Hellooo! Aquí regreso con una nueva historia, un poco diferente a las anteriores!

Como lo saben, los personajes son propiedad de , la historia si me pertenece y fue beteada por mi querida LoveBrunito!

¡Espero que disfruten de esta nueva locura!


-"El trabajo está hecho"- Fue todo lo que necesité decir para que la persona al otro lado de la línea comprendiera.

-"Perfecto, nos vemos en 2 horas en el lugar de siempre"- El hombre me respondió y ambos colgamos inmediatamente, no era necesario decir algo más.

Como quedamos, dos horas después estaba entrando a un bar de mala muerte ubicado a las afueras de la ciudad, en la barra del local vi al hombre que estaba buscando, fui directamente hacia allá, me senté a su lado y le pedí una cerveza al tipo que estaba dentro de la barra.

-"¿Trajiste lo que acordamos?"- le pregunté sin siquiera mirarlo, el hombre asintió y apuntó un maletín que se encontraba a su lado. Tomé el maletín y lo abrí discretamente para verificar que contuviera lo que habíamos acordado.

-"¿Estás seguro de haberlo matado?"- el tipo estaba un poco nervioso y me ofendió su pregunta ¿Con quién cree que está tratando? Cerré el maletín abruptamente antes de responderle.

-"Siempre hago mi trabajo sin errores"- contesté mordazmente, el tipo solamente asintió, le dio un último trago al whisky que estaba bebiendo y se marchó dejando el maletín sin siquiera despedirse.

Reí al ver que se marchaba nervioso del lugar, desde que me contactó la primera vez intentaba mostrarse frío y duro pero la verdad es que siempre se veía nervioso, era un hombre débil aunque intentara demostrar lo contrario, si fuese tan duro como aparentaba él mismo se hubiese hecho cargo del asunto en lugar de contratarme a mí... Si, soy el que se ocupa de los problemas de los demás, un asesino a sueldo para que lo comprendan mejor, soy aquel a quien llaman para deshacerse de alguien que les estorba sin dejar rastros ni pistas.

Mi trabajo era bastante meticuloso, no en vano llevo en este negocio 10 años y jamás me han atrapado, ni siquiera han sospechado de mí o de quienes me contratan. Por ser tan efectivo es que mis tarifas no están al alcance de cualquiera... Se sorprenderían si supieran las personalidades que han contratado mis servicios.

Seguramente algunos se preguntarán como es que terminé en este oficio, pero fue el único que conocí desde niño. Mis padres murieron cuando apenas tenía cinco años y en uno de mis diversos intentos de escapatoria de la casa hogar me topé con Aro, un tipo agradable que me crió y cuidó como si fuese su propio hijo, con el paso de los años notaba situaciones extrañas a su lado, pero no fue sino hasta que cumplí 15 años de edad cuando descubrí a qué se dedicaba Aro: era un asesino a sueldo... Sorprendentemente aquello no me asustó, sucedió todo lo contrario, cuando lo descubrí me encontré pidiéndole que me enseñara todo sobre aquello.

Cuando cumplí 18, una noche de invierno me comunicaron que lo habían asesinado... Supongo que los que nos dedicamos a esto no podemos esperar otro final diferente.

Aunque Aro dejó a mi nombre dinero más que necesario para vivir cómodamente toda mi vida, unos meses después de su muerte alguien vino a buscarlo para encargarle un nuevo trabajo, no sé qué demonios pasó por mi mente en ese momento pero me encontré aceptando ese trabajo en lugar de Aro, después de todo, él mismo me había entrenado para usar armas y algunas veces lo ayudaba a planificar algunos de sus encargos, había descubierto lo creativo que podía llegar a ser y me gustaba ponerlo en práctica con él.

No tenía necesidad de meterme en ese mundo y sabía los riesgos que traía, pero igualmente seguí adelante con aquello. Sé que tuve la posibilidad de estudiar una carrera de verdad para luego conseguir un empleo honrado, pero ésta era una forma de mantenerme cerca del hombre al que quise como un padre y quien me cuidó como tal.

