Punto de Vista de Nina

Hola, soy Nina Martin de Estados Unidos. Tengo 16 años y acabo de mudarme a un internado británico, solo para escapar. Tuve una vida algo difícil…

Mis padres eran jóvenes cuando yo nací. Mi padre dejó a mi madre cuando se enteró de que ella estaba embarazada. El era un hombre audaz y gentil, pero luego, fue reemplazado por un hombre viciado y alcohólico, mi actual padrastro. Este llegaba cada noche con un número de teléfono distinto. Eso los llevo a varias peleas durante sus vidas.

Mi madre era una bella mujer de cabello ligeramente rizado, castaño claro y con hermosos ojos azules. Muchos decían que se parecía a mí, aunque era demasiado bonita para que fuera cierto. Ella no se merecía a ese terrible hombre, lástima que ella no se dio cuenta.

Cuando yo tenía 7 años, ella murió en un accidente automovilístico. Desde esa tragedia, mi vida se transformó en una total pesadilla. Todo fue de mal en peor, sobre todo con mi padre. Desde llegar a beber aún más, hasta maltratarme, generalmente porque yo tenía un desgraciado desorden mental llamado dislexia. O una maldición, diría yo. Como sea, yo sostenía una recta B en la escuela, de la cual estaba orgullosa, pero no mi padre. El solía golpearme sin razón alguna o sin importancia, al igual que cuando se enteró de que solicite la beca. Aún recuerdo como ocurrió todo…

Escena Retrospectiva

*Ahí estaba yo, en otro lunes, dormida hasta que el despertador sonó señalándome las 6 en punto. Lo apagué y me senté, lista para otro aburrido, y difícil, día en la escuela, pero bueno, es mejor que nada.

Me levanté y me senté frente al antiguo tocador de mi madre. Aún lo conservaba; me recordaba una época feliz, cuando ella estaba a mi lado, y me consolaba.

Miré mi reflejo en el cristal, mi gran moretón a causa de mi padre, cuando me dio un puñetazo la semana pasada. Bajé la mirada. Miré de nuevo, me daba dolor solo de verlo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, mientras observaba esa gran mancha morada a un lado de mi cara, entre la mejilla y el mentón, mirando al techo para evitar lágrimas inútiles.

"¡Nina!", gritó mi padrastro, con su fría voz, alejándome de mis pensamientos. Me sequé los ojos rápidamente, volviendo a la tragedia a la que debo llamar vida. Salgo de mi cuarto y enfrento su rostro.

"¿Si?", dije tratando de ocultar el miedo, inútilmente.

"¿Cómo que solicitaste una beca?", dijo. De repente, me da una fuerte cachetada.

"Te lo dije... no me escuchaste", dije conteniendo las lágrimas.

"Mentirosa, ¡eres una estúpida! ¡¿Por qué te aceptarían, niña?".

"Soy muy buena, sabes que tengo dislexia, papá", dije sin esconder las lagrimas que escapaban, ya no podía más.

"Los niños de ahora, cada vez más idiotas", murmuro. Pero no lo vi venir. Me arrojó a la pared con fuerza; hice una mueca de dolor. Por eso, me gané otra palmada en el rostro. "¡Vete a tu cuarto!"

Corrí a mi habitación. "¡IDIOTA!".

Fin de Escena Retrospectiva