Capítulo 1

N/A: los personajes y la mayor parte de la historia pertenecen a L.J Smith y yo solo me divierto imaginando.

Crónicas Vampíricas:

Fan Fic…

Continuación de "Almas sombrías".

BONNIE

Un mal presentimiento no puede simplemente ignorarse. Eso es lo que siempre me había dicho mi abuelita. Claro que aquel comentario siempre venía acompañado con la típica frase, "una bruja blanca siempre tiene que hacer caso a su intuición". Ahí era donde mi abuelita perdía credibilidad la mayor parte de las veces.

Siempre se lo adjunté a su edad, quizás sus desvaríos se debieran a eso.

Pero llegó un punto en el que tuve que creer en lo que ella me decía. Las cosas extrañas que me sucedían… no podía simplemente ignorar todo eso. Y más en el último año.

Recuerdo que aquel inicio de clases llegué con la fabulosa novedad de que había aprendido a leer el futuro en la palma de la mano, mi prima me lo había enseñado, aceptando que tenía realmente un don para el tema. Sabía muy bien que Elena lo hacía de mala gana, pero aun así me ofreció su mano aunque yo pudiera hacer el ridículo. Desearía no haberlo hecho.

Su futuro cercano me mostraba a Stefan. Mi amiga conocería a un desconocido moreno, bajo, pero que en algún momento había sido alto. Quién diría que esa en realidad sería mi primera predicción importante. Pero el futuro de Elena se ponía oscuro, y yo me resistí a seguir observando.

Hoy puedo asegurar que tan solo con decir que el futuro de Elena se veía oscuro, me había quedado demasiado corta. Demasiada tragedia para tratarse de una sola persona.

Y había que admitirlo, ser franca tal como lo era Meredith, los Salvatore eran los culpables de todo lo que sucedía y de todo lo que había sucedido. La llegada de Stefan a Fells Church había sido el desencadenante de todo, y por supuesto también más tarde la de Damon. Si ninguno de ellos se hubiera acercado al pueblo tal vez… tal vez… quizás mi amiga no hubiera tenido que pasar la frontera de la muerte más de una vez.

-Sabes bien que se supone que fue Katherine quien provocó que tanto Stefan como Damon terminaran en Fells Church, Bonnie –había dicho Meredith cuando le expresé lo que sentía, mientras ella no hacía mas que escribir el boceto de una carta para el adorable Alaric. La verdad es que no comprendía por qué ahora ella se estaba poniendo del lado de hermanos vampiritos. Ese siempre había sido mi puesto.

Es que había una razón por la cual yo ya no estaba pensando muy bien de los hermanos Salvatore, hablando de uno en particular.

Un ruido en la planta baja de la casa. ¿Algo rompiéndose? No era posible; ¿otra vez?

Dejé lo que estaba haciendo en mi cuarto y bajé rápidamente las escaleras. No alcancé a sacar el pie del último escalón que me encontré con una pila de vidrios desparramados junto a la base de la escalera. Miré la pared y me encontré con que se encontraba machucada. Suspiré. ¿Por qué tenía que pasar nuevamente por esto?

El autor del desastre se encontraba sentado en el sofá de la sala; podía ver su cabeza desde donde me encontraba. Pasé caminando junto al desastre y noté que lo que se había roto era un florero de vidrio transparente que por suerte, no valía demasiado. Llegué junto al sillón, y entonces me paré frente a él con los brazos cruzados.

-¿Puedes dejar de destrozar mi casa?

Me sostuvo la mirada y entonces sonrió de forma provocativa.

-Tal vez tengas una mejor forma de ayudarme a divertir.

Pude sentir como el calor invadía mis mejillas y entonces desvié la vista. Claro que no tuve mejor idea que ponerla en sus manos, y ¿con qué me vengo a encontrar?

-¿Qué haces con eso? –con un solo movimiento le quité el porta retratos que sostenía en su mano y me lo quedé observando. Elena, Meredith y hasta yo misma sonreíamos de forma inmensurable desde detrás del vidrio, teníamos unos tres años menos que ahora, y los cercanos problemas aun no habían llegado a nuestras vidas.

Como una tonta, no pude evitar sonreírle también a la fotografía. Pero entonces recordé que la había encontrado en sus manos.

