CHAPTER 1.
Hoy me mudare a Los Ángeles con mis padres aunque odio dejar atrás Nueva York. En mi nueva ciudad podre seguir practicando como la hechicera inmortal que soy desde hace 97 años.
Lo único bueno de mi inmortalidad es que parezco de 17 y mis padres de 33.
-Bella, ya estamos a punto de llegar a nuestro nuevo vecindario.- me dijo mi madre mientras me quitaba el audífono del oído.
- al fin. Ya me estaba mareando de tanto viajar en el coche - le dije con una mueca.
- ya somos dos - el cansancio se reflejo en la voz de mi padre.
Y ahí estaba, al dar la vuelta a la esquina apareció mi nuevo vecindario.
Charlie, mi padre, se estaciono frente a una casa de dos pisos, con un gran porche y balcones en donde se suponía debían ser las habitaciones. Era de un color blanco, ya amarillento por el tiempo, había flores alrededor del jardín delantero y un lindo columpio colgando de la rama de un árbol. La casa me recordó a una comedia romántica.
-es… pintoresca- fue lo único que se me ocurrió decir.
- tiene un maravilloso encanto ¿no es así?- mi madre parecía maravillada con la cursi y romántica vivienda.
- si tú lo dices…- mi padre hizo una mueca.
Yo me parecía más a mi padre que a Renee, mi madre, ya que ella era de ese tipo de mujeres románticas, cursis, que les encanta el color rosa y llorar comiendo helado. En cambio mi padre era divertido, a veces algo tonto y torpe.
Entramos y colocamos las maletas en el suelo. Por dentro las paredes eran color rosa demasiado claro, parecía blanco, los muebles eran algo lindos; había un gran sofá y dos sillones flanqueándolo. La tv estaba puesta sobre una estantería frente al sofá.
- subiré a ver mi habitación- dije mientras me dirigía hacia las escaleras.
No podía ser cierto. Era rosa chicle, todo era rosa. Me dieron ganas de vomitar.
Baje para sacar mi varita de la maleta, tenía que cambiar ese horrible color.
Subí de nuevo y cambie el color rosa, por unos cuantos tonos de morado y con diseños gris metálico. Las paredes las coloque morado claro igual que la cerámica del suelo.
También coloque unas cuantas mariposas en gris metálico en las paredes. En el techo quise colocar unas luces simulando estrellas ya que el techo lo pinte de un negro intenso como una noche sin luna.
Lo único que no tuve que cambiar fue el escritorio y el ordenador.
Ahora me sentía mejor. No tenía que seguir viendo ese horrible color en mi nueva habitación.
Aproveche y ordene todas mis cosas con algo de magia, así me ahorraba la tarea de sacar todo de la maleta y acomodarlo todo a mano.
Mañana iba ser mi primer día de clases en el instituto de Nueva York.
Me desperté temprano y baje después de arreglarme.
- ¿Qué hay de desayunar?- pregunte entrando a la cocina.
- huevos - respondió mamá.
- ¿Dónde esta papá?- pregunte buscándolo con la mirada.
- salió muy temprano al trabajo. Está ansioso por empezar a trabajar aquí, en Los Ángeles
- ok.
Renee me sirvió los huevos.
Desayuné rápido ya que se me estaba haciendo tarde.
- me tengo que ir- murmure al ver el reloj.
- suerte. - me deseo mi madre.
- gracias.
Asintió.
No fue difícil encontrar el instituto.
Cuando entre en el estacionamiento todos me miraban con la frase "esa es la nueva" en la frente.
Me estacione en un puesto indefinido y me dirigí hacia la recepción a buscar mi horario de clases.
Como Renee, la recepcionista también me deseo suerte.
Cuando caminaba hacia mi primera clase un chico se interpuso en mi camino.
- eres Isabella Swan ¿no? - el chico tenía cara de patético. Pero me agrado.
- si. Pero dime Bella
- hola. Soy Erik
- hola Erik.
Seguí caminando con una sonrisa para no parecer grosera pero me alcanzo.
- ¿te ayudo a encontrar tu siguiente clase?- ¿se daba cuenta de que parecía que estaba rogando?
- claro. Voy a literatura.-dije mientras miraba el horario de clases.
Su sonrisa se hiso más amplia.
Erik me guio directo al aula.
- gracias. - le dije entrando.
Se despidió con la mano.
Por suerte el profesor casi ni se fijo en mi cuando entre. Solo a la mitad de la clase me dio una lista de lecturas. Todas eran románticas, desde Shakespeare hasta Austen. Yo me los había leído todos.
El resto del día fue igual. En cada clase alguien se acercaba para conocerme y hablar un rato.
Iba caminando hacia el almuerzo con una chica llamada Jessica cuando lo vi.
Supe lo que era al instante, fue como ver una cebolla entre puros tomates, su piel era pálida, poseía una belleza complementada con perfección, unos ojos color dorado –típico en un vampiro vegetariano-. Es un vampiro, me dije a mi misma.
No pude apartar los ojos de él.
- Bella ¿estás bien?
- si. Una pregunta. ¿Quién es él?- le pregunté señalándolo con disimulo.
Siguió la dirección de mi mirada.
- es Edward Cullen. Si, es demasiado guapo y su voz es tan atrayente que te deslumbra. Pero no te ilusiones. No le interesa ninguna chica del instituto.
El vampiro estaba sentado con unos amigos.
De repente volteo hacia mí. Su expresión se volvió seria, parecía sorprendido. Sus ojos eran ilegibles.
Desvié la mirada después de un instante.
- tiene cuatro hermanos. Una es Rosalie, otro es Emmet. También están Alice y Jasper. Todos son muy adinerados.- siguió Jessica- pero al parecer hoy han faltado a clases. Y todos están juntos… Rosalie y Emmet y Alice y Jasper.
Cuando llegue a casa fui directo a la sala de estar para hablar con mis padres.
Note que papá ya estaba en casa.
- ¿papá?
- ¿Qué pasa?
- hay vampiros aquí. Son siete.- mi voz no estaba en calma.
- ¿estás segura?-Renee estaba dudando de mi.
-sí. Más que segura, los vi. Bueno solo vi a uno de ellos. Pero…
- ¿y cómo sabes que son siete?- Charlie también estaba dudando.
- porque una chica me dijo que eran en total cinco hermanos, y creo que saben sumar cuando digo que mas los padres son siete.
Estaba irritada. ¿Cómo podían ellos dudar de mi cordura?
- ¿Qué haremos? ¿Charlie? ¿Renee? ¿Me están escuchando?- parecía que ni eso hacían ya que no me respondían.
-nada- al fin respondió Charlie- nos quedaremos aquí. Después de todo, esa enemistad entre los vampiros y los hechiceros termino hace años. No haremos nada.
- estoy de acuerdo- asintió mi madre.
- igual- me resigne.
Subí a mi habitación.
Yo no iba a correr riesgos y metí mi varita en la mochila. Si algo salía mal yo podría defenderme.
Los hechizos de manos eran demasiado débiles.
bien... aqui hoy o mañana subo el 2 capitulo.
dejenme reviews... creanme que esta historia es muy buena.
ya saben... reviews.
en el proximo cap hablan por primera vez... esta historia es algo comica y espero causar alguna que otra risa.
chauu mordiscoss.
