La ciudad de Los Ángeles es probablemente la más conocida en el mundo gracias a Hollywood, la industria de cine más exitosa creadora de películas maravillosas que el mundo entero adora. Es el hogar de las estrellas más famosas de la industria, tales como Angelina Jolie, Nicole Kidman, Eddie Murphy, etcétera. Pero no son ellos quienes serán los protagonistas de esta historia, no.
Mikasa Ackerman es una chica que llegó al estrellato desde muy temprana edad, gracias a su gran talento actoral y al de su co-protagonista, Eren Jaeger. Juntos, formaron la pareja perfecta, y sus familias no dudaron en mantenerlos unidos durante años para lograr enamorarlos algún día y ser el centro de atención de los medios.
Para fortuna y desgracia de los chicos, el plan de los Jaeger y los Ackerman funcionó. Uno de esos días en los que la azabache y el castaño daban un paseo por Beverly Hills, comenzó el rumor entre los fans de que habían comenzado un romance en secreto, pero que pronto lo darían a conocer. A pesar de que ambos lo negaron ante los medios, sus familiares soltaban una que otra pista en entrevistas dando a entender que entre los jóvenes había algo más que simplemente una amistad, y con el paso del tiempo y el aumento de rumores, terminaron convirtiéndose en la pareja más querida, convenciendo a los chicos de que tal vez no sería mala idea dar el siguiente paso en su relación. De esa forma lograron tener mucha más fama de la que ya tenían y llegaron a la cima sin esfuerzo alguno. Con tan sólo 14 años de edad, Mikasa y Eren eran las estrellas más conocidas e influyentes entre el público joven.
Su relación al principio fue de lo más normal; salían juntos, pasaban el tiempo juntos, se tomaban de la mano en público y hasta uno que otro beso se llegaban a dar, todo con tal de complacer a sus fans.
Pero no todo era bello en el paraíso, y de éso Mikasa se dio cuenta cuando el joven Jaeger comenzó a manifestar cierta conducta agresiva no sólo hacia ella sino hacia cualquier persona que se acercara en mal momento. A Eren se le subió la fama a la cabeza, y se sentía una persona intocable y merecedor de todo a su alrededor. La joven azabache ignoraba este tipo de actitudes, y lo continuó haciendo durante tres años, tres largos años donde la poca paciencia que le quedaba fue apagada cuando Eren le dio un empujón a un niño pequeño que tan sólo quería una foto con el muchacho, haciéndolo llorar por la decepción.
— ¡Eren! ¿Qué pasa contigo? ¡Es sólo un niño! — le reprochó Mikasa acercándose al pequeño.
— No tengo tiempo para estupideces, ¡vámonos! — respondió el aludido alejándose a zancadas hacia el auto.
— Perdónalo, ha tenido un mal día... — dijo la azabache en un susurro al pequeño mientras le frotaba cariñosamente los brazos, intentando calmarlo. El niño la miró con ojos cristalinos y se alejó corriendo hasta donde su madre se encontraba, quien veía la escena con decepción.
Ya en el auto, Mikasa se mantuvo en silencio para evitar una nueva discusión con Eren. Desde su repentino ascenso en el ranking de actores jóvenes, el castaño sentía la necesidad de mostrarle al mundo que ese puesto lo merecía más que nadie, tanto porque le había costado llegar, como porque tenía pensado impresionar y llegar a trabajar con el director de cine más conocido en la industria en aquel entonces: Levi Ackerman.
Si bien Mikasa lo conocía por las diversas entrevistas y películas en las que el director ha trabajado, a ella no le parecía nada fuera de lo ordinario y no sentía interés alguno en trabajar con él, al contrario de Eren. Pero la pelinegra apoyaría a su novio, y para ello incluso lo acompañó al casting para la nueva película que el director tenía planeado rodar.
Ésto fue una mañana de miércoles, y después de esperar varias horas su turno, una mujer bastante bien vestida y arreglada se acercó a los jóvenes y les dio indicaciones para el casting, siendo muy específica en que tendrían que audicionar por separado. Aquello ni a Mikasa ni a Eren les importó realmente, y mucho menos a la pelinegra ya que no tenía planeado ser elegida para el siguiente llamado.
Pero lo que la azabache no sabía, era que una persona muy especial sería quien evaluaría su audición.
— Muy bien, número 105, Mikasa Ackerman.
La joven azabache entró con seguridad al pequeño salón, donde esperaba encontrarse con al menos tres personas que la evaluarían, pero para su sorpresa sólo se encontraba uno, y no era cualquier persona, era el mismísimo director de la película.
''Si en la televisión parece un enano, en persona se ve aún más''— pensó la azabache mirando al hombre frente a ella con atención.
