Creé una nueva comunidad C2 en Ouran, para englobar todos los fics que encuentre en los que los protagonistas sean Satoshi y Yasuchika. Lamentablemente están en inglés, y aunque con muchos de ellos te pegas buenas carcajadas, el Out Of Character brilla en todo su esplendor.

Discutía con Ishtar-kun sobre esto después de leer un fic bastante feo. Tras muchas cavilaciones, depresiones y lamentaciones, llegamos a la conclusión de que ésta es la única manera posible (que se nos ha ocurrido) de crear un Yasuchika x Satoshi sin que haya OOC.

Os presento este nuevo y divertido fic sobre nuestros personajes favoritos. Mi primer shonen-ai... no correspondido... A ver si les hacemos un hueco en fanfiction a este par que se lo merecen. ¡Sois geniales chicos!

Advertencias y disclaimer: Yasuchika y Satoshi son propiedad de B.Hatori, aunque el último solo aparezca en el manga (cosa que me parece relativamente mal). El resto de personajes de la familia Haninozuka y Morinozuka que veáis por aquí (OCs) son de Naleeh & Ishtar-kun. Y pensamos ponerles copyright XD


"MAYBE MY LOVE"

1. "Satoshi, creo que..."

Un grito ensordecedor se escuchó retumbar por toda la casa, rompiendo el apacible silencio. Un sonido agudo, largo, taladrante, machacante... Que se metía por el oído de todos los habitantes de la finca perforándoles el tímpano.

Los criados intercambiaron miradas consternados mientras continuaban a sus tareas, y el particular chillido seguía vibrando, con la misma potencia que lograría una diva en el clímax de la mejor actuación de su vida. Hanami levantó la vista de su libro favorito de repostería y la dirigió despreocupada hacia las escaleras que daban a los dormitorios de sus hijos. Negó con la cabeza y pasó la página emocionada con la lectura. Mitsuyoshi solamente dejó escapar un leve suspiro, deseando que fuera otro el que acudiera a calmar a aquella pequeña y adorable bestia.

-Unos pulmones impresionantes, sí señor... -murmuró para si, orgulloso.

Pero el grito seguía alargándose y no podría desentenderse para siempre. Afortunadamente para él, alguien se le adelantó.

-¡Loca¡Que estás loca! -le espetó Yasuchika, entrando en el dormitorio de su hermana pequeña, intentando alzar su voz por encima de la de ella. Se encontraba sentada sobre la cama, toda roja y chillando con todas sus fuerzas. -¡Deja de gritar o llamo al manicomio!

-¡No dejaré de hacerlo hasta que me devuelvas al Señor Rosa!

-¡Te he dicho que yo no tengo a tu puñetero conejo de peluche!¡Pregúntale a Mitsukuni lo que ha hecho esta vez con él!

La chica volvió a chillar.

-¡Piénsalo un poco estúpida¿Para qué voy a querer yo semejante aberración?

En señal de protesta, sabiendo que eso molestaría aún más a su hermano que estaba intentando estudiar, se puso de pié sobre la cama y comenzó a saltar enrabiada sin dejar de gritar.

-¡Devuélveme al Señor Rosa¡Yasuchika estúpido!¡Topo¡Vete a vivir bajo tierra con las lombrices¡Enfermo!-se puso a gritar su retahíla de incoherencias.

-Vale, tú lo has querido...-concluyó Yasuchika, descolgando el teléfono de la habitación de la chica. Marcó el número. - Estoy llamando... -canturreó. Pero antes de que el loquero pudiera contestarle al otro lado (llama de verdad y lo hace muchas veces. Ya son amigos.), un fuerte CRACK le hizo tirar el auricular e ir a socorrer a la menor de los Haninozuka. La cama se había roto.

No era la primera vez que esto ocurría ni sería la última. La cama de Kurumi Haninozuka era bastante resistente, pero si un Haninozuka se subía queriéndola romper a conciencia, la cama no se oponía en absoluto.

