Personajes de S. Meyer. Mi historia

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FONTANERO

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-Oh! Demonios – lo escucha gruñir y luego bufar para después escuchar algo como "tubo de pacotilla… y estúpida tuerca" con una sonrisita burlona empezó a morderse la uña del pulgar derecho mientras veía la mitad del torso de su novio bajo el lavabo y la otra mitad dentro de este, estaba más que segura que Tyler era bueno para muchas cosas pero no para el trabajo pesado.

-Ty, cariño. Creo que es mejor que salgas de ahí antes de que te lastimes – musita Isabella tratando de no reírse abiertamente, le gustaba ver a su novio sin camisa pero definitivamente no se veía bien ahí abajo.

Tyler saca el resto del cuerpo de debajo del lavabo, sus pantalones caqui estaban un poco arrugados y su torso moreno estaba un poco sudoroso, frunció el cejo al verlo así, no era usual que su novio sudara, por lo menos ella no lo había visto así. Tyler bufó y se sentó antes de ponerse de pie y enarcar una ceja hacia su novia.

-Eso está imposible, Bells. – Le contesta él tomando una toalla de la cocina para limpiarse las manos – es una cosa complicada, no es fácil de reparar – ella asiente y frunce los labios.

-De acuerdo, entonces tendré que llamar a un fontanero – mira la hora en su fino reloj de pulsera, regalo de Tyler y bufa, las cinco de la tarde – diablos, es tarde! Mi fregadero pasará todo el fin de semana descompuesto.

-No es así, bonita – sonríe su novio poniéndose nuevamente el suéter se cachemir azul claro, era tan… de la Ivy League, a veces odiaba lo pomposo que era – y no digas groserías, no se ve lindo en una mujer. – Isabella bufa y rueda los ojos.

-Muérdeme – gruñe estresada, no quiere que su cocina no sea funcional todo un fin de semana.

-Llamaré al equipo de Michael Newton, son los mejores fontaneros – saca su teléfono de ultima gama de su bolsillo y marca un par de números – todo en casa es remodelado y reparado por su constructora y su gente.

-Pero es solo una tubería, Ty – gruñe Isabella cuando lo ve llevarse el teléfono al oído.

-Es una empresa completa, bonita. Ellos lo harán, conozco al equipo de Newton. Son los mejores. – y con eso sale de la cocina para dirigirse a la sala mientras lo escucha hablar.

Isabella bufa y niega mientras recoge el tiradero de su cocina, Tyler es un jodido dolor en el culo cuando quiere, es solo una tubería y hay tantas herramientas en el piso que no entiende para que las sacó. Isabella adoraba a Tyler, se conocían desde adolescentes, habían ido al mismo campamento en L.A, un campamento para chicos con padres que tienen demasiado dinero para estar con sus hijos todo un verano.

Ella estaba en la cabaña Gold con otras catorce chicas, mientras que los otros quince chicos estaban en la cabaña Silver, tenían un sinfín de actividades, equitación, esgrima, natación, inclusive algo tan simple como búsqueda del tesoro, había tenido química con Tyler enseguida, él, era un joven apuesto, con su piel oscura, sus ojos negros y una sonrisa coqueta, tenían varias cosas en común aparte del hecho de vivir en la misma ciudad.

Al culminar el campamento decidieron volver juntos a California sabiendo que sus padres no irían por ellos. Los de Tyler eran los dueños de los Hoteles Queen que se esparcían por todo el país e incluso en Europa, tenían demasiadas ocupaciones como para tratar con un adolescente, los padres de Isabella eran los dueños de Swan Soursel y era un conjunto de empresas en una que se complementaban, iban desde las aseguradoras Swan, hasta las inmobiliarias Swan y pasaban por las constructoras Swan, eran muy reconocidos en el país y fuera de este.

Los padres de ella eran más apegados, pasaban fiestas, cumpleaños, navidades e inclusive eventos escolares juntos, ellos trataban de mantenerse lo más presentes en la vida de su única hija, lastimosamente el trabajo era demasiado, Isabella los entendía y valoraba cada pequeño momento juntos.

Luego del campamento Tyler y ella se hicieron más cercanos, pasaban tiempo juntos e hicieron los mismos cursos, incluso se postularon para las mismas universidades, lastimosamente no coincidieron en ello, Isabella fue aceptada en Harvard para estudiar finanzas y seguir con el legado de sus padres mientras que Tyler fue aceptado en Cornell, a pesar de estar en el oeste del país seguían estando lejos.

