NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE NICK, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO.
Hola a todo el mundo!
EH... bien ¿cómo digo esto? eh.. ¡Hola de nuevo! :P Bien, eso sonó casi patético. Estoy plenamente consciente de que tengo MAS historias de Avatar por actualizar pero, no me resistí a ésta. Disculpen.
Como estoy adelantándome y veo "La Leyenda de Korra" en inglés, hay muchas cosas que no me terminan de cuadrar. Llevan siete capítulos y apenas he visto a Aang en una estatua y en un flashback que dura menos de dos segundos. No han aclarado nada todavía y como me estoy desesperando, además que de la serie no me está terminando de gustar, decidí hacer otra secuela.
Aquí recrearé los hechos que, a mi parecer, fundaron la Ciudad República. Tengo entendido que hay cómics y cosas por el estilo con el mismo contexto. Lamentablemente, no tengo ni el tiempo ni los medios económicos de acceder a ellos, así que me limito a usar mi imaginación. Además, es una secuela de "Avatar, Libro IV: Aire" que muchos me habían estado pidiendo cuando terminé ese fic. También me quedé con esa pizca de que faltaba más. Y pues bien... ¡Aquí está!
Espero que lo disfruten tanto como yo he disfrutado escribiendo.
DEDICADO A:
SammyKataangTwilight; Sakura; ashlee bravo; mariifaboo44 y Nikolas Sur.
Por ser siempre fieles amigas y estar tan al pendiente de mis proyectos. Se los agradezco con todo el corazón. Fueron una de mi principal inspiración y gracias a ustedes surgió éste fic. Enjoy!
AVATAR LA LEYENDA DE AANG: CIUDAD REPÚBLICA.
By
Nefertari Queen.
Capitulo 1:
Lo que pasa en tres años.
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Paternidad.
Era un término usado para referirse al hombre que era padre de alguna persona. Aang había conocido a muchos padres. Unos buenos, otros no tanto; en su infancia más tierna lo más cercano a un padre fue el Monje Gyatso. Acabada la guerra, Hakoda se convirtió en esa figura ejemplar. Y al crecer, los diferentes hombres influyentes en su vida le dieron una sabiduría inmensa.
Aunque había pensando en algunas ocasiones que el término se aplicar a él, no fue si no hasta que sostuvo a su hijo con ambos brazos que terminó de asimilarlo. Había visto a Sokka transformarse completamente cuando nació Hanh. Ahora que lo experimentaba podía darse cuenta de qué tan poderoso era el vínculo de un padre con sus hijos.
Entendía también la razón porque Hakoda se sentía desecho, extrañando inmensamente a sus hijos. No podía pasarse ni diez minutos sin que sintiera la necesidad de ver a su hijo.
Tenzin era un niño completamente querido y consentido. Katara, tal y como muchos opinaron, demostró ser una madre espléndida. Siempre atenta de su pequeño, cuidándolo, mimándolo, pero siendo firme cuando era necesario. Aang adoraba a su hijo por sobre todas las cosas y le procuraba el mayor bienestar en todas las situaciones posibles.
La pareja siguió viviendo en el Templo Aire del Sur, done Tenzin creció en un espacio bastante grande y fácil de explorar, que además no era del todo peligroso. A la edad de dos años, el pequeño demostró ser un maestro aire, para maravilla y alivio de sus padres. Estaba sentado en un pedazo de césped y comenzó a perseguir un ave. Saltando y agitando las manos terminó por encima de las nubes.
Aang estaba lo más cerca posible procurando que las habilidades de su hijo no le resultaran fatales. Lo cuidaba demasiado. Katara lo tomaba con mayor calma, porque las ráfagas de aire que Tenzin creaba no eran tan fuertes todavía para preocuparse. No por eso dejaba de ponerse nerviosa cuando el niño, por berrinches o estornudos, salía disparado al techo. Cuando Tenzin se refriaba era un martirio para sus padres.
El Mundo entero estaba feliz por la pareja. El Avatar, orgulloso de su paternidad, rara vez dejaba el Templo a no ser que las situaciones fueran tan tensas que no se pudiera resolver, y era común verlo llegar con su esposa y con su bebé. Una familia unida y amorosa. Además, Tenzin era maestro aire, la esperanza de restaurar el equilibrio entre las cuatro naciones. El legado de los Nómadas Aire.
Cuando Tenzin tenía dos años, nació el segundo hijo de Sokka y Suki. La llamaron Rue, una niña muy linda y terriblemente inquieta a su joven edad. Hanh simpatizó tanto con su hermana que Suki ya pensaba seriamente en contratar alguna niñera para cuando los niños crecieron algo más, pensando lo que vendría.
Sokka se lo tomaba mejor. Sus hijos estaban rebosantes de energía y pensaba aprovechar eso cuando tuvieran una edad apropiada. Por ahora, en sus tiernas infancias, quedaba disfrutarlos. Pronto habrán crecido y no podría disfrutarlos de la misma manera. Por eso rara vez salía de Kyoshi, a no ser que la situación fuera demasiado demandante. La familia vivía en la aldea, que ahora estaba muy hermosa y más grande que antes.
