Entre a mi cuarto arrastrando los pies, aventé mi mochila y cerré la puerta con seguro tras de mí. No quería que nadie ni nada entrara en ese momento.
-¿Porqué nadie me cree? ¡La evidencia es clara! …No estoy loco –Pensó un momento – O quizá sí, hablar solo conmigo mismo no es sano, ¿Pero con quién hablaría si no?
Me quité las botas y me coloqué mi pijama, aunque fueran las 8 de la noche, me sentía extrañamente cansado. Bostecé un poco, entré al baño, lavé mi cara y me cepillé los dientes.
-Mañana será otro día –Le dije a mi reflejo en el espejo, apague la luz y me dirigí a mi cama. No sé cuánto tiempo estuve acostado, pero creo yo que me dormí ni bien mi cabeza tocó la almohada.
.-.
Tras la sombra de la ventana, un sujeto con patas de araña sonreía malévolamente, su plan esta vez no fallaría. Se quedaría con él, nadie se lo iba a quitar, solo hacía falta…un pequeño corte.
Sonrió de nuevo, con aquella característica sonrisa de zipper. Sacó una bolsa, la perforó y la esparció sobre la cama, manchando un poco el suelo.
La sustancia roja corría por la ya pálida y fría piel de aquel cadáver, dejando algunos coágulos en su brazo.
¿Una nota?...Pensó para sí mismo, ¿Debería de dejar una? , Nah, no era necesaria.
-Buenas noches, dulce larva. – Beso la frente del humano y lo cargó en su espalda.
En la base subterránea de Zim.
-Uhg…algo me dio cañangas ñangas –Susurró Zim, sintiendo su verde piel erizarse. –Es hora de despertar al humano apestoso. –Presionó un botón y tecleó algunas palabras, con las cuales activó luz de una celda. Un tubo lo succionó y quedó en frente de las rejas.
Abrí los ojos para solo volverlos a cerrar con fuerza, cubriéndolos con mi brazo. ¿Por qué tanta luz? Los tallé un poco con mis manos y poco a poco me acostumbre.
Con la vista un poco borrosa traté de descifrar en donde me encontraba. Debajo de mi estaba el frio y duro suelo, a mi alrededor había… ¿Barrotes?
Me incorporé del suelo y corrí hacia ellos, jalándolos con fuerza. –Maldición.- Susurré en voz baja. -¿Dónde estoy? –Levanté la cabeza, en el techo solo estaban esos enormes focos de luz blanca.
-Buenos días, humano – Escuché su voz en mi nuca y mis pies se elevaron del suelo. Me había agarrado con una de esas malditas patas mecánicas.
-¿Qué carajos Zim?... ¿No me puedes dejar dormir en paz una vez? –Le observé molesto, estaba cansado de repentinamente despertar en lugares diferentes.
-¿Eh? …Pero si esta es una de las primeras veces que te "secuestro", como dirían ustedes. ¿No serás sonámbulo? –Me observó con gracia, como si fuera un maldito juguete.
-¡Déjame ir! –Le grité molesto y como pude jale su pata mecánica, moviéndolo un poco nada más.
-No, no mono apestoso. – Sonrió, mostrando aquella extraña dentadura de Zipper, acercó a Dib a los barrotes, colocó su mano en aquel extraño mechón en forma de guadaña, jugando un poco con él. –Tú ya eres propiedad del poderoso Zim, deberías de sentirte alagado por tal honor.
-¡No soy tu propiedad, Ni tuya ni de nadie! – Pateó a Zim en su Squeedly Spooch, haciendo que este retrocediera y soltara al humano.
-Uhg…humano tonto. –Soltó una risa digna de un maniaco. Con ambas manos en su vientre, se incorporó. Caminó despacio a una pequeña paleta de control.
-Zim creó un plan perfecto, solo necesitaba esperar el momento en el que bajaras la guardia y pelearas con tu unidad paterna. – Dirigió su mirada escarlata a los dorados ojos del confundido humano.
-Mi plan maestro era hacer que tú murieras, sin necesidad de morir realmente. Solo una pequeña farsa. –Soltó burlón, mientras enviaba un archivo a la pantalla principal de aquella sala. -Como el débil humano que eras, lleno de desesperación de este sucio y asqueroso planeta, caíste en las redes de la muerte, solo hacían falta unos pequeños cortes en tus brazos.-
En la pantalla se mostraba la imagen de aquel cuerpo pálido con los brazos cortados, sosteniendo una pequeña navaja entre sus dedos. Aquel cuerpo estaba cubierto de sangre. Dib observaba en shock la imagen.
