Capítulo 1

Aclaraciones: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

Adaptación.

Capítulo 1

Esta historia está ambientada en los años 1700 - 1800, en la época en la que los países de América, aún eran colonias de España, y cuando se desarrollaban las luchas por la independencia.

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La fresca brisa del verano, acariciaba su rostro de porcelana, y hacía ondear su larga cabellera rosa, sus ojos verdes como el jade, brillaban igual que estas piedras preciosas, cuando los tenues rayos del sol del amanecer, los iluminaban. Sakura sonrió, y se abrazó a sí misma, estrujando la tela de algodón, de las largas mangas de su camisón de dormir. Se inclinó nuevamente hacia las puertas de cristal de su habitación, abiertas de par en par, recargándose sobre el borde para apreciar mejor el extenso jardín de la mansión de sus padres. — Es un hermoso día — Susurró, aunque tal vez el amor que sentía era el que la hacía ver todo con una belleza mayor.

— Sakura, ¿Ya estás despierta mi niña? — Shizune, la tía de Sakura y hermana de Mebuki, su madre, tocó con insistencia, la puerta de la habitación de su sobrina.

— Sí tía, pasa por favor — La joven no borró su sonrisa, ni apartó su mirada del jardín.

—Buenos días, ¿Cómo amaneciste? — Besó la frente de su sobrina — Pasa Nami, detrás de Shizune venía una joven no mayor de 20 años, era una de las sirvientas de la mansión, la muchacha traía una jarra con agua.

— Buenos días señorita — Nami, hizo una pequeña inclinación de cabeza.

— Muy bien tía — Amplió su sonrisa, y un tenue sonrojo cubrió sus mejillas. — Buenos días Nami.

Shizune observó por el rabillo del ojo a la joven sirvienta. — Puedes retirarte querida, deja el recipiente en la mesa.

— Sí señorita — La joven hizo lo indicado, dejó sobre la fina mesa de caoba, la jarra de porcelana — Con permiso — Volvió a hacer una inclinación y luego se marchó.

Shizune observó a Sakura, entrecerrando los ojos — Te ves muy feliz el día de hoy — La joven rió nerviosa. — Sakura, sabes que te quiero, como si fueses mi propia hija, pero no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo, es peligroso.

— Lo sé tía, pero no puedo evitarlo, amo demasiado a Sasuke, y no veo la hora de convertirme en su esposa.

La mayor negó con la cabeza — Todo esto me parece una locura, si tu madre se entera, o tu hermano, no sé qué harían y tu padre… con su corazón tan enfermo, no lo soportaría mi niña.

La joven entristeció su semblante — Tía mi padre lo entenderá, él me ama y desea mi felicidad. — Aseguró.

— Pero y ¿Tu madre?, ella nunca lo aceptará, por no tener nuestra posición social. — Hizo una mueca de desdén. — Y qué decir de Sai, tu hermano solo desea un cuñado millonario, para que siga financiando sus apuestas.

Sakura se sentó en la cama, con un semblante derrotado — Tienes razón, pero no me puedo dar por vencida, es mi felicidad, mañana veré a Sasuke, y planearemos la mejor forma de hablar con mi padre, estoy segura de que él me apoyará. — Sonrió.

— Deseo que tengas razón mi niña, por tu bien — Colocó una mano sobre su hombro, y le sonrió.


Flashback

— Señor Uchiha, le doy mi más sentido pésame, lamento mucho la muerte de sus señores padres.

— Se lo agradezco mucho, padre Minato, sé que usted los apreciaba, y el sentimiento era mutuo.

— Así es, señor su padre, antes de morir me pidió que le entregara esto — De una pequeña maleta de cuero , sacó una carta, sellada con el símbolo de la familia Uchiha, y se la extendió al joven.

Itachi lo miró sin comprender, pero de igual forma tomó la carta — Gracias.

— De nada, me retiro, cualquier cosa que se le ofrezca no dude en avisarme.

— Así lo haré — Besó la mano del sacerdote, y le hizo una pequeña reverencia con la cabeza, la cual él correspondió con una sonrisa.

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Al verse solo en despacho de la imponente mansión de su padre, Itachi tomó la carta entre sus manos, contemplándola por largo tiempo, hasta decidirse a abrirla.