Kyoshi, por sus guerreras heroínas, el héroe de guerra Sokka y tener el Templo en honor del Avatar Kyoshi, se había convertido rápidamente en una de las islas más visitadas del sur del Reino Tierra. La victoria de Aang sobre el Señor de Fuego y la capacidad de restablecer el equilibrio dos veces, al someter la amenaza de los Cinc Espadachines, terminó generando un furor por la espiritualidad.
Mucha gente que se encontraba renuente había recobrado la esperanza y el culto a los espíritus. Entre ellos destacaban el respeto a los Avatares anteriores, aquellos más destacados y conocidos. Avatar Kyoshi era de las avatares más famosas nacidas en el Reino Tierra y su isla se consagró como lugar de peregrinaje.
Reformada la isla en un hermoso lugar, Kyoshi en pocos años se convirtió en un importante centro turístico y comercial. El puerto inaugurado era enorme, diseñado para abastecer naves cada vez más grandes. Su cercanía con el Polo Sur lo hacía un lugar idóneo para el comercio entre el Reino Tierra y la Tribu Agua del Sur.
Sokka y Suki habían sido beneficiados con eso. Se encargaban de cuidar el patrimonio de la Isla y tenían un sinfín de recorridos turísticos. Las ganancias eran buenas, ayudaban a mejorar las condiciones del pueblo y les daba un estilo de vida nada despreciable.
En medio de este crecimiento económico, la Nación de Fuego festejaba la salud y crecimiento sano de su heredero. Zuko y Mai tuvieron un hijo, cuyo padrino fue Iroh y en su honor al niño se le llamó Lu Ten. Era tranquilo, de un año y medio. Se divertía con juegos más inteligentes que físicos, cosa que le recordaba tremendamente a su madre. Zuko descubrió también su lado más paternal y se encariñó mucho con su pequeño. Mai, reformada completamente, no era ya la lúgubre adolescente ni la soberana fría. Se le veía siempre sonriente y al lado de su hijo.
La Nación de Fuego recuperaba de a poco su honor. El Señor de Fuego Zuko ayudado por Aang cerró muchos acuerdos y juramentos que le estaban devolviendo credibilidad. Las amenazas y los temores retrocedían. Se habían logrado construir más Centros de Sanación Pos-Guerra en el Polo Norte, Ba Sing Se, Omashu y terminado el de la Nación de Fuego. Cada vez más gente acudía de forma voluntaria. Tanta era la presencia de personas que se necesitarían rápidamente la construcción de dos edificios más.
El mundo iba sanando. Paso a paso. De poco en poco. Aang tenía mucha más fe y esperanza en que podría devolver absoluta paz al mundo. Pero, independientemente de esto, se encontraba feliz de que las cosas marchaban bien. Al menos por ahora.
La guerra había demostrado traer cosas buenas. El rápido avance tecnológico que la Nación de Fuego usó para ganar ventajas en la guerra estaba ahora a disposición de las cuatro naciones. Sin irle a ningún bando, los científicos podían experimentar más y explotar áreas antes desconocidas, mejorando la calidad humana.
En vista de esto y que la Nación de Fuego tenía el mejor grupo de investigadores e ingenieros, sus exportaciones industriales lo convirtieron en una gran economía. Sus universidades ganaron más prestigio. Socialmente se iba recuperando a un paso acelerado y pronto hubo turistas del Reino Tierra visitando las fértiles cadenas volcánicas y sus playas paradisiacas.
Del mismo modo, las Tribus Agua habían salido victoriosas en muchos sentidos. Sin tener que invertir tanto en la defensa de sus murallas, habían crecido prósperamente. El Polo Sur sobre todo se estaba transformando de una manera rápida en una avanzada ciudad cada vez más sofisticada. Los festejos y tradiciones antiguas volvieron a ser parte de la vida cotidiana, como si todo volviera a la normalidad.
El Reino Tierra había decidido invertir mucho en el comercio con la Nación de Fuego y el intercambio de científicos y maestros empezó a generar mayores tecnologías en sus ciudades más importantes. Las sociedades mejoraban, se volvían más abiertas, más tolerantes. Los cambios se respiraban en el aire.
La familia Bei Fong, tras mucho sopesarlo, invirtió una buena suma en industrias y recibió ganancias espléndidas. En consideración a Toph siguieron administrando diversas academias de lucha y torneos especiales.
Toph había dejado su vida como nómada peleadora para casarse formalmente con Mamuro. Había sido un problema inmenso con sus padres, que aún querían casarla con otros diplomáticos. Ella les enfrentó cara a cara, diciéndoles que decisiones así de importantes las tomaría ella, no ellos.
