Solo quiero estar a tu lado

Era un día normal en la vida del castaño, que se encontraba siendo acosado por dos matones en el gimnasio. Pero esta vez los matones querían algo más que avergonzarle. Pero lo que ellos no sabían era que habían elegido una mala victima a la que acosar.

Tsuna se encontraba atemorizado contra la pared, uno de los muchacho les tenia agarrado de los brazos mientras que el otro lentamente, con una navaja en la mano, se disponía a romperle la parte superior del uniforme de la escuela.

Dejando al descubierto ese cuerpo tan deseado.

En ese momento Tsuna estaba arrepentido de lo sucedido aquella mañana con Gokudera-kun.

Flashback

- ! Gokudera-kun basta ya ¡Estoy harto de que día tras día hagas explotar a la gente con dinamita

- Pero decimo...

- Decimo nada - interrumpió Tsuna al peliplata - Hasta que no dejes de hacer eso no quiero tener nada que ver contigo.

Estaba claramente arrepentido de lo que había dicho a su amigo. Pero no terminaba de entender por qué en un momento como este no podía parar de pensar en el.

-Vamos déjanos oír tu vocecita pidiendo ayuda, pídenos que te dejemos jajaja - El amenazador muchacho de la navaja acababa de romperle la parte superior del uniforme y continuo hasta dejarle en ropa interior. Aunque Tsuna ya estaba acostumbrado a ir así por la calle por culpa de la bala de última voluntad de Reborn, ahora sentía unas verdaderas ganas de gritar Gokudera, y que su amigo acudiera al rescate, como siempre hacía. Pero él sabía que esto no iba a pasar y menos después de todo lo ocurrido.

Cuando los muchachos estaban a puntos de bajarle su ropa interior, por cierto de corazoncitos, apareció el tan esperado. Gokudera estaba en un ataque de ira y el pelicastaño no pensaba pararle los píes en este momento.

- Que le habéis hecho a el decimo. Como os atrevéis a tocarle os vais arrepentir.- En ese momento lanzo un incontable número de bombas. Los dos estaban por los suelos y Tsuna dándole gracias a dios por que apareciera.

. Vamos a la enfermería decimo.

- G-gracias gokudera-kun- dijo el pelicastaño tartamudeando.

Gokudera no podía parar de mirarle, estaba con alguna que otra herida nada mas que unos rasguños pero con todas las veces que le había visto era la primera vez que sentía la necesidad de tocarle cada parte de su cuerpo. Tsuna se dio cuenta de la mirada de el peliplata lo que le hizo sonrojarse, aunque de cierta forma se sentía feliz de que hubiera sido él y no otra persona el que estuviera a su lado. El sabía que le debía una disculpa a su amigo, aunque era verdad que a veces se pasaba con tanta dinamita. Estaba empezando a sentir algo, algo distinto a una amistad, sí algo más.