Las planchas y el aceite a altas temperaturas hacían pesado e insoportable aquel cubículo que tenia el lujo de portar el título de "la tercer mejor cocina en Manehattan". Aquel apelativo fue dado por una revista culinaria, en un artículo donde su mayor atractivo eran los muy perfectamente arreglados mozos exhibiendo las especialidades de la casa. Ignorando por mucho lo que pasaba en "el lugar donde la magia sucedía": movimientos fríamente mecanizados, gritos de órdenes que se volvían difusos entre las escandalosas mesas de preparación, una participación obligada por todos los miembros, entre muchas más…
Si eras nuevo, en aquellos días de corto personal, tenías la oportunidad de ser mesero. Respirar aire puro y ver el retrato de la gente feliz por los platillos, desbordando satisfacción gastronómica, con el leve jazz de la banda presente en esa ocasión. La gran mayoría ve a los meseros como simples traedores de comida, pero ellos son los equilibristas imposibles –cinco platos y todos llegaban calientes a la mesa justa– esbozando una sonrisa y siempre con una actitud cordial. Muchas veces siendo cómplice entre las decisiones de una mesa llena inquietudes; una recomendación del chef, una serie de los más pedidos, gustos propios, etc… Complementaban la experiencia del Ops, donde la buena atención y comida no era la excepción sino la norma. Podrá parecer un eslogan bonito pero se podría decir que se mantenía a punto de puñal para todos los que estaban ahí.
Ya hacían las doce, los únicos comensales presentes eran los propios empleados, que venían que hacer con algunas sobras antes de tirarlas. Carrot Cake se había quitado el uniforme de mesero y se dirigía a las afueras del restaurante, por la salida de emergencia, con sus alforjas puestas. Respiro hondo, dejando que la humedad de una leve llovizna llenara sus pulmones, y exhalo dejando su pesadumbre. Aquella noche se le hizo particularmente larga.
-Buena noche ¿No chico?- Una voz gruesa se oyó de detrás de él, proveniente de un unicornio.
-Tal vez- respondió de forma cortante, percatándose como un cigarro se acercaba hasta el alcance de su boca.
No perdió tiempo en tomarlo y este no tardo en prenderse, una profunda calada avivo el naranja de una débil brasa con la que también lleno sus pulmones de humo. Un pequeño rastro de humo salió su nariz, sintiendo una picazón a la cual ya se estaba acostumbrando.
El unicornio se puso junto a él, marcando una gran diferencia de altura entre ambos. Además de alto era delgado, con facciones muy marcadas en su cara y una crin bastante corta. Puso un cigarro en su boca y lo prendió con un resplandor de su cuerno.
-Oye tu participación con las entradas y los postres del primer turno fue wow, nunca pensé que…
-Me prometiste un puesto fijo Sam- interrumpió, sin dirigir siquiera dirigirle su mirada.
-Es complicado chico…
-No, ya estoy cansado, al principio pensé que estaba pagando el derecho de piso como todos los que pasaron por aquí ¡pero tres malditos meses! – volvió a interrumpir levantando su voz, volteando lentamente hasta estar cara a cara. Y otra carga de humo era liberada por su nariz, la nicotina en su sistema hacia que se calmara.
-Ya fui tu jodida marioneta mucho tiempo, ya me canse de las noches de mozo, asistente, limpia platos a tiempo completo- soltó de forma seria. -Mándame una carta de recomendación o no, ya no me importa, nos vemos Sam – dijo tomando rumbo en medio de la llovizna nocturna.
-Chico…
Las palabras motivacionales se agotaron en su repertorio y sentía que ya no había nada que decir. Había abusado de la confianza de aquel joven potro, como con muchos otros que soñaban con la estela de la fama culinaria. "Tal vez era tiempo de dejarlo avanzar", fue lo que pensó, momentos después un escalofrió recorrió su columna. De aquellos que te dan cuando sientes el miedo de que alguien te supere algún día.
-Cuídate de bastardos como yo- murmuro antes de volver a entrar al restaurante.
Carrot Cake ahora recorría las calles llenas llenas de ruido, luces y polución con rabia. Quería acabar con cualquiera que no mantenía ordenado el área donde trabajaba, quería prender fuego los delantales bordados de aquellos restaurantes en los que nunca estaría, pisar un gran platillo; destrozar algo hermoso. Tal vez debió de haberle dado un buen golpe en la cara al unicornio antes de irse.
Sus cavilaciones no lo llevaron a percatarse de que había tomado una ruta contraria a su departamento, aquella no parecía ser su noche.
