Waazzaaaaa!
Pues por fin comenzaré a subir este mágico fic que me tomará un buen de tiempo terminar, pues no abarcaré un pedazo de la historia de Dragon Ball sino... toda ella muajajajajaja, la locura llego sobre "rocinante" y se quedó en la parte posterior de mi cerebro, causandome alucinaciones, por lo que tuve que sacarlas por medio de este fic o moriría sacandome los mocos...jaja cómo sea, aun busco un beta-tester, alguien me dijo que si, pero después no supe que paso.
Esta historia, tendrá por lo menos, 519 capitulos (que son los mismos que tiene el manga de Dragon Ball publicado por Vid en México), o almenos lo intentaré haha, espero que les guste mucho y dejemos que las ideas fluyan de una buena vez.
Disclaimer:
Dragon Ball y sus personajes, me pertenecen a mí y a todos los fans alrededor del mundo, y quiero agradecerle a Akira Toriyama por este hermoso regalo.
Dragon Ball H.S
Planeta Vejita y el aliado que vino del espacio
(Capítulo 001)
En una galaxia muy, muy lejana. Alejado de toda maldad, se encuentra un planeta de tamaño medio. En el cual, habitaba una raza de seres muy pacífica y con gran avance tecnológico, los Tuffles. Estos seres llaman a su planeta: Plant.
Por mucho tiempo estos seres, han vivido en armonía. Sin embargo, hubo un tiempo, en el que dentro del planeta se suscitaron demasiadas guerras, que acabaron con gran parte de la población. La paz fue restaurada gracias a un acuerdo con el cual, los pocos habitantes que quedaban, estuvieron de acuerdo.
Así, la población mundial del planeta Plant, decidió vivir en un solo lado de éste, para evitar conflictos por un desacuerdo, pues estando juntos, todos se gobernarían bajo una misma ley. Sus avances tecnológicos avanzaron a gran velocidad después del acuerdo, la armonía envolvió al planeta y todos eran felices, cada individuo se ocupaba de sus problemas y si tenía la oportunidad, ayudaba a sus semejantes cuantas veces le era posible.
Debido a este modo de vida, los Tuffles fueron evolucionando poco a poco, hasta convertirse en una raza de baja estatura, con cerebros muy desarrollados. Cuando la raza del planeta Plant estaba en su apogeo, una nave a la deriva, tripulada por una raza que había viajado a través de millones de años luz, llegó a la parte deshabitada del planeta.
De inmediato, los Tuffles enviaron brigadas de reconocimiento a la zona, pensando en darles a los tripulantes de la nave, una cálida bienvenida. Las brigadas no regresaron jamás. Los Tuffles, esperaron a la brigada durante muchos años, durante 5 décadas, al ver que esta no regresaba, enviaron otra y ésta, tampoco regresó.
En una noche de luna llena, los Tuffles escucharon ruidos de una enorme muchedumbre que se acercaba a lo lejos, desde detrás de las montañas, del otro lado del planeta. Todos salieron de sus casas por curiosidad, algunos otros no despertaron, lo que fue mejor para ellos, así no tuvieron que sufrir el dolor y la desesperación que ocasionaron las criaturas de la nave.
Los Saiyans, las criaturas que habían bajado del cielo para traer la destrucción al pueblo de los Tuffles, habían estado esperando esa noche desde el momento en que llegaron, con la misma paciencia que una madre espera al niño que carga en su vientre durante nueve largos y maravillosos meses.
Las dos brigadas que los soberanos Tuffles habían enviado a su encuentro, les habían proporcionado un poco de información a los Saiyans, acerca de su fuerza, sus habilidades, y las armas que usaban para defenderse. Durante todo el tiempo que esperaron, planeaban una buena estrategia para derrotarlos fácilmente, pero todos sus planes fueron inútiles, ya que los Tuffles, no eran una raza guerrera.
En cambio los Saiyans, estaban concebidos para matar, sus cuerpos eran musculosos, su velocidad insuperable y sus deseos de sangre eran únicamente comparados con su espíritu de lucha, los Tuffles no pudieron ni meter las manos para defenderse.
