Fate paradox

Chapter 1: The Burning Spear

Dolorido, entumecido y agotado. No era capaz de recordar cuando fue la última vez que se sintió así, de esta guisa. Normalmente no solía sentirse así de agotado después de los entrenamientos, pero hoy era especial. Precisamente porque mañana tendría lugar un evento esencial en su vida su abuelo decidió cuadruplicar la intensidad del entrenamiento mágico. Para él, un mago sin talento, intentar utilizar las limitadas reservas de Prana que podía producir resultaba agotador y doloroso.

La calidad y cantidad de los circuitos mágicos que poseía su cuerpo era insuficiente para ser catalogado como mago medio. Tan solo diez circuitos, cuando lo normal es que un mago medianamente decente posea al menos el doble, algo que como siempre, era algo que su abuelo se había estado encargado de recordarle, día tras día, desde que llegara a esa casa hace once años.

Por supuesto para el noveno cabeza de familia de la prestigiosa casa Heightwight, una familia con más de quinientos años de historia dedicada a la magia, no habría aceptado nunca la tutela de un mestizo como él, con la sangre "contaminada", si no hubiera sido porque no le quedaba más remedio.

La Familia Heightwight, una familia de magos de origen inglés, especializada en la magia de runas y en la invocación de entes espirituales entre otras cosas, era una familia respetada y temida en la asociación de magos de la torre del reloj, no solo por la calidad de los magos que producía, sino porque, como buena familia de hienas, se habían sabido posicionar y colocar, discreta pero descaradamente, a niveles políticos y económicos dentro de la organización, por medio de engaños, fraudes, matrimonios arreglados, etc.

Su posición de poder debía ser muy cómoda y agradable, tanto como para mirar a otros magos de menor rango como a insectos. Pero al parecer todas aquellas malas obras y codicia parecían haberse vuelto en su contra, pues de pronto comenzó un lento pero inexorable declive en el potencial de los herederos que nacían dentro de la familia. Algo que causó gran angustia entre ellos, pues al fin y al cabo ¿De qué sirve una familia de magos que no pueden usar la magia?

Pero sus plegarias parecían haber sido escuchadas como por un milagro y el problema parecía haberse resuelto al nacer su padre, Nigel Heigthwight, que poseía nada menos que cuarenta circuitos de una calidad excelente. El futuro de la brillantemente oscura familia Heigthwight parecía resuelto, pero el destino cruel truncó ese futuro de nuevo, pues al parecer a la gran esperanza de la familia Heigthwight no le interesaba la magia lo más mínimo, de hecho huyó de su destino durante toda su vida y hasta llegó a casarse con una extraña extranjera que ni siquiera era maga.

Todo aquello enfureció al patriarca que lo excomulgó y repudió, como si de un gusano de tierra se tratara.

Tirado en el frio suelo, rodeado por unas gemas que se usaban para entrenar el control del prana, todos estos pensamientos sin sentido venían como ecos a su mente. Hoy era un día especial para él, Seiji Heigthwight, el chico de cabello negro, que tirado en el suelo miraba el dorso de su mano, después de casi diez años de preparación, la marca roja en su mano, compuesta por tres circunferencias tangentes entre sí, por fin había aparecido. Aquello era la señal inequívoca de que había sido elegido por el grial como participante en la guerra.

Sí, la guerra del santo grial que se celebra cada sesenta años y que enfrenta a siete magos y sus respectivos Servant se iba a llevar a cabo aquí en Fuyuki, y él había sido elegido como Master de pleno derecho por el Grial, lo que significa que estaba un paso más cerca de su objetivo.

Allí tirado envuelto en sudor no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa de alivio, por fin podría tener la oportunidad de demostrar lo que un mago inútil podía hacer. Si ganaba el grial podría demostrar su talento a ese anciano despreciable y liberarse del yugo de ser el hijo de un hereje.

-Hump, no seas tan engreído. Esa marca no significa nada. Si consigues sobrevivir una semana en esta guerra lo considerare un milagro-

Como siempre las palabras del anciano solo servían para arruinar cualquier momento que él pudiera considerar positivo en su vida.

-Ahora desaparece de mi vista y prepárate. Mañana será el día-

Mañana sería el día, el día en el que le demostraría a esa momia de mago y a cualquiera que se atreviera a menospreciarlo de lo que era capaz.

