Prologo—Lampara de Lava.

Hiccup mira su celular por lo que se siente como la novena vez esa noche, 9:47 P.M. ni siquiera 10 minutos han pasado desde la última vez que desbloqueo su celular y su fondo de pantalla lo recibió. La foto del horizonte de Glasgow que él había tomado hace ya tanto tiempo que se siente como que fue durante otra vida.

Las cobijas de su cama se sienten calientes y abrumadoras al mismo tiempo, a pesar del poco agradable frió que llena la habitación del abarrotado dormitorio.

Hiccup abre la aplicación de mensajes en su celular e inmediatamente viaja hasta el nombre de Astrid, abriendo el chat como si de esta manera un mensaje fuera a aparecer mágicamente en la bandeja de entrada.

No hay nada, vació.

Las fechas se saltan tras la falta de respuestas y Hiccup puede ver como únicamente él ha mandado mensajes.

Hace una hora, "Hey, ¿está bien si hablamos luego? Hace tiempo no charlamos jaja" Enviado por Hiccup Haddock.

Él en serio intenta mantenerlo casual, porque es importante no parecer demasiado necesitado de atención, a pesar de que probablemente lo esté gritando fuertemente a oídos sordos.

Más las dos palomitas grises al lado del mensaje solo indican que fue recibido satisfactoriamente, pero al parecer no lo suficientemente orgulloso como para ser digno de una respuesta.

Hiccup debería sentirse herido, despechado incluso—pero él ya está sobre patética decepción. Llego un punto en el que solo sobra una triste aceptación.

Y un dolor en su corazón, tan perpetuo que ya se acostumbró a él. Siempre presente, siempre ignorado. Es como tener una herida que nunca sana, pero que dejo de sangrar hace tanto tiempo que solo duele si la tocas—y Hiccup es como un niño tonto que no puede parar de meter el dedo en la carne roja y palpitante.

Se escucha relacionable.

Pero él se encuentra bien. Él lo supero, él lo acepto.

Al menos por los siguientes minutos.

Antes de que su entumido cerebro responda al mezquino desprecio, siempre lo hace—es un ciclo.

Hay una pila de libros en su escritorio llenos de ecuaciones y trabajos que necesitan ser completados, y tantos montones de cuadernos y trabajos impresos que duermen con él en su cama y necesitan ser entregados.

'La noche aún es joven' tiene un significado diferente, pero para Hiccup solo significa mucho más tiempo para sacar su cabeza de la tierra y hundirla entre libros, tareas y exámenes que nunca terminara.

Las bolsas moradas bajo sus ojos hablan por sí mismas—las botellas de Redbull y las pastillas secretas en su cajón son solo un siempre presente recordatorio de que él tiene ciertos problemas que no se arreglan sobornando a ningún profesor.

Hiccup bosteza, pero sabe que incluso si intenta dormir, no lo lograra. Y al final se quedará despierto por horas sin nada que hacer, preguntándose los 'comos' y los 'por ques' hasta desaparecer en sus propias cobijas.

O tal vez él solo se está mintiendo a sí mismo.

Hiccup mira su teléfono otra vez, el nombre de Astrid lo atrae inmediatamente y él mira el último mensaje que ella le mando.

Es la imagen de un perro usando lentes frente a una computadora con una frase graciosa escrita justo debajo. La fecha del 22 de agosto le recuerda como ese mensaje fue enviado exactamente un día antes del accidente.

Justo sobre el nombre del contacto de Astrid las letras de "Conectada ultima vez, hoy 9:13 P.M." le recuerdan que su mensaje no será contestado.

Honestamente, él no sabe porque se hace esto a sí mismo. No es como si su teléfono estuviera en modo silencioso.

Si alguien quisiera llamarlo él lo escucharía.

Esa típica rama de molestia se acomoda en su lugar una vez más, acuchillándolo en las costillas—molestia consigo mismo, con ella, con todo, pero sobretodo, consigo mismo—y él lanza su celular a la cabecera de su cama, este choca contra una de sus almohadas, aterrizando sin cuidado sobre la alfombra con un silencioso Puff.

"¿Qué pasa con ese rostro encabronado ahí?"

