Título: El destino de un lider

Autora: Shirokyandi

Beta: FanFiker_FanFinal

Pareja: Yoshitsune/Enya

Rating: K

Género: drama/romance

Advertencias: slash

Resumen: Yoshitsune Minamoto ha logrado traer la paz al pueblo y a sus súbditos, liberando su corazón de tan pesada carga, pero ¿por qué ahora éste no late con el ímpetu del pasado?

Disclaimer: Todos estos ninjas, sus historias y referencias pertenecen al juego de simulación de citas Shall we date: Destiny Ninja de NTT Solmare. Yo solo he hecho realidad una pequeña fantasía que me llevaba carcomiendo desde los primeros capítulos del citado juego.

Notas de autor: después de jugar con varios personajes y sus distintas historias y spin-off, no pude dejar de observar que entre Yoshitsune y sus ninjas había algo mucho más de lo que parecía. Donde otros solo ven una amistad para toda la vida entre un grupo de hombres, una servidora observa un amor imposible e inalcanzable por motivos sociales, personales y demás.

Si estás cansado de ver una y otra vez historias de alguno de estos hombretones con la protagonista, mientras te desespera que los chicos no muestren sus verdaderos sentimientos, bienvenido seas a esta historia.

¡Espero que os guste y disfrutéis de la lectura!


¿Cómo pedirles que tomen esa decisión? ¿Cómo decirles, a aquellos quienes han renunciado a todo por ti, que sigan a tu lado?

Sabes que en ningún momento les has pedido ni obligado a hacer nada, y ellos te recuerdan día tras día que te han seguido con el corazón. Siempre que has intentado mostrarles todo lo que se perdían seguían con la misma mirada en sus ojos que el primer día. Esos ojos ardientes que prometían protegerte con sus vidas siguiéndote allá donde tus pies te llevasen. Esas promesas irrompibles de compartir y defender tus ideales, compañeros de batalla, hermanos en el campamento y almas gemelas de destino. Todo el mundo sabe que Yoshitsune Minamoto no da un paso sin que sus hombres estén a su lado.

Muchos fueron los nombres con los que fueron bautizados: ninjas, guardaespaldas, guerreros, vasallos o sus hombres de confianza. Mas no existe en el mundo término alguno que lograse dar nombre a ese lazo que os une. En una ocasión lograste dejar salir de tu boca esa pregunta que tanto pavor temías formular, una sola pregunta que podría llevarte al máximo desasosiego y sentimiento de culpabilidad. Y cuando al fin lograste preguntarles si se habían arrepentido de la decisión tomada cerraste los ojos para tratar de aguantar la dura respuesta que esperabas recibir. Mas no hubo réplica que lamentar, uno a uno llevaron tu mano hasta su pecho para que sintieras el valor de su corazón y la fuerza impetuosa que les incitaba a seguir todos y cada uno de tus pasos.

Y cuando solo podías sentirte el hombre más respetado y querido del mundo llegó una luz que cambió el rumbo de la vida de todos vosotros.

Poco a poco y sin remedio alguno empezaste a ver que se acercaba el fin de aquellos días. Llegaba una nueva vida para ellos y tú te quedabas atrás en el camino. Esas miradas que al principio se dirigían única y exclusivamente hacia ti eran dirigidas hacia una nueva persona. Esas sonrisas cómplices ya no acompañaban tus solitarias noches, esos brazos ya no luchaban con la misma intensidad del pasado, esa fuerza destinada a protegerte se había trasladado al nuevo tesoro del grupo: ella.

¿Y cómo pretender culpabilizar a ese ángel caído del cielo de provocar esos sentimientos en ellos? ¿Cómo exigirle que se marchase y no volviese más cuando su simple sonrisa lograba hacer brillar el día entero?

Tú mismo caíste fulminado por sus palabras, por sus gestos de preocupación, por esos ojos llorosos que sufrían cada vez que tenía que veros partir, para luego recibiros con las mejillas húmedas y colmaros de todos los cariños posibles. Ella no pedía nada, al igual que tú, pero ofrecía lo más valioso que podía tener: su corazón. Algo que nunca estuvo disponible para ellos, un sentimiento que nunca habían podido sentir. Ellos mismos tuvieron que dejar atrás a sus familias por un solo hombre cuyo corazón permanece encerrado en solitario.

Pero jamás osaron reprochar esa forma de ser tuya, sabían que tu posición impedía que entregaras tu corazón de esa forma. Eran conscientes del sacrificio que tú mismo te viste obligado a pagar para alcanzar tus metas.