A aquel hombre solo le importaba conseguir el Grial, fuese como fuese. Después de todo, todo este esfuerzo era solo una minúscula mota comparado al que había gastado su familia en obtener la reliquia que concedía cualquier deseo, el Grial. Es por la avaricia de conseguir semejante premio lo que llevó a esta familia a instalarse en Fuyuki hace setenta años y participar en la tercera entrega del conflicto. No ganaron y el Grial no se materializó, pero consiguieron acabar, prácticamente, con dos de las tres familias que empezaron todo este lio, los Tohosaka y los Matou. Ellos no solo se limitaron a absorberlas y quedarse con su poder, la línea de magia de la familia Heigthwight no permite la entrada de nuevas crestas, ni de otros poderes y especialidades mágicas, así que vendieron a la torre del reloj todas las investigaciones que estas habían llevado por siglos, excepto las que tenían que ver con el grial, de ambas familias.

Todo por conseguir el Grial para sus propósitos. Su abuelo falló hace setenta años en la tercera edición y no pudieron participar en la cuarta hace quince porque no contaban con un heredero en condiciones, ahora, su abuelo y él eran los únicos miembros de la familia Heigthwight con capacidad para la magia. Al estar el anciano incapacitado para luchar solo quedaba Seiji.

Al día siguiente el muchacho se despertó como de costumbre e inició su rutina matutina de ejercicios físicos. Eran duros y muchos de ellos basados en las artes marciales chinas, como su maestro le había enseñado. Aquel día comenzó como cualquier otro pero esta vez había una diferencia, hoy sería el día en el que comenzaría todo. Dejó todo preparado y se marchó al instituto sabiendo que esa noche sería la noche en la que empezaría su destino en la guerra.

Era indiscutible el hecho de que era una persona conocida en la academia, sus impecables notas, tanto en materias físicas como intelectuales, su familia adinerada y su personalidad fría y distante, eran como un aliciente para que todos esos estudiantes cotillas y ruidosos hablaran sobre él. En cuanto a su aspecto, se podría decir que atraía las miradas de sus compañeras solo con pasar por los pasillos. El joven había heredado los rasgos asiáticos de su madre, pelo negro corto y piel blanca y fina, pero también había heredado, por parte de su padre, un cuerpo alto y atlético y unos grades y profundos ojos azules, unos ojos de color azul turquesa, siempre escondidos tras unas gruesas gafas. Sin duda podía considerársele como un joven bastante atractivo.

En más de una ocasión había recibido una carta que contenía los sentimientos de alguna compañera, pero inmediatamente después de recibirlas éste las rompía sin prestarles más atención, ya hacía bastante tiempo que había decidido que no necesitaba relacionarse con ningún compañero u otra persona, solo eran distracciones que no podía permitirse. Solo había una cosa en la que debía pensar, la guerra del santo grial.

Aun así había una cosa de la cual no había logrado desligarse completamente. Por alguna razón que le costaba entender, todos los días antes de entrar a la escuela reducía un poco su ritmo y esperaba una señal, la señal era un destello blanco, un inconfundible brillo plateado proveniente de una melena larga y bella, atada con un resultón lazo morado. La dueña de una cabellera tan hermosa era una joven de su instituto, una joven también muy conocida en su clase y en la academia. Cabello plateado, ojos violetas y una apariencia que era cien por cien encantadora. Se trataba de Aria Straud, una estudiante de origen alemán y amiga de la infancia de Seiji. Cada mañana ella iba al instituto acompañada por sus amigas y siempre le dirigía una sonrisa, amable y tierna, todas las mañanas, acompañada por un "Buenos días Seiji" Y lo mismo por la tarde al irse, de nuevo una dulce sonrisa y un "Hasta mañana"

A veces entre medias cruzaban varias conversaciones en los pasillos en el cambio de clase, conversaciones mundanas, pero agradables, que siempre empezaba ella. Seiji, como era natural en él, intentaba darle largas y alejarla de él, pero ella seguía insistiendo con una sonrisa.

Por alguna razón Seiji no era capaz de acelerar su marcha para evitar encontrársela, siempre hacia lo mismo, no era capaz de evitarla, no era capaz de cortar el último vinculo, aunque su abuelo ya hacía algún tiempo que le había advertido de que era necesario que se abstrajese de cosas innecesarias, después de todo lo más probable era que pereciera en esta guerra, pero él no quería hacerlo.

