1. La vida y obra de Tendou [Satori]


Sa-to-ri.

Tributo a un monstruo capaz de leer mentes. Un monstruo. Él estaba seguro de que sus padres no lo odiaban per se- supusieron, quizás, que tener el nombre de un ser con poderes sería genial. Quizás tenía algo que ver con su generación y cosas así que Satori no entendía.

Los niños de su clase no piensan como sus padres. Los profesores riendo bajo el aliento cuando lo nombran no piensan como sus padres. No dejaba de odiar su nombre, y deseaba poder quitárselo, de una forma u otra, porque él tampoco piensa como sus padres.

Si lo repite varias veces, deja de sonar como un nombre. Satori. Satori. Sa-to-ri.

Monstruo. Bicho. Feo.

¿Qué es eso? ¿Qué es eso que suena?

—¡No queremos monstruos en nuestro equipo!

—Menudo bicho raro.

—¡No se le acerquen! Dicen que puede leer las mentes y controlarnos ¡que miedo!

Es su corazón, que se quiebra.


A algunos, los primeros roces de la pubertad les sienta como un anillo al dedo.

A veces llega tarde, después de los 16. A veces llega temprano, antes de los 12. A Satori las hormonas se le revolvieron antes de tiempo, y lo odia tanto como su nombre, porque a él la pubertad no le hace grandes favores.

Lo ha visto en todos y para ponerlo simple, se ponen más guapos. Cierta aura de confianza crece a su alrededor. Chicos que dan un estirón y de pronto tienen la espalda más ancha, la voz más gruesa y más fuerza. Chicas cuyos cuerpos florecen, metiéndolas sin previo aviso a un mundo más adulto, sus voces más finas y sus mentes más agudas.

La vida les hace un favor, pero a Satori le están cobrando una deuda que no recordaba tener.

—¿Qué coño te pasa en el pelo? ¿Por qué es tan rojo? —Le preguntaron una vez, a la hora del almuerzo. No tiene muchos amigos, y prefiere sentarse solo en alguna esquina recluida de la secundaria— ¿Y qué es ese corte feo?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué tu pelo es tan rojo, Satori? ¿Por qué tus ojos son así, Satori? ¿Por qué eres tan gordo? ¿Por qué tus dientes son chuecos? ¿Por qué tan ruidoso? ¿Por qué tan callado?

Decir que era raro era suavizarlo, estaba seguro de ello. De pequeño solía ser realmente delgado y alargado, como una figura de palillos. La pubertad- esa desgraciada- revirtió todo eso.

Quería decir que no le molestaba. Quería decir que eventualmente crecería. Pero los días donde siente que todo está mal con él- su voz quebradiza, su peso, su pelo anormalmente rojo, su nariz puntiaguda y sobre todo sus ojos gigantes. Dios, el acné y el sudor ¿Y por qué siempre apesta a cebollas echadas a perder?

Sus compañeros crecen y crecen y la altura de 1,68 que una vez le enorgulleció, ahora le avergonzaban profundamente.

Aprendió que el ejercicio sirve para dos cosas: deshacerse de sus brazos de morcilla y estirarse él también. Todavía no era muy tarde- le habían enseñado en la escuela que seguiría creciendo, quizás hasta los dieciocho.

El vóleibol era divertido. El vóleibol no le decepcionaba. Todos querrían estar en el equipo del chico que bloqueaba como si fuera por arte de magia- "¡Te lee la mente, lo juro!"- así tuviera una apariencia indeseable.

—¡Eres un monstruo! —Gritó uno de los niños del equipo contrario, entre lágrimas. Estaban en sexto de primaria, un poco viejos para llorar— ¡Así no se juega, el entrenador dice que no puedes saltar sin saber a dónde irá el balón! ¡Solo estás saltando como tonto!

—Solo dices eso porque vas perdiendo —respondió, algo pedante—. Y, si de diez intentos, acierto nueve, ya no es saltar como tonto.