Después del primer encargo le siguieron varios más, poco a poco fui adquiriendo la misma reputación de Aro y mis servicios se fueron haciendo más exclusivos y costosos.

Con el paso de los años me acostumbré a ser una persona solitaria -de hecho desde niño siempre lo fui- usualmente buscaba alguna mujer con quien satisfacer mis necesidades pero siempre regresaba solo a casa.

Cuando terminé la cerveza que había pedido al llegar pensé en marcharme, pero merecía unas cuantas cervezas más, después de todo, acabo de terminar otro trabajo sin errores y merecía darme un gusto por ello, el bar no era de mi total agrado pero si ya había empezado a beber aquí, no me haría mal tomar algunas más.

Cinco cervezas después tomé el maletín con el dinero de mi último encargo y me marché hasta la soledad de mi casa, como cada noche. Al llegar tomé una ducha y me acosté en mi cómoda cama y justo antes de conciliar el sueño, como se había hecho costumbre en los últimos meses, unos ojos color chocolate invadieron mis pensamientos.

La mañana siguiente desperté alrededor de las diez de la mañana, arreglé un poco la casa pues estaba hecho un verdadero desastre, más de una vez había considerado contratar a alguien para que limpiara este desastre de vez en cuando, pero la idea de meter a un desconocido en mi casa no me convencía del todo. Cuando se acercaba la hora de la comida tomé una ducha y me arreglé, a las tres de la tarde debía reunirme con una persona que solicitaba mis servicios pero antes tenía algo mucho más importante que hacer y que si no me daba prisa, me perdería.

Media hora después estaba entrando al pequeño restaurante que venía visitando cada día desde hace dos meses. Descubrí este lugar por pura casualidad una tarde en que entré para resguardarme de la lluvia, la comida era realmente deliciosa y a buen precio… Pero no era eso lo que me hacía regresar cada día.

Me senté en mi habitual mesa, la adorable señora que atendía las mesas me sonrió tiernamente antes de entregarme el menú y marcharse mientras esperaba a que me decidiera ordenar algo, creo que ella sabía perfectamente el motivo por el que venía a almorzar a este lugar cada día.

Y como si la hubiese invocado, la razón que me traía hasta acá hizo entrada al restaurante, esa morena de ojos y cabello color chocolate entró acompañada de una chica rubia como siempre, nuestras miradas hicieron contacto cuando se dirigían a una mesa que estaba ubicada a un lado de la mía y noté como se sonrojaba en el acto. Sonreí al verla enrojecer, cada vez que nuestras miradas hacían contacto ella se sonrojaba furiosamente y yo me encontraba sonriendo como tonto por ello.

Apenas se sentaron noté que la rubia lucía bastante molesta por algo que decía mientras mi hermosa castaña la veía preocupada.

-"En serio no sé como lo soportas Bella"- No es que yo acostumbrara a escuchar conversaciones ajenas, pero esta en específico llamó mi atención –"Eso es acoso sexual laboral, puedes demandarlo por ello"- La rubia seguía hablando y me encontré cerrando los puños con fuerza al escucharla. Alguien estaba acosando a mi hermosa castaña y eso me enfurecía

-"No puedo demandar al señor Newton, es nuestro jefe Kate… Y sabes lo mucho que necesito el empleo"- Bella le respondió cabizbaja y juro que quería tener frente a mí a ese tal Newton para partirle la cara por lo que le hace a Bella.

-"Y por eso es que Newton se aprovecha Bells… Es un cerdo y juro que quiero patearle el trasero cada vez que lo veo"- Debo reconocer que esa rubia me caía bien, quizás ella me podría decir quien era Newton para cumplir el deseo de ambos.

Tanto ellas como yo pedimos nuestras respectivas comidas, yo las veía por el rabillo del ojo cada cierto tiempo disfrutando sus sonrisas, estas volvieron a su rostro apenas dejaron a un lado el asunto del acoso-

Su hora de almuerzo pasó bastante rápido y cuando ya se iban a marchar la mesera se acercó hasta mí con la cuenta, fruncí el ceño confundido pues aún no la había pedido pero la señora me veía con una tierna sonrisa.

