Disclaimer: Todo es obra de Tolkien, y por tanto a él (y a sus herederos) le pertenece. Relato en respuesta al desafío al foro El Poney Pisador lanzado por Ivorosy.

.

- Simbelmynë: el sino de la estirpe de Eorl-

.

Capítulo 1. La pena de Théodwyn

.

Aquella mañana se le antojó más triste que de costumbre, más triste incluso que las de las semanas que la habían precedido. Bien temprano se había levantado, pues a pesar de haber pasado la mitad de la noche a duermevela, la cama no había logrado retenerlo. Se preguntó si las pesadillas se irían algún día, o si por el contrario tendría que imaginar cómo su padre perdía la vida en sus sueños por los restos. De esto, claramente, no le podía decir nada a su hermana. Éowyn era demasiado frágil, demasiado pequeña, demasiado inocente. No, se prometió que velaría por mantenerla en ése estado él máximo tiempo posible. Después de todo, ahora era su responsabilidad cuidarla. Se terminó de asear y se vistió a prisa, poniendo camino hacia la recámara de su otra responsabilidad.

-Mi Señor Éomer- Freda le salió al paso y se interpuso entre la puerta y él. Normalmente era una mujer amable con un buen gesto, pero ahora parecía desencajado. Tal vez se debía al cansancio de haberla estado cuidando durante toda la noche. Le pidió paso pero ella se negó- lo que necesita en éstos momentos difíciles es descanso.

-Sólo quiero verla, Freda. Saber cómo pasó la noche y qué tal se encuentra esta mañana…- La mujer no parecía tener intención de ceder un solo milímetro- ¡Es mi madre, por todos los Valar!

-Mi Señora Théodwyn acaba de dormirse después de pasar la noche en vela. Comprended pues que no es el mejor momento. Cuando se despierte, que seguramente será para la hora de la comida, podréis cumplir vuestro deseo. Pero mientras tanto Éthoain guardará su puerta para evitar que sea molestada; así que os sugiero que vayáis a desayunar con vuestra hermana y después vayáis un rato a jugar, así la hora de verla os llegará enseguida. Lady Morwen os acompañará al prado.

Sin esperar contestación ninguna, Freda se marchó palangana en mano. Echó una mirada a Éthoain y sólo eso le bastó para saber que era una pérdida de tiempo intentar convencerlo. Enfadado por cómo le había tratado una simple sirvienta, se encaminó hacia las cocinas.

Nada más verlo entrar, su hermana se apartó un poco, dejándole un sitio a su lado en el banco. Con una gran sonrisa le deseó buenos días y le besó en la mejilla, haciendo que el cabreo con el que había entrado se desvaneciera. Éowyn tenía ése efecto en él, era como un bálsamo reparador con el que siempre podía contar.

-Éomer ¡Éomer! ¡Mira!- Apenas pudo devolverla el saludo y el beso tuvo que dárselo en la coronilla, porque ella ya reclamaba su atención para otra cosa. Tiraba de la manga de su camisa haciéndole notar el plato de galletas que había sobre la mesa-¡Mira, Éomer! ¡Galletas! Son tus favoritas ¿recuerdas? Ten.

Éowyn tomó una del plato, se la dio en la mano y quedó esperando como extasiada a que se la comiera. Tuvo la tentación de alargar el momento para ver cuánto era capaz de retener su atención, pero finalmente optó por metérsela a la boca entera y luego enseñarla los dientes negros de chocolate. Rio a carcajada limpia y le imitó, enseñándole la dentadura manchada mientras él servía sendos vasos de leche.

-¡Lady Éowyn!- la regañó Lady Morwen, entrando en la cocina- Ésas no son formas de comportarse una señorita.

Lejos de disgustarse, Éowyn medio sonrió, haciendo creer a su dama de compañía que la regañina había surtido efecto y que pensaba comportarse. Pero cuando la mujer queriendo ayudar a las cocineras, fue por harina a la despensa, su hermana vio la oportunidad de sacarle de nuevo una sonrisa y repitió la broma.

-Tocotoc, tocotoc, tocotoc…- imitó los cascos, jugueteando con un caballito de madera que no encontró otro camino más imposible que su brazo- ¿Te gusta? Me lo ha regalado Freda. Dice que cuando sea mayor tendré uno de verdad. ¡Vamos, Théodwyn, vamos!

-Dime que no has puesto el nombre de madre a un caballo.

-No, tonto. Es una yegua… ¿no lo ves?

-Ten- acercó el vaso a su hermana y cogió unas pocas galletas para que se las comiera-Comes tan poco que se te va a llevar el aire. ¿O acaso quieres quedarte enana y que tenga que ayudarte a subir a lomos imaginarios de Théodwyn?

-Eso es imposible Éomer-contestó con toda la naturalidad del mundo- Morwen dice que las enanas son feas y tienen barba, y yo no.

Se pasó la mano orgullosa por el mentón y siguió comiendo. Morwen apuró a las muchachas de la cocina, disponiendo todo lo necesario que habrían de hacer en su ausencia y se sentó con ellos mientras terminaban de desayunar. Una vez no quedaron ni las migas en el plato, recogieron sus cosas y entre risas emprendieron camino al prado. Allí pasaron la mañana jugando con palos que encontraron por el suelo, pues Éowyn se había empeñado en jugar a las espadas y a él le pareció mejor opción que los juegos ñoños de la dama de compañía.

A pesar de su lentitud, se acercaba la deseada hora de comida. Tenía muchas ganas de ver a su madre, pero algo le hizo olvidarla por unos segundos, llamándole poderosamente la atención. A lo lejos, sobre el cielo gris, distinguió el estandarte de Rohan. ¿El rey les visitaba sin anunciarse si quiera?

-Quédate con Morwen- le ordenó a su hermana. Ignorando los gritos de llamada de la mujer se dirigió a todo correr al castillo, tras la blanca imagen de Felaróf galopando sobre un campo verde. No llegó a alcanzar a su tío, hasta que lo encontró en la recámara a la que antes se le había negado el paso.

-¡Madre!

-Théodred, saca a tu primo de aquí-ordenó el rey con los ojos llenos de lágrimas, pues así de unido estaba a su querida hermana.

-Éomer…- Théodred intentó hacerlo abandonar la estancia por su propio pie, pero no le respondían, su cuerpo entero estaba agarrotado. Ni siquiera el dolor le dejó reaccionar cuando el hijo de Théoden lo agarró en brazos como a un niño pequeño y obedeció a su padre.

.

.


.

-La cuenta de los años-

2978TE: Muere Elfhild, esposa de Théoden de parto. Año de nacimiento por tanto de Théodred (siendo como es hijo único)

2991TE: Nace Éomer. Théodred 13 años.

2995TE: Nace Éowyn. Théodred 17 años. Éomer 4 años.

3002TE: Muerte Éomund a manos de orcos. Muerte Théodwyn poco después, de pena. Théodred 24. Éomer 11. Éowyn 7