Nota: Los personajes le pertenecen al maravilloso Eiichiro Oda, yo solo expreso mi locura mental. (Dedicado a mi AnniehJr 3)

Era un día tranquilo para los Mugiwara. El sol brillaba en el cielo despejado, la suave brisa refrescaba el bochorno y la tripulación se disponía a partir. Habían estado días en una isla desierta, necesitaban descansar y tomarse algo de tiempo para ellos, pero ya era hora de volver a surcar los mares y a vivir nuevas aventuras. Subieron algunas provisiones y objetos que encontraron en esos días, como frutas y tesoros de escaso valor, y pronto estaban todos a bordo. Todos menos cierta navegante y su capitán.

-Oi Nami, he encontrado esta fruta –comentó el moreno empezando a caminar hacia el barco, mostrándole lo que tenía en sus manos con una expresión adorable e infantil en su rostro. La fruta era ovalada, de color granate y amarillo, completamente exótica.

-Vaya, es extraña, pero tiene una pinta deliciosa, esta isla no deja de sorprenderme.

Siguieron caminando hacia el barco, se habían entretenido buscando tanto más comida como más tesoros, y habían terminado adentrándose demasiado en el bosque, pero con Nami perderse era imposible, y pronto se había ubicado.

-Ten –aunque no fuera algo muy normal en Luffy, decidió compartir la mitad con su nakama. Tenía una pinta deliciosa, y prácticamente la habían encontrado los dos, así que no tuvo problema en comer menos si así ella también podía probarla. No parecía ni él. Nami sorprendida le sonrió y aceptó la fruta, comiéndosela con apetito.

-Muchas gracias capitán –pronunció antes de subir al barco y poner rumbo a más aventuras.

Horas más tarde el Sunny vivía lo habitual en un día corriente. Usopp y Chopper pescaban mientras hablaban de sus cosas y reían a carcajadas, Robin leía en cubierta mientras tomaba el sol, Franky acondicionaba el barco centrado en su trabajo, Brook pensaba en nuevas letras de canciones mientras revoloteaba por la cubierta, Zoro dormía profundamente y Sanji preparaba la comida con esmero, sobre todo la de sus señoritas. Por otro lado Luffy había decidido tumbarse en cubierta, lejos del resto. No era normal en él alejarse de sus nakamas, pero de vez en cuando le gustaba pensar en sus asuntos, y quería aprovechar el silencio que había en esa zona. Dejó su sombrero cubriendo su rostro, y con el sol dándole de lleno sus ojos comenzaron a cerrarse, sintiendo la brisa del mar refrescar el calor, y haciendo que terminara durmiéndose. Y la navegante se encontraba trabajando en uno de sus mapas, queriendo terminar antes de comer, también aprovechando que no había mucho jaleo en cubierta y no tenía motivos para enfadarse con alguno por desconcentrarla o estropear uno de sus trabajos.

-¡Terminado! –exclamó Nami mientras miraba su mapa recién acabado, levantándose con una enorme sonrisa de satisfacción.

Entonces, fue a abrir la puerta para que entrara más aire fresco, el calor que hacía ese día estaba siendo inhumano, pero al dar algunos pasos sintió como todo le daba vueltas, y segundos después caía al suelo, notando fuertes escalofríos recorrer su cuerpo. Minutos más tarde se recuperó y abrió los ojos asustada. ¿Qué había ocurrido? ¿Estaría enferma? Iría a ver a Chopper. Suspiró a punto de levantarse pero… ¿Dónde estaban sus hermosas y esbeltas piernas? ¿Por qué ahora tenía los pantalones de Luffy puestos? De hecho, ¿por qué parecían sus piernas? Subió el recorrido con la mirada, y observó que llevaba un chaleco rojo que conocía muy bien. ¿Dónde estaban sus bonitos y firmes pechos de los que tan orgullosa estaba? ¿Por qué en lugar de eso tenía una cicatriz?

-Oh no… -susurró al llevar sus manos a su pelo, tocando antes un sombrero. Bajo ambas manos por su rostro, sintiéndolo extraño, y tragó esperándose lo peor.

