Aquí vengo con un nuevo fic aunque aun está sin acabar. Iré publicando poco a poco, teniendo margen para poder seguir escribiéndolo jeje. Espero que este os guste un poco más que el anterior ya que me está saliendo mucho más largo.
Ante todo dar las gracias a Gabby, a Patri y a Maite, porque me animaron a escribir una continuación y, además, me han ayudado en momentos de bloqueo.
He intentado seguir en la misma línea que el anterior, humor, algo de amor y crímenes jeje
Os agradezco los comentarios pero no seáis muy malos jeje
Lo dicho, espero que os guste!
Capítulo 1.
Ya estaban en diciembre. Habían pasado unos meses desde el caso de la nuera vengativa. Todo seguía más o menos igual, bueno no todo. Kate prácticamente se había mudado al apartamento de Richard aprovechando que Alexis se había trasladado ya definitivamente a universidad y que Martha pasaba poco tiempo en el piso porque se había echado un nuevo novio aunque, de vez en cuando, decidía hacerles alguna visita.
Eran las seis de la mañana del martes. Richard y Kate dormían plácidamente, ella en el lado de la izquierda de la cama, tumbada de lado dando la espalda al escritor, y él estaba durmiendo boca arriba. Royal entró en la habitación, se acercó a Castle y empezó a olisquearle la cara para luego darle algún que otro lametazo.
- Mmm… Cinco minutos más… - Suplicó con los ojos cerrados. – Mmmm… Kate tienes la lengua muy húmeda y áspera… - Se pasó la mano por la cara aún sin abrir los ojos.
Al oír esto la inspectora se dio la vuelta, extrañada por el comentario del escritor.
- Cariño no te ofendas pero… te huele muy mal el aliento… - Castle apretó los ojos y puso cara de desagrado. Kate, ofendida, le dio un golpe en el brazo. - ¡Au! – Se llevó la mano al brazo y abrió los ojos.
- Con que me huele el aliento. – Alzó una ceja, se cruzó de brazos y se le quedó mirando con cara de pocos amigos.
- Sí bueno… yo sólo… - Miró a Kate y luego al otro lado, de donde procedían los lametones. - ¡Has sido tú Royal! – Se limpió la boca con la mano. - ¡Qué asco!
- ¿Tienes algo qué decir? – Preguntó Beckett sentándose en la cama.
- Si, no tenía que haberle enseñado a abrir la puerta. – Ella le dio con la almohada. - ¡Ay! Hoy te has levantado de mal humor, ¿no? ¿Y mi beso de buenos días?
- No, que me huele el aliento. – Dijo Kate con recochineo y le miró de reojo. Se estiró, se levantó de la cama y se fue directa al cuarto de baño.
- ¡No me refería a ti sino a Royal! – Se defendió. - Voy a hacer café a ver si así cambia tu humor. – Se puso en pie.
- ¡Acuérdate de que te toca a ti sacar a Royal! – Gritó ella desde el otro lado de la puerta.
- Sí sí sí… - Asintió con la cabeza aunque Kate no pudiese verle. –Pero al menos deja que me tome un café. Vamos chico. – Royal ladró y siguió a Castle hasta la cocina.
Un rato después, Kate, recién duchada, se fue a la cocina donde una taza humeante de café le estaba esperando.
- Buenos días. – Dijo la inspectora sin mirarle. Se sentó en uno de los taburetes y le dio un largo trago a su café.
- ¿Vas a estar así mucho tiempo o sólo hasta que la cafeína haga su trabajo?
- No sé, dímelo tú… - Le miró de reojo. - ¿Vas a seguir confundiéndome con el perro?
- Oh vamos Kate, no ha sido para tanto… - Intentó defenderse. – Además lo dices como si me ocurriese todos los días… Sólo han sido una o dos veces…
- Una o dos docenas. – Bebió de nuevo.
- Sí bueno… Puede… Es que aún no me acostumbro a tenerle aquí.
- Lleva ya dos meses con nosotros, digo yo que podrías diferenciar entre sus besos y los míos, ¿no? – Le tiró el trapo de cocina a la cara.
- Vale, vale, prometo no volver a hacerlo, palabra de escritor. – Levantó la mano derecha a modo de juramento. - ¿Me perdonas ya? Que tú necesitas tu café de por las mañanas y yo necesito mí beso de buenos días. – Puso cara de perrito abandonado al igual que Royal, que estaba tumbado en el suelo junto a ellos.
