Hola mi estimada comunidad, esta me atrevo a decir, es mi primera historia basada en mi fandom favorito DBZ con un twist de mi segundo mundo favorito Star Wars, me animé por el potencial de los personajes en función de un drama de ciencia ficción, agradezco la oportunidad brindada a mi fic y espero sea de su agrado. La historia comienza lento pero ¡Se pondrá interesante! Muchas gracias por sus comentarios.
Disclaimer: No me pertenece ninguno de los personajes de DBZ
–––––––––––––––-Capítulo I––––––––––––––-
La última esperanza
Libertad. Una pequeña palabra que vacila en la mente de todos los seres de conciencia autónoma. La libertad de ejercer la voluntad propia, la libertad de decidir. La libertad de vivir.
Este era el único pensamiento que recorría su mente mientras se alejaba saltando como un susurro a toda velocidad entre la vegetación del lugar, a su alrededor, un bosque de enormes, y delgadas estacas rojas asemejando la prisión de luz y sombras por la que escapaba.
Rápidamente se deslizó entre el follaje intentando encontrar un curso, con la insinuación de gotas de un sudor frío y tembloroso, que asaltaban sus reflejos. Su última oportunidad para sobrevivir estaba en juego.
Calmando su respiración agitada, decidió no perder más tiempo, huir para poder pelear en el mañana. No tenía opción, no tenía salida. Exhaló, consiente del sonido de los pasos enemigos amenazando en su proximidad, levantó los ojos para meditar su última oportunidad y envolviendo su cola en la cintura, se colocó en posición de batalla detrás de su último obstáculo hacia la libertad.
Con un movimiento felino, saltó en pos de su enemigo apuntando una fuerte patada, cargada con toda la fuerza poseída en su desesperación. Su víctima voló en dirección a la roja tierra donde se estrelló haciendo un cráter que desenvolvió una tormenta de polvo. Confundido e intentando incorporarse, su enemigo escuchó el sonido de la nave, la misma que custodiaba, despegar del suelo en un fugaz estruendo y ascendiendo a toda velocidad hacia el infinito.
-¡Maldito simio!- Exclamó, poniéndose en pie al instante – Regresen hurtó la capsula!- Alertó a través de su rastreador al resto de la comitiva que apareció al instante entre la maleza roja. Todos quedaron mirando el resplandor del objeto fuera de su alcance.
- ¡Suban a sus naves!-
Enfilando rápidamente a sus respectivos puestos se introdujeron en las capsulas activando los controles para iniciar la persecución.
-¡Capitán!- Llamó un hombrecillo gris señalando su transporte - ¡No tengo energía en la nave! ¡Los controles no funcionan!-
Dando una mirada rápida a su propio panel, el capitán del equipo descubrió que su capsula se encontraba en las mismas condiciones, suspiró intuyendo que el resto de su brigada tendría la misma suerte.
- Quizá no sea tan estúpido como se dice- murmuró resignándose a su prematura derrota – No importa – continuó – Informaremos de este incidente al cuartel y alguien más se encargará de poner esa basura en su lugar- Instó al resto de la colección de 3 hombres de diferentes razas en su equipo – Regresen a sus deberes y terminen de ejecutar la limpieza de este muladar.
…_...
Sintiendo una sensación volátil de alivio, permitió a su rostro expresar una amplia sonrisa. Todo había funcionado de acuerdo a lo planeado, el tiempo de actuar llegaba, debía encontrarlo, debía convencerlo, sabía los riesgos de su acción, pero ahora no importaba nada. Miró esperanzado las coordenadas introducidas del planeta ZT2077, solo un año para poder alcanzar su meta, por fin su búsqueda del último saiyajin libre llegaría a su fin. Sin poder contener su sonrisa inició el proceso de hibernación y cruzando los brazos cerro los ojos para sumergirse en un profundo sueño, el primer sueño tranquilo desde que inició su travesía en este tortuoso infierno.
_..._
Descendiendo su vehículo contempló el hermoso paisaje tropical a su disposición, al instante saltó para ingresar hacia la casa que tantas veces fue el refugio de miles de aventuras con todos sus amigos, esa vieja casa de madera que todos llamaban Kame House. Había pasado mucho tiempo desde su última reunión y todo parecía ahora un sueño distante. Pasó sus dedos por su corto y sedoso cabello, haciendo una mueca de felicidad, ingresó a la casa cargando el delicioso obsequio para el anciano maestro y sus compañeros, después de todo Bulma Briefs tenía siempre el mejor gusto.