—Tendou-kun —llamó el entrenador, con un ceño que lucía bastante parecido al del niño llorón. Pero sin lágrimas. Y mucha más frustración—. Tamaki-kun tiene razón. Si no vas a jugar adecuadamente, ve a la banca.

El vóleibol era divertido. El vóleibol no le decepcionaba. Resulta que nadie quiere estar en el equipo del chico que hace llorar a sus oponentes por hacer trampa- "¡Te lee la mente, es un monstruo adivino!". Además, que es feo hasta los huesos.

Pero eso es culpa de la gente, no del deporte.


Cuando se unió a la academia Shiratorizawa, lo hizo con el objetivo de jugar. Y ganar, evidentemente. Pero más que nada, jugar con niños que no le señalaran y se rieran cuando jugaba de cierta forma. A él le gustaba hacer el bloqueo predictivo, le gustaba que la gente que le llamaba monstruo se enfrentara contra el terror de uno.

Obviamente eso no le molestaba.

¡Satori! —Gritó el profesor de educación física, levantando un par de risitas de sus compañeros. El maldito nombre— ¡Así no se bloquea! ¿No dijiste que querías unirte al equipo oficial? ¿Crees que el entrenador dejará que un jugador tan poco refinado siquiera limpie el sudor de los calientabancas?

Eso sí que le molestaba.

Había visto el equipo- seguro, se había inscrito al club, pero estaba tan cerca de jugar oficialmente como lo estaba Plutón del sol. Pero el equipo. Incluso los de secundaria, estaban a un nivel diferente. Los de preparatoria poseían una fuerza imperiosa, que te hacía querer arrodillarte ante ellos cuando los veías pasar. Héroes.

Remates con el poder de volar brazos y recepciones limpias sin movimientos innecesarios. Bloqueos asesinos. Estaba allí por eso, por todo eso. ¿Y qué si no era ortodoxo? ¿Y qué si no era un jugador de libro? Por lo que él sabía, los jugadores de libro eran los más fáciles de predecir- y por ende, los más fáciles de bloquear.

¿Necesita ser refinado para eso?

No, solo necesita fuerza. Una fuerza intensa y abrumadora. Podía hacerlo.

Los monstruos son muy fuertes.


Quizás tiene algo que ver con su naturaleza, pero se le da excepcionalmente bien el observar a las personas.

No es un idiota- la academia Shiratorizawa no deja vivir a los idiotas. Si no tienes un talento ridículo, bien tienes que ser un genio. O rico. El maldito sitio tiene caballos. Pero nada de eso va al punto.

Desde pequeño que es realmente buen observador. Puede saber qué clase de personas son las que se ríen de él apenas lo ven, y cuáles desvían la mirada y lo dejan en paz. Sabe reconocer cuándo alguien está por hacer o decir algo que le va a hacer enojar. Prácticamente puede sentir cuando alguien está por empujarlo, hacerle la zancadilla o algo similar. ¿Desarrolló su observación para evadirlos? ¿O sabe evadirlos porque es observador?

—¿Me puedo sentar?

Basta, deja de darle vueltas, le regañó su instinto. Si le da vueltas a la situación, reacciona tarde, y reaccionar tarde lo único que le consigue es caer escaleras abajo o un ojo negro. Su observación le ha dicho que este chico es de los buenos, y de buena gana quiere creerlo.

¡Adelante! —Respondió con una sonrisa y ocultando el ruidoso debate que se mantenía en su mente. Desde que tenía brakets, ya no le avergonzaba sonreír. Ahora tenía dientes rectos- así seseara un poco al hablar, pero no se puede tenerlo todo, cielos.

—Semi Eita —saludó el muchacho. Tenía pelo extrañamente claro, pero Satori no iba a mencionarlo, no con su pelo rojo flameante—. Te he visto en clase de educación física.

—Oh —decirle que no quería escucharlo, definitivo, no sería la mejor manera de saludar a alguien, pero de verdad no tenía ganas de escuchar lo terrible que-

—¡Tu bloqueo es jodidamente asombroso!