Una risa suave y burlona lo llama desde el otro lado de la apretada habitación. Hiccup voltea su cabeza justo a tiempo para ver a Ethan darle un toque al pequeño tazón de cristal en su mano.

Bong. Bong. Bong.

"Nada, solo…divagando" Él traga una bola de saliva y su boca de repente se siente mucho más seca "¿Sigo yo?" Hiccup está impaciente, pero intenta no sonarlo mientras mira de un lado al otro entre la pila de libros y tareas sin completar balanceadas en sus muslos y a su viajado compañero de habitación volar un par de anillos de humo finamente hasta unas toallas secas acomodadas como papel de baño.

"Relájate, Henry, hay suficiente para todos" Ethan es un cimbreño muchacho con el cabello lanudo, casi tan alto como él, pero un poco más delgado—durante los primeros días Hiccup no paraba de confundirlo con una versión en carne y hueso de Shaggy de Scooby Doo.

Ahora simplemente es su compañero de habitación, el que lo ayuda a entumederce 24/7.

"Ya casi…" Ethan, sentado en la cama al otro lado de la habitación, le contesta finalmente, ladrando otra risa significantemente más rasposa.

Hiccup le lanza una mirada inquisitiva, y Ethan exhala el humo de sus pulmones con un jadeo cansado.

Humo delgado y casi invisible deriva por el aire alrededor de la cabeza de Ethan por unos segundos antes de desaparecer gracias a los dos abanicos dando vueltas por la habitación en velocidad máxima. "Mierda, sí que has llegado muy lejos de las miradas feas que me mandabas cada vez que encendía uno y creías que no te estaba mirando"

Hiccup rueda los ojos "Vamos, nunca te di miradas feas, estas exagerando"

"Coño que si no lo hiciste. Lárgate de la ciudad. Hennnn" la lengua de Ethan se pega en su mandíbula en la última letra del apodo que él mismo le puso, y luego sonríe su caracteriza sonrisa de Al-diablo-le-puede-importar-¿pero-a-mi? Antes de decir "tú me de-tes-ta-baaaas, totalmente, amigo."

"Nunca vas a olvidar eso, ¿verdad?" Hiccup le responde, ansioso.

"Hey, no guardo rencores Henry, solo decía"

Hiccup da una vuelta incomoda sobre sí mismo, decidiendo no contestar a eso, rascándose la barbilla y notando más de un vello furtivo que le recuerda que necesita una afeitada, él se hunde más profundamente en su almohada y vuelve a tomar el odiado celular del piso, un brazo cruzado detrás de su cabeza. Pasando por imágenes graciosas que ya no le causan ni una sonrisa.

Okay, hay que hacer un punto y aparte ahí. Nunca hubo un momento en el que él legítimamente odiara a su compañero de dormitorio, incluso si tuvieron un comienzo algo rocoso, Ethan Mayers era un buen sujeto. Alto, un poco demasiado franco para su gusto, pero honesto. El payaso de la clase sin descanso alguno y divertido para salir o bien para pasar el rato, por la mayor parte del tiempo al menos. Completo marihuanero desde la punta de su cabello largo hasta los dedos de sus pies.

Bueno, también es un generoso marihuanero. Con padres ricos, lo cual viene muy útil cuando estás buscando ponerte seco completamente gratis múltiples veces a la semana sin gastar nada de tu propia cuenta bancaria.

No, ellos no comenzaron como amigos, exactamente. Era solo un asunto de tener dos diferentes personalidades, pocos puntos que coincidieran además de cariño por videojuegos y padres ricos, ese tipo de cosas. Además, cuando Hiccup apenas se mudó al dormitorio él no era exactamente un fan de fumar en la habitación, incluso aun cuando Ethan era lo suficientemente cuidadoso con la hierba y su delgado y nerd rector no le importara un carajo lo que hicieran a puertas cerradas.

Pero eso habia sido hace meses—casi un año—y claro que ambos eran amigos ahora, y por ende Hiccup se habia vuelto mucho, mucho, mucho más interesado en el principal interés de Ethan, por decir poco.

La canción que estaba sonando en la computadora de Ethan se acaba y justo cuando otra canción calmada de Lil' Wyatt comienza, alguien toca la puerta de la habitación.