Por eso, cuando algo que tú jamás podrías darle se puso al alcance de sus manos, supiste que ni el hombre más valiente del mundo podría volver a renunciar a convertirse en el propietario de ese sentimiento.

Pero la vida, eternamente caprichosa, nos obliga una y otra vez a escoger nuestro camino y tomar amargas decisiones. Y cuando le llegó el turno a ella de escoger su futuro, solo fue uno el afortunado de convertirse en el propietario de ese corazón. Pero ya era tarde para los demás, sabías que una vez palpada esa dulzura jamás podrían olvidarla y estarían condenados a una vida solitaria, melancólica, incompleta. Una vida como la que parecía predestinada para ti.

Por lo que, no sin esconder tu tristeza, fuiste dejándolos ir uno a uno. Rechazando con todo el cariño del mundo sus invitaciones de ir con ellos, como uno más de la familia, para seguir manteniendo ese lazo que os unió todos este tiempo. Porque no querías irrumpir en el seno de una familia ya formada y consolidada.

Sin embargo, fue el elegido quien retrasó al máximo su despedida. Con la excusa de esperar a que se normalizase toda esta nueva situación, a ayudar a formar esa nueva, larga y próspera paz.

Las últimas semanas que la pareja pasó a tu lado no pudiste evitar observarlos detenidamente, en parte por celos, al ver cómo las tiernas mejillas sonrojadas de ella se iluminaban y los ojos de él solo tenían un único sitio al que dirigirse.

En una de esas dolorosas observaciones fue cuando te diste cuenta de lo mucho que ibas a echarles de menos. A ella por su valentía a la hora de permanecer en la batalla, con lo duro que implicaba para una mujer; a sus reproches, cuando os excedíais en el entrenamiento y a sus tiernas palabras de ánimo, susurradas dulcemente para ahuyentar a todos vuestros mayores temores. Y también ibas a echarle de menos a él. El hombre pícaro y directo con todo ser femenino, la llama ardiente en el campo de batalla, el que coleccionaba corazones rotos, el Casanova reformado. El hombre que en su día te dijo que lo dejaría todo por ti.

Durante la última cena compartida no sabías a dónde dirigir tus ojos, ella supuso un rayo que iluminó vuestro duro camino, pero él fue el fuego que te incitaba a seguir adelante y no rendirse nunca, a seguir luchando por ti y por los demás, por todos los otros hombres que como él, lo dieron todo por ti. No sabrías valorar cuánto supusieron para ti, cuánto te ayudaron y qué huella lograron dejar en tu interior.

Ibas a echar de menos esas conversaciones a la luz de la hoguera, esos golpes rudos en la espalda de camaradería, esos miedos revelados en momentos débiles la hora antes de la batalla, esos hombros que te ayudaron a levantarte una y otra vez y esa sonrisa ladeada y presuntuosa cuando le preguntabas si había llegado a su límite.

Cuán retorcida puede ser la vida como para que no te des cuenta de tus verdaderos sentimientos hasta el último momento, cuando ya has desperdiciado todas las oportunidades y no puedes ni intentar hacer nada para ver si ese "y si.." acaba teniendo un final feliz.

¿Cómo intentar confesar tus sentimientos si hasta ni tú mismo eras consciente de ellos hasta la ultima hora de vuestra convivencia? ¿Cómo decirle eso cuando él ya ha encontrado a una persona con la que ser feliz?

Lo peor de todo es que sabes que, si se lo pidieses, él no sabría decir que no. Después de todo lo que habéis vivido, no sería capaz de negar tu única petición. Pero ¿serías capaz de atarle una vez más y para el resto de vuestros días a tu lado? ¿Serías capaz de hacer daño a esa inocente criatura con tus egoístas deseos?

No, no podrías. En tu naturaleza no existe la palabra egoísmo, no soportarías hacer eso a ninguno de los dos. Por lo que, escondiendo una vez más tus verdaderos sentimientos y silenciando tu corazón, te limitaste a disfrutar de las últimas horas a su lado.

Y cuando los dos cruzaban la puerta exterior les dedicaste la sonrisa más agridulce de tu vida, deseándoles felicidad y prosperidad en su futura vida juntos.


Notas: ¡Esto no acaba aquí, el año que viene el segundo y último capítulo! Menos mal que estamos a día 31 de diciembre... :D

Espero que os haya gustado, y leáis el siguiente capítulo. Cualquier comentario, crítica o lo que sea que queráis decirme... ya sabéis, ¡a dejar un lindo review!

¡Un abrazo!

P.D: Gracias a FF_FF por tener tanta paciencia conmigo y con esta historia ^^ ¡Un besazo, preciosa!