todos los jinetes, para atrapar a un sólo insignificante dragón? A veces, Tuffnut pensaba que Hiccup los torturaba con sus ideas, a propósito.
Pero, bueno, regresando a Snotlout. Sí.
¿Justo en su rica siesta? Tuffnut fue atacado.
"¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?" Fue lo único que escupió entre su sorpresa, y la sensación de ser robado de sus botas y pantalones. "¿Snotlout? ¿Qué demonios—?" Luego, todo lo demás se perdió en un enorme y escandaloso gemido—una súbita embestida del torso de su Alfa, robándole la razón. La cabeza de Tuffnut pegó con la cabecera durante los bailes descoordinados de sus extremidades, sus ojos rolando a su nuca.
Tan directo como siempre, Snotlout tomó dominio de sus piernas, doblándolas para su conveniencia, mientras sus caderas no pausaron. Siguieron, y siguieron, los vellos de sus muslos acariciando los glúteos del Omega en el proceso. Tuffnut nunca menospreciaba una oportunidad para escaparse del trabajo duro, así que, sólo se acostó. Disfrutó del asalto, aullando un dichoso "Yeaaaaaaah", que le hizo juego a los ciegos bufidos de su amante.
Amaba sentirse tan completo.
Amaba cómo Snotlout parecía estar hecho a su medida, llenándolo hasta el fondo. Amaba la dedicación con la que Snotlout trataba la experiencia, sin cortejos bobos o rodeos. No había otra sensación más venerada para Tuffnut, que ser rodeado por su Alfa del interior al exterior. Los brazos anchos de Snotlout rodeando sus hombros, su cuerpo atrapándolo posesivamente contra la cama, sus escandalosos jadeos bañando su rostro—Era el Valhalla en la tierra de los hombre, para él.
Saber que era deseado tanto por Snotlout lo volvía loco con triunfo.
Saber que Snotlout se cegaba tanto con el llamado de sus feromonas, le entregaba el sabor a triunfo a Tuffnut. Era en estos momentos, que realmente sentía que le había ganado a su hermana.
Los vulgares impactos de carne contra carne, marcaban oficialmente, la unión entre Alfa y Omega, y nadie los podía separar. Por ello, Tuffnut adoraba hacer todo el ruido posible. ¡Que todos se enterraran, que sólo él podía saciar a este hombre!
"¡Mmmm!" Tuffnut apreció, en cuanto sus dedos lograron encontrar el camino a los glúteos de su amante, alentándolo a subir la velocidad. "Tan grandes y fuertes—¡Ah, ah! ¡Todo de ti, es taaaaan grande y fuerte!"
Directo al ego. Snotlout sonrió entre jadeos, su lengua casi colgando. "¿Te gusta? ¿Eh? ¡Oh!" La sonrisa se alargó, al encontrar evidencia de que tanto Tuffnut lo disfrutaba. Snotlout no era egoísta en sus atenciones. Un puño enseguida apretó la erección de su Omega, manipulando el pilar con su deliciosa fuerza bruta, de siempre. "¡Di cuanto te gusta!"
Tuffnut apenas podía pensar, mucho menos hablar. "Mmmmucho."
Snotlout, aparentemente no contento con la corta apreciación, detuvo sus administraciones, prosiguiendo con una bofetada contra un glúteo de Tuff. "Vamos, date la vuelta."
Ooooh. Sí.
Hincado sobre sus rodillas, el resultado para Tuffnut fue el triple de delicioso. Las masivas manos de Snotlout se acomodaron en su cintura, subiéndola a su antojo. Antes que sus pelvis volvieran a conectarse, Snotlout mordió un hombro de Tuffnut, proveyéndolo de la marca que todo Omega necesitaba, para encontrar auténtico alivio. "¿Quieres que vuelva? ¿Quiere que te llene de nuevo?" Se le fue provocado, entre jadeos.