Sumada a su experiencia en combate, los Saiyans tenían de su parte los rayos Blutz de la Luna del planeta Plant. Al recibir los rayos de la estrella más cercana, reflejados en el satélite natural, la cola de los Saiyans reaccionaba de tal forma que los volvía más agresivos, más rápidos, más fuertes, mejor preparados para el combate, en una palabra: Invencibles.
La noche se llenó de gritos desesperados de dolor, de angustia y terror. Los armamentos de los Tuffles no fueron suficientes para contrarrestar el poder destructivo de sus enemigos, sus casas, centros de enseñanza y aprendizaje, fueron destruidos sin que ellos pudieran haber hecho nada, las mujeres fueron apartadas de la multitud, los pequeños cráneos de sus hijos, tronaban bajo el pie inmenso de alguno de los saiyan, pues estos, eran por lo menos el triple de grandes que ellos.
Los hombres intentaron oponerse y todos ellos perecieron, en medio de su enfermiza sed de sangre, los Saiyans desgarraban sus frágiles cuerpos, los destrozaron por completo, la masacre se extendió por toda la ciudad, la única ciudad del planeta, eso facilitó el exterminio a los Saiyans.
El amanecer llegó, algunas casas seguían ardiendo en medio de los aullidos de dolor que se extendían por el viento matinal cómo un fantasma deslizándose en el vacío. Las mujeres fueron reunidas en una de las explanadas del centro de la ciudad, una a una fueron brutalmente violadas y asesinadas después. Los pocos niños que quedaban en el planeta, eran obligados a ver las atrocidades que los salvajes Saiyans hacían con las mujeres y los hombres que aun estaban vivos. Para ellos, los hombres, el castigo era aun peor, si es que algo peor pudiese existir, los guerreros invasores, los usaban para practicar sus movimientos y técnicas nuevas de expulsión de energía, los salvajes, no se preocupaban por matar a los que después de un ataque seguían con vida, al contrario, golpeaban sus heridas o introducían piedras en ellas, para incrementar la agonía del pobre desgraciado que no muriera en el ataque, mientras ellos se carcajeaban frente a sus victimas indefensas, sin duda, los Saiyans eran una de las razas más despreciables y crueles de todo el universo.
Pero todo eso tenía una justificación: Supervivencia.
Los Saiyans habían llegada ese planeta no sólo para divertirse viendo el sufrimiento de los residentes de allí, pues ellos también habían sido expulsados de su propio planeta por una fuerza tan devastadora que ni ellos mismos habían podido oponerse a ella.
Ellos vivían relativamente en paz en su planeta natal, todo el mundo sabía que ellos eran guerreros muy poderosos, por lo que las distintas naciones en el planeta, peleaban constantemente entre ellas, desafiándose constantemente, matándose, asesinándose unos a otros por la más mínima diferencia de ideas. Finalmente, los dirigentes de cada región, hicieron un acuerdo: Lucharían hasta que sólo una de ellas quedara en pie, así, la guerra por fin terminaría y solamente el más fuerte podría seguir radicando en el planeta.
Una terrible, devastadora e intensa batalla se extendió por todo el planeta, involucrando a todos los individuos Saiyan. Las batallas fueron tan sangrientas, que el planeta que al principio era de un azul muy bello, se transformo en un planeta rojo sangre.
Esta horrible guerra mundial, duró cerca de 6 años y se convirtió, en el conflicto más grande y sangriento de toda la historia, en el cual el 10% de la población murió. La casi extinción de la raza guerrera llegó casi al final del sexto año de guerra. Entre ellos había nacido un Saiyan extremadamente poderoso, a la corta edad de 7 años, disponía de mayor poder que cualquiera de ellos y no solo eso, sino que su sed de sangre era excesiva.
Exterminó primero a los de su pueblo, siguió avanzando hasta dejar solo a un 50% de la población restante. Todos ellos, tuvieron que unir sus fuerzas para derrotarlo, sin embargo, fracasaron en su intento. Decidieron que la única alternativa que tenían era destruir el planeta junto con ese demonio, al que llamaban "Supersaiyan".
Todos los sobrevivientes subieron a una nave, y desde ella lanzaron, todos al mismo tiempo, la mayor cantidad de energía reunida en un solo golpe, el planeta explotó, la pesadilla del supersaiyan había terminado… Pero una aun peor dio inicio.