-¿Qué pensabas hacer con esto? -dije sacudiendo el retrato frente a su cara-. ¿Acaso también ibas a estrellarlo contra la pared?

-Claro que no –sonrió-. Nada de eso –agregó suavizando su mirada y dándome una frágil sonrisa.

No podía creerlo; aun sin aquella fuerza sobrenatural, esos ojos negros seguían siendo extremadamente seductores, hermosos, provocativos, y por sobre todo persuasivos. ¿Por qué seguía provocando todo eso si ahora él era humano?

-Como sea –sacudí la cabeza tratando de salirme de la hipnosis de sus ojos-. Deja de destrozar mi casa Damon. Quiero que mis padres encuentren todo intacto cuando regresen y sepan que pueden confiar en mí. Claro que tú me estás haciendo las cosas demasiado difíciles.

Dentro de la lista de cosas rotas ya se encontraban tres platos, dos vasos, un espejo –dijo que lo menos que le podía pasar era tener siete años de mala suerte-, una silla –la verdad era que no entendía cómo se las había arreglado para dejar la silla partida en cinco pedazos-, y encima ahora debía agregar un florero. Tal vez mi misión de parecer una chica responsable cuando mis padres regresaran de sus vacaciones ya estaba más que arruinada; pero yo no dejaba de tener esperanzas.

-¿Por qué –se puso de pie y volvió a quitarme la foto de la mano mientras salía caminando hacia la cocina-, si ninguno de nosotros dos está de acuerdo con mi permanencia en esta casa, no simplemente me mandas a la calle y listo? Quizás de esa manera los dos estaríamos un poco más felices.

La propuesta que él hacía resultaba ser bastante tentadora, ya la había sugerido unas veces más en los dos días que llevaba "viviendo en casa". Pero aun así, no podía echarlo simplemente a la calle. ¿A dónde iría? Obviamente no a la casa de la Sra. Flowers, y eso era por dos razones, bastante obvias las dos. La primera era que todos sabíamos de qué forma le molestaría a Damon estar viviendo bajo el mismo techo en que lo hacía Stefan y Elena, y mucho mas luego de todo lo que habían compartido ella y Damon en nuestra última travesía. La otra razón era aun más clara que la anterior. Lo único que conseguiría Damon con presentarse frente a los ojos de Stefan, sería una muerte rápida y segura. Bueno, tal vez Elena no dejaría que Stefan asesinara a su hermano, pero tampoco lo podría salvar de la tortura.

Damon había conseguido exactamente todo por lo que Stefan había luchado. Damon ahora era humano, y cerca de gustarle su condición… bueno, se podría decir que a ese tema se debían las roturas de mi casa.

Bien, Damon no podía regresar a la posada de la Sra. Flowers.

En grupo se decidió que tampoco podíamos dejarlo a su libre suerte, ya que temíamos por los problemas en los que se podía llegar a involucrar. Era muy probable que cualquier cosa que hiciese lo llevara directo a la tumba.

-Él debería quedarse con alguno de ustedes –esa había sido la propuesta de la Sra. Flowers. Y cuando decía ustedes no teníamos muchas dudas de que se estaba refiriendo a Matt, a Meredith y a mí.

Matt fue descartado en la primera deliberación. El pobre aun era buscado por la policía gracias a las locuras de Caroline; él ni siquiera podía regresar a su casa para no causarle problemas a su madre. En todo caso, esto solo dejaba las cartas "Meredith" y "Bonnie" sobre la mesa. Recuerdo que en ese momento las dos nos miramos, mientras Damon por su parte comenzaba a reír. Si reía, era en realidad porque ya se había cansado de protestar y de que ninguno de nosotros lo escuchara.

Una última mirada a Meredith aquel día me dijo lo que sucedería a continuación. A pesar de todo lo que habíamos vivido, la simpatía que ella le tenía a Damon no superaba la del primer día en que se había enterado de lo que realmente él era. Y por si no fuera poco, mis padres se iban de vacaciones por dos semanas dejándome la casa libre. Mi hermana Mary había aceptado a ir con ellos, y la verdad era que también yo había sido invitada; pero no podía irme sabiendo de primera mano cómo estaban las cosas en Fells Church, y lo que le podía llegar a suceder a aquellos amigos míos que ya eran parte de mi familia.