-¿Qué demonios hiciste Zim? –Se acercó molesto a las rejas, volviéndolas a jalar para escapar.
-Técnicamente estabas muerto, solo fue necesario un pequeño holograma. –Ignoró por completo las quejas del moreno. -¡Nadie te extrañará larva humana!... ¡Una limpia victoria para Zim! –
-¡Ellos…ellos se darán cuenta! –Contesté asustado, sentía el frio sudor recorrer mi frente. Mis manos empezaban a temblar y perdía fuerza en las rodillas. - ¡Vendrán a buscarme! –Grité por último, colapsando y quedando de rodillas en el suelo, recargue la cabeza en los barrotes.
-Oh…esas son mentiras humano, sucias y crueles mentiras. Y lo sabes. –Contesto con felicidad la alienígena.
- ¡Cállate!...Ellos vendrán… -Susurré lo último.
-Oh, yo no estaría tan seguro Dib apestoso. –Sonrió de nuevo, ahora con malicia. Volvió a teclear algunas cosas y en la pantalla mostraba las noticias de la ciudad.
-Mira humano, observa que tan preocupados están. – Se sentó tranquilamente en una silla, tomando algunas golosinas de quien sabe dónde.
En la pantalla…
-¡Profesor Membrana…Profesor! –Gritaban varios reporteros intentando llamar su atención. Aquel científico se encontraba abrazando a un chico con una gabardina blanca. Ambos saludaban al público. A decir verdad, ambos tenían las mismas ropas.
-¡Usted! –Apuntó a uno de los hombres en la multitud. –Por favor, haga su pregunta.
-Gracias profesor…- La multitud guardó silencio, esperando la pregunta y la respuesta. –Díganos profesor… ¿Qué planes tiene para el futuro ahora que Dib, su hijo aquí presente y completamente vivito y coleante ha decidido unirse a usted en su investigación? –
Las cámaras apuntaron a ambos científicos, los flashes de las fotos se reflejaban en todos lados, la multitud empezaba a murmurar. Algunos decían que Dib estaba muy loco para ser científico, pero alguien siempre les mostraba lo contrario.
-Bueno, primero que nada, me siento muy alagado de que mi hijo sentara cabeza en la ciencia, he de heredar los laboratorios Membrana a mi amado hijo.
-Gracias papa –Contestó Dib con una sonrisa en el rostro y acercó el micrófono a él. -¡Prometo que haré mi mayor esfuerzo! –Saludaba y sonreía. Era igual a él, nada diferentes.
El Dib tras las rejas observaba en shock la televisión, sintió la desesperación correr tras sus venas. –No es real…eso es…Es una ilusión, si. Algo ha de haber hecho Zim…- Pensaba mentalmente, buscando alguna explicación lógica a lo que sus ojos observaban.
Se incorpora violentamente del suelo y jalonea las rejas de nuevo.
-Por Júpiter... ¿QUE HICISTE ZIM? –Gritó furioso, sintiendo las lágrimas recorrer por sus mejillas. -¿Cómo pudiste atreverte?- Aún cuando intentaba mantenerse en pie, su cuerpo no le respondía, en el suelo, se mantenía abrazando sus piernas y escondiendo su rostro del irken.
Zim sonrió con malicia. -¿Yo? ¿Hacer algo? ¡Zim es inocente estúpido clon cabezón! – Empieza a reír de nuevo, Dib le observa, parpadea varias veces intentando entender lo escuchado. Zim ríe de nuevo ante la acción del humano.
-¿No lo sabías Dib-larva? –Camina despacio a la jaula y se inclina, quedando a la altura del chico. –Eres solo un clon de tu "padre". –Zim solo le observa y le dedica algo semejante a una sonrisa cálida, inclinando la cabeza. –Saliste defectuoso y te cambió por uno nuevo. –
-¡Basta! –Gritó y luego empezó a reír. -¡Como si tú fueras perfecto estúpido irken!– Remarcó las últimas palabras, ambos se veían fijamente.- ¡Por eso estas EXILIADO en la tierra! – Escupió venenosamente, Zim dio unos pasos atrás, su cara mostraba completa sorpresa.
Ambos guardaron silencio, Zim movía sus antenas y daba a entender que diría algo pero se retractaba al instante.
-Humano estúpido – Susurró mordiendo su labio. -¡Esas son mentiras!