Tuffnut gruñó con total incoherencia, el celo poseyéndolo con más vigor. Elevó su trasero en súplica. Sus jugos corrían por sus muslos, los podía sentir. Todo en su cuerpo imploraba por continuar. No podía esperar.
Cuando una punta sólida de carne rozó entre sus glúteos, Tuffnut gimió, buscando frotar contra aquel deseado objetivo, desesperadamente. Snotlout se lo permitió, apretando su erección contra sus curvas, torpe, a ciegas. Baba humedeció el hombro de Tuffnut en consecuencia, ambos demasiados perdidos en el placer del momento.
Una ventaja del acalorado clima había sido que Tuffnut había tomado su siesta con su torso desnudo, solamente su colguije haciéndole compañía. Los dedos regordetes de su Alfa se lo agradecieron, moviéndose por todo su cuerpo, recorriendo sus flancos, su estómago, su pecho, su espalda. Snotlout siempre decía que Tuffnut tenía la piel más tersa que se podría encontrar en el archipiélago. Parecía fascinado, y nunca se frenaba para manosearla, en cualquier oportunidad que se presentara—estuvieran en público o no.
"Me encargaré de ti, Tuff. No te preocupes. Eres perfecto—¿Lo sabías? Eres perfecto. Encontrarte así, cuando llego a casa, es lo mejor que me puede suceder."
Tuffnut se contuvo por un segundo, saboreando la rareza de la tierna confesión. Para nadie más, Tuff podría ser considerado perfecto. Sólo Snotlout lo denominada así. Luego, el instante tan atesorado pasó, y Tuff tomó una mano de Snotlout para guiarla hasta su propio regazo. "Hazlo, entonces. A-A-Aprovéchalo."
Snotlout lo obedeció. Ensartó sus cuerpos sin más delicadezas, uniéndolos en un ritual más antiguo que la historia misma.
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Sospechó que algo andaba mal, cuando se atrapó a así mismo, meneando su ingle contra la madera, con bastante insistencia.
"No puede ser." Hiccup murmuró, sus ojos engrandeciéndose. "Todavía no. No puede ser."
Pero, las orejas de Toothless ya estaban alzándose, y Hiccup sintió el lomo inflándose con la enorme inhalación que se produjo. Toothless ya se había percatado de lo que estaba pasando.
"Vamos, no, todavía no es tiempo." Aunque ya imaginaba lo que encontraría, Hiccup se tragó su cobardía y… miró hacia abajo, levantando su pelvis del asiento, ligeramente.
Demonios.
"Ugh, genial. Otro par de pantalones, arruinados." Con una mueca, Hiccup talló su rostro con una de sus manos. ¿Cómo podía estar en celo ya? ¡Todavía faltaba la mitad del mes! Y sus calculaciones nunca eran incorrectas. No estaba preparado. No tenía un plan. Había tenido tantas cosas que hacer hoy, que prevenirse de un celo inesperado había sido lo último en su cabeza. Ni siquiera tenía consigo un par de pantalones extra para reemplazar los humedecidos. "¿Cómo puede ser? No soy irregular con mis ciclos."
"¿Importa?"
Hiccup giró sus ojos. "Bueno, por lo menos nunca se puede decir, que no estás dispuesto a cumplir con tus obligaciones, cuando es el momento."
Lo que recibió en respuesta fue un largo ronroneo. "Hueles tan... rico. Como cerezas."
A pesar de que no era la primera vez que lo escuchaba, Hiccup todavía se sonrojaba cuando se compartía tal revelación. "Supongo que podría ser peor: podría oler a salmón."
"¡No bromees!" Toothless flexionó sus alas para ofrecerle un abrazo momentáneo. "¿Cuál es el problema? Se adelantó. Ahora, me encargo Yo."
"Toothless, no es tan sencillo. Tengo una cita con el consejo, mi mamá está esperándome. No podemos escaparnos ahora mismo."