"¡G-genial!" Ethan tose una bocanada de humo y le apunta a Hiccup "¿Puedes abrir la puerta, viejo? Creo que encargue una pizza hace rato, sé un buen chico y paga"

Hiccup hace una mueca y parpadea lentamente—él esta cansado, pero entiende el mensaje, hierba gratis a veces resulta en gastar un par de dólares en una pizza, nada que le moleste, honestamente.

Él se levanta lentamente de su cama, tirando al suelo un par de hojas en el proceso—acción que probablemente le traería problemas después— camina hasta la puerta del cuarto y la abre, siendo recibido por un alto repartidor de pizza de aspecto genérico, lleno de acné y pequeño bigote puberto sobre su labio superior.

"Pepperoni con anchoas, Son 7.90, viejo"

Hiccup saca su billetera y le entrega un billete de 10. "Conserva el cambio" él le dice al chico antes de tomar la caja de pizza y cerrar la puerta.

Antes de guardar la billetera en el bolsillo trasero de sus pantalones, una imagen capta su atención inmediatamente.

Una fotografía. Una de esas viejas fotografías instantáneas que eran tan populares cuando él era un niño.

Pero la imagen le llama como la flama a una polilla, los Hiccup y Astrid congelados dentro de la pequeña imagen son muchos más jóvenes e inocentes, están vistiendo un par de gorros de navidad y suéteres caseros, la oreja de un elfo sobresaliendo de las cintas en su cabeza. Ambos llevando sonrisas parejas y doblando sus cabezas hacia los lados. Antes de que la foto fuera tomada Hiccup recordaba la sonrisa conspiratoria que Astrid le habia lanzado justo por un segundo, luego recuerda el brillo blanco del flash de la vieja cámara de fotos instantáneas que ambos habían encontrado en el sótano de la casa de sus padres.

Por el resto de la noche ambos habían estado sentados en un garaje vacío mientras la fiesta transcurría en la otra habitación. Tomándose selfies tontasy cantando villancicos en acentos falsos, tomando turnos para beber de una botella de vino que habían logrado sacar de la bodega de vinos de su padre. Si…una buena noche, docenas de bromas cursis.

Él recuerda como ambos jugaron a la botella—en serio, girando la botella con solo dos jugadores—y Hiccup habia experimentado su primer beso. Un casto roce de labios que lo habia dejado tan sonrojado y sudoroso que parecía un bien cocinado pavo navideño.

Astrid habia sonreído justo cuando se separaron, y luego le habia dicho que también era su primer beso. De alguna forma, eso lo habia hecho mil veces mejor.

En la parte de atrás hay una pequeña nota escrita a puño y letra de Astrid. "Hiccup y Astrid, mejores amigos, Navidad 2016"

Se siente como que fue hace una vida. Se siente como que fue hace una vida que él no vivió.

En Colorado hay una ciudad llamada Denver, y en Denver hay una pequeña preparatoria llamada Berk. Y en los pasillos de esa preparatoria hay un millón de memorias que se han vuelto imágenes borrosas—memorias limpiadas con Prozac y Xanax y Paxil y Lexapro.

Todo es tan diferente ahora.

Hiccup suelta un suspiro resignado, guardando la fotografía de vuelta en su cartera, aparentando que nunca la vio.

Pero la semilla fue plantada. Y otra espina de decepción lo ataca dentro de su pecho. ¿En serio? ¿Qué demonios, Astrid? Han pasado más de dos semanas. ¿O más de un mes? ¿Acaso ella está enojada con él por algo?

Honestamente, Hiccup desea que lo este.

Incluso aunque él lo supiera, muy adentro, que no era así. Ella estando enojada con él seria, de alguna manera, mucho mejor que Astrid simplemente olvidándose de llamarlo. O contestar sus mensajes. O su Skype. O lo que sea.

A pasado más de un mes… ¿o fueron dos?

Ella ni siquiera podría ser capaz de usar la excusa de que está envuelta en asuntos personales con su novio, o su club de soccer o cualquier otra cosa tanto que se olvidó completamente de llamar a su mejor amigo. Hiccup está lo suficientemente actualizado para saber que Astrid y su relación con Eret están funcionando completamente bien incluso después de un pequeño resbalón que tuvieron hace un par de meses y que todos sus asuntos escolares están moviéndose con la fluidez del agua de un rio—A diferencia de los de Hiccup.

