DISCLAIMER: Los personajes y el universo presentado en la franquicia Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto. Sólo los OC y esta historia son de mi propiedad.

Genero: Romance, Drama, Acción, Cannon-Divergence.

ADVERTENCIAS: Historia de Personaje x OC, Posible OOC, Reader-insert (o algo así), Mucho, MUCHO autofanservice de la autora, Horrores ortograficos por montón, lenguaje vulgar (probablemente), violencia (en algun momento) muerte de personajes (los que me han leido antes en el fandom de SNK, ya me conocen) y contenido explicito (si dios quiere (?)).

Capitulos: Historia dividida en 3 arcos argumentales. El primer arco contará con alrededor de 12 capitulos. Esta nota será actualizada conforme vaya variando el numero de capitulos.


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Tsunagari

(Vinculo)

Owari-hen

(Capitulo del Final)

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Allí en donde estaba, se sentía en paz.

No había dolor, tristeza o temor. El futuro no lo preocupaba, el pasado no lo atormentaba y el presente no lo presionaba, pues el tiempo no existía. No habían victorias ni derrotas, mucho menos éxitos o fracasos. No habían castigos, no habían necesidades, y mucho menos había desesperación.

Solo había paz. Una paz ininterrumpida y placentera. Una paz que no le permitía tomar consciencia de nada a su alrededor más que el simple hecho de saber que todo el sufrimiento que la vida traía consigo no era algo que de lo que azorarse. Era posible que él hubiese dejado alguna que otra cosa pendiente, pero lo más importante, lo más esencial... Había sido completado antes de llegar a ese nuevo lugar.

Así que, flotando en un mar sin color, incapaz de sentir otra cosa que no fuese tranquilidad, él se dispuso a descansar y hundirse en esa profunda serenidad, soltando lentamente los últimos hilos de su consciencia.

De cuando en cuando, podía oír la voz de personas muy queridas para él llamándolo. Y él salía de su dulce letargo para escucharlos, para darles un vistazo mientras aún continuaban con su viaje a través del cruel mundo. A veces, incluso se tomaba el tiempo de ayudarlos un poco, poniendo alguna pequeña oportunidad delante de ellos, susurrando palabras de aliento y consejo que aunque nunca llegarían a esas personas, a veces parecían alcanzar a los oídos de sus corazones y les brindaban fuerza y valor.

Luego regresaba a su letargo, esperando sin prisa alguna a que fuese la hora de encontrarse con esas personas en un nuevo momento. Pero, de nuevo, no había apuro para ello...

—... Al fin...

Sin embargo, y aunque en donde se encontraba no deberían llegar más que las palabras de aquellos a los que amaba, el sonido de una voz suave y exhausta llegó a él de un momento a otro.

—... Al fin te he alcanzado.

Él no tenía un corazón que pudiese acelerarse ante lo desconocido, tampoco tenía ojos, boca u oídos. Solo su consciencia, su alma flotaba en ese mar incoloro y cálido, y si esa voz extraña podía llegar a él, solo significaba que estaba comunicándose con alguien que, al igual que él, se encontraba en el cielo.

—¿Quién eres? ¿Cómo llegaste aquí?

—Como he llegado aquí es algo demasiado complicado para explicarlo ahora. Y quién soy no es realmente importante... No ahora que tienes una nueva oportunidad.

—¿Oportunidad? —él le preguntó curioso a la voz— ¿Una oportunidad para qué?

—Para vivir, por supuesto.

¿Vida? Ese era un concepto que se le hacía familiar por alguna razón. Algo que tenía que ver con cosas como la soledad y la tristeza, con el sufrimiento, el miedo y la lucha.

—No quiero eso... La vida es dolorosa, ya no hay nada por lo que valga la pena vivir. En cambio este lugar es tranquilo y me siento en paz.

Hubo un instante de silencio, como si la voz estuviese sopesando esas palabras... Pero cuando se atrevió a hablar de nuevo, el tono que utilizó denotó melancolía.

—Es cierto que la vida es como una larga agonía. Nunca habrá una paz eterna como esta, los tiempos de felicidad serán intermitentes y cosas como el amor pueden convertirse en el más profundo odio, o mezclarse con la peor de las tristezas...

Claro. Él podía recordarlo; el dolor de ser obligado a hacer algo que él no quería hacer, la soledad al ocultar lo que en realidad sentía, la impotencia de no obtener lo que tanto deseaba... ¿Qué era lo que podía extrañar de una vida así?

—Pero...

La voz entonces habló de nuevo, pero la melancolía había sido reemplazada por la esperanza y la ternura, para sorpresa de él.