Su estómago rugió exigiendo lo obvio, así que fue mirando a sus alrededores algún lugar donde caer a comer algo. A unos metros se veía el cartel de un pequeño bar se veía bien para ahogar sus penas, pero fue cautivado por un penetrante olor a café que revitalizo sus sentidos. A su lado estaba una cafetería nocturna, se sorprendió al no notarla, podía verse a la clientela en su interior. Había una barra donde solo se encontraban dos ponis de tierra: una de pelaje violeta y crin rizada que llevaba calentadores y otra de pelaje cian con una crin undulada que le recodaba la crema para decorar pasteles. Además de tener unas curvas voluminosas que ciertamente le parecían atractivas.
No supo cuál de todos sus instintos lo hizo entrar, pero ahí estaba, tomando asiento en la barra donde estaban aquellas yeguas. Veía que parecían tener una animada charla, en realidad la de calentadores era la única que hablaba mientras que la otra retomaba el hilo cada tanto.
-¿Qué quiere joven?- pregunto un unicornio de mediana edad, sacándolo de su observación sutil.
-Un cortado y tres rosquillas con glaseado de chocolate.
El local no parecía ser grande con unas cuantas mesas y una barra, su principal atractivo era una rocola y un pinball. No tenía mucho que hacer y quedarse espiando chicas no su idea de una noche ideal, tomo una moneda y fue directo a la máquina de canciones. Para su sorpresa tenía bastantes hits, pero ninguno que llamara su atención.
-¿Algo interesante?
Una voz lo sobresalto haciéndole voltear, no vio a nadie detrás de él. Una risita fue suficiente para darse cuenta de que tenía alguien a su lado y que acababa de quedar como idiota. Era la chica de las curvas y cabello tipo merengue italiano, de cerca era aún más atractiva para Carrot. Su expresión, sus pestañas rizadas y ese aroma a panadería que tenía solo lo cautivaban más, a la vez que le quitaban las palabras de la boca.
-¿Y?- volvió a hablarle, con una voz que se le hizo dulce.
-Yo, es que, mira; sus canciones son buenas pero…- hilo media oración de forma trastabillada.
-Pero… ¿son todas canciones pop? – pregunto al ojear un poco la lista.
-Sí, digo no, no tengo nada que sean populares pero ya sabes sintetizadores, creo que están matando la música –respondió, queriendo comerse sus propias palabras al hacer una afirmación tan certera. –No quiero decir que todos sean malos, es solo…
-Descuida entiendo, aquí entre nos a mí tampoco me gustan, es como "¿Hola esta originalidad? Quiere sus artistas de nuevo".
-No piensas más un "Bit bup soy dinero fácil 9000 y hare tu próximo éxito bit bup"
-Mientras no le digas eso ella- dijo apuntando a la poni de cabello rizado que luego saludo a ambos.
Se miraron y rieron al unísono, se venían ridículos pero eso lo hacía más divertido.
-Eso es gracioso porque es verdad, Carrot Cake un gusto.
-Chiffon Swirl es un placer.
-Mira The Smits- dijo el apuntando a una canción llamada Ask con el título de la banda sobre ella.
-Los pioneros de Trottingham- al decir eso estaba a punto de poner una moneda, pero fue apartada por el casco de Carrot.
-Permíteme.
La canción comenzó, no se dijeron nada, antes volver a sus asientos. El café de Carrot estaba casi frio y la amiga de Chiffon estaba inquieta por saber quién era aquel chico con el que hablo. Mientras ella preguntaba sus respuestas solo encontraban monosílabos, no tenía tiempo de prestar atención ambos se intercambiaban miradas desde sus lugares.
-¿Me estas ignorando?
-Claro que no Cheerie.
-Dime que fue lo último que te dije.
-¿Algo del último disco de Duran Duran o algo así?
-Tuviste suerte, pero puedes ir a hablar con él de una vez, ya se está volviendo incomodo- le dijo tomando los últimos tragos de su malteada, creando un ruido molesto cuanto menos.
-Sabes que no te gusta estar sola.
-Cheerie Lee nunca está sola, no es verdad Joe- dijo dando un codazo a un poni que pasaba limpiando el suelo.
-Mi nombre es Joel y no te conozco- respondió mirando extrañado a la yegua.
-Vez ya somos grandes amigos, vamos ve con tu chico.
Siguió el consejo de su amiga y se sentó a su lado, el parecía algo nervioso o algo, no parecía querer hablar. Ella disparo primero.