Lo que ocurría a continuación era lo que cualquiera hubiera cabido esperar en dos hermanos que solo se llevan dos años de diferencia. Kurumi, sin cama, se iba al cuarto de su hermano mayor. Trasladaba todas sus pertenencias más valiosas y convertía el dormitorio de Yasuchika en su segunda residencia. A éste no le hacía ni pizca de gracia, pero comprendía que no quisiera dormir con Mitsukuni después de todo. Ya que, la niña se levantaba una decena de veces a lo largo de la noche, y el mayor de los tres la habría matado sin ningún miramiento (tiene muy mal despertar con todo el mundo).

Así pues, una noche más, terminaron los dos en la misma cama. Uno leyendo un libro y la otra una revista para jovencitas adolescentes que había comprado en el instituto. Entre ellos descansaba un precioso conejito de peluche amarillo y orejas larguísimas: El llamado Señor Rosa.

-Perdóname, Onii-chan. -se disculpó finalmente ella, acariciándole la cabeza al conejo. -Debí haber pensado antes en que hoy el Señor Rosa tenía fiesta del té con los demás conejitos de la habitación lavanda.

-Tskk... A buenas horas. -resopló.

-¡Oye¡Encima que te pido perdón no te quejes!

Yasuchika cerró el libro y lo dejó en la estantería.

-Anda, cállate de una vez y vete a dormir. -le dijo, metiéndose de nuevo en la cama y tapándose con la sábana hasta el cuello.

-Espera que termine de hacer este test. Es muy interesante.-le aseguró ella toda concentrada, desprendiendo algún que otro corazoncito.

-Esa revista es una chorrada. Nada de lo que aparezca ahí puede ser interesante o servir para algo.

-¡Claro que sirve! -se quejó ofendida. - Es para detectar el amor verdadero. ¿Sabes que hay un ochenta y nueve por ciento de posibilidades de que mi verdadero amor sea una persona que ya conozca? Aquí te ponen un montón de trucos para darte cuenta de que esa persona cercana a ti, es el príncipe de tu cuento de hadas.

Yasuchika alzó la cabeza, extrañado de que su hermana dijera tantas tonterías juntas. Pero en la revista estaba escrito literal "Príncipe de cuento de hadas" (La han creado las chicas del Ouran, no se puede esperar otra cosa). Se le revolvieron las tripas.

-Eso es una soberana estupidez.

-¡No lo es! Todas las clientas del Host Club la han comprado. Lo que pasa es que como tú estás muerto por dentro no puedes entenderlo. ¡Cerrado de mente!

-¡No estoy muerto por dentro!

-¡Muerto por dentro!

-¡Que no!

-¡Muerto y podrido!

-Vuelve a Urano y déjame en paz. -le dijo quitándole la revista de las manos y dejándola sobre su lado de la mesilla. Kurumi se cruzó de brazos enfurruñada pero no protestó porque ya tenía algo de sueño. Luego el chico apagó la luz de la lamparita. -Buenas noches Kurumi. -se despidió acomodándose en su extremo de la cama. La otra se arrebujó a su lado.

-Buenas noches.

A la mañana siguiente, tras el desayuno, Yasuchika recogió las cosas para irse a clase rápidamente y salió en la segunda limusina. Siempre lo hacía en un coche diferente a sus otros dos hermanos porque le daba bastante grima tener que ir veinte minutos sentado al lado de Mitsukuni. No le importaba compartir vehículo con su hermana, pero aquel día, después de haber pasado toda la noche con él (demasiado tiempo), la pequeña prefirió marchar con el mayor de todos. Así pues, tenía por delante un viaje lleno de tranquilidad. Cosa que agradecía profundamente, ya que, en cuanto llegaran al instituto, el incansable de Satoshi volvería a perturbarla.

Abrió la mochila con la intención de sacar el libro que estaba leyendo, pero tras mucho revolver entre otros libros de textos y cuadernos, lo único que apareció fue la revista de su hermana. Chasqueó la lengua a disgusto. Había ido con tanta prisa a la hora de prepararse las cosas de clase, que confundiéndolo con su lectura nocturna, había metido la estúpida revista sin mirar (Eso le pasa por llevar las gafas puestas y ver borroso).

No teniendo otra cosa para distraerse, bastante molesto consigo mismo, comenzó a pasar las hojas de la revista. Casi todo eran artículos dedicados a los chicos del Host Club. Una vez más sintió vergüenza ajena, cuando distinguió la figura borrosa de Mitsukuni junto a Usa-chan.