Pues a eso le llamo yo un desenlace inesperado.

—¿Eso crees? —Preguntó, con los ojos un poco más brillantes. Con una sonrisa un poco más amplia.

¡A que sí! ¡Seguro que si practicaras un poco más, sería incluso mejor! —Exclamó con emoción. Satori sintió una especie de calidez en el pecho, que rápidamente se le expandió al rostro—. Aunque, ahora mismo eres como un dibujo de palillos, tienes que hacerte más fuerte, o si no el entrenador Washijou ni te va a mirar.

Quizás tiene algo que ver con su naturaleza, pero Satori sabe bien quién es un monstruo y quién es un héroe. ¿O se basa en sus animes favoritos para eso? Quién sabe.

Pero para él, en ese momento, Semi Eita es un héroe.

—Comes muy poco —comentó el muchacho. Satori se encogió de hombros, y hasta allí quedó el asunto—. Oye ¿te sabes el chiste de las abejas?


En segundo, la deuda que su cuerpo le había estado cobrando, aparentemente finalizó.

Se estiró de una forma tan ridícula, que caminar le producía vértigo por un par de segundos y sus músculos dolían un poco. Aún era un poco torpe, un poco sudoroso y su voz se quebraba en cada oración- sospechaba que eso se quedaría por un tiempo. Eita, a quien ahora apodaba SemiSemi, no dejaba de quejarse sobre lo injusto que era que hubiera crecido tan estúpidamente en unos meses.

—Menudo bicho —escuchó el susurro, quizás en el puesto trasero. Se hacían más ruidosos, ahora que peinaba su cabello como Eita le había enseñado. Pero le gustaba así- era al menos, menos ridículo que el corte de tazón que llevó durante toda la primaria.

¿Podrías repetirlo? No te oí, desde aquí arriba —respondió, con una sonrisa amable- sardónica- que bajó la temperatura del aula a las cifras negativas, dejando a todos congelados en sus puestos. Y nadie allí tenía ya el valor suficiente de decirle algo en la cara, no con esa sonrisa espeluznante o esa altura abrumadora—. Oh, habré escuchado mal entonces, perdón, perdón.

Un poco torpe, algo aterrador. Pero nadie le dice nada a gente que está una cabeza por encima del resto.


Con el paso de un año, su estilo de juego tomaba un poco más de forma. Contrario a lo que querían de él, seguía enfocándose en su habilidad de observación para hacer bloqueos predictivos- no era su culpa, sinceramente, ser bueno en ello y que tuvieran tan alta probabilidad de ser efectivos. Quizás tendrían que buscarse jugadores más impredecibles o...

—Ohira Reon, gusto en conocerles.

Más fuertes.

—Reon —repitió. Le gustaba cómo sonaba su primer nombre—. Se escribe igual a rugido ¿no es así? ¡Es genial! Suena como el nombre de un héroe- dime, Reon ¿lees Shonen Jump? ¡Porque el otro día-

—Soy Semi Eita —interrumpió muy groseramente su amigo a la derecha—. Este loro de aquí es Tendou —wow—. ¿Estarás practicando con nosotros, Ohira-kun?

—Sí —respondió con simpleza, sin gastar saliva en palabras innecesarias. Satori le habría catalogado de chocante, pero algo en su sonrisa tranquilizadora se lo impedía. Este es un buen chico, le dijo su intuición, y saltó hacia allí—. Quisiera que Tendou-kun bloqueara mis jugadas, si no les molesta.

—¡Por supuesto! Vamos a practicar, pero no mucho ¿eh? Yo me canso realmente rápido, por cierto, Semisemi va a ser nuestro armador para esta maravillosa velada ¡Es el mejor armador que conozco! —siguió hablando como si no le hubieran interrumpido en ningún momento, bajo la mirada incrédula de Reon, quien le seguía a pasos largos.