— Tsk, empecemos de una vez, mocosa. — dijo el azabache sentándose frente a una mesa mientras acomodaba unos papeles y los dejaba a un lado.— Sé quién eres, pero no creas que por éso te has ganado automáticamente un papel en mi película.
Mikasa confirmó así que ese enano no le agradaría ni en un millón de años, y agradeció que realmente no buscaba quedarse con algún papel y que si estaba ahí en esos momentos era para dar su apoyo a Eren. El enano se colocó unos lentes y se dedicó a leer el guion, mientras le hacía un ademán con la mano a Mikasa para que comenzara con su diálogo. Ella no sabía muy bien por dónde empezar, ya que ensayó muy pocas veces su parte debido a que Eren insistió en sólo practicar él lo más posible. Respiró hondo y, antes de que pudiera comenzar, escuchó la fría voz de Levi.
— Comenzaré yo. Tú sólo sigue tu diálogo. — El azabache rebuscó en los papeles y encontró unas cuantas hojas del guion, bastante bien cuidadas. Acomodó sus lentes y aclaró su garganta, para después adaptar una voz clara y audible. — ''Te tomo la palabra, llámame amor y volveré a bautizarme. Desde hoy, nunca más seré Romeo''.
Mikasa no pudo evitar sonrojarse ante la intensidad con la que ese enano había hablado, ahora entendía una de las razones por las que era considerado un buen director y era porque sabía bien las intenciones que quería en cada personaje. Sintiendo de pronto la mirada fría de Levi, la azabache bajó la mirada a su guion y comenzó su diálogo.
— ¿Quién... Quién eres tú? ¿Qué ocultas en las sombras y qué haces espiándome?—dijo con un temblor en la voz, provocado por el reciente nerviosismo que había sentido. Estaba segura de que no conseguiría el papel.
El azabache continuó observándola con detenimiento debajo de esos cristales, su mirada neutra dio a entender a Mikasa que estaba haciendo el ridículo y que lo mejor sería tomar su dignidad y largarse cuanto antes. Dio media vuelta y se dispuso a caminar hacia la puerta de salida, pero la fría voz del azabache la hizo detenerse.
— Si de verdad quieres el papel, podría ayudarte a conseguirlo. Te conviene, eres joven y estás en la cima, y yo soy el director más aclamado que hay. — dijo con cierta picardía, algo que sorprendió a Mikasa por completo.
— ¿Qué quiere decir? — preguntó la azabache teniendo un mal presentimiento.
— Muéstrame lo mejor que tienes y tal vez me convenzas. — continuó Levi aún con la mirada neutra y levantándose de su asiento, acercándose a la chica lentamente.
No, no, no, rotundamente no. ¿En serio creía ese enano que se vendería de esa forma? ¡Pues estaba muy equivocado!
Como era de esperarse, Mikasa se enfureció y cuando estaba a tan sólo unos pasos, le soltó la mano en una bofetada que el mayor no tenía contemplada.
— ¡Es un maldito cerdo! — gritó antes de salir como una fiera por la puerta.
Levi Ackerman frotó con suavidad su mejilla enrojecida por el golpe y levantó una ceja mostrando su sorpresa.
— Interesante...
Mikasa casi corrió hasta la salida del edificio, de no ser por Eren quien la alcanzó a toda prisa cuando la vio pasar a la velocidad de la luz.
— ¡Hey, Mikasa! ¿Tan mal te fue en la audición? — preguntó con una sonrisa en el rostro. ¿Por qué demonios sonreía?
— ¿A tí como te fue? — respondió Mikasa con otra pregunta, evadiendo la que el castaño formuló para ella.
— Excelente, creo que otra vez logré tener el papel protagonista. — dijo con orgullo y un brillo peculiar en los ojos.
— Qué bien. — exclamó la azabache con sarcasmo, un sarcasmo que Eren no alcanzó a entender.
— Esperé mucho para ésto, Levi Ackerman no se decepcionará al elegirme como su Romeo Montesco.
— Eren, aún no te eligen. — le espetó Mikasa.
— ¡Estoy seguro de que lo hará! ¡Soy perfecto para el papel! —aseguró Eren con entusiasmo.
Un entusiasmo que su novia pelinegra no compartía, pero decidió callar. Vaya día de mierda el que había tenido, aunque no era la primera vez que un director trataba de aprovecharse de la ocasión. Pero Mikasa no era de ésas.
Qué decepción al saber que el director ''más aclamado de todos'' fuera uno más del montón. Si tenía suerte, Mikasa no volvería a cruzarse nunca más con ese maldito enano.
Pero, al destino le importaba poco la buena o mala suerte con la que la azabache contara.