Sin esperar un segundo más rebuscó un espejo en el escritorio, y se miró, sintiendo como palidecía y un escalofrío la recorría de pies a cabeza, creyendo que se iba a caer al suelo otra vez.

-¡¿Qué clase de broma es esta?! –chilló sin dejar de mirarse. Era extraño, hasta tenía su voz- Si yo tengo su cuerpo… ¡¿Él tendrá el mío?! Debo pararle antes de que haga una locura.

Al mismo tiempo, Luffy ya cansado de esperar por la comida se levantó después de una larga, y un tanto incómoda, siesta, pero entonces sintió algo extraño. Le costó bastante ponerse en pie. Era como si no controlara su cuerpo, y se sentía algo débil. Finalmente se incorporó y sintió que volvía a la normalidad, aunque había algo que no le cuadraba. ¿Por qué estaba más… Esbelto?

-¡Shishishi! –exclamó bajando la mirada, aunque pronto la subió buscando a Nami al haber creído oír su voz- ¿Nami? Ugh –añadió al oírlo, viendo que el único que hablaba era él… Entonces bajó de nuevo la mirada, esta vez del todo, y observó su cuerpo.

Ni chaleco, ni pantalones, no, llevaba un bonito y corto bikini a rallas azul marino y blanco tapando sus intimidades. Fue a soltar un grito, pero entonces su mirada paró en sus pechos, bueno los de Nami. El bikini cubría lo justo y dejaba poco a la imaginación, y la verdad es que nunca se había fijado en estas partes de su navegante. Aunque ahora tampoco es que lo hiciera en ese sentido. Al sentir su pelo rozar sus hombros creyó entender lo que ocurría, pero antes de poder averiguarlo alguien le cogió por los hombros. Se giró y…

-¡¿Luffy?! –dijo viendo su cuerpo delante de sus narices. Esto le estaba divirtiendo demasiado. La persona que estaba delante de él tenía ambas manos en sus caderas y le miraba con una expresión nerviosa.

-¡No, baka! ¡Soy Nami! ¡Devuélveme mi cuerpo! –exclamó la navegante meneando a su capitán. Aunque parecía al revés.

-¡Woooo! –gritó Luffy emocionado- ¿Así que así me veis todos? –tiró de las mejillas de su propio cuerpo, recibiendo un empujón de su navegante. Lo que le extrañó fue que no sentía la misma fuerza que de costumbre, y simplemente se tambaleó hasta chocar contra la pared.

-¡Calla! Escucha, no tenemos tiempo para pararnos a pensar en estas tonterías, la comida va a estar…

-¡Nami-Swaaaan! utilidad de Escocia utiliza Lejos.

-Nadie puede saber que hemos intercambiado el cuerpo, ¿entiendes? Actúa como yo, que yo lo haré como tú –esto iba a salir mal, ella lo sabía, cualquiera lo sabría, pero no había otra.

-¡Por fin vas a jugar conmigo! ¡Y qué juego más divertido Nami! –gritó con un bonito brillo en los ojos. Normal, la pelirroja era preciosa hiciera lo que hiciera.

-¡No! Debes llamarme Luffy. Ah, y… No puedes comer más de una ración.

-¡¿Qué?!

-¡No querrás estropear mi bonito cuerpo! ¿Verdad? –lo último lo dijo tan amenazante que Luffy se estremeció de pies a cabeza y asintió con rapidez.

Se encaminaron a la cocina con tranquilidad, aunque la navegante pensaba que eso iba a ser un auténtico desastre. Empezando porque ella meneaba las caderas como de costumbre, y él caminaba de una forma demasiado masculina. Entraron en la cocina y…

-¡Nami-swaaaaan! –gritó Sanji revoloteando hacia Nami. Bueno, hacia Luffy.

-Oi Sanji –respondió este con tranquilidad. La pelirroja le miró con seriedad para que no se olvidara de que tenía que actuar como ella- Digo… ¡Sanji, comida! –Nami se llevó una mano a su nueva cara de goma, pensando que no colaría por mucho tiempo.

-Sanji –le llamó con calma.