"Podemos. Lo haremos."
Hiccup mordió su labio. No atender a la junta, por un instante, resulto más tentador que atender su celo. "Ma' se enojará. No te gusta hacerla enojar, ¿recuerdas?"
"Me gustas más Tú."
Hiccup resopló por su nariz. Tonto. Enorme, y meloso tonto, dragón. "Podemos esperar. Así puedo mandar preparar nuestra habitación, tendría tiempo para—"
"No."
Y la influencia Alfa fue tan repentina y absoluta, que de un sólo golpe, Hiccup se sentó de nuevo, sus pantalones recibiendo más humedad por el intenso comando biológico. Hiccup no pudo controlarse, disfrutó de la mínima fricción que su asiento otorgaba, por un momento. Aaaah. Qué alivio. "Está bien—Como quieras."
"Conozco un lugar."
Hiccup tragó saliva, dejando que Toothless liderara el vuelo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que habían encontrado refugio en las afueras de Berk. Normalmente, solían encerrarse en su choza hasta que el celo concluía, aislados e incomunicados. -Nada de este día ha sido normal, ¿por qué esperar por normalidad con este celo también? Aclaró su garganta, agachándose sobre el lomo de su Alfa. "¿A dónde vamos?" Toothless había tomado rumbo hacia el sur, en dirección opuesta a Berk.
"Sorpresa."
Típico. Sonriendo, el jinete abusó de su asiento un poco más. La temperatura de su cuerpo estaba comenzando a aumentar, el celo acelerándose por la cercanía que ya tenía con su Alfa. Hiccup abrazó el cuello del Night Fury, acostándose por completo. Las feromonas harían chispas entre los dos, en poco tiempo. No podían demorar. Una vez activados, los celos de Hiccup solían desarrollarse más rápido de lo común.
Afortunadamente, la isla que Toothless escogió resultó ser el paraíso de cascadas, que habían descubierto durante sus aventuras. De flora selvática, el clima fresco le hacía enorme beneficios en esta época del año. Cuando la habían encontrado, Toothless y Hiccup habían disfrutado de unos largos baños de manantial, sólo los dos, desnudos, dejando que los rayos del sol los secaran…
Oh. Ahora, Hiccup entendía por qué este destino había sido el elegido. Con tan sólo recordar las otra actividades que habían realizado en la orilla del manantial… Hiccup mordió su labio. Sus pantalones estaban completamente arruinados, ahora sí. ¡Por Freyja! De por sí, aquel había sido un día inolvidable, y ahora, más recuerdos especiales se sumarían a la conmemoración de la agraciada isla.
Toothless voló hasta lo más profundo de la isla, un ligero gruñido vibrando por todo su cuerpo. Estaba impaciente.
Hiccup besó una pizca de piel escamosa. "¿Me vas a tomar como la última vez que estuvimos aquí?"
Decir que casi chocaron con un tronco de sauce, sería poco. Hiccup se carcajeó.
Llegaron a la Cascada Mayor. Una esplendorosa fuente de inspiración, de romance, de ensueño. Toothless no frenó, acercándose al torrente acuático sin disminuir velocidad. Hiccup se ajustó a su silla, y se sujetó con firmeza. Ya casi…
Al último instante, el humano estiró sus brazos, echándose hacia atrás. El agua en caída los envolvió por completo, mientras atravesaban la monumental pieza de arte de la naturaleza. Hiccup gritó de la emoción, la frescura del agua fría sirviendo para regresarle algo de coherencia. Sin embargo, no duró para siempre. En un parpadeo, Toothless ya los había movilizado al interior de la casada, hacia una cueva secreta que había servido como suite privada para sus encuentros.
