Hola a todos y todas los que forman parte del fandom de "El Señor de Los Anillos" debo decir que soy una novata escribiendo sobre este fandom, este es mi primer fic basado en las novelas de J.R.R. Tolkien y en las peliculas que se adaptaron sobre esta obra literaria.
Sin embargo, esta historia la tenía escrita desde hace algún tiempo pero he de decir que no sabía que algunos fans de esta trilogía no les gusta del todo los OC, pero no es la típica historia, siempre he tratado de que todo lo que escribo dentro de los diferentes fandom que manejo y que pueden ver en mi perfil sean lo más fiel al canon posible y este fic no es la excepción, sobre todo siendo un fandom tan complejo, lleno de matices, razas e historias diferentes. Porque sí, es dificíl escribir sobre este fandom, y antes de publicar este prólogo de este fic, estuve leyendo la historia completa y consultando los libros como las peliculas con la finalidad de que no se me pasara nada, espero haberlo logrado.
El fic esta dividido en tres partes, igual que los libros, por eso se explica el nombre que viene debajo del nombre del fic, espero les agrade y dejen algún comentario así como sus criticas o sugerencias que son bienvenidas.
Disclaimer: Los personajes de El Señor de los Anillos no me pertenecen, todos son propiedad de J.R.R. Tolkien y en la adaptación cinematografica son propiedad de Warner Bros. y New Line Cinema. Los personajes que no reconozcan, así como los lugares son de mi autoría.
ENYALIENIN MELANYEL
LIBRO 1. LA COMUNIDAD DEL ANILLO
PREFACIO.
Cada hazaña realizada por los héroes que nos precedieron se ha convertido en leyenda, cada guerra se convierte en historias que los viejos cuentan a los jóvenes para no olvidar el pasado. Pero el tiempo avanza y esas historias se estancan durante generaciones esperando ser contadas de nuevo.
Las diferentes razas que habitaban la Tierra Media tenían sus propias leyendas, historias que las generaciones nuevas y venideras escuchaban con devoción y esta raza no era la excepción.
Los elfos somos la raza más antigua y honorable que ha poblado la Tierra Media, concebidos por Eru, despertamos junto al Cuivienén bajo la luz de las estrellas en el sueño de Yavanna y allí, fuimos visitados por Oromë quien nos amó, y por Melkor, que capturó a algunos de nosotros y los convirtió en orcos. A principios de la Primera Edad nos dividimos en dos grupos: Los Eldar que aceptaron la llamada de los Valar, y emprendieron el Gran Viaje y fueron ennoblecidos por la vida en Amán, y los Avari, que rechazaron la convocatoria y se convirtieron en los Elfos Silvanos menores.
Vivimos en estas tierras desde hace miles de años pero nuestro tiempo terminó, con la Guerra del Anillo los elfos dejamos poco a poco estas tierras para ir hacia Eldamar donde viviríamos eternamente. Hubo grandes reinos elficos como Lothlorién y el Reino de los Bosques en el Bosque Negro y era de este último de donde provenía o al menos mis padres antes de que yo naciera.
El Reino de los Bosques en el Bosque Negro, antes llamado Bosque Verde, era gobernado por el rey Thranduil que era el padre de Legolas, en el año 2941 dirigió a las fuerzas elficas en la Batalla de los Cinco Ejércitos, al lado de su comandante Orodreth; el reino sobrevivió a pesar de los ataques de las arañas gigantes y los orcos y la Guerra con los Enanos por más de dos Edades de la Tierra Media. Sin embargo, algunos elfos tomaron la decisión de dejar el Reino de los Bosques e irse a vivir en lo alto de las Montañas del Bosque Negro, la frontera natural del reino. Pero Thranduil temiendo que su pueblo no pudiera estar a salvo, mandó a su comandante en turno Orodreth, para que viajara junto a ese pequeño grupo de elfos y Orodreth obedeció las órdenes de su rey sin rechistar.
Orodreth era un elfo guerrero excelente por eso era justificable que fuera el comandante de la guardia del rey pero cuando dejó la guardia, su única hija que recibía instrucción en armas se quedó en la guardia junto con el joven príncipe Legolas al que sólo conocía de vista y con la futura comandante de la guardia, Tauriel. Era sabido por todos los elfos del bosque que el puesto de comandante estaba siendo peleado por la hija de Orodreth y Tauriel pero el rey decidió que la competente para el puesto era Tauriel, tanto en edad como en la maestría con armas. La hija de Orodreth era tan sólo una preadolescente en la edad de los elfos pero una dama en la edad de los hombres.
Antes de que Orodreth dejara los bosques junto a su familia, su hija tuvo un adiestramiento dentro de la guardia respecto a las espadas y cuchillos que con el tiempo mejoraría. Llegó el momento de la partida y Orodreth fue nombrado líder de esos elfos que subían a las montañas y que con el paso del tiempo se les conoció como los elfos de las nieves.