-Eres de aquí o…
-Ponyville, soy de ahí, pero se podría decir que pase gran parte de mi vida en la gran ciudad y tú – respondió de forma rápida.
-También.
-Vienes de visita o…
-Eso, visita, bueno es un viaje que tenía planeado con mi amiga hace tiempo.
Ambos sintieron una curiosidad mutua, como era posible que en un lugar tan pequeño como lo era Ponyville no se hubieran encontrado ni si quiera una vez. Aun así, los recuerdos comenzaron a salir de ellos dibujando un paisaje de infancia que se les hacía lejano, en una charla cada vez más animadas. Carrot conto como de pequeño el asma no le dejaba salir a jugar muy seguido y como una salida laboral de su madre lo llevo a Manehattan. Mientras que Chiffon repaso algunas etapas de su niñes, junto a la romántica historia entre la familia Pear y Apple.
-¡¿De verdad eligió a los Apple?!- dijo el sorprendido al enterarse el desenlace de la historia. –Es wow, no puedo creerlo, parecían tan enemistados.
-Eso es lo curioso de muchas historias ¿verdad?
-Supongo ¿qué paso con Grand Pear?
-Pear Butter le envía una carta cada tanto con la esperanza de que le conteste.
-No parece un final feliz.
-No creo que tal cosa exista.
El silencio volvió a envolverlos, fue una nota amarga, solo hicieron una seña para que les sirvieran más café.
-Entonces fui a la tienda de discos y dije "MIRA ESTA TIENDA DE DISCOS" en Ponyville no tenemos algo tan grande y variado como aquí. Mi amiga Vinyl quiere abrir una, pero es muy joven, además de poder hacer una carrera mezclando música o algo así ¿Te gusta la música Joe?- hablaba una distendida Cheerie Lee al chico que ahora limpiaba las mesas.
-¡Me llamo Joel!
-Ese es un nombre aburrido, sabes que nombre me gusta…
Ambos rieron de forma baja al ver al atormentado poni soportar a la amiga de Chiffon, parecía que aquello paso como vino. Ambos se volvieron a abrir ante las palabras del otro.
-¿Qué trae a una chica como tú a un lugar como este a estas horas de la noche?
-Las reservaciones en el hotel no cubrían esta noche, estábamos buscando un lugar donde pasarla hasta que estación se vuelva abrir como a las cinco. Ahí dormir unas horas hasta que llegue nuestro tren.
-Ya veo y su…
-¿Equipaje? Por el mal entendido el hotel pago para que se los lleven a Ponyville, nos pareció razonable- dijo algo molesta. –Ahora cuéntame qué te trajo a esta cafetería.
Le costó unos segundos en hacer memoria, claro, se había ido del Ops. Aunque era un recuerdo vago, paso por alto la rabia y frustración de horas antes, todo lo que tenía era el encontrando el café y viéndola desde la entrada. Recordo que estaba a metros de quedar solitario hasta las orejas de alcohol barato, pero gracias a ella la pasaba de maravilla en este momento.
-Trabajo…
-¿Sales tarde?
-Sí y renuncie- al decir eso noto la cara expectante de la poni a su lado. –El ambiente era una basura y me tuvieron como idiota durante tres malditos meses.
-Eras un…
-Cocinero, mesero, lavaplatos, lame botas entre muchas cosas.
-¿Trabajabas en un lugar exitoso?
-Una revista nos describió como "la tercer mejor cocina de Manehattan".
-Ya veo ¿tienes pensado que harás ahora?
"¿Qué hacer ahora?" Solo volver con la cabeza gacha a su departamento, ver los clasificado y vivir lo máximo posible de sus ahorros hasta poder encontrar un nuevo trabajo o pedirle dinero a su madre, sep, esas eran sus opciones. Había fundido todos sus contactos y cobrado todos sus favores por ese trabajo, pensar en ello solo hacía que las estrellas de sus sueños se vieran más lejanas. Trato de no apagar la sonrisa en su rostro al momento de contestar, aquella noche estaba saliendo bastante bien y no podía dejar que esto le afecte a él y a la chica a su lado.
-No…
-Bueno si alguna vez vienes a Ponyville mi panadería aceptaría con los brazos abiertos a un cocinero y lame botas de primera clase – dijo animando el espíritu de Carrot.
-Una panadería propia, eso sí es impresionante.
-En realidad es un proyecto a futuro, tengo un pequeño puesto en la feria y mis padres me dejan usar la cocina que hay en casa. Un inicio es un inicio ¿no?
-Claro, eso no lo discute nadie.
