Nota: Historia situada en un Universo Alternativo después de la saga Majin Buu, previa a Dragon Ball Super. El personaje "Itazura" es una invención original mía, el resto pertenecen al manga y serie original. En caso de utilizar más personajes originales se especificará en su momento. Dicho esto, os dejo con el prólogo.


-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

"Al reunir las siete esferas del dragón tienes derecho a un deseo, formúlalo y te lo concederé."

Una malvada sonrisa ladina se dibujó en el rostro de Itazura. Después de tantos esfuerzos al fin había conseguido invocar a Shenron y, pese a tener una lista de deseos en su mente, todos desembocaban en lo mismo, provocar el mayor caos posible y reírse por ello. Observó al majestuoso dragón como un niño que observa un dulce y, prácticamente relamiéndose por sus ideas, empezó a hablar:

—¡Todopoderosa criatura, te invoco para que concedas mi deseo, haz que a partir de ahora todas las peticiones que te realicen tengan efectos negativos para que así aumenten mis travesuras! —El dragón, no contento con ese deseo, iba a sugerirle que cambiase de idea cuando se vio interrumpido. Itazura, ya intuyendo la negativa por su parte, apuntó con su dedo al dragón y le disparó un rayo desde él para 'convencerle'. Los ojos de Shenron se tiñeron de un color violeta al igual que el rayo recibido y tras soltar un pequeño gruñido aceptó el deseo solicitado. La chica sonrió viendo cumplidas sus expectativas y, tras la despedida de Shenron, intuyó quiénes reunirían de nuevo las bolas como tantas otras veces...


—¡Para vosotros es muy fácil decirlo! —le gritó Bulma a Vegeta.

—Déjalos, no lo entenderán hasta que seamos viejecitas con bastón y tengamos que llamarles hasta para cruzar la calle —se quejó Chi-chi. Los esposos de ambas estaban perplejos pues ni ellos sabían cómo habían llegado a esa situación. Había pasado ya poco más de un año desde la última invocación del dragón y ahí se alzaba de nuevo, imponente, preparado para acatar las órdenes que le dijesen.

—Que los saiyans necesitemos un tiempo más prolongado para envejecer no significa que no lo hagamos, como es obvio yo también estoy a favor de lo que queréis pedir —sentenció Vegeta de forma impasible.

—Entonces no esperemos ni un segundo más, ¿no? —rió Krillin alzando las manos para llamar la atención del dragón—. ¡Shenron! ¡Quisiéramos que nos devolvieses la juventud a todos nosotros, por favor!

De nuevo un tono violeta tomó los ojos de la bestia y tras ser brevemente iluminados dio a entender que el proceso estaba hecho. Poco a poco los cuerpos de los guerreros Z iban rejuveneciendo, eliminando los estragos de la edad y alegrando los rostros de los presentes, en especial de las más vanidosas como las mujeres de los guerreros del espacio. Sin embargo, algo no iba como lo esperado. Los cuerpos del grupo encogían en exceso. Habían vuelto a la juventud, sí, pero una juventud extrema, habían alcanzado la niñez de nuevo pero por lo menos parecían conservar su fuerza. Bulma y Chi-chi alzaron y agitaron los puños con indignación, gritándole hasta la saciedad al ente de las esferas que no era lo que ellas buscaban.

—Habéis vuelto a ser jóvenes, disfrutad de vuestro deseo. —Y tras pronunciar esas palabras se desvaneció al igual que las siete bolas.


Nadie daba crédito, todos se miraban entre todos, ¿qué harían ahora? ¿Esperar de nuevo hasta la siguiente ocasión? Imposible, era demasiado tiempo. Los únicos más o menos contentos eran los que ya eran niños de por sí, Goten y Trunks, quienes murmuraban entre risas cuán graciosa les parecía la situación.

—¿Se puede saber qué has hecho, insecto? —preguntó un furioso Vegeta cogiendo del cuello de la camiseta a Krillin, Éste, nervioso, agitó los brazos con una gota de sudor cayendo por su frente, alegando que no sabía qué había ocurrido pero que él no tenía la culpa.

—Cálmate, Vegeta, seguro que pronto lo solucionamos, tampoco estamos tan mal... —quiso calmarle Goku, aunque el remedio fue peor que la enfermedad.