Por los siguientes cinco años perdieron contacto, hicieron sus vidas y estudiaron para ser los mejores, Isabella se graduó como segunda de su clase mientras que Tyler fue el cuarto, y tan solo por casualidades del destino se reencontraron nuevamente en New York, ella había ido a hacer unas pasantías ahí mientras que él se había establecido al norte de Manhattan para manejar las sucursales de los hoteles familiares.

No se hicieron novios enseguida, volvieron a conocerse, se hicieron amigos de nuevo, salían de vez en cuando, cuando el trabajo no se lo impedía a él y cuando las pasantías la dejaban libre a ella, hubo mucha diferencia en sus vidas desde entonces, ella había llegado hasta donde estaba por su propia mano, no quiso que sus padres interfirieran en sus notas, en sus clases ni en su ascenso en logros personales, había usado el apellido de su madre para pasar desapercibida lo mayormente posible.

Por eso había elegido New York, casi nadie la conocía en la otra punta del país, necesitaba demostrarse a sí misma que su título y sus estudios valían por lo que había en su cabeza y no en su cuenta bancaria. Sus padres estaban orgullosos y como regalo le compraron un apartamento al sur de New York con vista a Central Park, algo imposible de hacer pero sus padres tenían contactos y fue lo único que ella aceptó de ellos, lo demás quería ganarlo sola.

Tyler por su parte usó su apellido para llegar a donde estaba, sus estudios fueron mérito propio pero pertenecer a la Ivy League no, su apellido lo llevó a ser parte selecto de ellos como mariscal de campo desde su segundo año –con reticencia claro está- y ni siquiera puso en práctica sus habilidades antes de integrarse al grupo hotelero, solo fue por ello, no era malo pero para Isabella, empezar desde abajo forjaba el carácter, aun así, Tyler había sido su único amigo real e incondicional y no evitó tener una relación con él.

Apenas iban para un año juntos, su amistad fue larga antes de decidir tener algo con él, solo Dios sabía cuánto Tyler había insistido desde el principio pero ella le pedía esperar, ella no había tenido un novio serio en su vida, tan solo fueron chicos pasajeros, chicos de la universidad pendientes de aprobar sus materias y descargaban su frustración en sexo casual, ella lo hizo, un par de veces pero nunca tuvo la suficiente confianza con nadie hasta que llegó Riley a su vida.

Era increíble, Riley Bears era el bombón universitario, todo un jodido Dios, con sonrisa arrogante y mirada salvaje, un maldito para los negocios y estaba estudiando abogacía, le gustaba –mucho- y él estaba interesado, no fue hasta que después que tuvieron sexo que él se había mostrado algo interesado en su familia y en obtener algún puesto en una de las tantas empresas que decidió que los hombres eran una mierda interesada.

Riley solo quería un buen puesto en Swan Soursel después de haberse tirado a la hija del dueño, de mala gana Isabella aprendió que los hombres no iban a tomarla enserio, por eso se aferró a Tyler, ahora no le parecía del todo una buena idea, su novio estaba empezando a fastidiarle, muy prepotente y creído para su gusto.

Ahora ella –A sus veintisiete años- estaba trabajando como subalterno de gerencia en una empresa de Wall Street, ganaba bien y era buena en lo que hacía, le había dicho a su padre que iba a trabajar un año más ahí, hasta sentirse un poco más segura de poder manejar algo tan potente como el negocio familiar con ellos.

-Listo, bonita. Michael mandará a uno de sus empleados mañana. – Tyler entró a la cocina y le sonrío con chulería como diciendo "nadie puede decirme no"

-Un empleado… hombre… desconocido… conmigo solo en mi apartamento? – pregunta ella algo insegura, sabe defenderse, no es tonta, una joven sola en New York es peligroso, su padre la obligó a tomar clases de defensa personal pero aun así seguía desconfiando de los hombres. Él la toma por la barbilla y besa sus labios castamente.

-No te preocupes, linda chica. Estaré aquí para recibirlo. Cuando veas que no es una amenaza me iré, tengo mucho que hacer mañana. Estaré aquí a las siete, de acuerdo?

-De acuerdo – susurra ella con desgana, tiene que levantarse un sábado muy temprano pero no importaba, todo sea por su cocina reparada, Tyler le sonríe, le da otro casto beso y sale de su apartamento sin mirar atrás. Con un suspiro de resignación llama para pedir una pizza y cenar sola, obviamente Tyler no iba a cenar con ella, él odia la comida chatarra y comer con las manos.

Dos cosas que ella amaba más que a él.