Dib suspiró cansado en el suelo. ¿Qué hora sería? ¿Cómo saldría de ahí?
-¿Qué haría si saliera de aquí? –Susurró abrumado, eso sería lo más difícil de afrontar. Al parecer ya había sustituido por uno mejor.
-¿Salir? ¡Ja! Dib mono, no vas a salir. ¡Eres pertenencia del gran Zim!-
Los barrotes se disolvieron y ambos quedaron enfrente del otro.
Zim tomó a Dib del brazo con fuerza, asegurándose de que sus uñas se enterraran en su piel. –No vas a salir de aquí nunca. –Le susurró amenazante al oído. Pronunciando cada palabra lentamente. –Eres de mi pertenencia Dib.
-¿Qué…que es esto que siento en mi pecho? – Se preguntó alarmado el humano tras sentir el cálido aliento del irken en su oreja. –Cada palabra…Uhg mi estomago. ¿Qué es eso? -
El cuerpo de Dib se tensó y sintió casi su alma abandonar su cuerpo cuando sintió la extraña lengua de Zim lamer su rostro.
Casi de manera robótica giró su cabeza para encontrarse con dos brillantes orbes escarlata observándolo fijamente.
-¿Q-que ha-haces Zim? –Preguntó nervioso y sintiendo un nudo en la garganta. Temiendo la respuesta.
-Te marco como mi pertenencia. Solo de Zim y de nadie más.-
Pertenencia…
-¡Hey un momento! –Dib entró en razón. -¡No soy tu….- Dib guardó silencio al sentir la fría pared en su espalda. Fría. -¿Qué carajos? –Pasó sus manos por su pecho, buscando su gabardina o su camisa. -¿En qué momento?...-
-Zim…¡detente ya! – Gritó avergonzado, abrazando sus hombros, aquella habitación era fría.
El irken de ojos escarlata solo se dedicaba a observar la reacción del humano.
-Solo de Zim Dib-cosa, y de nadie más.- Sonrió con falsa dulzura. Sacó de su pak un pequeño y extraño aparato y lo acercó al pecho de Dib.
En un auto reflejo, el moreno, de un golpe, arrojó tal cosa, pateó a Zim y salió corriendo.
No más de 5 pasos y había sido retenido por unas pinzas provenientes del suelo, el techo y las paredes.
-¡Joder Zim! –Gritó intentando aflojarse. Logrando solo, agotar su energía.
-Te ves tan tierno retorciéndote como un sucio gusano Dib-cosa –Sentado, con las piernas cruzadas y con la cabeza recargada en un brazo, Zim solo se limitaba a observar a suDib-cosa.
-Enserio no me piensas liberar, ¿Verdad? –Suspiró cansado y dándose por vencido. –Tu ganas estúpido irken…-Agachó la cabeza. –Después de todo…ya no tengo a donde ir.- Suspiró de nuevo. Dejó que su peso fuera sostenido por las pinzas.
Y solo estaba ahí, tendido como un muñeco sin vida. ¿Qué podría hacer? Sería este mi único…¿Hogar? Supongo que papá no mentía. Quizá por eso me ignoraba. Era solo Su pobre hijo loco. ¡Por Saturno! ¿Por qué pensaba en eso?
-Dib, escúchame. –Zim se acercó a él, quedando a unos pasos de distancia. Dib solo levantó la cabeza y le observó fijamente. Con una mirada completamente vacía. Dándole a Zim Cañangas ñangas .
-Uhg…no me veas así. –Respondió con una seña de asco. Extrañamente, el humano solo sonrió y Zim hiso lo mismo.
-Humano ¿Por qué te sorprende lo que la gente de tu planeta hace? Incluso contra la familia. –Inclinó la cabeza, pensó un segundo. –Zim está siendo muy blando…-susurró moviendo la cabeza en forma de negación.
-¡Mira humano apestoso! –Lo tomó de los hombros y lo empezó a zangolotear. – Pon atención en lo que Zim dice, porque Zim no lo volverá a repetir. –El poseedor de la mirada escarlata lo amenazo con esta.
-Les has dado la vida, les proteges de cualquier amenaza. Has sido un horrendo dolor en el Squeedly Spooch de Zim. Y todo ¿Para qué humano apestoso? ¿Quién más aparte del poderoso Zim te toma en cuenta? –Se acercó a su rostro, quedando a unos escasos centímetros. –Dímelo para darle una muerte muy, muy dolorosa.
