Disclaimer: Todo de Shore... porfavor, no leas tantos fics.
Al Lector: Nada. Webadas del momento.
Escalera al cielo.
Capitulo 1
Sintió sus tacones alejarse hasta la puerta de su departamento y la puerta abrirse de golpe. Su abrigo hizo un pequeño fru-fru cuando lo puso sobre sus hombros. Creyó sentirla para, inmóvil y sin ganas unos buenos segundos antes de decidirse a dar media vuelta y salir. Pudo sentir sus ojos enrarecidos sobre su nuca. Entrar a ese lugar y salir bien parado emocionalmente era técnicamente imposible.
Apoyó su brazo en uno de los cojines que había sobre el sofá y comenzó a poner lentamente su cabeza en el respaldo de este, lento…lento, como si fuera dinamita que fuera a estallar si se le movía demasiado. Bueno, de algo tenía que servirle ver Lost.
Si, era un maldito sin cura. O quizás la tenía pero no la había encontrado…en todo caso, no se había esmerado mucho para encontrarla.
El no quería cura.
No quería estar sano. No había que ser Wilson para psicoanalizarle y ver que no estaba, que no era y que no sería alguien que por cuya bondad se caracterizara. Alguien que le gustara a la gente… un autentico caballero.
"Que asco" pensó él.
¿Estaba llegando al último eslabón de su larga cadena¿Era ya la hora de terminar con el sufrimiento? Entregarse a la voluntad de un Señor desconocido no era el plan…no era su plan.
Decían que la auto mutilación es una de las bajezas del dolor humano, el provocarse uno mismo heridas, palpables y visibles, estaba mal. Todos lo hacemos, de una forma u otra… física o psicológica. Todos lo hacemos.
¿Por qué?
¿Qué sabe realmente el mundo de heridas?
El dolor no se basa en trivialidades. Es en la perdida de algo.
Gregory House había perdido la fe.
Esa fe de creer en algo más poderoso que el ser humano, una deidad intocable, no era su concepto de la fe. Él no creía en esas cosas.
La fe, su fe, se había perdido en el momento en que toda su vida se había comenzado a desmoronar. En que todo se caía a pedazos. En que su pierna comenzó a perder la movilidad y la masa muscular era carnada para la enfermedad. Carnada podrida, algo con lo que tenía que vivir todo lo que podría quedarle de vida. Un poco más, un poco menos…que más daba.
Entonces…¿Por qué el juicio de valores?
Hacerse esas heridas era un preludio.
"Mierda¿Por qué duele tanto?"
Se tomó la pierna derecha con ambas manos y la subió con sumo cuidado al sillón. Rebuscó entre los bolsillos de su pijama el frasco de vicodina. Lo sacó y lo agitó frente a sus ojos. Quedaba solo una pastilla y era la última. Si, porque a pesar de todos los intentos de Tritter, nadie desafiaba a House. No por mucho tiempo era invencible.
Ese frasco es el único que le quedaba de lo que había podido salvar, y ahora ese último frasco se desvanecía frente a sus ojos. Ya no tenía más maneras de parar el dolor de la pierna.
Sabia que tanto dolía ese brazo al ser desgarrado lentamente. Sabia que tanto dolería esa pierna cuando su cerebro no sintiera más el efecto de la vicodina.
Dolor. Puro Dolor.
Tomó entre sus dedos la píldora y la contempló por varios segundos. Ya era la hora de enfrentar la realidad de una vez por todas.
La puso en sus labios y con la lengua reseca la empujó hacia adentro de la boca. Tragó con lentitud.
Se sentía sudoroso y cansado ya de batallar ese día, aunque algo le decía que ese día todavía no había terminado. O que esa realidad que tenía por nombre mañana llegara más rápido de lo esperado, y de eso ya no podía escapar.
Pues, House había perdido su fe.
