Primera parte: Perspectiva Andrew
El principio de todo. Encuentros en el tren
Aun era temprano, el sol apenas había empezado a salir, pero yo no aguantaba ni un solo minuto más entre las sábanas. Las aparté de una patada y me senté sobre el colchón frotándome los ojos.
Una vez estuve lo bastante despierta como para levantarme y no caer de morros contra el suelo salté de la cama y me asomé a la ventana. ¡Otra vez la dichosa niebla! ¿Era tanto pedir un día soleado? Solo uno...
De pronto, el suave pelaje de mi gata paseándose entre mis piernas me hizo volver a mi habitación y dejar de lamentarme
-Buenos días Cami-la saludé y levantó la cabeza como si entendiera mis palabras.
Soltó un bufido y se alejó de mi para sentarse al lado de mi baúl repleto de libros y ropa totalmente desordenada.
-Lo sé, yo también tengo ganas de irme, pero aun es demasiado pronto...-comenté alejándome de la ventana y abriendo de par en par las puertas de mi armario. Lo mejor era terminar de preparar el baúl antes de arreglarme.
A medida que los minutos pasaban yo me dedicaba a guardar mis cosas en un baúl de madera marrón oscuro con mis iniciales "AC" grabadas en dorado.
Andrew Cullen, ese era mi nombre...y, como todos, traía consigo un significado...para mi estúpido e hipócrita.
Ser una Cullen implica pertenecer a una de las familias más poderosas, ricas y con mayor rango social de Inglaterra. Cada vez me repulsa más.
Una vez terminé de hacer el equipaje me fui corriendo al baño. La casa estaba en absoluto silencio, aun no se había levantado nadie, lo cual me tranquilizaba...No tendría que soportar las críticas constantes de mi madre.
Puse en marcha el radiocasete que había en el baño y a medida que oía lo acordes de "Claro de luna" me metí en la ducha. El chorro de agua caliente caí por mis hombros relajando mis músculos...era una sensación tan placentera que me molestaba tener que salir de la ducha.
Una vez vestida recogí mi corta melena oscura en dos trenzas que apenas rozaban mis hombros. Había decidido cortarme el pelo en un acto de rebeldía contra mi madre y su ideal de señorita rica. Me pasé una semana encerrada en mi habitación, cosa que no me molestó en exceso. Siempre me he considerado una persona que disfruta de la soledad.
El reloj marcaba las 8:30 de la mañana ¡¡Hora de irse! Sin pensarlo demasiado para no arrepentirme me fui hasta el dormitorio de mis padres
Andrew: Papá, mamá, me marcho, nos vemos en navidades- me despedí tan feliz y ellos siguieron durmiendo. Cuando mi madre se diese cuenta de que no la había despertado...¡Arderá Roma!
Andrew: Ya estoy Max, podemos irnos- anuncié entrando en el coche donde mi mayordomo esperaba.
Max: Muy bien señorita, rumbo a King Cross entonces
Se puso al volante y arrancó mientras yo colocaba a mi pequeña gatita sobre mis piernas y empezaba a acariciar su cabeza. Ronroneó agradecida
Un cuarto de hora, una estación y un muro de piedra después me encontraba en el anden nueve y tres cuartos. La hermosa locomotora color carmesí se alzaba majestuosa ante mi. De nuevo, y por última vez el Expreso de Hogwarts me llevaría al que yo consideraba mi hogar, el colegio Hogwarts de magia y hechicería, donde estaban mis amigas, donde podía ser yo misma, donde podía hacer magia, donde estaba mi mundo.
Una vez dentro del tren pasé por delante de varios compartimentos hasta llegar a uno ocupado únicamente por una chica pelirroja que estaba profundamente enfrascada en la lectura de un enorme libro que descansaba sobre sus piernas
Andrew: Juro solemnemente...-empecé a hablar mientras entraba en el compartimento, ella me miró y sonrió ampliamente
Lily: Que si veo a un merodeador...lo mato-finalizó y nos fundimos en un abrazo.
Ella era Lily Evans, mi mejor amiga. La bruja más inteligente que conocía, pese a ser de padres muggles. Era una chica enérgica y muy trabajadora, su larga melena pelirroja caía en cascada hasta su cintura y sus ojos verdes me miraban radiantes de felicidad.
Me ayudó a guardar mis cosas en el portaequipajes y luego me senté frente a ella mientras Cami se hacía un ovillo sobre mis piernas quedándose al rato profundamente dormida.
Andrew: ¿Qué tal el verano?-pregunté mientras acariciaba el pelaje grisáceo de mi gata
Lily: Mmmm ¿Cómo definirías tres meses aguantando a la petarda de mi hermana Petunia y al hipopótamo al que llama "tocinito de cielo"?-preguntó sarcástica
Andrew: Hombre...piensa que no has tenido que aguantar a ninguno de los merodeadores...
Lily: ¡Gracias a Dios! Eso es lo único que tiene el verano...Eso y los helados de caramelo y dulce de leche-puntualizó mientras recordaba las tardes en su habitación atiborrándose a helado
Andrew: Tú y tu estómago diez veces superior a la media...