Mis padres insistieron en que los acompañara, ya que las situaciones que se estaban dando en el pueblo no los dejaban para nada tranquilos. Pero realmente me esforcé en convencerlos que de todas formas no estaría sola, ya que Meredith me acompañaría la mayor parte de los días, y que en todo caso, ella no tenía ningún problema con que yo pasara la noche en su casa.

Todo esto había sucedido antes de que entre todos se llegara a la conclusión de que Damon viviría conmigo durante esas dos semanas que yo tenía la casa tan solo para mí. Por lo tanto, todo eso vino como anillo al dedo.

-¿Y bien? –volvió a hablar Damon; seguramente pensó que mi silencio se debía a que estaba considerando su propuesta.

-¿Una molestia tan grande soy para que quieras irte de mi casa? –él abrió los ojos como platos; seguramente no se esperaba que yo le dijera algo así-. Seguramente hasta preferirías estar con Meredith antes que conmigo, aun teniendo en cuenta lo mucho que ella te detesta –ya me encontraba llorando y ni siquiera entendía por qué.

-Oye, oye –alzó las manos en mi dirección como si de esa forma pudiera hacer algo-; ya no llores sí. ¿Por qué demonios tienes que llorar?

-¿Y cuál es el problema con que llore?

-No me… -sacudió la cabeza-. Tan solo deja de llorar, ¿sí? –sacudió la cabeza nuevamente y entonces salió caminando hacia las escaleras dejando antes el retrato junto a la mesita que se encontraba junto al sofá. En pocos segundos pude escuchar cerrarse de un fuerte golpe la puerta del cuarto que Damon estaba ocupando.

Yo debía ser la reina de hacer el ridículo, de eso no había duda. Una bruja fracasada que lo único que hacía era llorar cuando las cosas se le ponían difíciles, esa era la mejor definición que podía haber de mi persona.

Sequé mis lágrimas con el dorso de la mano, y entonces me dispuse a salir de la casa. Eso era lo que había estado por hacer antes de que Damon me sorprendiera con una nueva rotura. Necesitaba comprar algunas cosas y así poder rellenar la alacena. Damon humano se alimentaba más que lo que lo hacía el Damon vampiro. El mismísimo Stefan me había dado dinero para que hiciera las compras necesarias de la casa, y por alguna razón ni siquiera intenté negarme.

Ni me fijé en el espejo si me encontraba en condiciones de salir a la calle, tan solo abrí la puerta y salí.

Eran cerca de las tres de la tarde y en la calle no había nadie. Claro que la verdad era que últimamente, sencillamente casi no había nadie por las calles; Fells Church estaba cerca de convertirse en un pueblo fantasma. No es que hasta ese momento los fantasmas no hubieran estado rondando por la ciudad. Solo faltaba que visitaran la ciudad los duendes, ya ni siquiera dudaba de su existencia; ¿por qué iba de hacerlo?

Una vez en el almacén más cercano a mi casa, llené un canasto con comida y algún que otro producto y entonces emprendí mi regreso a la casa. Pero mi descanso fuera de la casa había sido demasiado poco.

La convivencia con Damon se estaba poniendo complicada. Y la peor parte era que él conseguía ponerme nerviosa aun cuando ni siquiera lo intentaba, y entonces yo como una tonta, terminaba llorando. Otra personalidad no me habría venido nada mal. Lo que sucedía era que en el momento del reparto de "formas de ser" yo me había quedado dormida y no había tenido mucho entre qué elegir.

¿Por qué no podía ser como Elena o Meredith? Ellas siempre eran fuertes y capaces de enfrentarse a todos los problemas; yo siempre era a la que terminaban consolando. Cambiar un poco no te vendría nada mal, Bonnie, me dije, debes ser un poco mas como tus amigas, quizás de esa forma puedas obtener lo que quieres. Me detuve en seco ante ese pensamiento; ¿qué era lo que yo quería? ¿Acaso quería algo en particular? Un novio no me vendría nada mal, agregué riendo para mis adentros.

O tal vez, no un novio, sino tan solo alguien que se preocupara por mí, que me hiciera sentir un poquito importante y no siempre el último orejón del tarro.

Damon siempre se preocupa por ti, me dijo una voz en mi cabeza, siempre que lo necesitas ahí esta él para ayudarte.