Ella parecía satisfecha con la manera en las que las cosas estaban funcionando por el momento.

El labio inferior de Hiccup se enrolla sobre sus dientes, solo un poco.

Astrid es tan popular en su largo grupo de amigos como lo es en la pequeña pandilla en su universidad, él aprendió eso en la última visita que Astrid le hizo el semestre pasado.

No es una pregunta, en serio. Astrid tiene relaciones con personas, Astrid tiene amigos, Astrid tiene lugares a los que ir y cosas que hacer. Hiccup tiene…

Hiccup tiene a…Ethan y…grandes cantidades de hierba y…y uno que otro amigo que no ha visto en mucho tiempo…y su cama. Ugh, okay. Él no está intentando hacer comparaciones a propósito. Eso nunca le ha hecho nada de bien tanto a él como a Astrid. Él solo…él solo dice…

Ella está mucho más ocupada que él. Hiccup puede ver claramente como ella probablemente se olvide de mandarle un texto de vez en cuando, o mensaje de voz, o carta. O simplemente hacerle saber que ella está viva de cualquier manera además de publicar fotos divertidas-llenas-de-emoción-y-emoción en Instagram, fotos que él se pasa mirando con desprecio tibio a las 5 de la madrugada cuando él está lo suficientemente aburrido como para entrar a Instagram.

Él dejo de saber lo que estaba pasando hace mucho tiempo.

Hay una lámpara de lava de al lado de su habitación, una materia gelatinosa y acuosa al mismo tiempo. Verde neón iluminando toda la habitación mientras figuras abstractas se forman como elementos de magia.

Astrid le regalo esa lámpara—para darle algo de estilo a su habitación tan nerd, ella habia dicho—en aquel día en el que Hiccup se mudó al pequeño dormitorio.

Hiccup aún recuerda ese día. Cuando ambos estuvieron toda la mañana acomodando muebles y mobiliario dentro de la habitación, soltando bromas internas y lanzándose bolas de papel y piezas de ropa, incluso llegaron a hacer un fuerte de almohadas. Seguido por una maratón de películas de Bollywood—se habían reído tanto que Hiccup casi se habia ahogado con sus palomitas.

Luego se habían dado un abrazo particularmente largo antes de que ella partiera de regreso a casa, a su propia universidad a vivir su propia vida. Ella lo habia visitado un par de veces más, después las visitas se habían convertido en llamadas largas, después en llamadas cortas, después en mensajes de texto y excusas, al final solo eran imágenes graciosas que se suponen que le levantarían el ánimo.

Y ahora, nada.

¿Ella supo lo de su accidente, ¿verdad? Sus padres lo habían visitado en el hospital, era obvio que le habían dicho todo.

Hiccup paso dos semanas en coma antes de despertar en una cama tan blanca como su cerebro. Sus padres habían llegado en un par de horas y una parte de su revuelto cerebro estaba seguro de que Astrid estaría con ellos.

No lo estaba, Astrid lo habia dejado de la misma manera que su pierna izquierda. Todo por culpa de un cachorro callejero y una carretera oscura. O al menos eso dice el informe policiaco, Hiccup no recuerda mucho.

Pero el perro sobrevivió, aparentemente.

Su vida empezó a ir cuesta abajo en algún momento—eso es un hecho—pero, ¿Cuándo fue? ¿Fue durante el primer corte? ¿la primera pastilla? ¿o durante el primer cigarrillo de marihuana? ¿el primer sorbo de alcohol que lo dejo con un sabor amargo en la boca?

O fue mucho antes ¿Fue durante aquellas dos semanas en las que su cerebro trabajo en lo más mínimo? ¿Acaso fue cuando la única amistad que él tenía, y la única persona que él amaba lo botaron simultáneamente, como a un viejo galón de leche rancia que se mantuvo guardado por demasiado tiempo?

Hiccup quiere pensar que es culpa de Astrid por desechar una amistad tan larga sin razón alguna, quiere lanzarle la culpa a Eret por cautivar a la chica de sus sueños tanto que se olvidó de su amigo de la infancia, incluso quiere culpar a sus nuevos amigos por robar su posición.

Pero todo es su culpa. Al final, todo termina en su propia inutilidad, en su falta de confianza, en su-

Espera, ¿Acaso él se acaba de referir a Astrid como 'la chica de sus sueños'?

