Dos meses y nada.

Ya era tiempo, lo sabía, sin embargo seguía negando lo evidente; de alguna manera logré armarme de valor y lo hice, el resultado fue el esperado: positivo.

No sabía qué más hacer, sólo me quedé mirando la prueba, sentada en el suelo y con el corazón latiendo a mil por hora, ¿y ahora qué?

Mis uñas estaban completamente mordidas, mi cabello despeinado y mis ojos enrojecidos por las lágrimas, en serio, ¿ahora qué?, ¿debía decírselo?, es lo que se debe hacer, ¿o no?, es decir, informar al padre y…ojalá tuviera una amiga para "consultar" este tipo de cosas, pero no tenía una amiga, ni siquiera una conocida, además me daba mucha pena.

Me duché, arreglé mi cabello y me maquillé un poco, decidí que debía decírselo, a él probablemente no fuera a importarle mucho pero, bueno, creo…que tenía derecho a saberlo, como dije, es lo que debe hacerse, ¿verdad?, pero, ¿cómo iba a decírselo?

Lo pensaría en el camino, lamentablemente el viaje no fue tan largo como yo hubiera deseado, en veinte minutos estaba ahí, Baker Street, en el 221B para ser más específicos.

Me recibió la señora Hudson, diciéndome lo guapa que me veía y acompañándome escaleras arriba donde lo encontré, Sherlock estaba tirado en el sillón, aún vestía la pijama y la bata, además estaba descalzo, John, en cambio, estaba arreglado como para salir.

- Hola, Molly- saludó John, acercándose, su colonia me provocó un mareo que traté de disimular, sin éxito.

- Hola, John…- mascullé, recuperándome.

- ¿Estás bien, querida?- pregunto la señora Hudson – te prepararé un té y algo para picar, te ves pálida…-

- Oh, no, no es necesario- repliqué.

La anciana insistió y bajó sin dejarme protestar más, Sherlock, como si apenas se diera cuenta de mi presencia, se sentó en el sillón y me dirigió una mirada escrutadora.

- ¿Qué haces aquí, Molly?- preguntó Sherlock.

- Tengo que decirte algo- dije, comenzando a sentirme mareada de nuevo – es importante-

John me miró con sorpresa, luego miró a Sherlock y de nuevo a mí.

- ¿Quieren que los deje?- preguntó John.

- Bueno, yo…-

- Molly, di lo que tengas que decir- bufó Sherlock, tirándose de nuevo en el sillón – el día de por sí es malo, no hay ni un solo caso interesante-

- Bueno, es que…-

- Molly, si quieres que me vaya…-

- Suéltalo de una vez- gruñó Holmes.

- ¡Estoy embarazada!- grité.

Sherlock se levantó del sillón de un salto, John me miraba atónito y la pobre señora Hudson, que regresaba con mi refrigerio, casi tira el servicio de té.

- Es tuyo- agregué, mirando a Sherlock fijamente.

La señora Hudson balbució algo que no entendí y se fue casi corriendo, John estaba congelado, mirándome sin poder moverse.

- Ah…- dijo Sherlock, como reaccionando – bueno…puedo…es decir…si necesitas dinero para el aborto no tengo problema en…-

- No pienso abortarlo- contesté.

- ¿Entonces a qué has venido?- preguntó Sherlock.

- Pues…supuse que lo correcto era decírtelo, aunque sabía que no le darías mucha importancia-

- No sé qué esperas que haga, Molly- continuó Sherlock – fue un desliz, y creí que te habías cuidado esa vez-

- A veces esas cosas fallan- contesté, sintiéndome herida – pero no te preocupes, sólo quería que lo supieras, no vine a pedirte dinero ni nada-

- Entenderás que no me interesan los niños- continuó Sherlock – mucho menos los compromisos, ese niño es cosa tuya, no me pidas que sea su padre-

- ¡Sherlock!- protestó John, reaccionando - ¿cómo puedes decir eso?, un embarazo es cosa de dos, eres responsable de…-

- No, John, está bien- dije, fingiendo tranquilidad.

- No está bien, Molly- repuso John.

- Sólo quería que lo supieras- seguí, dirigiéndome a Sherlock – y es todo, me voy-

- Molly- llamó Sherlock, haciéndome voltear - ¿qué harás con él?, ¿quedártelo?-

- Sí, creo que voy a tenerlo- admití – pero no te preocupes por nosotros, Sherlock, estaremos bien, no te estoy pidiendo nada, como dije, sólo quería que lo supieras, es todo-

Salí del 221B de Baker Street creyendo que no volvería jamás, bueno, estaba equivocada.