El lecho de vegetación, pasto, ramas y flores que Toothless le había construido, seguía vigente, alimentado constantemente por la humedad. El refugio de piedra que los rodeaba resplandecía, con el efecto de los rayos de sol que se filtraban. Hiccup brincó del lomo del dragón, su corazón palpitando con ansías. Se dedicó a remover el arnés de Toothless, puesto que después no pondrían ni articular sus nombres. Una vez hecha la tares, Hiccup chilló sorprendido, al sentir los dientes de Toothless jalarlo de la armadura. Sin rodeos, fue arrojado a su nido íntimo.
"Toothless, espera, déjame—"
Una trompa se abrió camino por entre sus piernas, y… aspiró.
Oh Thooooooor. Hiccup tumbó su cabeza sobre el lecho. Su pelvis se onduló automáticamente, casi con vida propia, dándole la bienvenida a su viejo amante. Encontró la fricción que tanto había anhelado, la trompa de Toothless clavándose contra su humedad, con hambre. "Amo-Amo-Amo-Cerezas-Cerezas-Cerezas."
"Uuuuuuh."
Era una droga para Toothless. Para todo Alfa. El aroma de Omega en Celo, era para lo que vivían.
"Voy a Tomarte, como Mereces ser Tomado." Habló el dragón, retrocediendo de su premio solamente para arrancar la bota de Hiccup. Siguiendo el ejemplo, Hiccup se encargó de las parte superiores de su traje. Para cuando estaba librándose de su camisón, estaba boca abajo, sintiendo la brisa tocar su posterior empapado, el material de sus pantalones siendo destrozado por dientes viciosos.
"Demo—Demonios, Tooth'. ¿Cómo—Cómo podré volver a Berk sin pantalones?
"No importa. Esto es lo que importa."
Hiccup apretó sus puños alrededor las hojas, su mentón cayendo en un atónito O.
La lengua de Toothless se dedicó a limpiar sus muslos, recolectando cada rastro de su néctar preferido. Oh, por Thor, Odín, Balder, Loki y todos los demás que encargaron de que la vida de Hiccup culminara en este momento. Así como Toothless amaba su esencia, Hiccup le rendía el mismo honor a aquella lengua bífida. Sentir la aspereza contra su ultrasensible piel fue una maravilla, una experiencia que torturaba con su sensualidad. Hiccup fue un desastre de jadeos, sudor y maullidos en cuestión de minutos, levantándose sobre sus rodillas, demandando por más. Más.
"Aaaaah." Cuando la lengua bañó uno de sus glúteos, se atrevió hasta a estirar una mano, jalando del otra mejilla posterior, sin dignidad alguna. "Por favor. Sabes lo que quiero, Alfa. Por favor."
"¿Crees que Mereces?"
Hiccup meneó su posterior, sintiendo más lubricación natural brotar de su fuente. "Si crees que no lo merezco, castígame." Torció su rostro a sus espaldas, para aventar un guiño. "Haz lo que quieras conmigo, Toothless. Dame, prívame—Lo aguantaré."
Sin más, su núcleo fue penetrado por la esponjosa apéndice. Hiccup gimió en agradecimiento, cerrando sus ojos. Sus caderas contraatacaron las entradas y retiradas de la lengua, armando un ritmo que la acostumbre ya tenía establecido. Los ecos de sus gemidos lo excitaron a un estado sobrenatural. El estar a la intemperie estaba encendiendo cierta nueva dimensión a su acto. Hiccup acarició las patas frontales de su Alfa, al verlas posarse sobre él. Te necesito—Decía sin voz. Te deseo, te quiero dentro de mí. Te necesito dentro de mí.