… ¿De nuevo?

Hiccup se prometió a si mismo que la dejaría ir. Pero ni siquiera es capaz de mentirse a sí mismo, cada foto feliz lo rompe un poco más de lo que ya está.

"Viejo" Ethan está a su lado, obviamente tan botado como un erizo, mirándolo con ojos rojos y entre cerrados "Te-te toca" él raspea y Hiccup toma su larga pipa de cristal sin dudarlo, Ethan le pasa una pequeña bolsa de plástica llena de hierba verde que usa para rellenar el pequeño vaporizador de la bonga.

Ethan se agacha y la enciende, y justo cuando el olor a cuerda quemada empieza a salir del cristal, Hiccup se agacha y toma una calada de la boca del cañón, sosteniendo la inhalada tan fuerte que casi lo mata, aguantando el humo en sus pulmones mientras Ethan sonríe torcida y casi orgullosamente.

Hiccup imagina que el humo son las preocupaciones, él imagina que el humo son las dos clases que casi reprueba el parcial pasado. Imagina que el humo son las dos becas estudiantiles que apenas y mantiene ya, que es el préstamo estudiantil que no tiene idea de cómo pagar, que es el puesto de interno en ingeniería en el que se inscribió y con el cual no sabe qué hacer.

Piensa que es su pierna, o mejor dicho la falta de la misma, los dolores fantasmas de una persona que ya ni siquiera es lo que alguna vez fue—aunque no es como si hubiera estado tanto completo antes.

Hiccup se siente como la mitad de lo que alguna vez fue, pero sospecha que en ningún momento fue todo lo que pudo haber sido.

Tal vez, si imagina que el denso, asfixiante humo en sus pulmones es Astrid, por fin la podrá dejar ir.

Tal vez con ella se vaya el sentimiento de vació en su pecho. Ese agujero negro entre el remolino de ira y tristeza y desesperación.

Cuando suelta el humo, su mente se siente tan ligera como una bola de algodón de azúcar. Tosiendo una, dos, tres veces mientras Ethan se ríe en el fondo de la habitación. Diciéndole algo acerca de una fiesta en la casa de alguna chica, Hiccup se siente a si mismo asentir ausentemente, sería bueno salir un rato a algún lugar donde no lo relacionen con el sobrenombre 'Hiccup'…

Henry Haddock es un buen nombre. Un buen nombre.

A Henry no le importa que Astrid lo ignore, a Henry le da igual que tan lejos de su vida este, que tan poco valor le haya dado, que tan fácil lo haya olvidado. Henry no siente celos. Henry no siente mezquindad, Henry Haddock no sufre por amores no correspondidos o por amistades destruidas.

Hay un ardor paralizante en la parte trasera de sus ojos, lagrimas saladas que él se niega a dejar salir.

Hiccup-Henry. Henry se levanta lentamente de su cama, poniéndose una chaqueta y buscando pantalones limpios mientras Ethan comienza a guardar hierba para la fiesta. Hicc-Henry lo imita, abriendo su cajón de ropa interior y buscando hasta el fondo, extrayendo una caja de pastillas rosas completamente inofensivas.

Él siempre pensó que todo se fue al demonio después del accidente, era más sencillo relacionar el precipitado rechazo con una horrible experiencia…pero hay algo que le dice que todo ya estaba arruinado desde antes, y perder su pierna no fue más que otro escalón hacia abajo.

Ahora se siente como si fuera en espiral.

Todo esta tan entumido.

Pero por ahora, él tiene una fiesta a la que ir.

La lámpara de lava baila, el interior de magma brillante formando formas y rostros que parecen burlarse de él. El verde brillante recordándole el color de las luces de una navidad que ocurrió ya hace una vida.

La lámpara de lava no para de burlarse.

De arriba, hacia abajo—la sustancia gelatinosa forma imágenes tan abstractas como las que se forman en el huevo frito que es su cabeza, dando vueltas sobre la nada y recordándole lo susceptible que pueden llegar a ser.

Una parte lejana de él se pregunta qué sucederá al salir por la puerta.

Por favor, regrésame a Berk.

No lo hace.


Continuara...

Editado 13/12/17.