—¿Ya no eres capaz de recordar el placer que brinda el sabor de la buena comida? ¿O lo relajante de las risas que compartes con tus amigos? ¿Ya no recuerdas la satisfacción de obtener algo tras haber luchado arduamente por ello? ¿O la alegría que se siente al ser querido por alguien a quien también quieres?... ¿Ya no recuerdas despertar en tu hogar y agradecer estar vivo para ver un día más a las personas que amas a tu lado?

...

Lo recordaba. Claro que lo hacía. El casi podía sentir aún el dulce y exquisito sabor de los dango dentro de su boca, el de los onigiri de repollo que su madre preparaba especialmente para él. Podía recordar sus intentos fallidos por contener la risa que las terribles bromas de Shisui causaban en él mientras ambos caminaban de regreso a casa. Recordaba el orgullo que sentía cuando regresaba de una misión y todos sus compañeros seguían sanos y salvos, cuando se recordaba que una amenaza para su tan amada villa había sido eliminada gracias a él.

Recordaba los cálidos abrazos que su madre le daba desde pequeño; brazos en donde se sentía seguro. Recordaba las miradas blandas de su padre cuando hacía algo que lo hacía sentir orgulloso, diciendo "Tal y como esperaba de su hijo" mientras palmeaba su cabeza. Recordaba los dulces ojos de su hermano menor, que lo miraban como quien mira a un héroe legendario, que lo seguía fielmente aún cuando no podían siempre estar juntos. Recordaba las veces que había chocado puños con su mejor amigo tras una misión exitosa, tras haber pasado un buen día, recordaba la felicidad de ver a aquel chico sonreírle y decirle que era un genio. Recordaba su corazón agitándose cuando la chica que le gustaba sonreía para él, sin parecer intimidada por lo que los demás decían de él, llamándolo genio o arrogante...

Recordaba caminar por las coloridas calles de Konoha, respirando el aire pacífico que él había ayudado a mantener, feliz de sentir la luz del sol en su rostro tras haber pasado mucho tiempo en las sombras, saludando a cada persona que le llamaba por su nombre.

—¡Uchiha!

—Uchiha-sama...

—¡Uchiha-kun!

—Uchiha-san.

—¡Itachi-chan!

—Itachi-kun.

—Itachi-Nii-san.

—Itachi...

—Uchiha Itachi.

—Agradecía estar vivo. Lo hacía de todo corazón... Pero...

—Quiero darte una nueva oportunidad, Itachi... De que vivas la vida al máximo, de que puedas ver qué hay muchas cosas crueles, pero hay aún más cosas hermosas en el mundo. Quiero que lo veas... Todo lo que yo no tuve el valor de mostrarte.

Él no tenía ceño que fruncir, pero de haberlo tenido, lo hubiese hecho ante esas palabras. De nuevo, ¿Quién era esta persona? Aunque su voz era agradable y dulce, y aunque creía haberla escuchado antes...

—¿Acaso eres un Shinigami?

Una risa parecida a una campanilla movida por el viento le respondió, y ante él, una silueta apareció como el humo que se eleva tras apagar una vela.

—No soy un Shinigami... Pero si te sirve de consuelo, tuve que luchar contra uno para poder llegar hasta acá.

La silueta empezó a tomar forma lentamente, pero lo único que pudo aclararse en ella fue la forma de unos ojos, similares al color de las amatistas mientras la voz que él había escuchado salía de entre aquel humo multicolor.

—Itachi... Después de que nuestra conversación termine, tú olvidarás todo lo que ha pasado aquí. No recordarás haber hablado conmigo, ni mucho menos podrás reconocer mi voz.

El humo empezó a disolverse entre el mar incoloro, dejándolo ver una silueta femenina de cuyo pecho brotaba lo que parecía ser una cuerda trenzada, uno de sus extremos habiéndose deshebrado mientras que los cientos de hilos de colores se dirigían en distintas direcciones. Y, para su sorpresa, uno de esos hilos estaba tenso y parecía alcanzar el lugar en donde él se encontraba, aún sin ser más que una conciencia, un espíritu.

—Aún así, hay algo que quiero decirte... De hecho, creo que esta es mi única oportunidad de hacerlo.

Él sintió un pequeño tirón, justo en el centro de su pecho. Y cuando bajó la mirada, se dio cuenta de que habían dos manos frente a él, unidos a un cuerpo que poco a poco comenzó a materializarse, cubriendo aquella consciencia sin forma, aquel espíritu sin contenedor que le pertenecía. El hilo conectado a él era rojo como la sangre, y parecía desear arrastrarlo hacia la silueta mientras comenzaba a trenzarse con los otros hilos que se perdían en la nada que los rodeaba.

—¿Edo Tensei? —preguntó de pronto, como si a su cabeza hubiese llegado una gigantesca cantidad de información que él había olvidado. Claro, él había sido un shinobi...