"Oh, oh, oh, oh, oh..." Salía de su boca, conforme las embestidas de sus caderas eran atravesadas por el blando objeto. "Toothless—Voy a—Voy a—"
Demasiado tarde. Sus músculos interiores se apretaron con avaricia, flexionándose alrededor de la lengua del dragón, buscando por algo que todavía no obtenía. Su primer orgasmo se consolidó sin ayuda adicional, materializándose en otro tipo de fluido, marcando el lecho. Hiccup se sujetó de las patas de su amante, como si su vida dependiera de ello, sus caderas continuando con sus movimientos, por imperativo biológico. No fue una consumación de larga duración, sólo un ejercicio para relajar al Omega, para aflojar los músculos. Toothless era extremadamente cuidadoso en evitarle dolor durante el Gran Acto, a pesar de que a estas alturas, el cuerpo de Hiccup estaba moldeado a recibirlo, pasara lo que pasara.
Algunas veces, Hiccup pensaba que a Toothless sólo le gustaba consentirlo. Si era así, ¿quién podría quejarse?
"Sólo Mío." El juramente le dio escalofríos.
"Sí, sí. Nunca he querido a nadie más, frigg."
Toothless limpió su miembro flácido, sus lengüetazos más suaves, ahora que la urgencia había parado. "Quisiera hacer esto, Siempre. Estar unido a ti, por la Eternidad."
"Siempre estamos juntos, tonto." Hiccup se estiró para besar una pierna negruzca. "Siempre estás dentro de mí, latiendo en mi pecho, con otro corazón que tengo sólo para ti."
Las alas se estiraron sobre ambos, majestuosas. Hiccup se dio la vuelta, acostándose más cómodamente. Los grandes ojos de su Alfa lo absorbían, nunca cansados del mismo panorama. "Ven aquí." Abrió sus piernas para acomodarlo. "Quiero sentirte."
Cuando la textura de membranas lo cubrió, fue el turno de Hiccup de lamer, de saborear, de succionar. La sensación de las escamas sobre su misma piel lo volvía loco. El cuerpo de Toothless siempre permanecía a una temperatura templada, brindándole alivio a su fiebre continua. Cuando Hiccup creía que moriría de las ansias, el abrazo de Toothless siempre le traía serenidad, alivio.
Conforme fue marcando territorio, Hiccup fue deslizándose por el monumental cuerpo, acercándose a la pelvis del dragón con un propósito en especial. "¿Cómo me tomarás?"
Toothless enterró su cabeza en el lecho, gruñendo, cuando los dedos de su Omega encontraron su cometido. "Frente a Todos. Humano. Dragón. Frente a Amigo y Enemigo."
"Dioses, Tooth'…" Hiccup gimió, frotando su regazo con la poderosa imagen mental. El torso de Toothless fue un pilar de resistencia. "¿Desde cuándo haz estado fantaseando algo así?"
"Siempre. Desde que te Vi. Desde que te Toqué. Desde que volamos Juntos."
-Oh, frigg. Los dedos de Hiccup navegaron la abertura húmeda que guardaba el miembro erecto de su amante. Lo liberó, utilizando algo del fluido ajeno, para lubricar su propia erección, que recién volvía a nacer. "¿Te bastará que sólo sea yo, por ahora?"
"Sólo mi Omega me basta, no necesito a nadie más. Hiccuuuuup." Fue el turno de Toothless para liberar un gemido ahogado, su cuerpo encorvándose alrededor de Hiccup. "Tomarte—Necesito Tomar. Vuelve."
Jadeando descontroladamente, el humano se arrastró de regreso a su posición inicial. Sostuvo sus piernas, una neblina de calor y deseo, nublándolo. Cerró sus ojos, dándose por vencido ante la demanda de sus moléculas. Había un sonido de tambores de guerra retumbando en sus venas…
Fue cubierto por el torso de su Alfa, pero la cabeza de Toothless se acurrucó en la corona de sus cabellos, nunca lejos. Fue invadido, fue repleto, fue saciado, fue encontrado con plenitud—la embestida los encajó a la perfección, la cavidad pulsante del humano suspirando con júbilo, al por fin ser conquistada. Hiccup se abrazó de Toothless, resoplando, chillando. Las ondulaciones que lo empalaron fueron un torbellino de placer, divinidad, adrenalina, conmoción—Hiccup sintió la mordida de su Alfa en su hombro, terminando con los requisitos esenciales para que Hiccup perdiera la cordura.