-¡Ahora no Luffy! ¿No ves que estoy siendo un caballero? –esto desconcertó a la navegante. Por primera vez el cocinero no estaba detrás de ella, no iba a torturarla, ni a babear por cada cosa que hiciera… Eso quería decir… ¡Tranquilidad!

-Shishishi –respondió ella con calma yendo hacia la mesa, sentándose junto a Robin como solía hacer, dedicándole una sonrisa a la morena.

-Luffy –le llamó Usopp- ¿No vienes? –entonces se fijó que señalaba el asiento que estaba junto a él. Sin querer armar jaleo se sentó dónde le decía y empezó a comer con tranquilidad, haciendo que todos le miraran sorprendidos. ¿El capitán comiendo tranquilo, sin devorar la carne ni robarle a los demás? Tenía que tener fiebre seguro.

Luffy se sentó dónde solía ponerse ella, y empezó a comer sin ningún tipo de clase, devorando la carne como si del capitán se tratara. Esta vez, todos miraron la nueva escena más que confundidos. ¿Y los modales de Nami? ¿Y por qué estaba robándole a Usopp la comida?

-¡Nami! –gritó la pelirroja golpeando la mesa, haciendo que parara de comer y le mirara- ¿Recuerdas lo que hablamos antes? –le amenazó antes de que cogiera otro trozo de carne. La verdad es que se sentía lleno, pero tenía ganas de seguir comiendo. Qué estómago más pequeño tenía su navegante.

-Sí, ya no quiero más… Gracias –comentó sin saber cómo comportarse, y dicho esto se levantó para ir al cuarto donde la navegante hacía sus mapas, ya que a decir verdad nunca estaba cien por cien pendiente de lo que hacían todos, pero parecía que eso había calmado un poco a la tripulación.

-Yo tampoco –tragó saliva, sabía que Luffy no diría eso, pero no podía comer más. Aunque su cuerpo se lo pedía, ella no tenía ganas- Estoy cansado –fingió un bostezo y salió desconcertando a toda la tripulación.

Vale, todos pensaron que efectivamente el capitán estaba enfermo. Eso, o algo le ocurría, porque no era normal que comiera una simple ración y ni siquiera les robara al resto. Aprovechando que ninguno de los dos estaba, empezaron a hablarlo entre todos, ya que si sus nakamas se encontraban mal ellos sin dudarlo tenían que ayudarles.

Nami subió con rapidez al cuarto de los mapas y se apoyó en la puerta con una postura demasiado femenina para el cuerpo que portaba.

-Como toques algo de todo eso te corto la cabeza en cinco –rápidamente el capitán dejó de trastear y se acercó a ella.

-Oi Nami… -comentó bajando la mirada- Esto es un poco incómodo –añadió tocando sus pechos, lo que enfadó a la pelirroja.

-¡No hagas eso! Por mucho que estés en mi cuerpo debes tratarlo como si de mí se tratara.

-¿Y acaso no podía tocarlos antes? –replicó con molestia, ser Nami era un rollo.

-Ay Luffy, hay tantas cosas que te quedan por vivir. Yo no voy tocando tu… Bueno tus tesoros.

-¿Por qué? Se supone que te encantan –la pelirroja comenzó a reír a carcajadas. ¿Estaban hablando de lo mismo?

-Baka, me refería a tus intimidades, ya sabes –señaló su entrepierna, resultándole muy incómoda la situación- En fin, debes quedarte conmigo mientras sigo trabajando en los mapas –añadió sentándose en su silla.

-¿Por quéee? Yo quería jugar… -Nami apretó los puños, sintiendo mucha más fuerza que de costumbre. Pero no iba a pegarse a ella misma y arriesgarse a dañar su hermoso cuerpo.

-Juguemos a que te quedas aquí conmigo. Luffy, si alguien sube y me ve, o sea, ve tu cuerpo aquí, trabajando, ¿no crees que le parecería raro? Debes quedarte para disimular en caso de que alguien venga –se lo explicó con calma, empezando a hacer los mapas.

-Jooooooo –replicó el moreno, aunque se recostó en el suelo, cruzando los brazos, viendo como sus pechos se levantaban.

-Muévete un poco a la derecha. Ahí, que te de el sol ya que estamos, a mi piel le vendrá bien.