Disclaimer: Hetalia no es de mi propiedad.

Advertencias: Universo Alterno.

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Visita al cementerio


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La primera vez que visitó ese lugar fue cuando era solo un pequeño niño de nueve años. Su madre había enfermado hacia meses y no tardo en consumirse, poco a poco, entre dolores y sufrimiento desesperado.

Y una fría tarde de invierno, junto a un tumulto de caras fúnebres, Arthur conoció lo que era un cementerio. Ese lugar lúgubre y gris que pronto tuvo que visitar cada domingo, cada vez que quería sentir a su madre cerca. Aunque lloviese, aunque el calor fuese infernal, él estaba ahí, cada tarde. Con flores y tristeza reprimida.

Fue una de esas tantas tardes, un domingo de otoño, diez años mas tarde, cuando Arthur acudió a su cita habitual, al cementerio. Llevaba paraguas y traía puesto un grueso abrigo gris, hacia frio y el viento helaba, hasta los huesos.

No había muchas personas, había llegado algo tarde a causa de un trabajo que tuvo en la universidad. Se lamentó, estaba oscureciendo y era algo peligroso andar a solas, sobretodo en un lugar tan solitario como lo era un cementerio.

Dejó las flores frente a la tumba, saludando abiertamente, sin importar que realmente el saludo se fuese con el viento y nadie respondiese realmente. Prefería imaginar la melodiosa voz de su madre, las palabras cariñosas que alguna vez le dedicó.

Sintió una brisa suave resbalar por su espalda, provocándole un espasmo de sorpresa. Volteó, pero no había nadie alrededor. Al regresar la mirada al frente, unos veinte metros más allá de la tumba de su madre, vio una figura. Se quedó congelado, arremetiéndole una vez más esa calada cargada de escalofríos, como un susurro helado.

Era una persona, comprobó al vislumbrarla con mayor detalle. Lucia ropas sencillas, pero completamente extrañas. Parecían, de cierta manera, ropas extranjeras. Tenía la piel increíblemente pálida y enfermiza, y un rostro completamente apacible. Calmo y despejado. Arthur tuvo que parpadear un par de veces para cerciorarse de que realmente tenia a esa persona frente a él. Era algo totalmente… irreal. Era como una aparición, de rasgos perfectamente pincelados.

Jamás había visto a esa persona antes. De seguro había muerto un familiar o conocido recientemente. Eso lo explicaría, parcialmente. Arthur se acomodó el abrigo y abrió su paraguas, sintiendo finas gotas resbalar por su nariz. Había empezado a llover.

Se despidió, otra vez, hablando al aire, como si de alguna manera su madre pudiese oír. Echó una última mirada al frente. El chico seguía ahí, con la vista fija y serena. Se sintió de pronto incómodo. Se fijó, también, que él no llevaba paraguas y que pronto la lluvia le alcanzaría. ¿Le ayudaría…? Bajó la mirada, dudando unos segundos. Suspiró, pensando que aquello era lo correcto y que se arrepentiría de no hacerlo. No parecía una mala persona, mucho menos alguien que haría daño.

Subió la mirada, pero el chico ya no estaba.

Volvió a su casa, extrañamente tranquilo. Sentía una paz interior inundarle el cuerpo y nublarle los sentidos. No vio televisión, no reviso el periódico, ni siquiera comió algo. Se fue a dormir, dispuesto a soñar.

Soñó con el chico del cementerio. Y sonrió durante toda la noche.

Si hubiese encendido la televisión por solo unos segundos, u ojeado la primera plana del periódico, hubiese leído, con total asombro, la noticia de un crimen. Y junto a ella, una fotografía de un chico, con la mirada apacible y el rostro pálido.

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Prometí mas historias Asakiku, y me gusta cumplir. Es corto, lo sé. Pero creo que las historias cortas también valen…

Espero les haya gustado. Ya volveré con otra historia.

*Pensé en alargarlo o continuarlo (pero que siga siendo oneshot) pero me decidí por dejarlo así para agregarle una gota de misterio. No sé si habrá resultado. Juzguen y opinen ustedes… Estoy a sus servicios(?)

Bye!