No había control. Toothless lo tomó como si su fantasía fuera esta, y nada más. Apenas daba descanso entre embestidas, aplastando la erección de Hiccup en el proceso. El goce se cuadriplicada, debido a ello. Hiccup arañó, mordió, pidió por más, pidió por menos—Sangró de su hombro y de su propio labio. Sudor, saliva, aceites biológicos, todos se mezclaron en uno. Su trasero recibía el castigo que Hiccup había pedido entre provocaciones, enrojecido, hirviendo con el impacto de sus cuerpos…
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Stormfly sabía lo que quería. Y cuando quería algo, lo obtenía.
Era una de las cualidades que Eret admiraba tanto de la dragona. Su determinación. Su fuego. Su independencia de hacer lo que quería, aunque su jinete no estuviera de acuerdo.
Por aquella razón, no debió de haber estado tan sorprendido, cuando una Deadly Nadder tomó sus hombros desde los aires, hurtándolo de sus actividades de carpintería, sin aviso alguno. "'Fly, ¿qué te pasa? ¡Estaba ocupado! ¡Ya hemos hablando de esto!"
Stormfly tenía profundos conflictos con el drakkar de Eret, celosa de la inmensa atención que su novio le prestaba. No entendía, que para un pirata de corazón como Eret, su drakkar representaba sus brazos y piernas. Necesitaba en continua reparación, siempre.
Cuando miró abajo—gran error—se percató que estaban dirigiéndose más allá de High Point, hasta la minúscula isla solitaria que Eret había escogido para construir su hogar, justo como al estilo de la anciana Gothi. No podía aguantar tanto drama juvenil con tanta frecuencia, así que por el bien de todos, se había autoexiliado lo más lejos posible. No que eso detuviera a Hiccup, y su pandilla, de visitarlo a diario. Eret nunca se libraría de ellos.
Resignado a su destino, Eret suspiró. "Fly, no sé qué tramas, pero más te vale que tengas una buena razón—"
"CELO. AHORA." Vino el gorgojo precipitado.
Eret alzó sus cejas. "Oh." Con razón. Su humor mejoró en cuestión de minutos. Esa era otra razón por la cual Eret había escogido un punto tan aislado. Los celos de Stormfly.
Cuando llegaron a la choza, la Omega los introdujo por el ventanal de su recamara. Una vez libre, y pisando terreno conocido, Eret fue al grano. Después de despojarse de sus ropas por completo, el humano prosiguió a acostarse en su cama, donde Stormfly lo esperaba. "Está bien, linda. No te preocupes." Se podía decir que Eret no era un Alfa convencional. Podía tener la herencia biológica, pero Stormfly era la jefa en la relación. No gastaban saliva en discutir el asunto. A Eret le encantaba complacerla, así que, no había diferencia cuando los celos los visitaban.
Eran aun, algo nuevos, en esta etapa. Eret ya no era tan joven y flexible, y el colosal tamaño de la dragona podía llegar a ser un impedimento. Habían recurrido a muchos experimentos.
Eret se acomodó en la orilla de la cama, la cola de Stormfly enredándose en su cintura. Inhaló. "Mmmm. ¿Qué tenemos aquí?" La ofrenda que se impuso ante su persona, era algo de lo más exótico. Nunca había imaginado que terminaría aquí, amando a una criatura de tan diferente molde. Amando a una criatura que había significado nada más que ganancia para él. Eret acarició el vientre de su chica, sus yemas estimulándose por la textura corrugada. Sus colores lo hipnotizaban, eran tan hermosos. Únicos. Le recordaban a los colores de sus sueños. "Caramelo. Eres puro caramelo, mi dama." Con eso, recorrió la piel escamosa con sus labios, probando el azúcar de su esencia, directamente de la colmena.