Un poco más adelante se encontraba el horóscopo que le pronosticó una semana muy intensa, en la que le aseguraban encontraría al amor de su vida.

-Qué bobada...

Y distando pocas páginas de éste mal augurio (a su parecer), estaba el test que había estado respondiendo su hermana la noche anterior.

Se quedó por unos instantes mirándolo pensativo. Si Kurumi las había contestado a lo mejor era porque se sentía atraída hacia algún chico en particular, y eso no le hacía demasiada gracia. Era una niña muy lanzada y conociéndola era capaz de cualquier locura. Pero luego pensó en Meiko y sintió un gran alivio.

Mientras tanto, inconscientemente, ya había leído algunas de las líneas del test "Maybe my love".

En las dos páginas que ocupaba de la revista, con un montón de florituras rosas y chorreras, ponía lo siguiente:

"¿Sabías que existe una probabilidad del ochenta y nueve por ciento de que el amor de tu vida sea una persona tan cercana a ti, que ya os conocéis desde hace tiempo?

Si esto te ha pillado desprevenida y temes por el futuro de vuestra relación¡No te preocupes! A continuación te ofrecemos varios planteamientos y trucos infalibles, que harán que descubras quién es tu príncipe de cuento de hadas"

¡No lo dejes escapar! Pero ojo¡Es él quién debe declararse!

1.Tu príncipe de cuento de hadas y verdadero amor, es el primero en quien piensas para ir al cine y dar un largo paseo.

2. Tu príncipe de cuento de hadas, es la única persona con la que compartirías la comida.

Yasuchika arqueó una ceja y resopló escéptico. La única persona que le robaba comida descaradamente de su plato era Satoshi. Y él no era precisamente un príncipe de cuento de hadas. El posible hecho de imaginarlo vestido con un pomposo traje con chorreras, le dio además de mucho miedo, bastante repugnancia.

3. El nombre de tu príncipe de cuento de hadas, aparece siempre junto al tuyo, no importa cual sea la conversación. Estáis predestinados.

4. ...Es quien te dedica toda su atención y siempre está dispuesto a allanarte el camino.

El chico hizo una pausa y repasó las cuatro preguntas que había leído con cautela. Si pensaba en cualquier persona cercana a él, tal y como te pedía esa cosa, el primer nombre que le venía a la mente era el de Satoshi. El mismo nombre para las cuatro cuestiones.

-Esto es una majadería. A cualquier chica que haga este test le saldría su hermana o mejor amiga... -murmuró en voz alta, pensando que sus hermanos no se ajustaban al canon. -... O alguien de confianza.

Tampoco estaba del todo seguro de que los amigos se dedicaran tanta atención como Satoshi ponía para con él. Pero claro, él era un Morinozuka.

Siguió leyendo...

5. ... Encuentras sus cosas mezcladas con las tuyas sin saber cómo han llegado a parar allí.

El corazón le dio un vuelco.

"Satoshi"

Era Satoshi otra vez. Encontraba su ropa sucia mezclada con la suya después de hacer deporte, y no era la primera vez que abría el cajón de su ropa interior y veía sus calzoncillos.

6. ...Lo tiene todo en común contigo y a su vez es totalmente diferente. Sois polos opuestos. Te completa.

"Satoshi"

-¡Este test es imposible¡Podría ser cualquiera¿Cómo va a ser infalible con unas cuestiones tan pobres? -trataba de auto convencerse, alterándose sin tener motivo alguno. Pero tal vez por el hecho de no querer darle importancia y pensar que era una soberana sandez, cada vez le daba más. Por eso, en lugar de hacer la revista a un lado y olvidarse, siguió leyendo. Habría alguna cuestión en la que no pensara en Satoshi como respuesta. Estaba seguro.

7. Tu príncipe de cuento de hadas no dudaría en salvarte de tu alta torre custodiada por un fiero dragón.

Una esperpéntica sonrisa que más bien parecía una mueca se dibujo en su rostro.

Pero... ¿Qué clase situación poco realista era esa¿Había leído bien?