- Anda ven aquí. – Se estiró hacia delante, cogiéndole la cara con ambas manos, dándole un tierno beso en los labios. - ¿Mejor?
- Wow mejor, mucho mejor. – Sonrió. Ella se levantó del asiento con la taza en la mano y fue detrás de la barra donde él estaba.
- Anda, vístete que mira qué carita te está poniendo Royal. – Ambos miraron al perro. – Te está esperando. – Le dio a Castle una palmada en el trasero. – Mientras estáis fuera voy preparando el desayuno.
- Vale mandona… - Se dio la vuelta para mirarla y puso sus manos sobre la cintura de ella. – Podrías hacer tortitas… - Sugirió.
- Bueno tú vete y ya veremos si luego tienes una sorpresa. – Le rodeó el cuello con sus brazos.
- ¿Qué tipo de sorpresa? – Dijo con picardía, sonriendo como un niño pequeño, elevando repetidamente las cejas.
- ¿Sabes Rick? A veces pienso que lo tuyo ya es enfermedad. – Contestó ella entre risas.
- Hay que recuperar mucho tiempo perdido. – Le recordó. – Cuatro años dan para mucho y pienso cobrarme todos y cada uno de esos días.
- No tienes remedio. – Kate negó con la cabeza.
- Y por eso te gusto. – Puso su sonrisa irresistible. Ella alzó los ojos y sonrió tímidamente.
- Ya… Venga prepárate ya que hasta que lleguéis al parque tenéis un buen paseo y no quiero llegar tarde a comisaría. – Le dio un rápido beso y se fue hacia la nevera para preparar el desayuno.
- Vooooy… Pero me da mucha pereza ir a correr. – Dijo con fastidio yendo hacia la habitación.
- Ya, pero no fui yo quien dijo que estabas echando tripa. – Dejó los huevos sobre la encimera.
- ¿Tripa? – Se asomó por la puerta de su habitación sin camiseta. – ¡Pero mira que vientre más plano! – Señaló su abdomen. - ¡Es una tabla de planchar!
- ¡Rick venga! – Le regañó desde la cocina.
- Sí, sí… Ya voy… - Volvió al cuarto y un rato después ya se había cambiado de ropa. – Pero quiero tortitas… - Le señaló con un dedo mientras sostenía la puerta de la salida. – Vámonos Royal.
Una media hora después, Kate estaba terminando de preparar el desayuno cuando la puerta se abrió.
- ¿A qué no ha sido tan horrible? – Puso las tortitas en un plato sin levantar la vista hacia la entrada.
- Que no ha sido tan horrible ¿el qué querida? – Martha cerró la puerta tras de sí.
- Ah, hola Martha. – Sonrió. – Perdona, pensaba que eras Rick.
- No pasa nada. – Se quitó el abrigo y se fue a la barra donde se sentó en uno de los taburetes. – ¡Qué bien huele!
- Gracias. ¿Quieres que te sirva unas pocas? – Señaló el plato con la espátula.
- Ya he desayunado aunque, no te diré que no a un par de ellas. – Sonrió con picardía. – Y, a todo esto, ¿dónde está Richard?
- Oh, salió a correr por el parque con Royal. – Dijo Kate mientras cogía otro plato para servir a la actriz.
- ¿Richard? ¿Correr? – Se sorprendió. - ¿En serio? – La inspectora asintió. – Querida, no sé qué estás haciendo con mi hijo pero te felicito.
- ¿Por qué? – Preguntó ella extrañada ante aquel comentario.
- Pues porque mi hijo nunca, jamás en la vida, ha hecho deporte. – Confesó Martha.
- No puede ser, pero si tiene un cuerpo atlético. – Comento Kate algo asombrada.
- Pues no, lo que tiene es muy buena genética, como su madre. – Dijo en tono confidente mientras se señalaba el cuerpo. Ambas se sonrieron. - ¿Y por qué le ha entrado ahora esa afición por el ejercicio?
- Dice que está echando tripa. – Kate se encogió de hombros. – Yo ya le he dicho que no es verdad, que está muy bien pero ni caso. – Sonrió.- Aunque en el fondo no le viene nada mal hacer algo de deporte, que cada vez que nos toca perseguir a alguien él acaba casi sin aliento.
