Mordisco.
Lily no podía creer lo que estaba haciendo, cerró los ojos y apresuró los pasos. Frente a ella una enorme, lujosa, aristócrata y utópica mansión se alzaba en todo su esplendor. Jamás podía creer en como una casa tan hermosa podía habitar a personas tan malvadas. Aún así, entró al porche, y esperó a que su hermano saliera de aquella casa de una vez por todas.
A varios metros de ella se escuchó una bocina sonar, con insistencia y fuerza. Lily levantó su vista, encontrándose con su madre en el volante y haciéndole señas de que se apure. Después de todo, tenía que tocar la puerta, no quería hacerlo, pero ella también tenía que llegar temprano a su clase de porristas y si no apuraba…
— ¡Lily! — el grito recurrente y nada indiscreto de su madre le hizo fruncir el ceño. Su madre, se suponía que debía de estar de su lado y no mandarla directamente al infierno.
Se armó del valor que tenía y golpeó la puerta, ridiculizada miró como había un timbre hacia un costado de su cabeza. Giró los ojos, verdeazulados, y esperó a que alguien se dignara a abrir la puerta y que ese alguien no sea quien ella no esperaba.
La puerta se abrió en dos, mientras Lily apretaba la mandíbula esperando que no fuera… él.
Scorpius se recostó en la puerta, con un brazo extendido sobre el borde de ésta y la cabeza ligeramente apoyada en su extremidad.
— ¿Vienes a verme? — preguntó. Lily sintió ganas de borrarle esa sonrisa de costado, tan perfecta y atrayente, que tubo que girar la vista hacia otro lado.
— Vengo por mi hermano, llámalo — pidió, giró hacia atrás, haciendo que le hacía señas a su madre de que ya iban; pero, como siempre, su suerte no la acompañaba y su madre se había bajado del auto para hablar con una mujer.
— Parece que no tienes apuro — dedujo el rubio, sus ojos grises la miraron de arriba abajo — ¿Conoces mi piscina?
— No — antes de que el agregara algo más, Lily lo calló levantando su mano — Quiero a mi hermano Scorpius, tráemelo.
Scorpius levantó la vista hacia arriba, mirando al techo como si eso fuera lo más interesante, chasqueó la lengua.
— Lo siento, está ocupado — Scorpius sonrió al ver el gesto disconforme de la pelirroja frente a él.
— Llámalo, quiero hablar con él.
— No puede.
Lily hizo una mueca con la boca, claramente disconforme, giró sobre sus talones y bajó las escaleras.
— ¿Dónde vas?
— ¡Que te importa! — chilló.
— ¡Buen trasero, Potter!
Claramente Lily apretó más el paso, sintiéndose indefensa ante la mirada inquisitiva del rubio. No podía creerlo, siempre era igual, Scorpius la cansaba con aquellas estúpidas hormonas revolucionadas que tenía.