Por unos instantes se quitó las gafas y pudo volver a leerla sin que le bailaran las letras. Sí, no se había equivocado...

Tampoco era tan raro después de todo, ya que era una revista en la que también aparecía el Host Club con aires principescos, destinada a sus clientas. A ellas les encantaban esas chorradas.

Vale. En el muy supuesto caso de que él, muy supuestamente, fuera una princesa atrapada en una hipotética torre custodiada por un fiero dragón... ¿Satoshi iría a rescatarle?

-Sí. -se contestó automáticamente. -Y el dragón huiría nada más verlo.

Se masajeó las sienes abrumado por la visión de su mente. Aquello no tenía ni pies ni cabeza. Él no era una princesa, y Satoshi no podía ser para él más que un familiar, un buen amigo, su mejor amigo, un Morinozuka... Era inadmisible. Pero entonces¿Por qué pensaba en él¿Por qué se estaba poniendo nervioso por contestar a las preguntas de un test para niñas tontas?

Tragó saliva y leyó otra más.

8. Aparece en la mayoría de tus fotos. La suya es la más llamativa de las que tienes en la cartera.

Suspiró aliviado antes de dejar escapar una risilla nerviosa.

Claro que salía en sus fotos. Estaba siempre con él. Aunque también tenía la última parte a su favor: Él no era una persona que guardara fotos de nadie en la cartera. Aunque hacía tiempo que no le echaba un vistazo...

Movido por la curiosidad, metió la mano en el bolsillo de su uniforme y sacó la billetera. La desabrochó con manos temblorosas y miró dentro.

Se le cayó el alma a los pies al ver que sí había en su interior una foto. Una única foto en la que aparecían él y Satoshi.

Sí... era Satoshi.

"No puede ser. Yo no puse esto aquí."

E inmediatamente vino a su cabeza la cuestión número cinco.

-¡No puede ser! -exclamó horrorizado. -¡No puede ser de Satoshi!

Le dio la vuelta a la foto para ver si hallaba algún indicio que pudiera demostrarle que fuera propiedad del Morinozuka. Aunque no le hacía ninguna falta para saber que la respuesta era afirmativa. Al hacerlo, distinguió algo escrito con una letra minúscula. Tan pequeña, que tuvo que quitarse las gafas para poder enfocarla bien. Con la inconfundible caligrafía de Satoshi estaba escrito: "Si puedes leer esto es porque no llevas las gafas puestas. Deberías quedarte así¿Sabes? Lo que haces es muy peligroso para la vista."

Automáticamente; lo más rápido que pudo, el chico volvió a colocarse las gafas.

"Maldito seas" -masculló, sintiéndose de golpe algo acalorado.

Volvió entonces su mirada a la siguiente cuestión de la revista. Aquello le dejó completamente descolocado:

9. Tu príncipe de cuento de hadas, es capaz de agobiarte para que hagas lo correcto aunque eso te predisponga en su contra.

-¡No! -gritó espantando, tan fuerte que hasta el chófer pegó un brinco en su asiento. Luego miró a su joven señor por el retrovisor para ver si se encontraba bien. En apariencia sí lo estaba... Pero en realidad, Yasuchika no estaba bien. No estaba nada bien.

Leía la frase y luego miraba la foto. Miraba la foto y luego leía la frase. Iba alternando continuamente y cada vez resultaba más obvio. Todas las respuestas eran "Satoshi".

"Pero todavía me queda una..." -se dijo poco esperanzado. Y se atrevió a leerla.

La gota que colmó el vaso:

10. Cuando no estás con él, cuentas las horas que te quedan para que volváis a estar juntos.

¡Y lo hacía!

Así que se separaban, disfrutaba unos segundos de esa libertad de poder campar a sus anchas, sin necesidad de sentirse observado ni vigilado por nadie, y después volvía a la realidad. No sólo contaba las horas. También contaba los minutos y hasta los segundos. En ese momento sabía que por la situación en la que se encontraban del instituto, le quedaban a penas tres minutos para volver a verle.