El suspiro risueño de Stormfly hizo temblar la choza. "Me Tocas y Muero."
Eret sonrió. "No mueras todavía, apenas comienza la diversión."
"Sabía que Serías Tú." Stormfly gimió al techo, sus alas estirándose con el alivio de por fin obtener el oasis prometido. "Te vi y lo supe."
Eret nunca sabía cómo responder a tales melancolías del pasado. Le gustaría responder con algo recíproco, pero sería mentira. Eret no había sentido la conexión con Stormfly hasta que la dragona había arriesgado su vida por él. Hasta que alguien había tenido que salir lastimado. Eret nunca había hecho público su estatus de Alfa, en miedo a Drago primeramente, en segunda porque una vez que la gente se enteraba, no podían evitar encasillar. Fuertes expectativas caían sobre los Alfas, al instante: "Tienes que imponerte, tienes que mandar, tienes que proteger, tienes que preocuparte por tu clan, tienes que reproducirte con una linda Omega." Aquel Eret no había querido saber nada de responsabilidades, obligaciones o ataduras sentimentales…
Y ahora… "Sueño por los días cuanto estás así, a mi completa merced. Eres tan mandona, y demandante, que cuando los papeles cambian, sintió que hay justicia en el mundo."
Un piquete de las púas de la cola bicolor, lo reprimió, jugueteando. Eret se subió sobre el torso de Stormfly, rodeando su cintura con sus rodillas. "Nadie más te puede ayudar. Nadie más te hará sentir de esta forma." Con eso, sus dedos hicieron magia, extrayendo burbujas de sonidos de la garganta de su Omega. Masajeó los dobleces húmedos de su núcleo, creando con sus dedos una tijera, cortando cada uno de los hilos de cordura existentes. La caverna de carne de Stormfly no era tan diferente a la hoguera de una mujer, sin embargo, la sensibilidad de una Omega en celo agudizaba el placer que la dragona recibía. Con su pulgar, Eret delineó el corte de su centro, cortejando con los nódulos carnosos que protegían la entrada. "Por eso soy tuyo, sólo ante mí cedes, porque confías en mí. Confías en que siempre cuidaré de ti."
"Los brazos ayudaron a con-con-vencerme, también—Aaaaah."
"¿Ah, sí?"
Y en venganza, retiró su mano, sus dedos empapados de lubricación. Eret los lamió con recelo, asegurándose que Stormfly viera cada movimiento. Luego, curveó sus dígitos en su dirección. "¿Quieres probar?"
"Sí. Quiero probarte. A Ti."
Eret rio con diablura. "Cuidado con los dientes." Movió la parte inferior de su cuerpo hacia el pecho de la dragona, concediéndole el deseo.
La lengua de Stormfly se estiró, de entre la cárcel de colmillos, envolviendo el pene de su Alfa en un abrazo humeante. Eret cerró sus ojos, apreciación estallando en su gemido.
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Un alto nivel de feromonas estaba afectando el ambiente de Berk.
No era normal.
Había temporadas de celos que podían estar en sincronía con los de otros, pero esto era demasiada coincidencia.
Cloudjumper escuchó la puerta de la choza de los Haddock abrirse. Pero, no fue Valka quien entró.
"Sabía que te encontraría aquí. Oh, no. Tienes tu cara aburrida."
Cloudjumper sacudió su set de alas superiores, tomando vuelo desde su perchero hasta el piso inferior de la sala. "No tengo una Cara Aburrida."
Ruffnut se cruzó de brazos, todavía no muy hábil en dragones. "…Pero, ¿adivina qué?" Una sonrisa que habló de malas intenciones, rompió con el fastidio de la cara humana. Lentamente, el cuerpo de la vikinga danzó a su cercanía, sus dedos esbeltos estirándose con elegancia. Instintivamente, la cabeza de Cloudjumper se esforzó por agacharse, para ser tocado justo en su cresta. "Yo te distraeré."