A la derecha, Eita murmuraba cosas entre "deja de llamarme Semisemi" y "habla más lento por dios santo Tendou", pero las orejas se le ponían del mismo rojo nuclear que pigmentaba el pelo de Satori, y sabía bien que era porque no acostumbraba a escuchar esa clase de halagos con tanto entusiasmo.

En Shiratorizawa, los halagos y cumplidos eran más bien escasos, así que Satori se daba la tarea de decirle a sus amigos lo geniales que eran cada vez que tuviera un momento.

—¿Maravillosa velada? —Preguntó Reon con una expresión que estaba a medio camino entre la condescendencia y la confusión. Satori se limitó a asentir con una sonrisa superada únicamente por el gato de Cheshire.

—¿No es el vóleibol maravilloso? —Basta, esa no es una pregunta. Así que Satori no le dejó responder antes de saltar al siguiente tema de conversación— Reón ¿conoces el chiste de las abejas?

¿Abejas?


Reón se les unió como la pieza faltante de un rompecabezas, y de pronto Satori tenía más amigos de los que había tenido durante toda su vida. Un impactante total de dos. Bien, miente- solo un poco- pero aún así, cuando está cerca de Eita y Reon, casi puede ignorar lo que escucha cuando camina.

Casi.

En la academia Shiratorizawa, los halagos y cumplidos no sobran. Se respeta la excelencia y no se espera la mediocridad. Se apunta a la cima absoluta y las estrellas son las únicas que tienen el derecho de brillar allí.

Se preguntó cómo pudo pasarlo por alto antes, a una superestrella.

—¡Mira, mira, el equipo de vóleibol secundaria va en contra del de preparatoria! —Satori asomó la cabeza por la ventana de la biblioteca, olvidando sus asignaciones por unos Wakatoshi, solo para ver a unos estudiantes señalando un anuncio del equipo de vóleibol— ¡Va a jugar Ushiwaka!

¿Ushiwaka? —Susurró casi por instinto.

—Oh, es Ushijima-kun, mi compañero de dormitorio —comentó Reon sentado a su lado, probablemente al notar cómo se le iluminaban los ojos ante la mención de un partido—. ¿De verdad que no lo has visto? Es el as del equipo de vóleibol desde principios de año.

—Tendou es un ermitaño, si no está practicando vóleibol, no sale de los dormitorios —intercedió Eita, un poco más jugando con su bolígrafo y un poco menos resolviendo matemáticas. Satori le dio una mirada fea, y lo pateó por debajo del asiento— ¡Hey! No miento, deberías salir un poco más, casi brillas de lo pálido.

—¡Eso no importa, SemiSemi! ¿Vamos a ir a ver el partido? ¿Sí? —Preguntó a Reon, como pidiendo permiso. Reon parecía estar considerándolo un poco demasiado— ¡Vamos Reon! Mira, que ya terminé todo lo de matemática ¡Y hasta está correcto!

—... Supongo que ver un set no te hará daño —concluyó el muchacho, a lo que Satori susurró victoria. Susurrado, porque seguían en la biblioteca y no quería que lo echaran a patadas de nuevo.


Satori sabe, como lo sabe cualquier estudiante de la academia, que todos los clubes en Shiratorizawa son altamente exigentes y por conexión, conocidos.

Alta taza de estudiantes que entran a universidades prestigiosas, que se vuelven exitosos. Sabe que no es solo un nombre, y que sus métodos convierten hasta el trozo de carbón más común en algo valioso. Le suena de algo ese concepto, quizás leyó sobre alguna escuela parecida en un manga. De pronto tiene hambre a pulpo, también.

Y sabe también que el equipo no es solo bueno. Oh no, es prodigioso. Los de secundaria tienen un porte que compite contra las nacionales de preparatoria. Y los de preparatoria que juegan hombro a hombro contra los universitarios.

Y aún así.

—¡Al segundo set de este partido, y con unos resultados inesperados, Ushijima anota su tercer punto consecutivo contra el equipo de preparatoria, dejando el marcador con veinte a quince a favor del equipo de secundaria!