Su pequeño amigo calvo del Gi naranja la saludó alegre, a lo que se sumaron las perversas atenciones del viejo anciano milenario, el Maestro Roshi. Unos minutos más tarde, escuchó el llamado de uno de sus más queridos amigos al frente de la fachada de la pintoresca casa. Al descubrir de quien se trataba el alto joven guerrero del inconfundible cabello revuelto, fijó sus oscuros y apacibles ojos sobre sus antiguos camaradas.
-Gokú!- exclamaron los presentes al unísono
- Hola- Correspondiéndoles con una sonrisa les observó mirarlo atónitos por la otra pequeña presencia que le acompañaba.
- ¿Y ese niño?- Preguntó su mejor amigo sorprendido – ¿Trabajas ahora cuidando niños?-
- Él es mi hijo – Contestó sin interés obviando la situación.
Bulma lo miró anonadada con una pizca de sorpresa e incredulidad, la nostalgia le invadió por un segundo al pensar en todos los momentos de su vida al lado de ese despreocupado y risueño muchacho, sus pensamientos divagaron en su figura, un personaje tan irreal a su parecer, sin lugar a dudas un hombre con una fuerza sobrenatural, su confianza ciega estaba en el ante cualquier amenaza. Ahora lo veía en una faceta desconocida, que jamás pensó podría ocurrir.
-Hola- Saludo la tierna criatura haciendo un ademán respetuoso.
Los presentes correspondieron el saludo. Olvidando sus afirmaciones anteriores retornó a la plática y sonrió al pequeño. Vino a su mente la nostalgia de todas las veces que sobrevivió a su lado y las miles de historias conjuntas. Se encontraban en un momento de sus vidas en el que todo parecía haber tomado el curso correcto.
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- ¡Ese torpe imprudente!- Escupió su masculina voz en una carcajada – Seguramente olvidó ingresar el código correcto y se perdió- bajó la mirada para observar su bebida y empinarla hacia el – No me sorprendería que el pobre diablo terminara una vez más en una criogenia permanente, hasta que lo volvamos a encontrar- musitó divertido.
- No lo deberías tomar a la ligera Raditz- Un corpulento y tosco hombre contestó a su lado – Después de todo no quedan muchos sobrevivientes de nuestra raza- con un semblante reflexivo permaneció observando las ondas de su propio trago. La preocupación se hizo evidente en su rostro al pensar en las consecuencias del infortunado incidente ocurrido, tensando su cola en respuesta, las arrugas de su frente se hacían más notorias.
- Aunque sea uno de los nuestros sabes que no nos sirve de nada- El saiyano joven volteó su regazo para observar el ambiente detrás, pasaba sus ojos azabache por la divertida escena de sus compañeros ruidosos, embrutecidos por los efectos de las fuertes bebidas del lugar, sin duda esos momentos eran de las pocas cosas que apreciaba de su involuntaria esclavitud al servicio del Imperio Cold. – El pobre idiota es un iluso- Se levantó sacudiendo su enorme melena negra.
- Es una lástima – añadió aburrido el viejo saiyano calvo– Lo que más me molesta es la idea de que se derramará sangre Saiyajin- Su semblante oscuro se perdió en el horizonte – Después de todo tiene la sangre del rey-.
Mirándole desconcertado el otro saiyano replicó - No creo que eso importe a estas alturas- finalizó su trago y se dispuso a abandonar el sitio – sabemos que el reinado de los Saiyajin no regresará, hablar del valor de La Sangre Real es solo palabrería absurda-
Súbitamente, la garganta del joven se encontraba apresada bajo la mirada desafiante del gigante calvo con quien conversaba. El silencio invadió el escenario mientras las manos de Raditz intentaban soltar el agarre letal que lo tenía sometido.
– Mas te vale que midas tus palabras- dejo salir su verdugo entre dientes – no creo que quieras que tu aseveración llegue a oídos de nuestro indulgente Príncipe- dibujó una mueca divertida ante la vista de la mirada petrificada de su compañero despeinado. Sintiendo el peso de sus palabras, con mayor fuerza al de su asfixia, el joven saiyano asintió sin decir más.