-"¿Cuándo te animarás a hablarle?"- Sabía perfectamente a qué y a quien se refería, ya antes sospechaba que ella había notado mi fijación por Bella, pero ahora lo había confirmado.

-"No entiendo a qué se refiere"- Pensé que haciéndome el tonto ella dejaría el tema , pero la señora soltó una pequeña risa.

-"Usted y yo sabemos que la exquisita comida que servimos aquí no es el único motivo por el que viene todas las tardes"- Ella me seguía sonriendo cariñosamente y no pude evitar sonreír apenado al verme descubierto. –"Deberías hablarle muchacho, luego podría ser tarde"- Con eso se marchó dejándome a solas otra vez con mis pensamientos.

Hablarle a Bella… como si ya no lo hubiese considerado antes…

Desde el primer momento en que la vi quise acercarme a ella, sus ojos chocolate me había embrujado y su sonrisa sincera me envolvían en una burbuja. Al siguiente día regresé al mismo lugar y a la misma hora con la esperanza de verla otra vez, y así fue, aunque quise abordarla nunca encontraba una buena excusa para hacerlo… Pero el tercer día en el que vine, por primera vez nuestras miradas se cruzaron y por primera vez en muchos años me acobardé.

Lo que sentí cuando nuestras miradas se cruzaron me asustó como el demonio, mi corazón se detuvo un segundo y mis manos empezaron a sudar; en ese momento supe que esa mujer era especial, yo quería lograr meterla en mi cama pero ese día supe que esa hermosa castaña no era del tipo de mujer con la que sólo se tenía un revolcón y se olvidaba, ella era el tipo de mujer para amar y proteger toda la vida, con la cual formar una familia y tener una casa a las afueras de la ciudad… Pero yo no podía darme ese lujo, mi oficio no me permitía formar una familia y cumplirle todos los sueños que se seguro ella tenía, por eso me conformé con verla cada día desde lejos, sabía que si intentaba relacionarme con ella no la querría dejar ir y yo no podía ofrecerle lo que ella merecía.

Al estar pensando en Bella, en un gesto involuntario giré mi rostro hacia la mesa que ella había ocupado hasta hace unos minutos y al hacerlo noté que allí había quedado olvidado un abrigo que reconocí al instante. Las palabras de la mesera resonaron en mi interior, además, intercambiar un par de palabras con ella no le haría daño a nadie y ahora tenía la excusa perfecta para hacerlo, así que sin perder más tiempo dejé dinero suficiente para cubrir la cuenta más la propina en mi mesa y fui hasta la mesa de al lado para tomar el abrigo que allí estaba.

Apenas salí del restaurante con el abrigo en la mano, algo o mejor dicho, alguien choco de frente conmigo enviando una corriente por todo mi cuerpo. La sensación que me recorrió fue tan fuerte que me dejó impresionado y más aún cuando noté que ese alguien quien choco conmigo era Bella.

-"Disculpa, disculpa"- ella habló apenada mientras se recuperaba del impacto.

-"No te preocupes, de hecho iba a buscarte"- En ese momento ella levantó su mirada para engancharla a la mía y juro que quedé prendado de sus ojos, nunca había estado a tan poca distancia de ella y supe de inmediato que no fue tan buena idea intentar alcanzarla.

-"¿A mí?"- Preguntó confundida y noté un leve sonrojo aparecer en sus mejillas… era totalmente adorable.

-"Dejaste esto en tu mesa"- El entendimiento brilló en sus ojos cuando le entregué su abrigo.

-"Gracias…"- susurró mordiendo su labio inferior y se veía jodidamente sexy al hacer eso ¿cómo era posible que una misma mujer me inspiraba dulzura y al siguiente instante lo que quería era tomarla y besarla hasta el cansancio?.

-"Edward Cullen"- Extendí mi mano hacia ella sorprendido conmigo mismo por haber usado mi nombre verdadero, estaba comprobando que al lado de esta mujer mi cerebro renunciaba a pensar claramente.