- Me parece muy buena idea. – Martha asintió. - Tiene que empezar a cuidarse que ya no es ningún chiquillo. – Se llevó a la boca un trozo de tortita. – ¡Están buenísimas querida!
- Gracias Martha. – Sonrió la inspectora. - ¿Quieres un poco de café?
- ¿Quién en su sano juicio despreciaría un buen café? – Kate sacó una taza del armario y sirvió a Martha. – Por cierto, ¿llamó ayer Alexis?
- Sí, dijo que este fin de semana vendría por aquí a hacernos una visita.
- Perfecto, entonces este viernes me quedaré a dormir. Estoy deseando poder abrazar a mi nieta.
En ese momento la puerta volvió a abrirse dejando paso a un exhausto Castle y a un Royal feliz. Nada más entrar el perro fue corriendo a saludar a Martha.
- Madre, ¿qué haces aquí? Pensaba que estabas en casa de tu nuevo y misterioso novio. – Le dio un beso en la mejilla.
- Yo también me alegro de verte querido. – Dijo con ironía. - ¿Es que una madre no puede echar de menos a su hijo y a su encantadora novia? Parece que sólo me extrañaban Kate y el perro…
- No es eso, es que pensaba que ibas a venir el fin de semana cuando vuelve Alexis. – Se sirvió un café. - ¡Tortitas! – Cuando fue a coger una Kate le dio con la espátula en la mano. - ¡Au! Hoy te has levantado un poco agresiva… - La miró de reojo.
- Y tú sabes por qué… - Alzó una ceja. - Primero dúchate y luego desayunas.
- Eh… ¿Me he perdido algo? – Preguntó Martha.
- Sí. – Respondió Beckett.
- No. – Contestó Castle a la vez que la inspectora.
- Bueno, me abstendré de preguntar. – Martha miró a uno y a otro respectivamente.
- Me voy a la ducha. – Anunció el escritor yendo hacia la habitación.
- ¿Ha pasado algo que tenga que saber? – Curioseó la actriz.
- Nada importante, no tienes por qué alarmarte. – Kate le restó importancia al asunto.
- ¿Seguro? Mira que yo de crisis de pareja sé mucho. – Confesó.
- ¿Crisis? – Kate se rió. – Nada de crisis Martha. – Negó con la cabeza. - Es sólo una pequeña confusión de Rick con el perro… Al parecer aún no sabe diferenciarnos.
- ¿Cómo? – La miró con cara de póker. – Querida como no te expliques mejor… - En ese momento sonó el teléfono de la detective.
- Discúlpame Martha. – Descolgó el móvil. – Beckett… Sí… - Cogió papel y bolígrafo de encima de la mesa del comedor. - Vale, ahora mismo llamo a Castle y vamos para allá. – Colgó.
- ¿Tenéis un nuevo caso? – Dio un largo trago a su café.
- Eso parece. – Puso cara de fastidio. – Habrá que dejar las tortitas y la charla para otro momento.
- Cariño el trabajo es el trabajo. Ya tendremos otro momento para seguir con nuestras confidencias. – Le sonrió.
- Voy a prepararme y a ver cómo va Castle. – Dejó la taza sobre la encimera. - ¡Rick! ¡Tenemos un caso! - Gritó mientras se dirigía hacia el baño.
Eran ya las siete y media de la mañana cuando Castle y Beckett llegaron a la escena del crimen. La víctima había aparecido en un descampado al lado un edificio en construcción. Kate aparcó a lado de los vehículos de la policía y los de científica. Ambos se bajaron del coche y fueron directos a ver a Lanie, la cual estaba en cuclillas junto al cuerpo.
- Hola Lanie, ¿qué tenemos? – Beckett se situó detrás de la forense.
- Tú al parecer un novio del que no quieres hablarme. – Contestó la doctora sin levantar la vista del informe.
- No empieces otra vez con eso. - Kate puso los ojos en blanco y Castle se quedó parado ante la respuesta de la forense. – La víctima, ¿qué ha pasado?
- Varón de unos cuarenta. A juzgar por la hemorragia de petequias en los ojos murió asfixiado con… esto. – Señaló lo que rodeaba al cuello.
- ¿Tiene un sujetador atado al cuello? – Preguntó Castle sorprendido.