Con suavidad rompió el sello, un abanico rojo y blanco, el símbolo de la familia, el que todos los Uchihas utilizaban con honor. Sacó la carta del sobre, y comenzó a leerla, un nudo se instaló en su garganta, al imaginar los momentos difíciles por los que atravesaba su padre al tiempo en que escribía aquellas líneas, muy probablemente estuviese ya resignado a su muerte, debilitado por aquella epidemia que le arrancaría la vida, no solo a él, sino también a su amada esposa, y a muchos más de sus familiares, sus ojos se ensanchaban cada vez más al ir avanzando en la lectura.

¿Tenía un hermano menor? Aquello debía ser una broma, no, se dijo recapacitado, su padre era un hombre serio como para bromear.

Entonces, ante sus ojos la imagen intachable de su progenitor se vino al piso.

Un bastardo, un hijo natural, fuera del matrimonio, que escándalo, era reprobable desde todo punto de vista, ¿Lo sabría su madre?, apretó la carta entre las manos hasta casi romperla.

Mikoto Uchiha no se merecía tal agravio, había sido una madre y esposa ejemplar, amaba a su marido y a su hijo, y se desvivía por atenderlos.

Sintió como la ira recorría todo su ser, deseó más que nunca tener a su padre frente a sí, y reclamarle por lo sucedido. Tomó una gran bocanada de aire intentando tranquilizarse, y poner en orden sus pensamientos, terminó de leer la carta, asombrado en la última petición de Fugaku Uchiha.

Le pedía que buscara a su hermano menor, y que le diera un porcentaje de su fortuna, que de alguna forma intentara remediar el daño que él le hizo durante tantos años.

Sonrió incrédulo, eso era una verdadera locura, lo que su padre le pedía carecía de todo sentido común.

Dejó la carta sobre el escritorio, y se marchó a su habitación, necesitaba descansar, al día siguiente pensaría todo con más calma.

Fin del Flashback

— Itachi — Un joven alto, de tez blanca y ojos y cabellos como el carbón, entró a la habitación de su primo, lo contempló unos segundos en silencio, para luego suspirar con pesadez — ¿Sigues pensando en lo ocurrido hace un año?

Itachi no apartó su atención de la ventana, y asintió lentamente — Es algo que no he podido hacer aún, cumplir la última voluntad de mi padre.

Shisui bufó — Mañana regresaremos a América, eso era lo que venía a avisarte, el barco zarpará a las diez de la mañana.

El moreno apartó la vista de la ventana, y lo miró fijamente — Bien, por fin tendré la oportunidad de encontrarlo.

— Y ¿Creés que te recibirá con los brazos abiertos?, me imagino que el pobre muchacho debe odiar a tu padre, y por ende a ti.

— No soy culpable de sus errores — Espetó.

— Lo sé, no te enojes conmigo, fue el tío Fugaku quien te encomendó esa difícil misión.

— Lo lamento — Apartó la mirada, y relajó el ceño, que hasta ese momento mantenía fruncido.

— Tranquilo — Palmeó su espalda suavemente, y le dedicó una media sonrisa. — Me retiro, mañana nos espera un largo viaje, descansa.

— Igual tú.

Itachi, se recostó en la cama con los brazos tras su cabeza, y miró al techo, esta vez nadie lo apartaría de su objetivo, hacía un año atrás, no había podido encontrar a su medio hermano a causa del tiempo, él estudiaba medicina en España y cuando ocurrió la epidemia, en el pueblo en el que residían sus padres, estaba en su último año de carrera, no podía permitirse dejar su carrera sin concluir, así que le pidió al sacerdote del poblado, que buscara al joven mientras regresaba a América, pero la búsqueda no rendía frutos aún.

Le parecía muy extraño, ya que sacerdote en cuestión, fue quién se encargó de la educación del joven, hasta que este cumplió los 16 años de edad y se escapó del orfanato en el que residía, en compañía de su mejor amigo.

Al principio sintió molestia, rechazo ante la idea de que una persona producto de la traición hacia su madre, compartiera su sangre, pero al pensarlo con calma llegó a la conclusión de que su hermano también era una víctima, que el culpable era su padre.