La nave fue alcanzada por la explosión del planeta y sufrió una gran avería, la cual lo Saiyans, que no tenían mucho conocimiento tecnológico, no supieron reparar y así, se vieron obligados a vagar por el espacio infinito.
Finalmente el alimento a bordo de la nave comenzó a escasear, los Saiyans debieron buscar alimento entre ellos mismos, por lo cual, recurrieron a canibalismo, se comerían a los más débiles, salvando ante todo a las hembras más jóvenes, para asegurar su reproducción. Los pequeños que nacían con una malformación, enfermos o prematuros, eran devorados por los otros, cualquier Saiyan que mostrara algún signo de enfermedad, era inmediatamente echado de la nave.
Entre ellos los ancianos no existían, cuando llegaban a cierta edad, eran sacrificados para proveer de alimento a sus camaradas, sólo así, lograron sobrevivir por tanto tiempo. Dejaron atrás un poco de su salvajismo, a medida que el tiempo pasaba, pero no lo reprimieron por completo, para expulsarlo, junto con todo su poder, la Luna era quien los ayudaba.
La población dentro de la nave, brincó de gusto cuando fue informada acerca de que pronto caerían en un planeta que se había cruzado en su camino, todos se prepararon para el arribo al planeta, lo primero que harían, sería exterminar a los individuos que estuvieran cerca de donde ellos se encontraban, ya después se encargarían de los demás.
Al llegar al planeta Plant, se dieron cuenta que tendrían un evento de Luna llena en cincuenta años, el lugar donde su nave había aterrizado, estaba completamente desierto, por lo cual decidieron esperar hasta la noche de Luna llena.
Durante su tiempo de espera, un grupo de pequeños individuos, habían llegado hasta donde ellos se encontraban, asesinaron a todos ellos sin piedad alguna. Obtuvieron alimento. Con el segundo escuadrón, los Saiyans decidieron no asesinar a todos, para hacerles preguntas acerca de su raza, cómo el lugar donde se encontraban, su fuerza física y cosas por el estilo, sólo información que les facilitaría su exterminio.
La noche de la destrucción había llegado y los Saiyans se preparaban para el ataque, detrás de las montañas, se encontraba bajo un manto de inmensa tranquilidad, la única ciudad de los Tuffles, que en una noche fue destruida junto con la mayoría de sus habitantes.
Los Saiyans tomaron posesión del planeta y lo nombraron: Vejita, en honor al hombre que les había salvado la vida de aquel demonio. Fue Vejita quien les dio la idea de destruir el planeta donde antes residían para así librarse del Supersaiyan.
Poco a poco, su civilización prospero y se hizo cada vez más numerosa, por ese lado del planeta abundaba el alimento y las peleas que se suscitaban en el planeta, eran únicamente de entrenamiento.
El tiempo siguió su curso y en el planeta Vejita, habían pasado cerca de 10 mil años desde que la raza de los Tuffles fue aniquilada salvajemente. Los Saiyans se multiplicaron, haciendo de ellos una civilización bastante numerosa.
Todos ellos eran gobernados por un solo rey: El Rey Vegeta, quien era también, el más poderoso de los Saiyans, éste no había conseguido el trono por medio de votación o elecciones electorales. No por nada era el más fuerte. El rey Vegeta era descendiente de la familia de Vejita (quien fue considerado el salvador de la raza), y por esto, todos los miembros de esa familia debían de gobernar a los demás.
En algunas ocasiones, unos cuantos Saiyans descarriados, se levantaban en combate contra los miembros de la realeza, tratando de quitarles el "poder", para beneficencia de ellos mismos, pero eran derrotados sin el mayor esfuerzo. En medio de revoluciones y golpes de estado, la familia real de Vejita, se ganó la confianza de todos los Saiyans y su respeto.
Las batallas entre ellos se terminaron, vivieron en paz, entrenando siempre para volverse cada vez más y más poderosos, inconcientemente, se preparaban por si algún día una raza extra-vejita llegaba a querer eliminarlos cómo ellos hicieron con los Tuffles. Sin embargo, muchos dudaban de que eso fuera posible, pues su planeta, se encontraba muy lejos de cualquier signo de vida. Inclusive pensaban, unos pocos, que ellos eran los únicos seres en el universo.