-"Bella Swan"-tomó mi mano y una vez más la descarga no se hizo esperar, pero en esta oportunidad pude notar que ella también sintió lo mismo, lo vi claramente en su mirada. Estuvimos varios segundos a las afueras del restaurante agarrados de la mano y con nuestras miradas conectadas hasta que ella hizo el intento de soltarme, aunque yo me negaba a dejarla ir tampoco podía quedarme con ella.

-"Gracias otra vez Edward"- sólo bastó escuchar mi nombre de sus labios para saber que estaba completamente perdido, apenas tuve tiempo de asentir cuando ella se marchó a toda prisa dejándome ahí de pie, como un idiota que solo observa alejarse a la chica que quiere.

¿Cómo había sucedido esto? Hasta hace unos momentos sólo me sentía atraído por esa castaña –o eso creía- pero ahora tenía la certeza de que era algo más fuerte, sólo un par de palabras con ella fueron suficientes para descubrirlo. Esa mujer sin saberlo, me tenía atrapado en la palma de su mano, y definitivamente no estaba preparado para sentir algo así. Jamás alguna mujer me había acelerado el pulso de esta manera… y cuando se marchó sentí un extraño vacío en mi interior… Descubrí que había estado esperando por ella muchos años y ni me había enterado.

Cuando me pude recobrar del cúmulo de sentimientos que me golpearon, giré mi rostro hacia el interior del restaurante para encontrarme con la mirada divertida de la mesonera, ella había visto mi pequeño intercambio con Bella y podía ver un brillo de emoción en su mirada, negué divertido imaginando los comentarios que soltaría mañana. Esta peculiar dama gesticulaba desde la distancia para que fuera tras Bella, y aunque sabía donde encontrarla pues trabajaba en una empresa que estaba bastante cerca de aquí, mi sentido común me decía que no podía hacerlo... Además tenía una cita en poco tiempo así que decidí ignorar la sugerencia de la mesonera, con un pequeño gesto me despedí de ella y me fui en dirección contraria de la que se había marchado la dulce Bella.

Justo a las tres de la tarde como fue acordado, entré en una cafetería que se encontraba bastante escondida en una de las tantas calles de la ciudad. Tenía mis lentes oscuros, lo que me permitía barrer con la mirada el local sin que el resto se percatara, sólo habían tres mesas ocupadas, dos de ellas con un par de parejas de estudiantes y en la mesa más alejada se encontraba una rubia con vestido rojo, la reconocí al instante pues estaba vestida tal y como me había especificado.

La rubia se sobresaltó al llegar hasta su mesa, se le veía nerviosa pero a pesar de eso sus ojos no dejaban de destilar frialdad, noté como me recorría con la mirada y me abstuve de rodar los ojos.

-"¿Quieres un café?"- la rubia me ofreció, pero cuando iba a llamar al mesonero la detuve.

-"No es necesario"- la corté, no planeaba quedarme tanto tiempo, generalmente sólo me daban la foto de la víctima, alguna información sobre él o ella y yo les daba un tiempo estimado para llevar a cabo mi trabajo; el tiempo podía variar dependiendo de la persona y su rutina diaria, pero para eso debía estudiarlos por algunos días. –"Bien, ¿quién es la víctima?"- le pregunté directo al grano, no me gustaba perder el tiempo y menos con esta mujer que sin razón aparente me resultaba del todo intolerable.

-"Aquí está la foto y alguna información de ella"- Oh vaya, esta vez mi víctima sería una mujer, podría casi apostar que esto se debe a un hombre. –"Traje su ficha de trabajo, ahí está su foto, dirección y otros datos"- La rubia me había extendido un sobre y cuando saqué la hoja que se encontraba en él sentí que mi corazón dio un vuelco.

Isabella Swan, 13/09/1990, 23 años.


¿Qué tal? Ya saben, espero su opinión en un review!:D

Oh, y la historia será un two shot así que nos leemos en el próximo cap!

Besos!

RP&T