Aquella noche el sueño tardó en aparecer, los pensamientos se arremolinaban en su cabeza, tuvo varias pesadillas, que lo hacían despertar jadeando y bañado en sudor.

La luna adornaba el cielo de verano, y las estrellas titilaban en el firmamento, la brisa soplaba refrescando un poco las altas temperaturas, por la ventana de la habitación del moreno se colaba aquella corriente de aire, jugueteando con las cortinas, que parecían danzar.

Eran más de las 2 de la mañana, cuando la respiración de Itachi se acompasó, quedando por fin, profundamente dormido.


— Sasuke, Sasuke — Un joven rubio de ojos azules, corría por el patio del cuartel del ejército, en busca de su amigo.

El aludido se encontraba de pie, bajo la sombra de un frondoso árbol, mirando hacia el horizonte, al escuchar la voz chillona de su amigo y subordinado, frunció el ceño, y bufó molesto — ¿Qué es lo que quieres Naruto?

— Una de las sirvientas de la mansión Haruno, trajo esto — Agitó un sobre, delante de la cara de Sasuke.

Él la tomó apresurado, en un rápido movimiento de la mano, la contempló durante un momento, para luego esbozar una minúscula sonrisa arrogante.

Te veré a las 5:00 en el lugar de siempre.

S. H

Su corazón latió con mayor rapidez, al imaginar que en pocas horas tendría a la joven entre sus brazos, él no era alguien muy sociable o expresivo, es más muchas veces las conversaciones que mantenía eran a base de monosílabos, o expresiones como hmp, hn, Aa, incluso gruñidos, dirigidos especialmente a Naruto, su mejor amigo desde la infancia, pero ahora, por primera vez se había enamorado, y ese amor lo estaba haciendo cometer muchas locuras, y es que Sakura Haruno, la hija menor del general retirado Kizashi Haruno, se había convertido en la persona que más amaba.

La conoció una tarde de invierno, hacían seis meses ya, asistió a una reunión en la casa de la joven, en compañía del general Yamato, y allí la vio, con su larga cabellera rosa, adornada en una trenza, y sus brillantes ojos jades. Ella se ruborizó al momento en que sus miradas se encontraron, regalándole al moreno una visión más que adorable de su rostro, cruzaron un par de palabras, y entonces decidió volver a verla, concretó encuentros casuales, y poco a poco fue ganándose el corazón de la joven, sabía que sería prácticamente imposible que aceptaran su relación, él era un simple capitán del ejército, sin una fortuna o apellido prestigioso que lo representara, y los Haruno una de las familias más adineradas de la ciudad.

Muchas veces había contemplado la opción de pedirle a Sakura que se fugaran, se marcharían lejos, a un pueblo donde nadie los conociera, él trabajaría de cualquier cosa, no le importaba mientras tuviesen como mantenerse, y si la suerte les sonreía, se irían a vivir a España.

Ese mismo día se le propondría, y rogaba a Dios, porque su respuesta fuese positiva.

— Sasuke te estás arriesgando demasiado, la relación con la señorita Haruno te puede costar tu puesto en el ejército.

El moreno lo fulminó con la mirada — No he pedido su opinión sargento Uzumaki.

— Muy bien capitán Senju, luego no diga que no se lo advertí — Contestó mordaz, para luego hacerle un saludo militar y marcharse.


Sakura bajó hasta el primer piso, en busca de su madre, la encontró en la sala tomando té.

— Madre, iré con la tía Shizune a la iglesia.

La señora de cabellera rubia y ojos verdes, dejó la taza de té, sobre la mesa, y levantó la mirada para contemplar a su hija. — La misa es a las seis, y aún faltan 15 minutos para las cinco.

Sakura ya se esperaba esa respuesta, pero tenía un argumento que su madre no podría debatir. — Lo que sucede es que deseo confesarme — Contestó con la mayor naturalidad, intentando ocultar con maestría sus nervios.

— Yo también deseo confesarme Mebuki — Shizune venía detrás de Sakura, y al escuchar la respuesta de su hermana mayor, decidió intervenir, en auxilio de su sobrina.