Lily: Estoy creciendo-argumentó en su defensa- ¿Tú qué tal el verano?
Andrew: Oh perfecto, mi madre sigue con su obsesión de convertirme en una refinada señorita inglesa...¡A mi! Cada vez estoy más convencida que conmigo los genes se equivocaron por completo
Lily: Ya veo...por cierto, bonito corte de pelo
Andrew: Mi madre casi me mata-aseguré despeinándome el flequillo
Lily: ¡No hagas eso!-ordenó y paré de inmediato- Me recuerdas al imbecil de Potter.
James Potter, uno de nuestros adorados merodeadores, el favorito de Lily para ser más precisos.
Mientras Lily y yo seguíamos hablando tranquilamente apareció una enorme columna de bolsas y detrás una chica rubia de ojos grises
Phoebe: Juro solemnemente...-empezó a hablar una voz detrás de las bolsas que supusimos era de la chica rubia
Lily/Andrew: Que si veo a algún merodeador lo mato- contestamos a la vez reconociendo a la chica
Phoebe: ¡Buenos días! ¡Cómo os he echado de menos! ¿Qué tal os ha ido el verano?-dijo enérgicamente
Lily: Entra y deja eso por ahí antes de que seas un peligro para nuestra integridad física
Phoebe: Yo también te quiero Lils
Esa era Phoebe Thomson, una chica alegre y alocada que desprendía vitalidad por todos los poros de su piel. Además era tremendamente extrovertida y peligrosamente patosa. Provenía de familia mágica por parte de su madre y por familia muggle por parte de su padre.
Lily: Y ya que preguntas el verano perfecto, si omitimos la existencia de mi hermana
Andrew: Y de mis padres-añadí mientras la rubia dejaba todo en el suelo y se sentaba a mi lado
Phoebe: Veo que bien entonces- comentó ampliando la sonrisa- Yo he estado en Italia, en casa de una prima de mi madre ¡No sabéis la de cosas que he comprado en Milán, mi vestuario es completamente nuevo, ya os lo enseñaré. Además he conocido un montón de Italianos...cada cual más impresionante...¡Y os he traído regalitos!-exclamó sumergiéndose entre sus bolsas y sacando dos pequeñitas. A mi me dio una azul y a Lily una verde. Mi regalo era un antifaz veneciano azul celeste lleno de detalles hechos con purpurina. Y el de Lily era una camiseta tres veces más grande que ella en la que ponía "Il primo bacio" y el cuadro de dos angelitos pintados por Rafael, y una pluma estilográfica de color verde esmeralda
Lily: No tenías que haberte molestado
Phoebe: No ha sido molestia Lils, ya sabes que me encanta hacer regalos. Más a mis amigas.
Bueno, ¿preparadas para nuestro último año aguantando a nuestros adorados merodeadores?
Lily: ¡Me muero de ganas! Aunque aun no sé que me apetece más, si verles o tirarme a las vías del tren...
Phoebe: Que no te escuche nuestro querido Jamesito o estará deprimido un mes...
Lily: ¡Cállate!-exclamó terriblemente sonrojada. Desde hace un año James había decidido que estaba enamorado de la pelirroja y no la dejaba tranquila- Ojalá se caiga al lago y se lo coma el calamar gigante...
Andrew: ¡Pobrecillo! ¿Qué tienes tú en contra de nuestro pobre calamar? A ver si se va a comer a Potter y se nos va a envenenar
Lily: Con suerte se han ido al final del tren y no les tenemos que ver hasta que lleguemos al castillo
Andrew: Si, sería más probable que a Snape le diese un ataque de higiene y se lavase el pelo pero...Impossible is nothing
Phoebe: ¿Por qué no naceríamos siete años antes?-preguntó lanzado un suspiro.
Apenas un par de minutos después pasaron frente a nuestro compartimento los cuatro merodeadores. Según deduzco iban en nuestra búsqueda, ya que al vernos James se detuvo en seco, se despeinó el flequillo, se aclaró la garganta, se arregló la camisa, se miró en el reflejo de uno de los cristales para cerciorarse de que todo estaba en orden, infló el pecho igual que un pavo y entro "casualmente" en el compartimento
James: ¡Evans! ¡Qué casualidad encontrarte por aquí!-exclamó totalmente convencido de lo creíbles que sonaban sus palabras.
La cara de asesina en serie que puso Lily en ese preciso instante fue un poema, Phoebe y yo fuimos incapaces de contener la risa, al igual que dos de los amigos de James, Remus Lupin y Sirius Black, ambos esbozaron una sonrisa de complicidad al ver la actuación de su amigo
Lily: La próxima vez en lugar de buscarme por todo el tren quédate en tu casa, me harás más feliz
James: Me alegra comprobar que no has perdido tu sentido del humor-comentó sentándose junto a la pelirroja
Lily: Me entristece comprobar que no has encontrado tus neuronas...
James: No, pero te he encontrado a ti, eso está mucho mejor
Cuando no abría la boca James podría ser considerado hasta mono. Era alto y de cuerpo atlético gracias a los duros entrenamientos de quidditch. Su cara aun conservaba rasgos de niño travieso y su pelo color azabache solía estar despeinado, como si se hubiese bajado de la escoba. Sus ojos marrones observaban todo con curiosidad tras los cristales de sus gafas y sus labios finos solían estar curvados en una sonrisa infantil.