-Zim…- Dijo Dib sorprendido ante las palabras del irken.
-Cállate humano asqueroso, no interrumpas a Zim. – Aquellos ojos escarlata brillaban. La luz rosada que había en el fondo daba un toque extraño ante tal escena.
-Como Zim decía. Les has dado la vida y en recompensa, ellos solo te han dado un infierno. Como lo llaman ustedes. – Se alejó, le dio la espalda y comenzó a mover su mano derecha en el aire. –Por eso , eres propiedad de Zim.
-Eh…eso…- Si hubiera podido, Dib hubiera colocado sus dedos masajeando su sien. Al parecer aquel irken intentaba decir algo. –Zim, te lo pido, ve al grano.
El delgado cuerpo del irken se tensó, cerró sus puños con fuerza.
-Uh..Pues…-Giró su cuerpo y comenzó a rascar su barbilla. –Deberías de sentirte feliz, Zim se deshizo de…de eso. –
El irken desviaba la mirada a los lados, hasta una pequeña hormiga en el techo se le había hecho interesante.
-¿Solo para eso planeaste mi muerte? –Preguntó completamente cansado del rodeo que le daba el irken.
Zim mordió su labio, tensó su cuerpo y jugaba con sus dedos.
-¡Eso es estúpido Zim, estúpido! – La fuerza volvía a su cuerpo, determinación, valor. – Destruiste mi vida, por muy maldita que fuera, era MI VIDA – Comenzaba a llorar, su voz se cortaba.
-¿Vida? ¿A eso le llamabas vida? -
-Era mía, era mí problema. Mio-
- ¡Pues que masoquista eres, humano idiota! –
-¡Estúpido irken! ... Ni siquiera pudiste planear bien tu estúpido plan. ¿Qué piensas hacer conmigo? Anda, ¡MATAME DE VERDAD! Al menos así ya no vería tu estúpida y verde cara, ¡ni volvería a saber nada sobre ese estúpido clon de mí, ladrón de vidas! -
-¡Pues quizá debería de matarte y dejar de ver tu enorme cabezota que cubre su patético sistema solar! –
-¡Pues qué demonios esperas! ¡Anda, acaba con aquella a la que llamas mi patética vida humana!... ¡Y mi cabeza no es tan grande! – Las lágrimas surgían a través de aquellos ojos dorados, curiosamente, el irken lloraba igual. Mordía su labio y parecía pensar en su siguiente movimiento.
Zim apretó unos botones y las pinzas liberaron a Dib. Inmediatamente, un tubo apareció enfrente de él.
-Acaba con tu patética humana vida tu solo. – Y despareció de ahí.
Arriba Zim se encontraba golpeando y arrojando cosas contra las paredes o el suelo.
Maldecía a todo en irken antes de destruirlo.
Cuando se sintió cansado dejó su cuerpo caer de espaldas contra el frio metal del suelo.
Se encontraba agitado, su pecho subía y bajaba rápidamente. Sus ojos ardían, su pecho dolía.
-Estúpido humano y su estúpida cabezota. – Suspiró de nuevo, se sentó despacio y pensó un momento.
Nada, absolutamente nada había salido como lo había planeado.
Su idea original era secuestrar al Dib, colocar un holograma en su casa, que este estuviera muerto y vivir feliz con su Dib.
¡Pero no!, la basura terrícola tenía que arruinar su idea.
Por Ikr, ¿Cómo iba a saber que el humano era un clon? ¡Y que su unidad paterna lo clonaría de nuevo!
Eso ni siquiera lo había visualizado en todas las posibles formas de que el plan saliera mal.
Estaba frustrado y vaya que lo estaba. Al haber sido, por primera vez, tan dedicado a cumplir un plan al pie de la letra, sin darle rodeos o presumir, estaba completamente molesto de que el resultado fuera este.
Su declaración, su poderosa y sentimental declaración.
Todo a la basura.
Sintió como algo le molestaba internamente, empezaba a sentirse culpable.
-¡Eso es estúpido Zim, estúpido! –
– Destruiste mi vida, por muy maldita que fuera, era MI VIDA –
Debía de arreglar las cosas con él.
Ejem, los personajes de esta serie no me pertenecen, son de Jhonen Vasquez y Nick.
Pueden encontrar el Fanart de los primeros capítulos de este fic en la página de mi perfil. Cortesía de Conejita-Ginny. Gracias *-*
Saludos lectores. =3
Sakura M.
¿Review?