Él sabía que, aunque sus posibilidades de ganar fueran reducidas, sin duda sobreviviría, esa era la meta que se había marcado y para la que había estado entrenando junto a su maestro. Después ¿Quién sabe? Quizás no fuera tan malo un acercamiento a ella, después de todo se lo prometió a su maestro, le prometió que cuidaría de su hija.

Se había pasado varias horas repasando el conjuro de invocación, quería estar seguro de que no se equivocaría en ninguna línea. El cantico era sencillo, pero el ritual en si debía ser muy complejo, o al menos eso era lo que su abuelo perecía estar pretendiendo que pareciese.

Todo estaba listo, el ritual se llevaría a cabo en el sótano de la inmensa mansión Heigthwight. Allí, un círculo mágico de seis metros de radio había sido dibujado en el suelo con algún tipo de sustancia parecida a la sangre. Frente a él, un altar, en el que se encontraba la reliquia que se usaría como catalizador, la reliquia serviría para llamar al espíritu heroico escogido, pero si no se pudiera hacer uso de una no habría problema, el grial buscaría al espíritu heroico más compatible con el Master en cuestión, de hecho era el Grial el que se encargaba de casi todo el proceso de la invocación; el llamado de un alma desde El Trono de los Héroes y su encarnación en uno de los siete recipientes de clase diferentes era cosa suya. El trabajo del Master era de servirles de ancla en este mundo y proporcionarles el mana necesario para luchar, eso era todo, después de todo el mecanismo de la batalla tan solo consistía en que los Servant, los siete espíritus heroicos, lucharan entre sí hasta que solo quedara uno y su master, entonces se supone que el Grial se materializará y concederá su deseo a los ganadores.

A Seiji todo eso le olía un poco a chamusquina, pero si docenas de magos habían estado participando durante casi doscientos años, matándose entre sí, por algo sería.

-Todo está listo. No se te ocurra fastidiarla-

Las palabras del anciano Roger Heithwight resultaron tan desalentadoras como siempre, pero Seiji las ignoró completamente.

Mientras se acercaba con cuidado al círculo echó un vistazo a la reliquia que le había preparado su abuelo, se trataba de un viejo *Kiseru que parecía tener algunos siglos de antigüedad, en la boquilla gastada aún podían verse el motivo de unas llamas grabadas en ella. Seiji no dijo nada sobre su reliquia, él sabía a quién pertenecía y sabía que era el objeto adecuado, por lo que inmediatamente comenzó a prepararse mentalmente para su parte del trabajo.

Concentrado, casi en trance, activó sus circuitos y comenzó a sentir la dolorosa descarga de prana que indicaba que debía comenzar con el conjuro:

-"Llénalo, llénalo, llénalo, llénalo, llénalo, repite cinco veces pero destrúyelo cuando rebose….

Una base de plata y acero. Los cimientos son de piedra proveniente del archiduque de los contratos…"-

De pronto el joven mago comenzó a sentir una sensación muy extraña, era como si un torrente de energía desconocida entrase a la fuerza en su cuerpo, era tremendamente doloroso pero no podía darse el lujo de desconcentrarse.

-"Levanta un muro que detenga el viento. Abre las puertas desde los cuatro puntos cardinales…

Desde la corona ven a través del camino bifurcado y síguelo hasta el reino….

Yo creare tu cuerpo y tu espada creará mi destino. Atente al llamado del santo grial y respóndeme si aceptas mis términos…"-

La estancia comenzó a temblar vacilante y el circulo ante mi comenzó a brillar como una antorcha, una inmensa cantidad de energía mágica se estaba concentrado allí, mientras, el invocador, admiraba anonadado y sin poder creérselo del todo lo que estaba sucediendo frente a sus ojos, pero debía seguir con el cantico y esta vez comenzó a alzar la voz.

-"¡Y YO JURO QUE SERÉ TODO LO BUENO EN ESTE MUNDO Y A LA VEZ JURO QUE DESTUIRE TODO EL MAL DE ESTE MUNDO!-

Un torbellino de luces y llamas se arremolinó violentamente entorno al círculo mágico y Seiji sentía como su mano derecha con el sello ardía como si estuviera siendo incinerada.