– Maldición Nappa- soltándose tosió frotando su cuello – A veces olvido que hablo con la perra de Su alteza– soltó burlón sacudiendo la cabeza. El saiyano más viejo le advirtió una mirada desafiante al tiempo que apretaba sus puños – Tranquilízate anciano – espetó – Yo sé dónde está mi lealtad, todo el plan se hará como lo establecimos, si tenemos suerte nadie podrá encontrarlo y podremos recuperar al pobre tonto a tiempo–
– No– replicó el saiyajin más viejo – es mejor decir que murió, nos harán pagar si se enteran que está prófugo y nos obligarán a cazarlo, no podemos arriesgar el plan – Ante lo evidente los dos hombres accedieron en silencio a la sugerencia.
Sin estar convencido, Nappa le dejó alejarse distrayéndose de su molestia finalizando el resto de su bebida, limpió las comisuras del resto del líquido verdoso y se adentró en sus pensamientos. Repasó los hechos acontecidos frunciendo ante la idea de la posible muerte de su compatriota. Aun cuando no era de su agrado el chico, la idea de perder uno más de sus integrantes le causaba una enorme decepción. Entendía el estatus del orgullo mermado de enfrentarse a la extinción de su poderosa raza. Solo quedaba esperar noticias de su líder para poder concretar de un modo el plan de venganza. El escape apresurado del Saiyajin más joven era la noticia de mayor auge en las líneas de los soldados de su liga. Ciertamente el tirano no se lo perdonaría.
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Abrió los ojos regresando de su largo sueño, escucho sonidos distantes de la nave donde viajaba que se preparaba para ingresar a un planeta provisto de un matiz azul y blanco con una abrumadora tranquilidad. Pegando sus ojos al cristal observó entretenido las formas de los paisajes que se avenían a su descenso. Finalmente realizó un estrepitoso aterrizaje sintiendo su cuerpo estremecerse con el impacto. Con un poco de esfuerzo abrió su pequeña nave y puso un pie fuera de ella.
Aspiró aire con la sonrisa a flor de piel, ese mundo pacifico e imperturbado confirmaba sus profundas sospechas. Lo había logrado – Busquemos a Kakaroto- susurró para sí.
Rápidamente levantó su rastreador para buscar señales de poder de pelea existentes intensificando su interés en las mayores. Con un sonido encontró su encomienda y sin perder más tiempo se enfiló hacia su destino.
_... _
Sorprendida por las respuestas del astuto pequeño niño, la joven del cabello azul desvió su mirada para participar en la conversación de sus amigos
- Gohan, lo que tienes en tu sombrero es una esfera del Dragón?- Preguntó mirando sospechosa a su antiguo compañero de aventuras.
-Así es – contestó este sin denotar la intención de la pregunta – Es la de 4 estrellas, es un recuerdo de mi abuelito, me puse a buscarla para dársela, también encontré la d estrellas-
- Cada vez que veo una esferas, siento nostalgia por la búsqueda de las esferas del Dragón- suspiró expectante mirando hacia el horizonte. Recordaba todas esas aventuras con un cariño y emoción únicos. Por un instante pensó en todas las oportunidades que tuvo para pedir su absurdo deseo, irónicamente jamás lo logró, sin embargo todos esos años de su vida tenían más valor que cualquier deseo que hubiese podido pedir. Sonriendo para sí misma interrumpió sus pensamientos sintiendo a Gokú tensarse.
-¿¡QUE!.. Que es eso!?- flaqueó alarmado el joven congelando el aire del momento
- ¿Qué sucede?- se asustó el viejo maestro
- Siento un poder … hay algo que viene volando hacia acá- soltó defensivamente colocando sus brazos alrededor de su cuerpo. La inesperada sensación de un mal presentimiento lo abatía sin remedio. Definitivamente algo no estaba bien.
Al instante, del cielo, una figura pequeña se dejó caer frente a la tropa de aliados. Levantando el ceño les sonrió con una seguridad fehaciente. Su cola ondeaba desafiante frente a ellos, lo miraron incrédulos por un momento. Su atuendo era una extraña armadura azul y blanca de materiales desconocidos, notorios musculos, estatura baja y cabello en punta en contra de la gravedad.
Mirándoles detenidamente con las negras pupilas se detuvo al identificar al objetivo de su búsqueda.
- Por fin te encuentro Kakarotto- habló con el alivio de una recompensa añorada en su voz.
- ¿Eh? Ka..karotto…¿Quién eres? – Preguntó Gokú en un soplo agresivo- ¿De qué hablas?-
- Dime Kakarotto que sucedió en este planeta- le soltó con genuino interés - Tu deber era acabar con los habitantes de este planeta- continuó el invasor. Sin comprender una palabra de lo sucedido, los testigos de ese acercamiento temblaron al escuchar la última aseveración, sin perder el tiempo Krilin se armó de valor y se enfrentó al joven misterioso.