Mebuki las analizó un momento, paseando su mirada entre las dos mujeres frente a ella — Sakura, no creo que tengas muchas cosas que confesar — Vio que su hija iba a replicar, pero entonces agregó — Sin embargo tú Shizune, de seguro si tienes mucho que contarle al sacerdote — Esbozó una sonrisa socarrona, a la que su hermana correspondió con un fruncimiento de cejas.

— Así que estoy de acuerdo, pueden ir.

— Gracias madre — Sakura depositó un corto beso en la mejilla de su madre. — Volveremos pronto.

— Bien, dile al padre Gai que le envio saludos, y que iré a la misa del domingo.

— Claro madre — Sakura sonrió, antes de salir de la mansión, en compañía de Shizune.

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— Querida tía, hermanita — En la entrada de la mansión se encontraron con el hermano mayor de Sakura, Sai, un joven de cabellos y ojos negros, piel pálida y sonrisa falsa — Veo que van de paseo — Sonrió malicioso.

— Sí, vamos para la iglesia, querido sobrino — Contestó con fingida amabilidad.

No era un secreto para ninguna de las dos, que no gozaban del aprecio del joven, él solo parecía profesarle cariño a su madre, quien le consentía todos sua caprichos.

— Supongo que tienen que expiar muchos pecados, ¿Verdad Sakurita? — Le dedicó una mirada intensa a su hermana, que ella no supo como interpretar.

— De seguro no más que los tuyos — Intervino Shizune, incómoda con la mirada que Sai le dedicaba a Sakura.

El moreno soltó una pequeña carcajada — Tal vez sí tía — Contestó con simpleza, para luego entrar a la casa.

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— Tu hermano me puso nerviosa, no sé, hablaba como si supiera algo, toda esta situación con el capitán va acabar con mis nervios — La mayor limpió una pequeña gota de sudor que corría por su frente, para luego encender su sombrilla.

Sakura la imitó — Sí estaba muy extraño, más de lo normal, pero no debemos ser negativos, tal vez todo se deba a las fuertes sumas de dinero que pierde últimamente en sus apuestas.

— Roguemos porque así sea querida, no quiero ni imaginar la reacción de tu madre.

A la joven de cabellos rosas la recorrió un escalofrío, de solo contemplar la idea.


Sasuke se encontraba en el lugar acordado, unas ruinas ubicadas a unos quince minutos de la iglesia, miraba atento el camino por el llegaría Sakura, al poco tiempo de espera divisó un par de sombrillas acercándose.

Sakura apresuró el paso, y sonrió al momento de verlo, él la contemplaba embobado, aunque su semblante no lo demostraba.

La joven llevaba un hermoso vestido rosa pastel de tres capas, las dos primeras en un tono suave y la más larga más oscura y hecha de encajes, las mangas eran a la altura de los codos, adornadas con cintas, los hombros estaban descubiertos, y en su cuello llevaba una cinta atada del mismo tono, adornada con pequeñas flores. Su cabello peinado en rizos, y una trenza que rodeaba su nuca, sus delicadas manos estaban cubiertas por guantes de encajes, que le llegaban un poco más arriba de las muñecas.

El moreno estaba usando su uniforme del ejército, era de color azul marino, y amarillo a la altura de las muñecas y cuello, las botas eran negras hasta las rodillas, un grueso cinturón rodeaba su cintura, en donde llevaba un sable y una pistola.

— Sasuke — La joven pelirosa le sonrió con ternura, mientras él le acariciaba el rostro y depositaba un corto beso en sus labios, la tía Shizune se había quedado un par de metros alejada de ellos, alerta por si alguien se acercaba.

— Te extrañé tanto — Confesó con el carmín tiñendo sus mejillas — Él la estrechó entre sus brazos, al tiempo que le acariciaba su sedoso cabello — Lo he estado pensado mucho, y creo que tengo la solución para poder estar juntos, tú…

— Yo también lo he estado pensando — La cortó él.

Ella se separó de su abrazo y lo miró sin comprender — Y ¿Qué has pensado?

— Debemos fugarnos, es la única manera de poder estar juntos — Sentenció.