Sus padres se enfurecieron demasiado y las cosas se volvieron tensas. Costó días enteros que entendieran y aceptaran a su hija de esa manera. Mamuro era un plebeyo, a sus ojos, por ende alguien indigno de su pequeña. Toph puso a prueba su paciencia y su cariño hasta el límite.
Finalmente, ellos aceptaron. Tras conocer a Mamuro llegaron a la conclusión de que el chico era bueno. Toph se casó realmente feliz en una ceremonia privada, con sus padres y amigos más íntimos. Tuvieron un largo viaje de bodas alrededor del mundo y se establecieron en una casa lujosa en una ciudad llamada Goshu, en una bahía al centro del continente.
Goshu era una ciudad de mínima importancia antes de la guerra que, recientemente, se volvió importante. Su posición estaba casi enfrente de la Ciudad Capital de la Nación de Fuego. El puerto ampliado y las construcciones más elevadas hicieron de Goshu un paso comercial, de donde se desprendían los caminos hacia Ba Sing Se, Omashu y el resto del Reino Tierra.
En Goshu Toph trataba algunos acuerdos comerciales de sus padres y llevaba una vida sana, con su esposo. Mamuro encontraba su vida realmente apacible y con dinero que ganó (trabajaba en una empresa porque no le gustaba usar dinero de su esposa) pudo colocarles casa digna a sus padres, antes de que la muerte se los llevara.
Toph seguía participando en algunos campeonatos como la Bandida Ciega, por diversión, y tenía planes para crear una Academia de Tierra-Control.
En Ba Sing Se, la casa de té de Iroh, el Dragón de Jazmín, era el más popular de la ciudad. El buen anciano lo atendía con orgullo y felicidad, jugando Pai Sho todas las tardes. Ursa viví en una cómoda casa al lado de su restaurante y charlaban seguidamente. Zuko había querido que vivieran juntos, pero Ursa insistió en recorrer le Reino Tierra y las demás naciones. Usaba el dinero que su hijo le mandaba en obras de caridad y para viajes a diferentes regiones calmadas.
El mundo estaba mejor. Mucho mejor. Sanando, equilibrándose como era debido. El Polo Sur tenía la dicha de tener por visitantes tanto al Avatar como a su esposa. Los viajes constantes y su residencia definitiva en el Templo Aire del Sur hicieron que Hakoda viera cada vez meno a su pequeña hija.
La noticia de que el Avatar tendría un segundo hijo recorrió el mundo en cuestión de segundos. Unos apostaban que sería maestro aire, otros maestro agua; unos más se la jugaban arriesgadamente pronosticando un niño sin talento alguno. La pareja había declarado apoyo y amor absoluto a su hijo, fuera como fuera.
Sólo que como Tenzin nació en el Templo, Katara tenía deseos de que uno de sus hijos naciera como ella en el Polo Sur. Cuando cumplió su séptimo mes Aang la llevó cuidadosamente a la residencia de su padre y se quedó con ella, aprovechando un periodo muy calmado en la política global.
Adelantándose medio mes a los pronósticos médicos, Katara debió ser llevada prontamente a la enfermería cuando estaba paseando entre las cada vez más hermosas y concurridas calles del Polo Sur.
Como en la primera ocasión, Aang estuvo al lado de su esposa y recibió con bastante cariño y orgullo a su primera hija. Era una bebita sana, de piel más morena y que a simple vista se parecía mucho a su madre. Los felices padres le dieron el nombre de Kya.
Hakoda sostuvo a su nieta con alegría y entusiasmo. El pequeño Tenzin de tan noble corazón vio a su hermana con mucho cariño y prometió a sus padres cuidarla. Cartas de todo el mundo deseándole bendiciones llegaron de improvisto. Pero las que más les importaron, claro, fueron las de sus amigos.
El Equipo Avatar, aunque físicamente separado, moralmente se encontraba más unido que nunca. Tres años de prosperidad fueron más que suficientes para que pudieran relajarse y dejar de lado las preocupaciones del pasado. Parecía que lo peor había terminado y estaban felices de dar pie al lado bueno de la vida.
Como se habrán dado cuenta, este capítulo es de puuura explicación e introducción. Las cosas cambian en tres años y de forma muy rápida.
Adelanto: (¡Si, ésta vez si habrá! :D)
—Avatar Aang—habló uno de los soldados—Le ha llegado esta misiva urgente.
—¿Justo ahora?—replicó ¡No era posible! ¿En el nacimiento de su hija? Se muy mala gana cogió el pergamino—No me traiga más cartas ¿Entendido?
—Si señor.
Y salió.
¿Qué pasa? ¿Por qué le llegan misivas a Aang en un día tan importante, y tan inesperadamente? ¿Qué está pasando?
Advierto de una vez que éste fic será más corto que "Avatar, la Leyenda de Aang, Libro IV: Aire" pero aún así pasará de los 20 capítulos.
Muchísimas gracias por leer y si me dejan un comentario seré completamente feliz :D
Chao!