-Damon solo me ayuda para quedar bien con Elena –repuse en voz alta, en respuesta a lo que mi conciencia me estaba diciendo. No me importaba que pensaran que estaba loca si alguien me veía hablando sola por la calle, respondiendo a preguntas por nadie formuladas-. No hay nadie que le interese más que ella.

Eso suena a recriminación por celos.

-No tengo razones para sentir celos, ni mucho menos.

Has besado a Damon unas cuantas veces, tal vez sientas algo por él aun sin admitirlo.

-Yo no siento nada por Damon. Los besos fueron solo equivocaciones… por su parte.

Bien, tan solo equivocaciones por su parte. Pero aun así, cuando no sientes nada por él, lo dejas vivir en tu casa como si fuera tu mejor amigo. Algo así no resulta muy difícil para comprender.

-Nada me sucede con Damon, y ni siquiera lo estoy tratando como a un amigo. Solo le doy un lugar donde dormir. Punto final.

¿Debía resultarme raro el estar discutiendo conmigo misma de aquella forma? Bueno, al menos no estaba siendo poseída por ninguna clase de espíritu; claro que quizás a estas alturas eso hubiera sonado aun más normal que el estar hablando sola.

El espíritu de Honoria Fell me había poseído unas cuantas veces en el último año, y yo apenas si me encontraba enterada den asunto; pero parecía que para mis amigas, eso ya ni siquiera resultaba ser extraño. Bonnie tiene la mirada perdida, dice cosas estrafalarias y su voz parece no pertenecer a ella misma, pero qué más da, todo está más normal que de costumbre. Alguien debería haberme grabado en uno de esos momentos en los que Honoria tomaba posesión de mi cuerpo, habría sido interesante verme a mí misma. Pero eso ya no sucedería más; Honoria ya nos había abandonado por completo. Una lástima.

Matt sí es tu amigo, la voz en mi cabeza volvió a llamar mi atención, y él también se interesa mucho por ti.

Sacudía la cabeza, como si en verdad estuviera manteniendo una conversación con alguien frente a mí.

-Matt se preocupa por mí de la misma forma en la que Elena se preocupa por Margaret. Me ve como una nena indefensa a la que siempre hay que cuidar. Eso en mi vocabulario no significa nada bueno.

El verdadero problema aquí es que tratas de ganarte tan solo a los deshechos de Elena. A todo aquel que ella ya dejó en la basura. Matt, Damon; bueno, tal vez a Damon aun no lo haya dejado en la basura, pero no puede jugar a tantas puntas por demasiado tiempo.

¿Podría ser posible que la voz de mi consciencia hablara de aquella forma de mi mejor amiga? Pero bueno, no se podía negar que era la verdad. Pero…

-Es que hay tantos chicos dando vuelta a mí alrededor últimamente –dije sarcásticamente-; son tantos que no me alcanzan los dedos de la mano para contarlos a todos. Y sobre todo, no hay uno que no haga fila por mí.

El sarcasmo es un mecanismo de evasión.

-El suicidio también es un mecanismo de evasión, solo que de esa otra forma tu dejarías de hablar.

Al parecer mis palabras fueron las justas y necesarias para que la molesta vocecita se callara. Al menos necesitaba tranquilidad en mi cabeza, ya que no podría conseguirla en ningún otro lado.

Llegué a mi casa. Ya me había retrasado demasiado. No era precisamente que tuviera que llegar a horario a algún lugar, pero temía por la integridad de los muebles de mi hogar. Cerré la puerta y me quedé apoyada junto a ella. El montón de vidrios perteneciente al florero roto ya no se encontraba al final de las escaleras.

Ahí estaban los momentos de buenos gestos de Damon. Tal vez el verme llorar le había removido algo en la consciencia. O quizás tan solo había estado demasiado aburrido. Ambas opciones eran demasiado probables.

Fui directo a la cocina, a guardar todas las cosas que había comprado. Creí que me encontraría con mi inquilino, pero al parecer él ya se encontraba nuevamente encerrado en su cuarto. Últimamente Damon estaba teniendo demasiadas similitudes con los fantasmas; la única diferencia era que los fantasmas atravesaban las cosas en vez de romperlas como él hacía. Di un pequeño recorrido con la vista; no me gustaba desconfiar de las personas, pero debía estar segura de que nada mas había sido roto en mi ausencia. Todo estaba intacto, o al menos eso parecía.