— ¿Qué?, no Sasuke, esa no es la manera de hacer las cosas — Vio como él frunció el ceño ante sus palabras — Sabes que amo a mi padre, y que él está enfermo del corazón, no podría dejarlo así sin más, lo mataría de la tristeza — Te propongo algo — Tomó las manos de Sasuke entre las suyas, apretándolas con ternura — Mañana ve a mi casa, habla con él, y si se niega a aprobar nuestra relación, te prometo que haré lo que decidas.

El moreno lo pensó durante unos momentos, para luego asentir con la cabeza — De acuerdo, pero sé cuál será la respuesta — Acarició su mentón con dos dedos, para luego acercarla a su rostro y besarla con ansias.


— Mi querido Sai — Un joven de cabellera castaña oscura y ojos negros, recibió con un abrazo a su mejor amigo, ambos solían frecuentar el exclusivo club de la ciudad, construido para la el entretenimiento de la clase alta de la Colonia del Sur — Bienvenido amigo, te estaba esperando, tengo noticias nada agradables que darte.

Sai lo miró entrecerrando los ojos, seguramente su amigo se refería a los jugadores que apostarían aquella noche a las cartas, pero no se imaginaba cuán lejos estaba de la realidad.

— Vamos a la parte del jardín — Sugirió.

Ambos jóvenes se trasladaron al amplio jardín con el que contaba el club, había un pequeño lago, rodeado por bancos, y árboles, en otra sección se podía apreciar una gran cantidad de flores, y una fuente, los dos se sentaron en uno de los bancos más alejados, escapando de los oídos curiosos.

— Sai, quiero que te tomes esto con calma, pero se rumora que.. — Hizo una pequeña pausa — Tu hermana tiene un amorío con un capitán del ejército.

— ¿Qué es lo que estás diciendo Kiba? — Sai agarró al castaño por el cuello de la camisa, y lo retó con la mirada, a que volviera a repetir sus palabras.

— Cálmate querido amigo, yo solo te repito lo que me han contado, sabes que quiero a Sakurita como si fuese mi hermana — Se defendió nervioso, su semblante estaba más pálido que el papel.

El moreno bufó — Tú no quieres ni siquiera a Ino, que es tu hermana — Soltó el agarre en la camisa y palmeó su mejilla derecha — Esto es grave amigo, si la tonta de Sakura en verdad está enredada con un don nadie, y no se casa con un hombre de nuestra clase, que pueda financiar las deudas de la hacienda de mi padre, nos iremos a la banca rota irremediablemente.

Kiba enarco una ceja — ¿La hacienda de tu padre o las deudas de juego que tú tienes? — Cuestionó burlón.

El Haruno lo fulminó con la mirada — Me ofendes al pensar que quiero un cuñado millonario, para saldar mis deudas — Ambos se sostuvieron la mirada por unos segundos, para luego romper en carcajadas.

— Claro, tú no eres capaz, siempre piensas en el bienestar de los tuyos, antes que en ti mismo — Volvió a soltar una carcajada socarrona.

Sai se puso serio de golpe — Debo hablar con mi madre, esto es serio, tiene que evitar que Sakura cometa una estupidez y nos perjudique a todos.

— Dudo mucho que ella pueda hacer algo, tu hermana a rechazado a todos los pretendientes que la han cortejado, y tu padre siempre la apoya, permitiéndole hacer lo que quiera, estoy seguro que en esta ocasión será igual.

— No — Rugió el moreno — No lo permitiré, y estoy seguro que mi madre tampoco, una cosa es que ella quiera quedarse solterona como la tía Shizune, y otra muy distinta es que se case con un capitancito de quinta. Necesito que averigües todo lo que puedas sobre ese sujeto.

Kiba asintió — Se rumora que su nombre es Sasuke Senju, y está bajo las órdenes, general Yamato, es todo lo que sé hasta el momento.

— Bien, mañana mismo hablaré con mi madre y le contaré todo, estoy seguro que ella sabrá qué hacer.


Mebuki Haruno, se encontraba recostada en un amplio sillón en la biblioteca de su mansión, cuando escuchó la voz de su primogénito al otro lado de l puerta, pidiendo permiso para entrar.

— Adelante — Dejó el libro sobre su regazo y enderezó su postura.

Sai llegó hasta quedar frente a ella, y le dio un beso en la frente, al cual ella correspondió con un pequeño abrazo. — Madre tenemos que hablar sobre algo muy serio.