–¿Quién eres tu? – intervino molesto haciendo un ademán de desprecio en sus movimientos
- Kakarotto incluso has olvidado tu identidad- musitó silencioso bajando la mirada con una sonrisita. Sus planes tendrían ahora una complicación de mayor seriedad.
– No vuelvas a llamarme asi!- amenazó el sorprendido muchacho – Mi nombre es Gokú-
Al notar la evidente confusión, el joven invasor cruzó los brazos dispuesto a proporcionar información relevante para iniciar su interacción.
–No entiendo los motivos por los que tu aparente amnesia sucedió– reveló tranquilamente- Sin embargo, es mí deber informarte, que no perteneces a la raza de seres con los que has formado alianza-
Al escuchar su sentencia, los incrédulos presentes daban vistazos de estupefacción a su viejo conocido y al misterioso joven que se plantaba ante ellos. Las palabras de ese individuo eran realmente apabullantes, su develación contenía una aprensión de duda implícita para todos los oyentes. Sin prestarles atención continuó con su explicación intentando sonar del modo más neutral posible.
– Seguramente, a lo largo de tu vida en este planeta, notaste que tu fuerza no correspondía a los estándares conocidos de la especie con la que convives– instó a su principal oyente a recapacitar – del mismo modo tu fisionomía no tiene las mismas estructuras y formas de los seres que te rodean-
Pese que no fuera un parecido notorio sus características generales delataban que las palabras del recién llegado una posibilidad no muy remota. La evidencia de su apéndice fluctuante era la innegable prueba de su afirmación. Con trémulo el viejo maestro Roshi decidió hacer uso de la palabra
– Hace mucho tiempo– inició con sosiego- Tu abuelo Gohan me habló de un niño que encontró un objeto extraño en lo más profundo del valle, al acercarse había una cápsula con un bebé con cola- hizo una breve pausa intentando recordar- mencionó que al principio el pequeño era sumamente agresivo, sin embargo un accidente le ocurrió al caer de un precipicio y se golpeó la cabeza- se detuvo un momento para contemplar el semblante de duda en su joven discípulo – el pequeño sobrevivió por sus altos poderes de pelea, más a partir de ese momento, se volvió un niño bueno- explicó finalmente.
– Lamento informarte que no naciste en este planeta– con una sonrisa interrumpió el joven enigmático, suspiró conteniendo su asombro al encontrarse repitiendo las mismas palabras que el mismo escuchó tiempo atrás – Perteneces, al igual que yo, a la raza Saiyajin – terminó frunciendo el ceño mientras le miraba con atención.
Mientras los demás escuchaban atónitos, Gokú sentía en su cuerpo una emoción correr frenética como nunca antes hubiera sentido, una sensación de abandono y completa ansiedad apoderándose de su pensamiento. Solo lo podía definir como miedo, miedo a descubrir un destino que hubiese preferido continuar ignorando.
– Nuestro planeta natal era conocido como Vegeta-sei– le miró sin emoción alguna – Los Saiyajin somos una de las razas guerreas con mayor fuerza en el universo.
– No es verdad– cortó furioso Krillin el discurso – Si fuera verdad ¿Que tendría que hacer Gokú en este planeta? – cerrando sus puños apuntó al invasor dejando ver sus intenciones de pelea
–Tú fuiste mandado a exterminar las formas de vida dominantes existentes y poder vender este planeta al mejor postor– las facciones del joven recorrieron el ambiente en el que se encontraba, sin duda le parecía un lugar de una belleza singular, no le extrañaba que hubiese sido intentado adquirirlo– debido al bajo nivel de energía que poseen estas especies– continuó desinteresado– se designó enviar un infante para cumplir con esa tarea– bajando el rostro se encogió de hombros con solemnidad.
Describir el modo de vida de su planeta natal le parecía en demasía una conversación difícil de llevar, el mismo se fastidiaba por la deshonra transigida de la historia de su raza, denigrados a vivir como simples piratas interplanetarios, peones de una fuerza mayor que desintegró el futuro de sus líneas de supervivencia.