¿Tendría su hermana razón y era una persona obsesiva?¿Estaría obsesionado con Satoshi¿Era un enfermo¿Un Haninozuka descarriado y sin remedio, muchísimo peor que su hermano mayor...¿Traería la desgracia a la familia?

Sacudió la cabeza intentando alejar de este modo esos atolondrados pensamientos. No podía sacar conclusiones precipitadas a partir de un test chorra, de una revista para niñas enamoradizas. Él no era así ni mucho menos. Sin embargo, tenía que reconocer que las diez frasecitas le habían hecho pensar. Tal vez demasiado. El nombre de su primo no se le iba de la cabeza.

"No puede ser. Es imposible que Satoshi pueda ser algo para mi en ese sentido..." -se decía a si mismo. E inmediatamente, otra voz en su cabeza lo punzaba con un: "¿Por qué no?"

"Porque es un Morinozuka. Yo no le puedo querer así."

"¿No le quieres?"

"No..." - Pero sabía que sí le quería. Le quería muchísimo aunque nunca se lo hubiera dicho o lo llegara a admitir. No era algo que necesitara expresar. "Le quiero pero no de ese modo." -volvía a excusarse.- "Hay muchos tipos de amor. Para poder quererle así me tendría que sentir atraído de algún modo. Pensar que es guapo o algo así..."

"¿Y no lo piensas?"

El coche se detuvo en seco. Habían llegado al Ouran. Sin embargo el chico permaneció sentado; adherido al asiento de piel, inmóvil. Aquel día no quería ir a clase...

No. No se trataba de eso. Lo que no quería era ver a Satoshi.

-Fin de trayecto joven Haninozuka-sama.-informo el chofer, antes de que una mano ajena se dedicara a abrir la puerta del compartimiento en el que se encontraba él, y casi la desencajara de su sitio.

No podía ser otro:

-¡Buenos días Yasuchika! -lo saludó Satoshi con energía, agarrándolo por los hombros y bajándolo el mismo del coche.

El Haninozuka caminó dos pasos con torpeza, sintiéndose algo mareado por el mero hecho de tenerlo al lado.

-¿Has dormido bien¿Qué has desayunado¡Yo he tomado papilla con chocolate y salsa zulú¡Hay que empezar el día con energía! -exclamó dándole una fuerte palmada en la espalda. Entonces cayó en la cuenta de que el chico no tenía muy buena cara. - Oye... ¿Has venido con las gafas puestas todo el trayecto¿Te has mareado¡Estás verde¿Quieres devolver o algo? Tienes muy mal color... -le dijo pellizcándolo de las mejillas, para ver si así lo solucionaba un poco.

-¡Estoy bien! -le calló, apartándolo de su lado de un manotazo, como quien espanta a las moscas.

-Te he dicho miles de veces que te quites esas gafas cuando vas en coche, Yasuchika. -le advirtió muy serio. -Acabarás quedándote ciego y no creo que se me de bien ser un perro lazarillo.

El chico fulminó al Morinozuka con la mirada a través de sus gafas con cristales graduados (que no necesita). La visión del chico en un momento de seriedad, cargando el shinai al hombro, le hizo recordar el test infalible. Enrojeció pensando que Satoshi era un chico bastante guapo. Con un flequillo demasiado peculiar, sí. Pero sabía distinguir la belleza (como cualquier persona) y Satoshi no le resultaba repulsivo como lo hacía Mitsukuni... Excepto cuando le daba por ponerse horquillas de colores y diademas, claro.

"Pero... ¿Qué es lo que estoy pensando?" -se reveló su interior, mientras que un sofocante calor le palpitaba en las mejillas. Afortunadamente, el otro no se dio cuenta.

Recogió la cartera y el resto de las cosas que aún estaban dentro del coche y se echó la mochila al hombro.

-¿Me dejarás mirar los deberes de Matemáticas? -inquirió Satoshi, cuando ya comenzaban a caminar hacia el edificio donde estaba su aula.

-¿Qué¿No los has hecho?

-¡Claro que sí¿Por quién me tomas? Es sólo que a lo mejor los resultados son diferentes.

-¿Y eso que más dará? -comenzaron a discutir como era costumbre. Y Yasuchika pensó, que tal vez lo de pensar en su primo de esa forma tan rara, había sido una mala pasada de su mente, por culpa de leer una revista elaborada por el diablo. A fin de cuentas había salido del Host Club: La sede del mal. (Yasuchika está fatal).