La dama lo miró preocupada, le asustó el semblante tan serio del joven — ¿Qué sucede? — Lo cuestionó.

— Es sobre Sakura — Sai tomó asiento junto a su madre — Está circulando el rumor de que mi hermana mantiene un romance con un capitán del ejército, un don nadie sin apellido, ni fortuna.

Mebuki llevó su mano derecha hasta su boca, para ahogar el grito de sorpresa — No es posible, esa tonta no nos puede estar haciendo esto — Espetó. — ¿Quién te lo contó?

— Kiba, tal parece que los comentarios ya se han hecho presentes en el club.

— No, no, no — Mebuki se levantó del sillón, dejando caer el libro al piso, y negando con la cabeza, — ¿Es que quiere matar a tu padre? Sería una deshonra que desposara a un muerto de hambre, además necesitamos que se case con un millonario, sería la única forma de salvar nuestro patrimonio. ¿Cuál es su nombre? — Exigió saber.

— Sasuke Senju, está en la división del general Yamato, no sé nada más, le pedí a Kiba que investigara.

— Bien, eso nos facilita las cosas — Relajó sus facciones — Yamato es muy amigo de tu padre, y hará cualquier cosa por salvar el honor de su hija, hoy mismo iré a hablar con él.

— Me parece buena idea y ¿Qué piensas hacer con mi hermana?, creo que ya va siendo hora de que le cuentes sobre nuestra verdadera situación económica, y que ella tiene el deber de salvar a la familia de la ruina.

Mebuki asintió — Eso haré luego de resolver el problema del tal Sasuke.

Dos golpes en la puerta, los hicieron desviar su atención — Adelante — La voz de la mujer sonó enojada, le molestaba que los interrumpieran durante una conversación tan importante.

— Disculpe señora, pero hay un joven en la entrada que pregunta por el señor Kizashi.

— ¿De quién se trata?

— No me dijo su nombre, solo que deseaba hablar con el señor, pero es del ejército, porque usa su uniforme.

Mebuki lo meditó un momento antes de hablar — Mi marido está descansando, pidió que no se le importunara, así que yo iré a atenderlo en un momento, retírate.

— Con permiso — La sirvienta hizo una inclinación de cabeza, para luego marcharse.

— Enseguida vuelvo — Le informó a su hijo, mirándolo por el rabillo del ojo, él solo asintió en respuesta.

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Mebuki abrió la puerta de entrada, encontrándose con un joven de no más de 20 años, de rasgos finos y mirada intensa.

— Buenos días señora, he venido a hablar con el general Haruno.

— Buenos días, mi marido no puede atenderlo en este momento, pero dígame cuál es su asunto, y yo le daré su mensaje.

¿El general Yamato lo envía?

Sasuke negó con la cabeza — Es un asunto personal, creo que volveré después — Le hizo una reverencia, para luego marcharse.

— Esperé, ¿Cuál es su nombre?

El moreno dudó un momento antes de contestar — Senju Sasuke.

Mebuki abrió los ojos desmesuradamente por la sorpresa — Entonces eres tú — Siseó.

Sasuke detuvo sus pasos y la miró a la cara, le dio la impresión de que esa mujer sabía de la relación que mantenía con Sakura, y las siguientes palabras de ella se lo confirmaron.

— Tú eres el arribista que enredó a mi hija, y pretende aprovecharse de ella para tener una mejor posición en la sociedad — Lo miró con desprecio, como si de un insecto se tratara.

El aludido frunció el ceño — No estoy con Sakura por los motivos que usted dice, quiero convertirla en mi esposa..

— ¿Te has vuelto loco? Mírate, eres un muerto de hambre que no tienes nada que ofrecerle, así que te recomiendo que te largues de aquí, ni mi marido ni yo, permitiremos nunca que te cases con ella.

Sasuke no agregó nada más, solo le dedicó una mirada arrogante y se marchó, ya sabía que eso pasaría, los padres de Sakura no lo iban a aceptar, y lo más alarmante es que ya los habían descubierto, eso empeoraba las cosas, ahora tendrían que adelantar sus planes de escape. Suspiró con pesadez, en momentos como estos desearía haberse quedado en el pueblo en que nació y usar ese apellido, negó con la cabeza, eso nunca, no se rebajaría a tal cosa.