– Me ha sorprendido que ni siquiera la presencia del satélite natural de este planeta ha contribuido a que pudieras ejecutar tu tarea asignada– confesó distraído entre risas mientras proseguía contemplando el ambiente circundante
– Que tiene que ver la luna con todo esto– preguntó la mujer presente
– La luna, como ustedes le denominan– pausó – incrementa los niveles de energía de nuestra raza, desatando la destrucción de la que somos capaces en su máximo poder, el poder del Ozaaru– prestando su interés al otro joven, levantó su mano enguantada llevándola a su rostro al notar la falta del apéndice necesario para llevar a cabo la transformación de la que hablaba. – Ahora entiendo– absorto contempló a su congénere – Perdiste tu cola para impedirlo–
No tardando en comprender la historia oculta bajo esas palabras, el semblante de Gokú se oscureció al recordar el pasado envuelto tras el misterio de la muerte de su abuelo Gohan. Intentando no considerar la posibilidad latente descargó su ira frente al otro supuesto afín de su raza
–Callate! – Gritó furioso – No me interesa lo que digas que soy, mi nombre es Gokú y soy un terrícola–
Con la creciente tensión apoderándose de la mirada de todos los presentes, el pequeño Gohan corrió al lado de su padre buscando auxilio en su regazo. El rápido movimiento del infante despertó la curiosidad del otro saiyano que no había advertido su presencia.
– Ese pequeño– le señaló– es … tu .? – reparó incrédulo en los hechos observados
– No te le acerques– Amenazó gokú con fiereza en el tono.
Enseguida del intercambio Bulma se apresuró a abrazar al pequeño niño en una reacción sobreprotectora, intentando defenderle de lo que fuera que estuviese pensando aquel extraño sujeto.
– Es increíble que esto sea posible – expresó el saiyano con asombro, dibujando una amplia sonrisa en su rostro. Contemplando esta reacción, los testigos de la escena denotaron que había algo extraño en la postura del forastero, algo que no parecía tener un fin oscuro. El joven, esperando obtener una mejor visión del párvulo, se posicionó en cuclillas adelantando su rostro para intentar hacer contacto visual con la criatura.
–Tienes… un cachorro– profirió con sincera alegría – ¿Cómo es esto posible? – continuó en inesperado desconcierto esperando recibir una respuesta del joven de cabello alborotado.
– No entiendo tu sorpresa– confesó Goku– ¿a qué te refieres con eso?
–¿Dónde está su madre? – Emocionado preguntó una vez más el extranjero – ¿Hay una saiyajin contigo? – sin contener su ilusión, se incorporó y miró hacia todos los sitios en su campo visual esperando encontrar con ansiedad la respuesta a sus esperanzas.
– No– contestó sin ápice de emoción la mujer presente– su madre es humana, no conocemos más miembros de la raza a la que dices pertenecer.
Con un advertido estupor, el saiyano más pequeño se dirigió a ella, le observó de pies a cabeza intentando comprender la información recibida.
–¿Tu eres su madre?- sugirió – ¿Cómo pudiste darle un cachorro a Kakaroto sin morir con ese cuerpo tan escuálido? – espetó en un tono de preocupación disimulado, no había dudas de que si era verdad lo que le había afirmado, esta raza tenía una compatibilidad reproductiva única a lo largo de los sistemas conocidos por él.
Ante la afirmación los presentes no pudieron contener la risa al observar a Bulma arder en rabia por todos los insultos implicados
– ¡Yo no soy su madre, pequeño idiota! – le gritó furiosa con un rubor que se extendía por toda su cara a causa de lo que implicaba dicha sospecha – y ¿A qué te refieres con cuerpo escuálido, enano creído? Soy una de las mujeres más hermosas de la tierra!- Gruñó sin contemplación.
– Calma Bulma– le sostuvo Krillin del brazo – No es prudente hacer enojar al saiyain– le aconsejó en voz baja, a lo que el invasor respondió con una risa extraña detrás de sus ojos cerrados.
– Ahora veo– contuvo su aliento – encontraste la paz en este planeta– cruzó los brazos en evidente conformidad – En verdad me alegra que así haya sucedido, por ello supongo que me será más fácil transmitirte los planes que tengo para asegurar la paz de tu nuevo planeta y otros mundos.
Repentinamente con un cambio de humor, Gokú poso sus ojos interesado en el emisor de esas palabras. Pausó calmadamente su vista en sus ojos intentando exhortarle a hablar.
– ¿Quién eres y a que has venido? – con una mayor amabilidad continuó la conversación con el saiyano menor.
– He venido a pedirte ayuda, solo contigo tendremos oportunidad de erradicar la mayor amenaza conocida en la galaxia– explicó apresurado escurriendo un tono de esperanza en su voz – Mi nombre es Tarble.
