Siempre me ha gustado esta pareja, así que me he animado a comenzar una pequeña historia de ellos. Espero que os guste. Aviso que hay una mezcla de datos mitológicos reales (mito de Perséfone) con hechos no mitológicos, que provienen de mi imaginación, soy consciente de ello y por eso quiero avisar, y ya de paso, animaros a leer, si no la conocéis, el mito de esta diosa. Uno de los que más me gustan, he de decir.

Aclarado esto, dejo paso a la historia.

PRÓLOGO: UNIÓN DE VIDA Y MUERTE

Las cuatro estaciones es uno de los sucesos que reflejan el poder de los dioses. Ceres, diosa de la agricultura, es la que, gracias a sus dones, proporciona de bienes procedentes de la tierra a sus moradores. Enseñó al ser humano el secreto del arado y de cultivar los campos, y en el momento de la siembra, se encarga de marchar por los campos a los que llena de fertilidad para que las plantas crezcan sanas y fuertes. El rapto de su hija Perséfone supuso un enorme dolor para ella, lanzando así una maldición a los campos, haciendo que de estos no pudieran nacer los cultivos, muriendo la población por falta de alimento. Ceres nunca cedería en que su hija se alejara de ella, porque era lo único que tenía en el mundo, y con la amenaza de que los hombres perecieran de hambre a causa de su enfado, Zeus no tuvo más remedio que ceder a las peticiones de la diosa. Pero Perséfone, que había encontrado a alguien que la comprendía y la amaba, no quería renunciar a él. Por ello, aunque engañada en el fondo, comió un poco de una granada. Todo aquel que comiera frutos del Inframundo, fuera mortal o dios, no podía salir del reino de las sombras, quedándose en él por toda la eternidad. Pero todo se solucionó con un acuerdo: la mitad del año permanecería con su madre en la superficie, mientras que la otra mitad se reuniría con el que sería su marido, Hades, como reina de los muertos.

Resuelto el dilema, se celebró la boda entre los dos dioses. El resto de sus semejantes no vieron con malos ojos ese matrimonio, hasta la propia Hera, diosa del matrimonio y de la fidelidad, lo bendijo, y Ceres no tuvo más remedio que aceptarlo. Zeus, el señor de los dioses, se alegró de que por fin su hermano tuviera una esposa, pensando en que podría ayudar a cambiar el temperamento frío de Hades. La unión se realizó en el propio Olimpo, a la que acudieron todos los dioses sin excepción. En uno de los salones principales del santuario principal, se realizó la boda. La ambrosía corría de un lado a otro, las risas y la alegría estaban a flor de piel, llenando toda la estancia de un agradable ambiente. Los conflictos entre los dioses quedaron aplazados hasta ese día, pues los enemigos compartían su copa entre ellos, como si nada pasara y la paz reinara en todos sus corazones. En el momento de despedir a los recién casados, que emprenderían su camino hacia el que sería el nuevo hogar de Perséfone, Ceres despidió a su hija con un pequeño collar de oro, que colgó de su cuello con la esperanza de que nunca la olvidara en el periodo que no pudieran estar juntas.

Desde ese momento, los meses en los que Perséfone permanece al lado de su madre, los campos rebosan de frutos y de flores, de un clima cálido y apacible. Pero cuando tiene que marchar al inframundo para reunirse con su esposo, como habían acordado, su madre comienza su luto por la añoranza de su hija, y los bosques pierden su color verdoso y lo sustituyen por el color marrón y posteriormente blanco de la nieve, mientras ella vaga por el mundo esperando que su hija volviera a su lado.

El amor del dios del inframundo, Hades, fue el que lo provocó, pero el amor paternal fue por el que Perséfone tendría que compartir el mundo de la superficie, lleno de vida, sentimientos y color, con el inferior, un mundo de sombras donde la muerte y la melancolía son las soberanas.