Él parece brillar entre todos ellos.

¿Él es Ushijima? —Susurró, sintiendo escalofríos- buenos escalofríos- por todo el cuerpo cuando lo vio rematar. Cuando el vitorear del público inundó el gimnasio. Cuando escuchó los corazones del equipo de preparatoria romperse— Es asombroso.

¿Qué es eso? ¿Qué es eso que suena?

—Creo que esta es la primera vez que te he visto quedarte sin habla —comentó Eita, dándole un codazo juguetón. Se mordió la lengua. Le había dolido, últimamente se lastimaba con demasiada facilidad—. El equipo de secundaria es increíble.

—Sí pero, esto es un poco de suerte también —dijo Reon al otro lado—. Los de preparatoria no están de muy buena forma hoy, se les nota.

—¿Cómo lo sabes? —Preguntaron Eita y Satori casi a la vez— ¡Ja! Eso es una soda para mi, SemiSemi.

—Callado pajarraco, que Reon no ha terminado.

—Estoy en el equipo secundario —respondió encogiéndose de hombros—. Los he visto practicar. Hoy están de buena forma, y el equipo de preparatoria no. Es todo

La forma en que Reon hace que ese despliegue de magnificencia suene como algo mundano, le deja sin abrir la boca hasta que el partido termina. En Shiratorizawa se espera excelencia. Y, aún después de eso, sigue con los pies pegados al suelo, con los ojos siguiendo la imponente espalda de Ushijima Wakatoshi, la estrella naciente del Shiratorizawa.

Y mientras que cada parte de sí quería gritar a mil voces que el muchacho era un héroe- tenía que serlo tenía que serlo tenía que- no podía apagar la parte de su instinto que le decía que Ushijima Wakatoshi no era normal. Eres un monstruo, Satori. Hace falta uno para reconocer a otro.

Los monstruos no son héroes.


Glo-ri-fi-car. Una vez leyó que, hasta que los leones no aprendan a escribir, los cazadores siempre serán glorificados. Probablemente lo recuerda porque la idea de leones escribiendo es chistosa, y porque la palabrita suena elegante. Si la repite diez veces, hasta deja de sonar como una. Glorificarglorificarglorificarglorificarglorificar.

Significa ensalzar- ahí va otra palabra rara- o alabar algo, o alguien. Volverle merecedor de reconocimiento, grandeza y gloria. El centro de todos los reflectores, torres de oro y el brillo de todas las estrellas.

—Tendou, termina tu almuerzo —le riñó Reon a la derecha. Satori había estado muy ocupado hablando sobre el manga que estaba leyendo y pensando en la estrella naciente del Shiratorizawa como para pensar en comer. Tampoco tenía hambre—. ¿Tienes más moretones en los brazos?

—¡No es nada, no es nada! —dijo en un tono cantarín—. Oye Reon ¿tu crees que Ushijima-kun aceptaría practicar conmigo si se lo pidiera?

—¿Practicar con Ushijima-kun? —A la izquierda, Eita asomó la cabeza— Te has vuelto completamente loco ¿Verdad? ¿Con tus bracitos de espagueti? Te los va a partir en tres.

—¡No seas exagerado, SemiSemi! ¡A lo mucho solo se tuercen un poquito! —Con una sonrisa, juntó su índice y pulgar a apenas milímetros de distancia justo frente al rostro de Eita. Enojado, el otro le apartó con un manotazo— Además, Taichi y yo hemos estado practicando bloqueos contra Reon ¡Sigo en una pieza!

—La semana pasada te ganaste un ojo negro muy bonito ¿no cuenta? —Satori se mordió la lengua, intentando evitar que su expresión le traicionara. El ojo negro no se lo había ganado en una práctica, exactamente.

—No creo que pierdas nada por preguntarle —respondió Reon, dejando su plato vacío por un momento—. Ushijima-kun recibió permiso especial del entrenador Washijou para practicar contra los de preparatoria. Aparentemente, lo quiere en el lineamiento principal apenas pise el gimnasio.