Orodreth asentó al pequeño grupo en la cima de las montañas del Bosque Negro confiando que estarían a salvo de los atracos de los orcos y de las arañas grandes y se equivocaron. Los elfos de las nieves llamaron a su pequeña ciudad Alassea Inglorion siendo Orodreth su líder pero no su rey, cualquier decisión que él tomara debía consultarlo con el rey Thranduil por lo que se hizo de un mensajero que bajaba de la montaña hacia el bosque para consultar con Thranduil la decisión del líder de Alassea.
El poder de Sauron encerró a Alassea en la oscuridad y las redadas de orcos no se hicieron esperar, Orodreth partió junto con un ejército a combatir dejando a su hija Aredhel y a su esposa Alanhiel a cuidado del pueblo. Los orcos lograron llegar a la cima de la montaña y arrasaron con todo a su paso dejando a la ciudad en ruinas y llevándose la vida de algunos elfos durante su ataque, entre las víctimas se encontraba la madre de Aredhel, Alanhiel.
Con Alassea en ruinas, los elfos lloraban las perdidas y Aredhel junto a su padre Orodreth malherido por una estaca de uno de los Názgul, despidieron a Alanhiel con el llanto contenido.
Orodreth cegado por el dolor y la furia reacomodó a sus hermanos y dirigió a los pocos que quedaban de su ejército a acabar con los orcos que habían destruido su ciudad y habían matado a su compañera y mandó a su hija Aredhel a dar la noticia sobre lo sucedido al rey Thranduil.
Las montañas estaban repletas de ardillas negras y grandes arañas pero cierto día, la nieve cubrió las montañas y al pueblo de Alassea formando un bosque nevado en la cima pero los elfos por más que intentaron quitar la nieve, ésta no se fue.
Sesenta años duró la agonía del pueblo de Alassea, sesenta largos años de tratar de sobrevivir bajo la nieve cazando y recolectando con la finalidad de que el pueblo se alimentara pero sus reservas se acababan cada día más rápido y el pueblo moría de pena y hambre pero nunca dejaron el lugar, además, Orodreth comenzó con una enfermedad que no podía curarse del todo y su hija, Aredhel, tomó el mando del mermado ejército y de los cazadores pero la nieve abarcaba todo, la comida escaseaba y los suministros que podían llevar a Alassea eran de las cavernas del bosque, del Reino de los Bosques.
Aredhel siguió su adiestramiento en armas junto al ejército, aprendió a manejar la espada, algunos cuchillos y su inseparable arco, todo lo que ella quería era proteger a su mermado pueblo. Se convirtió en una gran guerrera y cazadora ganándose el reconocimiento de los elfos de Alassea pero lo que más le preocupaba era que cada día su padre se mostraba más enfermo y cansado y ella cada día que pasaba le pedía a los Valar que cuidaran de su padre mientras ella se encargaba de la cacería y alimentación de su pueblo.
Sin embargo, ver a su pueblo sumido en ruinas y aguantando el frio de día y de noche, hizo que Aredhel se volviera una elfa joven fría, no demostraba sus sentimientos con nadie sólo con aquellos que creía de confianza y se volvió silenciosa, esperando que un milagro llegara a Alassea pero la esperanza había terminado con su frio corazón.
Todo cambiaria unos cuantos años más y con ello vendría lo que Aredhel tanto anhelaba pero nunca imaginó en manos de quien estaría su salvación.
Aredhel era mi madre, cuando me contó esta historia estábamos lejos de la Tierra Media y yo sólo tendría los recuerdos de mis padres y de sus amigos. Mi madre nunca tuvo en mente participar en la Guerra del Anillo y aún así lo hizo, se arriesgó demasiado para ayudar a su pueblo y alejar la oscuridad de Alassea que ahora son solo ruinas en la cima de una montaña llena de árboles y algo de nieve.
Pero ella no sólo tuvo que enfrentar esa guerra, tuvo que enfrentarse a la tentación que el Anillo Único le producía y que al final fue su fuerza de voluntad la que la ayudó a seguir, pasó por muchas altas y bajas para ser la mujer elfa que es ahora y no sólo ella, mi padre también.
La historia de ellos dos, tiene lugar sesenta años después de la caída de Alassea, se preguntarán, ¿Cómo pudo ser posible si ni siquiera se conocían? Pues bien, siéntense y pónganse cómodos, esta historia es larga y complicada y comenzaré a contarla ahora.
Es la historia de una guerrera elfa y un príncipe elfo que se conocieron gracias a una guerra que estaba por estallar, un amor que traspasó guerras, malos entendidos, separaciones y dolor y estoy segura de que pasará a la historia como muchas otras que se han vuelto leyendas. Será una leyenda dentro de los de mi raza y poco a poco en esta época dominada por los hombres, sé que será contada pues no es una historia común, no es como la historia de Luthien y Beren, de Elessar y Arwen. Es una historia de amor elfo puro.