-"¡Y ASÍ YO TE LO ORDENO DESCIENDE DESDE LA TRINIDAD DE LOS CIELOS! ¡SAL DEL CÍCULO DE CONTENCIÓN! ¡GUARDIAN DE LA BALANZA!- Tras el último verso el torbellino de esencia mágica reventó como si hubiera pinchado un globo y de su interior surgió una luz cegadora que obligó a los dos que se encontraban en la sala a cerrar los ojos.

Cuando varios segundos después Seiji comenzó a abrirlos no pudo creer la información que estaba obteniendo de ellos, el círculo de invocación se encontraba totalmente quemado, como si hubieran hecho una hoguera en él, y en su interior se hallaba una figura masculina, un hombre que rozaba los veinte, como mucho los veinticinco. Vestía una armadura como la de un samurái, pero esta era algo más abierta, toda de rojo y portaba una enorme lanza carmesí. Su pelo era castaño y alborotado, sus ojos eran de un castaño dorado casi irreal y junto a su expresión de seriedad irradiaba una poderosa presencia, Seiji creyó estar ante un inmenso tigre de bengala que examinaba cuidadosamente a su presa para saber su era digna de ser cazada por él o no.

El Hombre de rojo salió del círculo quemado de forma tranquila y se dirigió hacia Seiji, el cual se había caído al suelo al sentir de golpe el cansancio del ritual y la amenazadora presencia espiritual que el sujeto frente a él emitía.

-¿Eres tú el que me ha invocado?- Dijo con una poderosa voz.

Seiji no pudo articular ninguna palabra, se limitó a asentir.

-Bien me sirve, supongo. El contrato está cerrado. Por cierto deberías aprender a mantener la compostura hombre. Se supone que tú eres el "Master" ¿no?- Aquel tono no le gustó nada a Seiji, pero decidió callar y se limitó a poner mala cara. En aquel momento eso no era lo importante, acababa de invocar a su propio Servant y no podía ser más impresionante, incluso su abuelo mantuvo la boca cerrada por el asombro, pues no solo había conseguido a uno de los tres clases de caballeros, Lancer, sino que, gracias a su recién ganada habilidad de Master para leer los parámetros, podía decir que era fuerte, ridículamente fuerte, con muchos de sus atributos muy por encima de la media.

-Bueno ¿Vas a decirme tu nombre o te vas a quedar tirado en el suelo mirándome con la boca abierta como un imbécil mucho más tiempo? "Cachorrito"- Dijo este en un tono burlón pero sin perder su posición de superioridad.

-Gahg…. Sei, Seiji, Seiji Heigthwight-

-Seiji ehhhh… me gusta, suena parecido a *justicia (Seigi) Pero es demasiado bueno para ti. De momento te llamaré "Cachorrito" Si. Hasta que decida que te mereces semejante nombre-

-¿!PE, PERO QUÉ….¡?- Seiji no cabía en él de su enfado, ¿Cómo se atrevía un Servant a tratar a su maestro de esa forma? Llamándolo….. De esa forma tan irrespetuosa.

-Yukimura Sanada Saemon-no-Suke, bajo clase Lancer a tu servicio Master. Puedes llamarme así si quieres, pero te aconsejo que si quieres mantener el misterio me llames Lancer- La sorpresiva manera de presentarse cortó la oportunidad de Seiji de llamar la atención al Servant.

-Eso ya lo sé-

La sensación de estar frente a uno de los héroes más famosos de la historia de Japón había sido entumecida por la impresión de aquella explosiva invocación, peor, una vez el familiar hubo confirmado su nombre de sus propios labios devolvió de un golpe aquella aplastante impresión, pero aún con todo eso Seiji no dudó de que debía imponer su posición de Master sobre aquel Servant tan problemático. Pero para eso ya habría tiempo. En ese momento no podía pensar con claridad. Sin duda esta era una oportunidad de lujo que pocos compartían, con un Servant tan fuerte tendría ventaja sobre los otros. La guerra del santo grial había comenzado para él aquella noche y no quedaba mucho para su primera batalla. Su destino había comenzado a avanzar.

*Kiseru: Pipa larga japonesa, parecida a la china (Ver Holic, Yuko Ichihara o Gintama, Takasugi y Tsukuyo)

(Aquí termina el capítulo uno, a saber cuándo subiré el dos, si os ha gustado sed pacientes por favor)