Los que no estaban de acuerdo con esta afirmación, se basaban en los hechos: antes de llegar a ese planeta, pensaban lo mismo y descubrieron una raza completamente nueva y diferente, por lo cual, la idea de ser los únicos seres vivos en el universo fue desechada.
Y cómo para darle más veracidad a la idea, cierto día una nave llegó al planeta Vejita. Una nave enorme y circular, con colores blanco, negro y café. Descendió lentamente hasta situarse a un lado del palacio del rey Vegeta (el padre del rey Vegeta actual, todos los reyes debían llamarse así, fue una decisión que tomó el primer rey Vegeta, con la idea de que su nombre fuera recordado por siempre, sin embargo fue olvidado de inmediato. Con tanto "rey Vegeta", los Saiyans sólo se confundieron más.)
Cuando la nave aterrizó, sobre cuatro extremidades plegables que parecían patas de insecto, una rampa se desplegó de la base de esta y una puerta quedó expuesta, de ella, una larga alfombra roja salió de ella, como si fuera una enorme lengua, extendiéndose por el suelo hasta llegar a una de las puertas del palacio. Varios sujetos vestidos de pantalones negros muy entallados, botas blancas con punta café y armaduras con los mismos colores, bajaron por la rampa y se colocaron a los lados de la alfombra, con una separación entre cada uno de ellos de medio metro exactamente.
Los Saiyans que se encontraban cerca, se acercaron para mirar a los recién llegados, los cuales cargaban sobre su ojo izquierdo una especie de lente de color verde, el cual estaba sujeto a una especie de audífono que cubría la oreja del mismo lado, claro que no todos los sujetos que bajaron de la nave tenían oreja, por lo que su aparato, era sostenido por una extremidad que lo fijaba a la cabeza.
Unos momentos después, un sujeto enorme vestido de igual modo, pero con capa azul, bajó por la rampa, su rostro tenía una expresión de enfado mortal, de la cabeza le crecían dos cuerno negros bastante puntiagudos. Avanzó hasta quedar al final de la plataforma y miró alrededor. Sorprendido por lo que veía, abrió más los ojos, su expresión de furia pasó a ser una de asombro.
- ¿Dónde demonios esta el doctor Muu? – preguntó mirando al saiyan más próximo a él.
- No lo conozco… ¿Quién eres tú? – preguntó él a su vez.
Sin responder, el enorme sujeto, se acercó hasta él, pasando entre dos de los individuos que bajaron de la nave antes que él, ellos se apartaron inmediatamente para permitirle el paso.
- Ustedes no estaban aquí hace diez mil años… - murmuró, mirando al saiyan fijamente.
- No, antes habitaban este planeta unas criaturas indignas de él… fue muy fácil eliminarlos – dijo con gran orgullo el saiyan, sus palabras causaron un asombro furioso en el enorme sujeto frente a él. Éste lo tomó por el cuello con una mano y lo levantó hasta que sus rostros quedaron al nivel, los camaradas del saiyan se prepararon para pelear, pero sin hacer ningún movimiento aun.
- Ellos servían a su amo, que soy yo, ustedes no tenían por qué eliminarlos, idiotas.
Sin más, el enorme sujeto de la nave, levantó aun más al saiyan, sólo para azotarlo en el suelo con una fuerza tremendamente aterradora. Los saiyan lo miraron y comenzaron el ataque. Los soldados que rodeaban la alfombra roja, impidieron que los Saiyans atacaran a su jefe. Una pequeña batalla campal comenzó en el lugar.
Los soldados de la nave, lanzaban rayos de energía desde una extraña máquina que tenían en el brazo derecho, su velocidad era bastante buena, y alguno habían sometido a unos cuantos Saiyan, consientes de que la victoria sería suya, se confiaron.
Los Saiyans que habían sido sometidos, rompieron sus cadenas y comenzaron a golpear salvajemente a sus "captores", rápidamente los soldados fueron eliminados en su totalidad. El enorme sujeto, los miró despectivamente.
- No son tan débiles como mis hombres pensaron… - Razonó en voz alta.
