Dedicado con cariño a oxybry. Ella sabe por qué ;)
Descargo de responsabilidad: No. Skip Beat sigue sin ser mío…
FLORES O GARROTE
—Hmm… —murmuró Yashiro—. Oye, Ren…
—¿Sí? —le contestó él, las manos en el volante, atento a la carretera.
—¿Te he contado la historia de amor de mis abuelos?
—Bueno, de tu familia me has contado más bien poco… Pero no. No, que yo recuerde.
—Bah… —agitó Yashiro una mano en el aire, restándole importancia al comentario—. En cualquier caso, sabes tú más de mi familia que yo de la tuya. Y eso que soy tu mánager…
Ren soportó la indirecta, derecha y firme, contra su persona. No. Por más que Yashiro fuera lo más cercano a un amigo —demonios, era un verdadero amigo—, él no estaba listo para abrir aún esa puerta de su vida.
—Bueno… —continuó Yashiro—. El caso es que mi abuelo llegó al pueblo como el nuevo maestro. Ya sabes, Ren… Guapo, joven, trabajador, un encanto con los niños en la escuela… El pueblo lo adoraba… Las muchachas babeaban a su paso y peleaban entre sí por ver cuál conseguía pescarlo… Pero él no tenía ojos sino para mi abuela. Una jovencita un par de años más joven que no quería oír ni hablar de matrimonio. Un marido que le cortaría las alas y que no le permitiría seguir su pasión, la escritura. Así que ella se deshacía de cualquier pretendiente y huía de mi abuelo en cuanto lo tenía cerca…
—Obviamente en algún momento dejó de hacerlo, ¿cierto? —comentó Ren.
—Oh, sí. Pero a mi abuelo le costó un mundo. Lo intentó con flores, con poemas, con dulces… Y mi abuela, que nanay. Que no. La madre de mi abuela lo invitaba a cenar a cada momento, con la esperanza de que el joven maestro atravesara su coraza y ablandara su corazón. Pero no… Mi abuela agradecía las flores con una sonrisa y ya está. Mi abuelo estaba desesperado… Y no era el único… Así que mi bisabuelo y él decidieron convertirse en compinches y recurrir a medidas desesperadas.
—¿Medidas desesperadas? —repitió Ren. No le gustaba el rumbo que estaba tomando la historia. Parecía demasiado cercano. Demasiado familiar…
—Ajá —confirmó Yashiro—. Mi abuelo convenció/engañó/manipuló a mi abuela para ir juntos al cobertizo a buscar cualquier tontería. Mi abuelo hizo acopio de toda su valentía y le robó un beso y un abrazo muy íntimos. En ese preciso momento, tal y como había sido acordado, apareció mi bisabuelo garrote en mano demandando que la honra de su hija fuese restaurada. Mi abuela se apartó enfurecida de los brazos de mi abuelo y le viró la cara de un guantazo que oyeron hasta en el pueblo de al lado.
—¿Y se tuvo que casar con él? —preguntó Ren, entrando ya en el aparcamiento subterráneo de LME.
—Sí. A mi abuela no le quedó más remedio. La reputación de una chica lo es todo… Y más en un entorno tradicional, Ren…
Él asintió, comprendiéndolo. Si bien le pareció que forzar a una muchacha a contraer matrimonio contra su voluntad ciertamente no era muy correcto.
—¿Y fueron felices? —preguntó Ren.
—Pues claro que sí —Yashiro sonrió, quizás perdido en el recuerdo de los abuelos que él conoció—. Al final resultó que mi abuelo fue quien más apoyó a mi abuela en su sueño de ser escritora. Y todos los prejuicios que tenía ella en contra del matrimonio se desvanecieron como el humo en un día de viento…
—Bien por ellos —concedió Ren.
—¿Entiendes a dónde quiero llegar con esta historia, Ren?
El tono de su voz cambió. Las alarmas empezaron a sonarle a Ren y cuando giró la cabeza, un escalofrío le erizó la espalda al ver la expresión taimada y astuta de Yashiro, y especialmente, el brillo diabólico en el cristal de sus gafas.
—Tienes tres semanas para intentarlo con las flores, Ren. Ni una más —le dijo reconviniéndolo con el dedo índice—. Y sí, esto es un ultimátum.
Ren frunció el ceño. ¿Pero qué demonios…?
—Puedo hacer que Takarada-san te encuentre con Kyoko-chan en situación comprometida y fácilmente malinterpretable en cualquier momento. Sus ojos verán lo que quieran ver.
¿Qué? Espera… ¿Qué?
—Así que ¿cómo va a ser, Ren? ¿Flores o garrote?
Una locura. Eso, una locura. ¿Cómo iba a enredar a Kyoko de esa manera? ¿Cómo iba a engañarla así? Aunque… Si lo miraba bien, tan solo se trataba de acelerar las cosas un poquito, ¿verdad?
—También podría hablar con el Taisho, ¿sabes? —le amenazó Yashiro.
Y Ren tuvo la certeza de que en vez de garrote se usarían todos los cuchillos del Darumaya.