Era de madrugada, cuando escuchó el tan conocido ruido de piedritas golpeando contra el cristal de su ventana, se levantó de prisa, para colocarse la bata sobre su camisón, y asomarse por el balcón de su habitación, y allí lo vio escondido entre las plantas, le hizo una señal con la mano, para indicarle que pronto bajaría a su encuentro.

Con sumo cuidado salió de su habitación y llegó hasta la cocina, abrió lentamente la puerta que daba al jardín, procurando que no hiciera ruido, al verse en el amplio jardín y sentir la hierba fría, bajo sus pies descalzos no pudo evitar sonreír, en momentos como ese podía sentirse libre, fuera del control de su madre, y de esa sociedad que exigía tanto de ella, era solo una joven de 18 años, por Dios santo, deberían tenerle más consideración.

Llegó hasta el pequeño Kiosko adornado con enredaderas que para esa época estaban cubiertas de flores, y regalaban una vista de ensueño bajo los tenues rayos de la luna, Sasuke se encontraba sentado en el interior de la pequeña construcción, escrutándola con la mirada, un fuerte sonrojo la cubrió, al verse el objeto de su atención.

No importaba las veces que él hiciera lo mismo, ella siempre reaccionaría con timidez ante el moreno, la ponía nerviosa su cercanía, y el atractivo físico de Sasuke no ayudaba mucho a controlarse.

Se sentó a su lado, y él la estrechó entre sus brazos, disfrutando de su aroma a flores, y de la tibieza de su cuerpo, que se podía percibir por encima de la tela de algodón, la besó con calma disfrutando al máximo de la caricia.

— Tenemos problemas — Susurró, y ella lo miró aterrada.

— ¿Qué sucede? — Preguntó en un hilillo de voz.

— Tu madre ya sabe de lo nuestro.

Sakura palideció al instante, ¿Cómo.. cómo lo sabes? ¿Mi padre lo sabe también?

— No lo sé, esta tarde vine a tu casa, a hablar con tu padre, tal y como me lo pediste, pero fue ella quien me recibió — Frunció el ceño — Y me insultó diciéndome que estaba contigo por tu dinero, y que no permitiría que estuviésemos juntos.

— No puede ser — Un par de lágrimas se escaparon del control de la pelirosa — ¿Que haremos ahora?

Sasuke la estrechó nuevamente entre sus fuertes brazos — Mi propuesta sigue en pie, lo mejor será que nos fuguemos.

Ella se removió inquieta, y se mantuvo en silencio algunos minutos — Esta bien — Resolvió al fin — ¿Cuándo nos iremos?

— Dame un par de días para prepararlo todo, te mantendré informada, confía en mí — Ella asintió, para luego depositar un corto beso en sus labios, y regresar a su habitación.


— Buenos días Yamato, lamento mucho molestarte en tu trabajo, pero el asunto que me trae hasta aquí es urgente — Mebuki Haruno, había ido al despacho de Yamato en busca de su ayuda para alejar a Sasuke de Sakura.

— ¿Qué ocurre Mebuki? ¿Se trata de la salud de Kizashi? — Preguntó en tono alarmado.

— No, afortunadamente, él se encuentra estable — Lo tranquilizó — Se trata de Sakura — Hizo una mueca de preocupación.

El general se acomodó mejor en su asiento, prestándole toda la atención a la mujer frente a él.

— Mi hija, mi pobre niña — Continuó Mebuki, con fingida desesperación — Está siendo acosada por un mal hombre, ya sabes que ella es muy inocente, y él se ha aprovechado de eso para enredarla, no quiero contárselo a su padre porque puede hacerle daño en su estado.

Yamato asintió — Te entiendo Mabuki, tu deber como madre es defender la honra de Sakura, tú solo dime como puedo ayudarte, y con gusto lo haré.

Ella sonrió para sus adentros — Bueno quiero que lo alejes de Sakura, para ti no será difícil porque se trata de uno de tus subordinados.

El general siempre mantenía un semblante serio, pero esta vez no pudo evitar hacer una mueca de sorpresa — ¿De quién se trata? — Cuestionó con voz grave.