El olor era imposible de confundir. La sal del océano, mezclado con la acidez de naranjos. Era una tortura viviente, muy conocida para sus sentidos. Cloudjumper trató de retroceder, en cuanto comprendió la insinuación en los ojos azules de la Omega. "No. No. No es adecuado."
A pesar de sus impedimentos, Ruffnut entendió el rechazo. No lo aceptó. Evitando que Cloudjumper se escapara, la chica se colgó de su cuello. "¿A dónde crees que vas? Todos están divirtiéndose en el pueblo, ¡menos yo! Fui a visitar a mi hermano, oh sorpresa, ¡parece zona de guerra! Voy a casa de Fishlegs—En verdad, no quiero recordar es parte. Olvida que lo mencioné. El punto es—"
Un tremendo gemido del piso superior la interrumpió. Ambas cabezas, dragón y humana, voltearon hacia el techo. Inmediatamente, éste comenzó a temblar.
"—todos están aprovechando la situación! ¡Hasta los padres de Hiccup! Hasta Eret me dejó plantada en el taller, para disfrutar su Luna de Miel."
Cloudjumper cometió el error de bajar su rostro, de intercalar su mirada con la manipulación de la Omega. "No puedo—"
El beso selló su destino.
Dulce, breve, aromatizándolo con sus feromonas. Sintiéndolo congelarse, Ruffnut apartó su boca lo suficiente para sonreír, su lengua recorriendo su dentadura con victoria. "Esta no es la primera vez que te pido ser mi Alfa, y no será la última. Insistiré, insistiré, e insistiré, hasta que sea vieja. Probamente hasta mi lecho de muerte."
Cloudjumper no podía comprenderlo. "¿Por qué?" Gorgoreó.
La humana lo sorprendió de nuevo, mostrándole que había estado estudiando, aunque odiara la actividad. "Porque no quiero a nadie más. Y nadie más me tendrá." Y aquella rosada lengua no supo de límites, lamiendo un recorrido desde el mentón de Cloudjumper, hasta llegar a la última cresta del dragón. "Y mataré a cualquier que quiera reclamarte. Lo juro."
Cloudjumper se estremeció. En batalla, la humana se convertía en una misma Diosa. Muchas noches, sus fantasías habían consistido en limpiar la sangre seca de tanta piel pálida, sólo con su lengua. "Mataré a cualquier Alfa que quiera poseerte." Fue difícil hacer la confesión. Ruffnut y Cloudjumper tenían mucho tiempo bailando alrededor la situación. Cloudjumper se había sentido atraído desde la primera temporada de celo que había transcurrido en Berk, con su presencia. La luna le había llamado a capturar a la humana con su marca desde la primera oleada de sus feromonas. Pero, para Cloudjumper, iba contra su código corromper a un ser tan joven y tierno. No era ajeno al conocimiento de las parejas entre humano y dragón. Sin embargo, no todo era tan simple… Toothless y Stormfly eran afortunados, entre el montón.
"Te deseo tanto en algunas noches—Pero, no sabría qué hacer una vez que te tuviera, mujer Omega."
Era, relativamente, una niña.
Cloudjumper no quería… lastimarla.
Su mentón fue besado de nuevo. "Averigüémoslo, entonces. No tengo miedo. Y no confundas soltera con inexperta, Señor X."
El gruñido indignado, sorprendió hasta el mismo Cloudjumper. Ruffnut se carcajeó.
"¿No tan indiferente, eh?"
Cloudjumper giró su cabeza, refunfuñando. ¿Qué pasaba con él? No era su asunto si Ruffnut había tenido otros amantes. "Aquí no."
Esta Omega sería su perdición. Con tan sólo una caricia entre las escamas de su cuello, lo hizo jadear. "Entonces, llévame a donde sea Sí, mi Alfa."
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Fin de Pt.1
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¿Felices ahora?
