-Vamos a ver, preciosa. Llevamos más de dos meses esperando a que pagues. Como comprenderás, estamos bastante cansados de esperar. Este es tu último aviso. Si mañana no nos traes lo debido, acabaremos contigo. No intentes huir, ya que si lo haces, nos enfadaremos mucho. ¿Quedó claro?

Frisk tembló al tener a aquel hombre tan cerca de ella. Apestaba a tabaco y ginebra. Sus dos matones estaban uno a cada lado, con ambos brazos cruzados.

–Sí, pero... Me es imposible conseguir tal cantidad para mañana... ¿Por qué no puedo ir pagando poco a poco, como antes?

–Ya te he dicho, niña, que llevamos suficiente tiempo esperando. Mañana vendremos a esta hora. Hasta entonces.

La puerta se cerró con un golpe brusco, haciendo que el polvo del suelo se levantara y revoloteara por la habitación. Frisk se cubrió el rostro con ambas manos, mientras se encogía contra la pared. Le sería imposible pagar todo aquello en tan poco tiempo. Ni aunque robara, vendiera su cuerpo o cualquier acción similar. No era justo para ella, ya que habían sumado demasiados intereses en poco tiempo, pero había sido la única opción que tenía para sobrevivir aquel invierno.

A la mañana siguiente, la joven no se levantó de cama, ni cuando llamaron a la puerta, ni si quiera cuando la rompieron y entraron a voces, con las armas de fuego en mano. El líder apuntó con el revólver a la cabeza de la niña, apoyando el cañón en la sien de esta. Frisk únicamente permaneció en silencio ante tales gestos.

-No tienes el dinero, ¿verdad?

Ella negó, moviendo de forma ligera su pelo hacia ambos lados. El hombre sonrió.

-Ya veo. Eso significa que no podemos hacer nada más que acabar contigo. Es una pena, la verdad. Eres mona, pero yo a las niñas malcriadas no las soporto.

Agarraron a la humana como si un muñeco de trapo se tratase, después la metieron en el coche y transportaron hacia un lugar que recordaba perfectamente.

-El MT Ebott es un buen lugar para arrojar a la gente que no se necesita. Los propios monstruos se ocupan de eliminar lo que nosotros deberíamos- sonrió- Espero que no te hagan sufrir demasiado. Ah, sí. No me acordaba. Tú saliste de aquel lugar hace años. Bueno… Supongo que te darán la bienvenida que te mereces, ¿No crees?

Frisk sintió como se le helaba la sangre de solo recordar aquel lugar. Había sido un auténtico milagro el haber salido con vida de allí. Notó como una de sudor bajaba por su frente, y su pulso comenzó a acelerarse. Los hombres que la sujetaban, por su parte, no se inmutaron.

Al llegar a aquel lugar, simplemente la dejaron caer. Poco a poco, Frisk descendió de nuevo por aquel foso recubierto de recuerdos que hacía siete años había vivido.

Cayó sobre una cama de flores doradas, como había ocurrido anteriormente. Flowey le esperaba en la siguiente sala. Su cuerpo no estaba tan magullado como la vez que lo conociera.

-¿Frisk? ¿Qué haces aquí?

La flor se alarmó al ver a su antigua compañera de nuevo bajo tierra. Ella se acercó y acarició los pétalos rotos de este.

-Sigues herido. Todo por aquí sigue igual, ¿me equivoco?

-Desde que te fuiste, Toriel abandonó las ruinas y ahora ella es la soberana de Underground. Ha establecido una nueva norma, en la cual todos los humanos caídos serán llevados ante ella. Dios sabe para qué.

Frisk se estremeció al recordar lo vivido con Toriel. Tenía buen corazón en el fondo, pero el haber sido drogada y después encerrada en aquella habitación durante días no le hizo mucha gracia.

-¿Se puede saber por qué vuelves a estar aquí? ¿No has aprendido nada?

La humana se cubrió la cara con ambas manos, evitando que Flowey pudiera verla llorar. Este, al entender la situación, dejó de atosigarla.

-Es igual. Ya me lo contarás. Ahora, bueno, que las ruinas están casi deshabitadas, puedes permanecer aquí sin miedo. De vez en cuando pasa por aquí aquel fantasma tan extraño pero a ese recuerdo que consiguieras que sintiera lástima por ti.

Permanecieron en silencio mientras ella terminaba de recomponerse. Finalmente, se puso en pie.

-No quiero permanecer aquí más tiempo. Este lugar es horrible, y saldré nuevamente. Aún tengo el alma de Asgore dentro. Creo que me será posible llegar a la salida.

Flowey recordó como tuvo que asentar el golpe final a su padre en la batalla que Frisk y Asgore tuvieran. Intentó atacarla por la espalda tras ser perdonado, mas Flowey pudo detenerlo a tiempo.

Ambos fueron hasta la casa antigua de Toriel sin cruzarse con un solo monstruo en el camino. Al llegar, Frisk colocó a Flowey en una maceta al igual que la primera vez. Decidida, abrió la puerta que llevaba a la salida de las ruinas y un fuerte viento glacial la golpeó sin remordimientos.

-Será mejor que busques en la casa a ver si Toriel tiene algo para este clima.

El escuchar aquella voz de nuevo hizo que todo su ser se sacudiera de nuevo, invadido por diferentes emociones que no le resultaban agradables. Frisk pasó junto con Flowey a través de los barrotes, justo como la anterior vez, mas esa el esqueleto no quiso intervenir. La observó desde lejos, con su sonrisa llena de sorna. No sabía con exactitud cuántos años habían pasado desde que viera al niño, pero se veía crecido, con una silueta diferente, como femenina. Parecía estar buscando algo.

-Se me hace raro que Sans no aparezca en esta zona. ¿Qué fue de él?

-No lo sé exactamente. Parece que sigue viviendo en el mismo lugar, con los mismos trabajos y el mismo hermano. Papyrus sigue siendo capitán de la guardia real, aunque no sé exactamente por qué no se disolvió.

-Tengo miedo a que me odie también.

El esqueleto sonrió entre las sombras, haciendo relucir su diente de oro.

-No creo que te odie. Él fue el único que te ayudó en tu camino. Puede que flirtearas con él para que te dejara pasar junto a Asgore, pero no creo que se viera molesto por ello.

Frisk se encogió de hombros y siguió caminando. La tormenta de nieve comenzó a ir en aumento, haciendo que se viera obligada a buscar refugio. Encontró el viejo puesto de guardia de Sans y se escondió dentro, esperando que la tormenta amainara. El sueño pudo con la humana y la flor, haciendo que ambos cayeran en un profundo sueño. Al despertar, notó algo cálido abrigándoles del frío. Sans había estado allí y había dejado su chaqueta para ambos.