- Al parecer es lo que le causó la muerte. – Respondió Lanie terminando de apuntar algo en el informe.
- Eso sí que es una lencería de muerte. – Ironizó el escritor llevándose miradas reprobadoras por parte de la inspectora y la forense.
- Sí pero, ¿un sujetador? ¿Por qué no una cuerda o algo así? – Dijo Beckett para sí en voz alta, Lanie se encogió de hombros.
- Quizá es lo que tenía más a mano nuestra asesina. – Opinó el escritor.
- ¿Por qué das por hecho que ha sido una mujer? – La inspectora alzó una ceja.
- No conozco a muchos hombres que lleven sujetador. – Declaró de forma evidente.
- Es más común de lo que te imaginas. – Lanie se metió en la conversación. – Te sorprendería la de cosas así que he visto en mis cadáveres. – A Castle le dio un escalofrío y puso cara de desagrado.
- Ya… - Miró a Castle y a la forense. - ¿Algún signo de lucha?
- Negativo. – Negó con la cabeza. – Es posible que la víctima pensase que se trataba de algún tipo de juego sexual.
- Sí pero un tío tan grande debió de poner resistencia. – Habló el escritor. Lanie se encogió de hombros.
- Sabré más en cuanto me lo lleve al laboratorio.
- ¿Y la hora aproximada de la muerte? – Preguntó la inspectora.
- Entre la una y las tres de la mañana. – Contestó la forense.
- Gracias Lanie. – Se despidió Kate.
Castle y Beckett se dirigieron hacia donde estaba Esposito.
- ¿Sabemos quién es? – Interrogó la inspectora.
- Según su carnet de conducir es Norman Johnson. – Sacó el documento de la cartera y se lo mostró. – Era el propietario de una inmobiliaria. – Les enseñó una tarjeta de visita.
- ¿Ha sido un robo? – Preguntó Castle.
- No, no falta nada, tiene las tarjetas de crédito y el dinero. – Apuntó el detective. – Unos doscientos pavos.
- ¿Y qué hacía un empresario con tanto dinero en metálico a esas horas de la madrugada en mitad de un descampado? – Beckett dio una vuelta examinando el lugar.
- ¿Drogas? ¿Prostitución? ¿Una reunión con los extraterrestres? – Kate se giró para mirarle y levantó una ceja incrédula. - ¿Qué? Quizá quería venderles un piso. – Se justificó Castle.
- ¿Algún testigo? ¿Hay cámaras de seguridad en la obra?
- No a las dos preguntas. Al parecer nadie ha visto nada. – Dijo Esposito.
- ¿Y quién encontró el cuerpo? – Habló Rick.
- Andy Flint. – Señaló al hombre que estaba hablando con uno de los policías. – Salió con su perro a dar un paseo. El animal se alejó demasiado y cuando fue a buscarlo le encontró olfateando el cadáver.
- Beckett, hemos encontrado algo. – Le llamó Ryan e hizo un gesto con la mano para que se acercase. – Parecen marcas de neumáticos. – Kevin y Kate se agacharon para poder observarlo mejor.
- Sí… - La detective frunció el ceño. – Aunque no se distingue muy bien el dibujo. – Kate se fijó en cierto punto del suelo. - ¿Y esto?
- También te llamaba por eso. Parece como si hubieran arrastrado el cuerpo y luego hubiesen intentado borrar las huellas…
- Que fotografíen todo y que lo analicen en el laboratorio. – Pidió Beckett. – A ver si podemos sacar algo en claro de todo esto.
- Ahora mismo aviso a los técnicos. – Fue a buscarlos. En ese momento Castle apareció.
- ¿Dónde te habías metido? – Preguntó Kate.
- Estaba jugando con el perro. Se llama Mike. – Beckett intentó ocultar una sonrisa y puso cara seria. - ¿Qué? Me recordaba a Royal. – Se encogió de hombros. - ¿Alguna novedad?
- Hay marcas que indican que el cuerpo fue movido hasta aquí. – Señaló la tierra removida. – Y huellas de neumáticos.
- Así que lo mataron en otro lugar y luego tiraron aquí el cadáver…
- Esta no es nuestra escena del crimen. – Contestó la detective asintiendo con la cabeza a lo que Castle dijo.
P.D: ¡Gracias por leer!