"Inicio" una palabra a la cual parecía estar ligado por más tiempo del que hubiera parecido. Se preguntaba que se sentiría tener su seguridad y predisposición; para él un puesto en una feria era mejor que lo que estaba haciendo. Al menos se veía que vendía y preparaba lo que realmente amaba.
-Una vez tuve un pequeño puesto de comida ambulante sabes, pero me lo clausuraron por no tener la documentación necesaria ni la aprobación de un inspector de salubridad.
-¿Se necesita permiso para hacer eso?
-Para todo en general, y eso cuesta dinero y tiempo que no podía gastar si quería llevar algo a casa.
Por un momento recordó aquel periodo de inseguridad donde era cosa de caminar desde el alba hasta el ocaso por empleo y volver para rogar una prórroga de su renta.
-¿Dime cuáles son tus aspiraciones aquí?
Eso le era fácil de contestar, fama y fortuna, poder salir del molde de mediocridad en el que fantásticos chefs se estancaban dentro de Manehattan. Un platillo o algo, podía ser cualquier cosa, pero estaba cansado ¿pero acaso eso lo haría feliz? No solo era cosa de llegar sino de permanecer ahí arriba; muchos se resignaban a una posición medianamente estable y se transformaban en bastardos como Sam.
De un momento a otro se quedó sin palabras, parecía que sus "aspiraciones" solo lo llevarían a un círculo vicioso. Su respuesta fue una pregunta.
-¿Y las tuyas?
-Una panadería- respondió asertiva
No, imposible.
-¿Solo eso, nada más?
-Sí, hacer postres me hace feliz, creo que bastaría con hacer algo que me gusta.
"¿Qué era lo que le gustaba?" otra pregunta que hace mucho no circulaba por su tren de pensamiento. Se había quedado sin temas de conversación nuevamente, no sabía que más podía contarle. Ella parecía tener todo sin nada, y él tenía nada con nada ¿Cómo se supone que lo hacía? Tener eso en mente solo cautivaba más.
-Ya es tarde y no me gustaría que vaguen por ahí ¿quieren venir a mi apartamento a descansar unas horas?- pregunto y ella lo miro con una ceja levantada. – Sé que estos lugares tienen fama de locos psicópatas que invitan a lindas yeguas a sus departamentos para cosas raras, pero te aseguro que no soy uno.
-Creo que serias uno muy simpático, déjame decirle a Cheerie- dijo, volteando a ver a su amiga.
-Entonces mis por mis padres termine en el servicio militar y me marche por mi cuenta, no sin antes decirle al sargento todo lo que pensaba sobre él…
Joel le hablaba a una Cheerie Lee que ocultaba sus ojos cerrados bajo unos lentes de espejo polarizado, no se podía saber a ciencia cierta hace cuanto que estaba hablando con un poni durmiente. Pero el delgado hilo de saliva que salía de su boca media abierta podía dar un pequeño indicio.
Luego de despertarla de la forma más sutil que pudieron y pagar la cuenta se dirigieron al departamento de Carrot. Un pequeño mono ambiente con una cama matrimonial, un refrigerador, cocina y baño; según tenían entendido el calentador no funcionaba. Él dejo que ambas ocuparan la cama/sofá, mientras que se quedó mirando las luces de la ciudad hasta quedarse dormido. A la mañana siguiente se encontraba solo, la alarma había sido apagada y mostraba que eran más de las nueve. Había pasado tiempo desde que no se despertaba a esas horas. Luego de eso, fijo su atención en una nota pegada en su refrigerador con un imán.
"Querido Carrot Cake, gracias por dejarnos pasar lo quedaba de la noche aquí. Cuando tu alarma sonó a eso de las siete de inmediato nos arreglamos para irnos, no queríamos depertarte, tú más que nadie merece descansar. Gracias otra vez por una noche tan divertida.
PD: Dejamos tus llaves en la mesa
PD2: Recuerda que en Ponyville las puertas de "Sugar Cup-Corner" estarán abiertas para un cocinero y lame botas de primera (¿te gusta el nombre? creo que es genial)
Shiffon Swirl XOXOX"
Disfrutad de la version sin horrores ortograficos o gramaticales
Ahora bien, si terminaste de leer tenes mi gratitud, me imagino que sabes como termina. Él deja todo para ir con ella, las razones y el desenlace me lo guardo para cuando me de ganas de escribirlo (o deje que alguien lo escriba, lo que venga primero).
PD: Espero que cazaran mis escasas y poco sutiles referencias a los ochentas
GRACIAS TOTALES...