—No jodas, claro que lo quiere de inmediato —Eita rodó los ojos. Era conocimiento popular en el mundillo del vóleibol, que Ushijima Wakatoshi era el próximo sub-19 de Japón. Satori no estaba seguro de cómo no había escuchado nada al respecto en todo un año—. Ushijima-kun es el jugador de los sueños de cualquier entrenador, nosotros mortales tendremos que asesinar a alguien si queremos siquiera soñar con un puesto titular.

—¿Sabían que en un nido de águilas, cuando la madre pone más de dos huevos, los polluelos tienen un duelo a muerte y el superviviente es al que crían? —Las miradas atónitas de Reon y Eita le hicieron soltar una estruendosa carcajada que resonó por encima de la campana marcando el fin del almuerzo.

—Tendou, qué carajos.


Sabe que desde que lo vio, se ha enamorado estúpidamente de quien cree que es Ushijima Wakatoshi. Una especie de crush de secundaria, o con el que tienes con tu estrella favorita. Lo admira tanto que se pone tonto. Le apodan Ushiwaka, como el famoso samurai. Eso no hace nada por Satori y su mala costumbre de glorificar todo lo que le gusta.

En su mente, la estrella naciente del Shiratorizawa está a un universo de distancia de él, así sean ambos monstruos. Ha aprendido que hay monstruos a los que la gente quiere de su lado, que pueden llevar el título de héroes y les llaman superestrellas. Superhumanos.

—¡Bien hecho, Wakatoshi-kun! —Lo escuchó apenas entró al gimnasio, junto con el resto de muchachos del equipo de reserva que se habían juntado para practicar.

En el otro extremo del espectro está Satori y sus ojos saltones y su figura de palillos.

—Estás en el medio, Satori —gruñó el estudiante a sus espaldas. Todos pasaron de él, chocando contra su hombro repetidas veces. Sabía que en un rato allí se formaría un moretón.

Quizás los de su clase se quedaron cortos en lo que altura se refiere, pero sigue estando en el lado bajo del equipo. Un par de centímetros por debajo de lo que el entrenador Washijou quiere para su equipo de emperadores y fuerza absoluta. Un poco demasiado flaco para aguantarle una vela siquiera al líbero.

Quizás Eita tiene razón y sus brazos se romperán si intenta bloquear a Ushijima Wakatoshi.

—¿Ushijima Wakatoshi-kun? —Pero Tendou no es otra cosa sino estúpidamente imprudente y muy bueno en ignorar las buenas intenciones que tienen otros al tratar de hacerle cambiar de idea. Como por ejemplo Eita al fondo que sigue intentando retenerlo— ¿Está bien si practico mis bloqueos contigo?


[Continuará...]


¡Hola, ratones con cola! Volvió su ficker sadomasoquista con una nueva historia.

¿Les he dicho que me encanta el personaje de Tendou? Siento que nos llevaríamos muy bien en la vida real. Y como lo quiero mucho, lo tengo que hacer sufrir.
Tengo esta idea desde hace mucho (MUCHO) tiempo, de que Tendou realmente nunca ha superado el bullyng que le hicieron y que le siguen haciendo (el apodo "Guess Monster" nació como un insulto que hace referencia a su nombre). O más bien, que actúa como que lo ha superado pero en realidad no es así.
De buenas a primeras les voy a decir que el fic se va a poner oscuro, pero que todo se soluciona eventualmente, porque la historia se trata de eso. Si hubiera querido escribir un darkfic sobre Tendou definitivamente ya habrían escuchado de mi aslkfjalsk.
Los capítulos terminan con el [Continuará], porque realmente esto es un One Shot masivo. Sí, otra historia más a la lista "Esto era un oneshot que se volvió multichapter". Si mi novia tuviera internet se estaría riendo de mi.

Stay tunned!

;Tamarindo Amargo