Claro que un ego tamaño familiar como el suyo hacían que la mezcla fuera tan desagradable como un cocido en verano a cuarenta grados a la sombra...
Lily: Hazle un favor a la humanidad. Abre la ventana y tírate
Remus: Prongs, creo que nuestra presencia aquí no es bien recibida-aseguró sonriéndonos.
Remus John Lupin, el más aceptable de los cuatro merodeadores. Era un chico de carácter tímido y tranquilo, muy aficionado a la lectura y al chocolate. Tenía el pelo lacio de color castaño claro con mechas rubias, sus ojos eran de color ámbar y de mirada tranquila. Al igual que James también era alto, pero estaba demasiado delgado y su apariencia era débil, enfermiza se podría decir.
Sirius: La verdad Moony no me importa, y creo que a Prongs tampoco-opinó mientras entraba y se sentaba a mi lado- Cullen, me gusta tu nuevo Look
Andrew: Creo que voy a llorar...¿por qué no imitas a tu amigo Potter y te tiras también por la ventana Black?
Ese era Sirius Black, físicamente se podría describir como el chico más impresionante que te puedas imaginar. Alto y de cuerpo atlético, al igual que su amigo James. Su pelo liso y moreno casi azulado enmarcaba una cara de facciones perfectas. Sus ojos, de un color azul oscuro, poseían una mirada inquietante y su sonrisa de dientes perfectos hacían derretirse a cualquiera como el chocolate al sol. Su problema: Un ego más grande que el de Potter, una arrogancia propia del que es guapo y encima lo sabe y un deseo de liarse con todo lo que llevase falda y caminase moviendo el culo...Para mi gusto...el peor de los cuatro
Peter: Chicos...estoy cansado, aburrido, tengo sueño y me muero de hambre ¿nos podemos ir?- se quejó Peter Pettigrew, un chico bajito, feo y bastante rollizo. Sus ojos pequeños y marrones resaltaban en su cara redonda, su nariz se parecía mucho a la de un ratón y su pelo rubio plomizo estaba sucio
Remus/Sirius/James: ¡¡No!-dijeron decididos los otros tres
Peter: Pero yo me quiero ir...-insistió dándole una patada a la puerta. Esto hizo que mi gata se despertara. Le miró con sus grandes ojos dorados y soltó un bufido
Peter: ¡Un gato! ¡Me dan miedo los gatos! ¡Vámonos!-lloriqueó
Sirius: Lárgate tú y déjanos en paz
Phoebe: ¿Perdón? Os largáis los cuatro-aseguró mi amiga rubia pero el moreno la ignoró por completo
Sirius: Dime Cullen ¿A qué se debe el nuevo corte de pelo? ¿Quieres impresionar a alguien?-preguntó cogiendo una de mis trenzas y jugueteando con ella
Andrew: No me toques-dije con brusquedad dándole un manotazo. Él apartó la mano enseguida- No quiero gustar a nadie, no soy yo la que desfila por el colegio esperando que todos me miren y babeen por mi
Lily: Y hablando de babosas...¿Por qué no os vais con las socias fundadoras de vuestro club de fans?
James: Porque preferimos disfrutar de vuestra agradable compañía-aseguró acariciando la mejilla de mi amiga...mala idea...
Lily: Vuelve a tocarme y te dejo sin lo poco que aun indica que eres hombre.
Phoebe: Venga, ya os hemos aguantado lo suficiente durante el viaje ¡Largo!
Remus: Prongs, Padfoot, vámonos. Las estamos molestando
Sirius: Moony...nos estás fallando...
Remus: Vamos-repitió cansado sacando a los dos morenos a empujones mientras Peter les seguía de cerca
Phoebe: Gracias Lupin-gritó antes de que desaparecieran y el castaño guiñó un ojo.
Cuando los cuatro desaparecieron de nuestro campo de visión cerrando la puerta nos quedamos en silencio. Por lo general, cuando alguien se va, sueles escuchar como se alejan sus pisadas...adivinar qué no escuchamos
Nos miramos entre nosotras y negamos con la cabeza ¿Cómo podían ser tan idiotas?
Phoebe se levantó y abrió la puerta corredera de golpe. Justo al lado Remus negaba con la cabeza ligeramente sonrojado, Peter seguía lloriqueando y James y Sirius tenían las orejas pegadas a la pared
Phoebe: ¡Largo!-exclamó mirando a los chicos mientras apoyaba la espalda en el quicio de la puerta
Sirius: Pero Thomson...
Andrew: ¿No has oído Black? ¡Fuera!
Phoebe: Y espero no volver a veros por aquí durante el resto del viaje o os dejo calvos a los cuatro
Phoebe había dado en el clavo, para los merodeadores no había nada más sagrado que su pelo.
Phoebe: Listo, dudo que vuelvan-anunció cerrando la puerta y sentándose junto a la ventana.
Lily: Solo un año...solo un año...nueve meses y adiós merodeadores...