—No. Es un jutsu distinto: Un jutsu que controla el tiempo y el espacio —la mujer ante él explicó con calma mientras el sonido de los hilos entrelazandose entre si se volvía cada vez más claro en sus oídos—. Al igual que el Edo Tensei, este jutsu está terminantemente prohibido. Me tomó muchos años perfeccionarlo, y al menos diez años para poder encontrar todos los hilos... Pero ahora que puedo ver tu rostro de nuevo, ha valido cada segundo de espera.

Aún difuminada, él pudo ver lo que parecía ser una sonrisa en el rostro borroso de la mujer con la trenza de colores en el pecho, y él no pudo evitar llenarse de sorpresa ante sus palabras.

—¿Quién eres? ¿Por qué gastarías tu tiempo solo para hacer esto por mi?

La sonrisa bajo los ojos violetas no se borró.

—Soy alguien que juró que haría lo que fuera por verte feliz... Y ahora estoy cumpliendo mi palabra.

El sonido ahogado de los hilos tensandose se volvió tan fuerte que hizo que su pecho retumbase, el mundo sin color alrededor de ambos comenzando a temblar antes de cuartearse y derrumbarse como paredes demolidas. Podía escuchar voces en algún lugar lejano, pero él no era capaz de entender que estaba pasando ni lo que decían.

—Gracias a ti, obtuve una razón para seguir luchando hasta ahora. Con tus recuerdos, yo pude vivir una vida feliz... Ahora es mi turno de luchar entre las sombras para que tú puedas vivir una larga y hermosa vida.

Las voces se volvían cada vez más fuerte, pero aún eran incoherentes. Luz comenzaba a brillar a espaldas de la mujer, y él sentía que se ahogaba de pronto, que todo se estaba volviendo borroso a su alrededor. ¿Qué estaba pasando?

—La última vez, viviste por un tiempo breve y doloroso en el que yo no hice mas que observar. Ahora mi único deseo, mi único sueño y motivo para existir... Es que tengas una vida feliz. No importa si yo no formo parte de ella, o si termino hundiéndome en la obscuridad a cambio de eso...

La luz comenzó a cegarlo, las voces comenzaron a ser claras, sintió como si su conciencia comenzase a ser arrastrada allá a donde estaba la luz y el final del hilo... Y junto con ello, la silueta de la mujer ante él comenzó a ser tragada por el blanco.

—Yo encontraré la forma de darte la felicidad que no pudiste tener antes... Es una promesa, Itachi.

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El suave llanto de un bebé llenó la habitación de un momento a otro. Las personas que se encontraban dentro del lugar, tensas hasta ese momento, respiraron aliviadas.

—Es un niño. Un niño hermoso y saludable. —una de las enfermeras habló mientras limpiaba al infante con compresas de agua tibia.

—Por un momento nos asustamos. No quiso llorar hasta que la doctora le dio una nalgada. —comentó otra enfermera que se encargaba de limpiar la sangre que aún quedaba en la exhausta madre.

—Hah... Los Uchiha siempre nacen de formas extrañas —la joven doctora sonrió derrotada mientras ayudaba a la limpieza de la madre que, jadeante y exhausta, permanecía descansando sobre la camilla—. Recuerda como nació aquel chico, Shisui-chan.

—Estaba riéndose. Como si hubiesen sido muy graciosas las doce horas que nos puso a trabajar para sacarlo de allí —suspiró divertida la enfermera que terminaba de envolver al recién nacido en una manta azul, sonriendo al ver como el pequeño se había quedado dormido en lo que ella lo preparaba para presentarlo a su madre, quién estiró débilmente los brazos para recibirlo—. Parece que, en cambio, tu vas a ser un niño muy tranquilo, muchacho. ¿Cual será tu nombre?

La mujer de cabello negro sonrió débilmente mientras aceptaba el pequeño bulto entre sus brazos, sintiendo su pecho lleno de la más grande ternura mientras frotaba su nariz contra la mejilla suave del pequeño de cabello negro.

—Itachi... Su nombre será Uchiha Itachi.


Nota de la autora: Primer fanfic en este fandom... Y ya se que debería estar escribiendo todos los que he dejado pendientes en el de SNK, pero es que Itachi entró en mi lista de husbandos recientemente y no pude atarme las manos lo suficientemente rapido como para evitar escribir esto en vez de ACTUALIZAR DE UNA PUTA VEZ TODO LO QUE ME FALTA.

Pero lo haré, tarde o temprano lo haré. Tengo que arreglar todos esos errores que he publicado en mi vida. Pronto. Pronto...

(... O tal vez no.)

¡Muchas gracias por leer! Por favor, si te gusto, si no te gusto, si lo odiaste, si quieres otro capitulo, si tienes una sugerencia para el siguiente capitulo, si crees que merezco morir de un chidorazo por escribir esto... POR FAVOR deja un review, sigue o deja de favorita la historia o a mi, la escritora. ¡Eso me ayudaría mucho!

Kurenai Lukia.