Volví a suspirar. Damon era una buena persona, aun cuando tratara de ocultárselo a sí mismo. Elena siempre lo decía: Damon era mucho más de lo que demostraba; y teníamos las pruebas en la forma por la que se preocupaba por ella, o hasta por cómo se había preocupado por mí en ciertos momentos. Ya había perdido la cuenta de todas las veces en las que él había salvado mi vida.

En el momento en que habíamos conseguido dar con ese Damon que todos ansiábamos, tuvo que aparecer el bastardo de Shinichi y arruinarlo todo. ¡Qué tremenda injusticia!

Pero claro, ¿por qué debía preocuparme yo por Damon? ¿Tan solo por que él había decidido juntar lo que había roto por su cuenta?

La verdadera razón es que sí sientes algo por él.

-¡Eso no es así!

-¿Con quién hablas?

Me di vuelta al instante. Damon se encontraba recostado contra el marco de la puerta y me miraba con el ceño fruncido y la mirada confundida. Cualquiera que encontrara a una persona discutiendo con la nada la miraría de la misma forma en que él lo estaba haciendo. Eso era lo que ganaba con no controlarme. Ahora, además de ser una bruja nefasta, también era loca. Genial.

-Tan solo hablo sola. ¿Con quién más podría estar hablando? –agregué con un suspiro.

-Fantasmas, espíritus, kitsune, vampiros –dijo encogiéndose de hombros-; la lista es bastante larga.

Kitsune. No podía creer que lo nombrara tan a la ligera, después de todos los problemas que había tenido; y que aun teníamos todos. Caroline era el principal exponente. Aun no sabíamos si lo que iba a tener serían cachorritos de zorro, o de lobo; lo que sí era seguro, era que sus pequeños retoños no serían para nada humanos.

-Tierra llamando a Bonnie –Damon se encontraba agitando sus manos delante de mis ojos. Me enfoqué en los suyos sin comprender-. ¿Acaso estás en alguna clase de trance? Trata de no hacer esas cosas frente a mí… son raras.

No pude evitar comenzar a reírme.

-Algo así sería lo menos raro que ha ocurrido en los últimos… días –sacudí la cabeza mientras me volvía a girar hacia las alacenas y continuaba guardando las cosas que había comprado-. Hoy no hemos tenido visitas. Ni una simple llamada.

-Al menos están seguros de que no he podido asesinarte.

-¿Cómo pueden estarlo?

-Como humano no encuentro ninguna diversión en asesinar lindas jovencitas -¿Damon me había dicho linda jovencita? Su expresión ahora mostraba más perplejidad que antes-. Otro de los problemas con los humanos, es que no piensan nada antes de hablar. Esto es una porquería.

-¿Cuáles son los demás problemas? –pregunté levemente sonrojada.

-El de respirar resulta ser uno mucho más grande. Y otros… -suspiró-. Da igual, de esos otros ya me vengo acostumbrando desde hace ya un tiempo.

Esa contestación tan solo me dejaba confundida a mí. Pero qué más da, yo siempre estaba confundida. Otra cosa más para agregar a la "lista de ineptitudes de Bonnie". Dicen que no hay mejor crítico que uno mismo, y yo me estaba pasando de largo.

-Sicuramente tu sei pazzo –dijo con voz glamorosa, sacudiendo la cabeza.

-¿Disculpa? –no había comprendido ni la primer parte de la primera palabra.

-Que estás loca, sin lugar a dudas. Te quedas todo el tiempo mirando al vacío como si estuvieras durmiendo con los ojos abiertos. Demonios, estoy viviendo con una loca.

-Vamos, Damon; nadie te está reteniendo aquí. Si realmente hubieras querido irte, lo habrías hecho a los pocos minutos de haber llegado.

-¿Entonces no piensas detenerme, streghetta?

-¿Acaso me estás insultando? –sacudí la cabeza-. Como sea, puedes irte a donde se te dé la gana; no pienso ni intentar detenerte.

¿Y si la forma para detenerlo fuera mediante un beso? Seguro que eso sí te gustaría.

-No –le respondí a la voz en mi cabeza-. Vete –le hablaba ahora a Damon-, puedes hacer lo que quieras.

Y entonces, sin siquiera dudarlo, el joven de ojos negros que resultaba ser un gran dolor de cabeza en la mayor parte de su tiempo, abandonó mi casa.