- ¡Y ahora es tu turno maldito! – gritó un Saiyan al momento de brincar hacia él.
Con un movimiento extremadamente rápido de su mano derecha, el gigante de la nave golpeó el rostro del saiyan, mandándolo a volar lejos de él. El agonizante saiyan golpeó contra uno de los árboles que rodeaban el lugar y cayó al suelo, en medio de convulsiones. Sus compañeros lo miraron atónitos, y ninguno de ellos quiso atacar al invasor.
- ¿Qué sucede, no pensaban acabar conmigo? – rió el gigante.
- Y eso haremos – la voz provino desde más allá de donde los Saiyan se encontraban. A las puertas del palacio, se encontraba erguido con su capa ondeante detrás de él, como una figura de esperanza para los suyos, el rey Vegeta. – Jamás te perdonaré por lo que le has hecho a mis dos súbditos.
- ¿Súbditos? Eso quiere decir que tú eres su soberano, ¿no es así?
- Lo soy, y me encargaré de derrotarte, maldito.
Colocándose en posición de pelea, el rey Vegeta examinaba a su oponente, intentando leer sus movimientos, sin embargo, su presencia era tal, que intimidaba al rey de los Saiyans con tan sólo mirarlo fijamente.
- ¿Te has dado cuenta de que es imposible que me derrotes? – preguntó el gigante, cruzándose de brazos.
- ¡MHP! – fue la respuesta del rey.
- Vamos, esto no es necesario, me he dado cuenta de que ustedes…. Lo que quiera que sean, son tipos muy poderosos, y podrían serme útiles, así, yo perdonaría la estupidez que cometieron al exterminar a los Tuffles.
- Nosotros no hacemos caso de nadie.
- Vamos, no seas orgulloso, yo podría darles la tecnología suficiente para que salgan de este pequeño planeta en busca de enemigos más poderosos, ¿Acaso no les agrada pelear con sujetos poderosos? – El gigante supuso que sí. Lo supuso a partir de sus cuerpos, se veían tan adaptados para la lucha que imaginó que podrían ser una herramienta muy buena en su ambición por poner más y más planetas bajo su mando.
El rey Vegeta miró a los Saiyans que se encontraban cerca, todos escuchaban con atención las palabras del extraño gigante, en su mirada podía apreciar que ellos deseaban eso, pelear y aniquilar a sujetos más fuertes, era un deseo que hasta él mismo poseía dentro de él. Además, se había dado cuenta que no podría derrotar al sujeto frente a él. "Podría darles tecnología suficiente para que salgan de este pequeño planeta…" habían sido sus palabras, su oferta era tentadora, pero ¿Quién era él y qué quería de ellos?
- Muy bien – dijo el rey, quitando su pose de batalla – entremos al palacio para que podamos platicar más cómodamente. – Girando sobre sus talones entró de nuevo al palacio, seguido por el gigante, que llevaba dibujada en los labios, una sonrisa de inmensa satisfacción.
Mientras el rey y el invasor entraban al palacio, los Saiyans que quedaron fuera comenzaron a juntar los cadáveres de sus dos amigos y de los invasores. A los primeros, algunos se encargaron de llevarlos al cementerio que se encontraba a orillas de la ciudad; a los demás, los echaban dentro de la nave.
Uno de los Saiyans, se sintió muy interesado por una de las pequeñas máquinas en el rostro de uno de los soldados, la curiosidad lo invadió como el agua llena una tina, sabía que no tenía por qué tocar eso, pero la curiosidad le ganaba rápidamente a la razón, después de todo, los Saiyans no eran una raza que pensara demasiado las cosas.
Tomó la máquina entre su mugrienta mano y lo retiró del cadáver que lo poseía, lo colocó sobre él del mismo modo que su anterior dueño lo usaba. Presionó el botón que tenía la maquinita y en el pequeño cristal a parecieron extraños símbolos que él no conocía, miró hacía uno de sus compañeros, y a través de la pequeña máquina, fue rodeado por una línea amarilla, a un lado de este, los símbolos se volvieron locos por un momento y después se detuvieron. En la pantallita, sólo quedaron el contorno de su compañero y tres símbolos.