— Sasuke Senju — Escupió ella con desdén.

La sorpresa fue mayor en el semblante del hombre, no podía creer algo así del mejor capitán bajo su mando, pero dudaba que Mebuki jugara así con el honor de una persona, y más si su hija estaba involucrada — ¿Estas completamente segura? — Cuestionó aún incrédulo.

— Así es, tuvo la osadía de ir ayer a mi casa, pidió hablar con Kizashi, pero afortunadamente yo lo intercepté, no quiero ni imaginar qué hubiese pasado con su débil corazón — Cubrió su rostro con una de sus manos, para ocultar el naciente llanto.

— Tranquila, yo te ayudaré, me encargaré de que Senju no vuelva a molestar a Sakura — Le aseguró.

— Gracias Yamato, te estaré eternamente agradecida.


— ¿Pudiste hablar con el general Yamato? — Cuestionó Sai a su madre, cuando esta se reunió con él, en el jardín de la mansión Haruno.

— Por supuesto — Esbozó una sonrisa victoriosa — Me aseguró que se encargará del problema.

— Perfecto, yo también te tengo una muy buena noticia, Kiba me contó, que hace poco regresó de España Itachi Uchiha.

— Y ¿Qué con eso? — Ella lo miró sin comprender.

— Pues que será el marido perfecto para Sakura — Dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.

— ¿Un Uchiha? — Preguntó como si se tratara de una locura — Sabes que ellos apoyan al tal Hatake, que quiere ser presidente, y así terminar con la monarquía española, eso no nos conviene a los de nuestra clase.

Sai bufó molesto — Madre no estamos en posición de exigir, Itachi es multimillonario, recuerda que él y su primo Shizui son los únicos sobrevivientes de la epidemia de hace más de un año, y toda la fortuna de los Uchiha pasó a manos de ellos, principalmente de las de Itachi.

Mebuki sopesó la idea un momento — No es que me haga muy feliz la idea, pero tienes toda la razón, necesitamos su dinero para pagar nuestras deudas y sacar la hacienda a flote — Suspiró resignada — Hazle una invitación formal, dile que daremos una cena en su honor.

El moreno asintió, esbozando una sonrisa.


Sakura paseaba por la plaza en compañía de Shizune, llevaba un hermoso vestido color verde menta, a juego con su sombrero cuya cinta amarrada por debajo de su mentón, terminaba en un coqueto lazo, la sombrilla adornada con encajes era del mismo tono que el vestido, y sus guantes de seda, blanco hueso.

Sonreía, mientras conversaba animadamente con su tía, disfrutando de la brisa de la tarde, que revolvía los largos rizos de su cabellera rosa.

Cuando su mirada se cruzó con una desconocida, pero que le era tan familiar a la vez, sus ojos jades se abrieron un poco por la sorpresa, esos ojos negros eran idénticos a los de él, pero el dueño sin duda era otro.

Frente a ella, a unos pocos metros de distancia, se encontraba un hombre joven, de tez blanca, cuerpo escultural, cabello tan negro como el carbón, el cual llevaba recogido en una coleta baja, de la que escapaban dos mechones más cortos, colocados a ambos lados de su rostro, su nariz perfilada, sus labios delgados y finos, hacían de su persona una imagen más que atractiva.

Él iba vestido con una camisa blanca, un traje negro, una botas del mismo color que le llegaban a la altura de las rodillas, y una chaqueta marrón que le cubría el inicio de las botas.

Sakura le mantuvo la mirada durante unos instantes, pero cuando el extraño le dedicó una diminuta sonrisa, apartó la mirada rápidamente, completamente ruborizada, al volver a mirar al mismo sitio que segundos antes, él ya no se encontraba.


Mil gracias a las lindas personas que dejaron sus comentarios en el capi final de Decisión Equivocada.

Gracias Dona, estoy usando los guiones como me recomendaste, espero me acompañes también en esta historia y que te guste tanto como la anterior.

Hola a todas mis bellas lectoras, he vuelto con otro fic, un ItaSasuSaku, sí un triángulo amoroso, en una época un tanto difícil para nosotras las mujeres, donde nuestra opinión no contaba mucho, deseo que les guste el capi, y que me lo hagan saber en un comentario.

Besitos