Sin embargo, a medida que el día avanzaba, la cosa no mejoró.

Cada vez que alguien lo nombraba en alguna conversación, adjuntaba el nombre de su primo. Satoshi le volvió a robar comida de la bandeja en la cafetería, y su hakama de kendo apareció entre sus cosas, en su vestuario de karate... Y no tuvo otra excusa que ponerle mas que un "nos tenemos confianza, así que da igual".

No pudo dejar de pensar en todos los indicios posibles, que le llevaban a una única conclusión: Satoshi era el amor de su vida. Y eso le revolvía las tripas. Le hacía estar cada vez más intranquilo y él lo notó. Pasaba tantas horas a su lado que cualquier tontería, por mínima que fuera y le ocurriera, era detectada al instante.

Le preguntó varias veces por ese repentino cambió de humor. Incluso se empeñó en arrastrarlo a la enfermería, para ver si había pillado algún virus por alguna picadura de mosquito que se le había escapado sin querer. Pero la enfermera le aseguró más de treinta veces (sin exagerar) que Yasuchika estaba perfectamente. Así que Satoshi se preocupó aún más. Y a raíz de esto, Yasuchika empeoró. Notándose cada vez más alterado. Abrumado por sentirse más vigilado que en un día cualquiera.

Después de la jornada de karate en el club, Yasuchika estaba al borde de un colapso. Aquello era un completo infierno... Y no era porque estuvieran los dos solos en las duchas, y los berridos del Morinozuka retumbaran por las paredes, mezclando frases incoherentes de películas antiguas. (Nota: Satoshi imita voces en la ducha sin darse cuenta). A eso ya estaba más que acostumbrado.

No podía quedarse callado por más tiempo. Estaba seguro de que si compartía lo que pensaba al respecto con él, se sentiría mucho mejor. Tal vez no lo diera por loco, o enfermo... O creyera que no era tan raro después de todo.

De todas formas, cuanto antes se lo dijera mejor. No era algo que podía dejar pasar, convencido de que a lo largo de los días la situación empeoraría.

Oyó el grifo de la ducha cerrarse y dejó de caer agua. Las voces también se apagaron.

Él se hallaba a medio vestir, sacando el uniforme limpio de uno de los armarios del vestuario. Satoshi salió entonces de la ducha, fresco como una lechuga y sin acordarse de que hacía tan sólo un segundo, había estado discutiendo sobre los dedos de un hombre que no tenía meñiques.

Ladeó la cabeza para sacarse el agua de los oídos y vio que Yasuchika lo miraba demasiado raro. Y no era porque no llevara las gafas puestas.

-¿Qué? -le preguntó, sopesando cualquier tipo de respuesta por su parte. Pero en ningún momento se imaginó que el chico se le acercaría sin dejar de mirarlo con esos ojos tan extraños, hasta quedarse justo en frente suyo.

¿Le iba a pegar por algo? -buscó por el inmenso vestuario dónde había dejado el shinai.

-Satoshi, -le dijo tratando de mantener el tono de voz firme. Pero lo cierto es que le temblaba.

El Morinozuka frunció el ceño. Pasaron unos tortuosos segundos en pleno silencio. Leyó algo en sus ojos y no le gustó. Comenzó a negar con la cabeza, temiendo ahora de verdad, por dónde le podría salir su primo.

-... Veras, -continúo Yasuchika. - He estado pensándolo todo el día y he encontrado varios motivos. Creo que estoy enamorado de ti. -terminó la frase; sin apartar la vista de él ni un momento.

Continuará...


Y también terminará en el siguiente capítulo XD (Son dos, porque en uno quedaría muy largo... No me cunden las páginas, no).

¿Qué os ha parecido? Es la primera vez que escribo una cosa de este tipo, y lo he hecho demasiado rápido, así que agradecería los comentarios al respecto. Onegai!

¿De verdad cuesta tanto dejar un Review¡Demuéstrate a ti misma que no eres tan vaga como creías! XD Verás qué bien te sientes!

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