N/A: Hace mucho tiempo que no he subido nada. No utilizaré excusas tontas como que no tuve tiempo o que tenía un writer's block. No. Una vez empiezas a escribir ese tipo de excusas no valen. Uno solo escribe cuando tiene un motivo, cuando está inspirado.

Por lo tanto debo disculparme con todos aquellos que esperaban que actualizara alguna de mis otras fanfictions. No creo que las continue. De hecho, tengo pensado reescribirlas. Ya no escribo igual que hace tres años. Quiero creer que escribo ahora mucho mejor. Mi objetivo es que el lector forme parte de la historia, como si fuera testigo de los acontecimientos de la historia. El hecho de que emplee un vocabulario simple o inapropiado en algún determinado momento no refleja mi falta de conocimiento. Si lo he escrito así, será por algo.

Por último, me he atrevido a darle un giro inesperado a un hecho que podríamos calificar de canon. Si creéis que he hecho mal o que he blasfemado quiero que penséis en una cosa. Aquí los personajes no son países, son personas, por lo que actúan como una persona cualquiera.

¡Disfrutad de la historia!

Axis Powers Hetalia/Hetalia World Series pertenece a Hidekaz Himaruya.

A Través de la Memoria (ATM) me pertenece a mí, Pocoya.

Dedicación especial a Takusi.


A Través de la Memoria.

Prólogo:

'Es inevitable. Los dos sabíamos que este momento llegaría, que tarde o temprano deberías abandonar esta casa. Disfruté mucho del tiempo que pasé en tu compañía, pero es el momento de despedirnos. Adiós Elizaveta.'

Esas mismas palabras resonaron una vez más en sus oídos. Aún no podía dar crédito a lo que había pasado. De un día para otro, Roderich se le planta y le dice que tienen que romper, que esto no tiene que seguir así. Así, sin más. De manera gratuita. Cuando lo oyó le pareció una broma, una de mal gusto, pero una broma. Nada más. Pero aquellos ojos claros no se habían relajado en absoluto. Iban en serio.

Fue entonces cuando se echó a llorar.

Había dejado caer la bandeja en la que le llevaba el té de después de la comida. Como consecuencia previsible, todos sus contenidos se habían desparramado por el suelo oscuro de parqué. Por suerte no había caído sobre la alfombra buena, pero eso no le había importado lo más mínimo.

Había corrido a su lado. Le había agarrado de los brazos con tanta fuerza que le impresionaba que no hubiera hecho una pequeña mueca de dolor, por mínima que fuera. Y le había mirado por última vez a los ojos. Aquellos ojos que le habían dicho cosas bonitas, que le había descrito sueños por alcanzar, que le habían cantado sus sentimientos. Ahora estaban vacíos.

-Deseas decirme algo, ¿no es así?

Ese rentintín. Ese tono de superioridad. Esa mirada tan fría. No pudo evitarlo. Le abofeteó con fuerza y cerró la puerta tras de ella.

Esa fue la última vez que Elizaveta Héderváry vio a Roderich Edelstein.