—¿Crees acaso que es normal tener hijos de nuestra edad? —espetó el príncipe soltando a Krillin y cruzándose de brazos.

—¡Ya basta! —exigió Bulma—. Quizás pueda inventar algo que nos ayude, pero necesitaré tiempo para estudiar la situación. Mientras tanto lo que podéis hacer es volver a reunir las esferas para facilitarme el trabajo.

—Yo las reuniré, Bulma, no te preocupes, será como en los viejos tiempos. Vegeta, ¿vienes? —preguntó Goku sabiendo de antemano la respuesta.

—No sería como en los viejos tiempos si te acompañase, Kakarot. Me marcho a entrenar en mi cápsula a ver si me acostumbro a este cuerpo de nuevo. —Interiormente todos agradecieron la retirada de Vegeta, los ánimos ya estaban suficientemente tensos como para incrementar las preocupaciones y era lo último que necesitaban. Bulma suspiró aliviada, y le hubiese dado un beso por su comportamiento a modo de recompensa, pues sabía que en el fondo el príncipe no quería resultar un estorbo y por eso había actuado así, aunque poco podía ayudarle en aquel momento.

—Gracias de corazón, Goku —dijo Bulma sacando el radar de su bolsillo y entregándoselo en mano—. Qué recuerdos me vienen a la mente en verte así... —recordó con una gran sonrisa.

—Pues yo nunca te había visto tan pequeña, pareces hasta alguien dulce y amable.

Los nudillos de la peliazul empezaron a taladrar la sien del pequeño, quien gritaba adolorido mientras los demás reían por la situación.

—¡Yo soy más dulce que un pastel hecho enteramente de azúcar, y ahora manos a la obra! —ordenó soltándole, a lo que asintió. Bulma colocó los brazos en jarra empezando a cavilar algunas posibles ideas mientras el grupo iba disipándose yendo hacia sus respectivos hogares y otros tantos a la Kame House.

—¿Podemos ayudar también, Bulma? —preguntó Gohan de la mano de Videl, quien miraba al chico con curiosidad al haberle visto con ese aspecto únicamente en fotos.

—¡Nosotros también queremos ayudar! —dijeron Trunks y Goten al unísono con ilusión desmedida por correr aventuras. La madre del primero se llevó una mano a la barbilla, ¿le compensaba tenerlos rondando el laboratorio y molestando? Tampoco les pasaría nada por buscar alguna bola de dragón, ¿no?

—Muy bien. Goten y Trunks, buscaréis la esfera de 7 estrellas; Gohan, tú la de 6; Goku irá a por el resto. —Al fin y al cabo Goku era quien poseía más poder en aquellos momentos, por lo que era preferible que si ocurría algo lo solventase el más fuerte. Así pues emprendieron el rumbo en pos de la recolección de las siete anaranjadas.


Mientras tanto, en la Isla Papaya, la villana Itazura contemplaba el ring del torneo de artes marciales con curiosidad.

—Perder luchas por salir del perímetro de combate... original cuanto menos, acostumbrada siempre a combates a muerte se me hace extraño —murmuró para sí misma comprobando la dureza del terreno con la mano. Se acercó levitando a escasos centímetros del suelo al extremo del ring y cruzándose de brazos volvió a aterrizar mientras observaba cómo había césped, destacando así aún más la diferencia entre límite permitido y fuera.

—Aún así lo veo un espacio demasiado grande como para perder por esa tonter... —Y poco antes de poder finalizar la frase, una estela naranja surcó los cielos hasta impactar en su cabeza, haciendo que Itazura soltase un ridículo grito y cayese de morros al suelo entre pequeños tembleques.

—¡Nos atacan! ¡Nos atacan! —alzó la voz irguiéndose. Se tranquilizó al ver aquel objeto en el suelo con varias estrellas en su interior.

—Pero si es una bola de dragón... ¡Espera! ¡Eso significa que alguien ha invocado al dragón otra vez! Claro, con razón se había nublado tanto de repente. ¡Ay, sienta tan bien crear travesuras sin tener que mover un dedo...! No creo que tarde en ver los efectos... —Y seguramente fuese así, ya que uno de los objetivos de los guerreros Z se encontraba ahora entre sus manos.