Lo apartó de su rostro y lo mostró muy emocionado con sus demás compañeros, todos ellos tomaron uno de los aparatos y lo colocaron sobre sus rostros, parecían niños con juguetes nuevos en navidad. Entre ellos se miraban y presionaban el botón a un lado de la máquina. La tecnología había llegado al planeta Vejita.
Dentro del palacio, en una gran sala en la cual únicamente estaba el trono real, conectado con la puerta de entrada por una alfombra roja muy extensa, y algunas columnas colocadas a lado de esta, el rey Vegeta comenzaba su charla con el gigante del espacio.
- Primero que nada, quiero saber cual era su relación con los habitantes que ocupaban este planeta. - Comenzó el rey.
- Ellos trabajaban para mí, proporcionándome tecnología muy avanzada, a cambio yo les ofrecía protección contra amenazas de allá afuera. – dijo señalando con un dedo el techo.
- Pues no era muy buena que digamos – agregó el rey, regocijándose en su inmenso orgullo.
- Se equivoca, yo había planeado la extinción de estos seres, por mucho tiempo, últimamente… bueno, hace diez mil años, dejaron de serme útiles, por lo que decidí que ya no los necesitaba más. Afortunadamente, mis radares detectaron su nave y trazamos las coordenadas de su dirección y velocidad. Nos dimos cuenta que caerían aquí, por lo que decidí retrazar mis planes de exterminio, sólo por curiosidad.
- Pues su curiosidad le costó la vida a muchos de sus sirvientes.
- Lo sé, realmente me quedé maravillado con lo poderosos que eran sus antepasados, por lo que decidí no intervenir en la lucha.
- Si sabía todo esto, ¿por qué vino hasta ahora?
- Los estudiábamos, sus grandes poderes sin duda me servirían más que la tecnología de los Tuffles. Vimos como su raza se adaptó al planeta, los vimos superar grandes guerras y por fin calmarse. – hizo una pausa y después continuó. – Lamentablemente, sus poderes fueron decreciendo, casi llegaron a convertirse en seres muy pacíficos, olvidando sus deseos de lucha, de sangre, olvidando sus raíces, eso me desquició por completo, si perdían sus asombrosas habilidades para el combate, dejarían de servirme y tendría que aniquilarlos – los ojos del gigante destellaron con un brillo cargado de maldad – Eso representaría una gran perdida, y es la razón por la que estoy aquí, rey…
- Vegeta – completó él.
- Rey Vegeta, no quiero exterminarlos, quiero hacerlos útiles para mí. Bajo mis órdenes, viajarán por todo el universo, conquistando planetas habitables para mí, destruyendo, asesinando, exterminando razas que los harán cada vez más poderosos, hasta que un día serán invencibles – las palabras del gigante salían de su garganta en un tono de excitación enorme, parecía que no cabía dentro de si de tanto gusto que sentía. El rey Vegeta sintió la misma emoción por aniquilar otras razas de guerreros. Si, sin duda alguna, las palabras del gigante eran muy alentadoras, su proposición muy tentadora, no podía decir que no.
- ¿Nosotros que tendremos a cambio? – ante esta pregunta, el gigante sonrió.
- Poder, un poder inimaginablemente grande, con el cual su raza se convertirá en la más aterradora de todas, nadie podrá hacerles frente, cuando cualquier ser del espacio escuche de ustedes, temblara de tan sólo escuchar relatos acerca de su raza, el universo entero se inclinará ante ustedes, nadie podrá hacerles frente.
No había más que discutir, la emoción del rey Vegeta se desbordaría como un enorme tsunami en la playa de su ser, por todo lo que el gigante del espacio le había dicho, podría incluso dar saltos de gusto como porrista en un campo de fútbol, pero aun había algo que desconocía.
- ¿Cuál es su nombre? – preguntó. El gigante sonrió y dijo:
- Puede llamarme… Lord Cold.
N. del H.S - Algunos de los nombres ya sean razas, o sujetos, les parecerán raros, algunos de ellos, no sé como se escriben en español y no pretendo venir a hacer el ridiculo escribiendo suposiciones, por lo que me basaré mucho en cómo están escritos en la página oficial de la serie. Y al principio, la idea del fic no parecerá muy original, pero prometo que eso cambiará. Gracias por su comprensión.
«-( H.S )-»
