Aqui dejo este two-shot, el cual se lo dedico a Irene Roronoa ^^

Espero que os guste ^^


Hay estaban, Zoro frente a Aokiji y Kizaru, este último, reteniendo a Robin, la cual estaba malherida y asustada.

–Suéltala –ordenó Zoro con cara de pocos amigos, intentando no desenvainar sus espadas y descuartizar a Aokiji por haber raptado a su nakama.

– ¿Crees que con eso la voy a soltar? –Respondió el almirante con tono sarcástico.

Supongo que os preguntareis como llegaron a esta situación. Pues sucedió así:

-Flashback-

13 horas antes...

Eran las 9:30 de la noche. Todos se sentaban en la cocina, estaban a punto de cenar.

– ¡Luffy! ¡Ese es mi plato! –Gritaba un renito, al cual su capitán le había robado su trozo de carne.

– ¡Es que soy el capitán! –Se defendió Luffy – Tengo todo el derecho.

–Te equivocas, Luffy –intervino Usopp – Aquí, el gran-apuesto-valiente-capitán Ussop tiene todo el derecho a comer lo que quiera. –Acto seguido, apagó las luces y sacó una linterna, con la cual se alumbró la cara –...y quien se oponga...recibirá el poder de... ¡mi terrible arma secreta!

– ¡Waaa! –Gritó un histérico Chopper, muerto de miedo.

–Pues yo me opongo. –Dijo el capitán, Luffy, mientras se ponía de pie.

–Pues me veo obligado a utilizar mi arma secreta... ¡Zoro, ataca! –Dijo Usopp mientras señalaba a Luffy y miraba a Zoro.

– ¡Tendrás morro! A mi me dejáis en paz. –Se defendió el espadachín.

–Uy, parece que el marimo baka se ha acobardado. –Dijo el rubio mientras dejaba los platos en la mesa.

– ¡Repite eso cejas de sushi!

–Señoritas, –dijo el esqueleto a la vez que miraba a Nami y a Robin – ¿Serían tan amables de enseñarme sus braguitas?

– ¡Pervertido! –Gritó la pelirroja dándole una patada en la cabeza a Brook, a lo que Robin se rió suavemente.

– ¡Nami-san! ¡Estás tan sexy cuándo te cabreas! –dijo el rubio con corazones en los ojos.

– ¡Zoro, Sanji! –Les llamó Franky – He pensado que para que os hagáis amigos, debéis llevar el mismo tanga. –dijo a la vez que sacaba dos tangas con lucecitas navideñas.

– ¡¿Tu eres tonto? –Gritaron ambos al unísono.

–No, soy Franky. –Se defendió el ciborg.

–Me voy a tomar el aire... –Dijo el espadachín mientras se levantaba de la mesa y cogía una botella de sake.

–No te vayas a perder, marimo.

–Calla, cocinero de mierda.

Dicho esto, el espadachín salió de la cocina a la cubierta. Hacía una bonita noche, el cielo estaba despejado, y solo se escuchaba el ruido de las olas chocando con el casco del barco y algo de barullo en la cocina. Se apoyó en la barandilla, mirando al mar. Le dio un trago a la botella de sake y se le vino aquella mujer a la cabeza.

–Hace una noche muy bonita. –Dijo una voz tras el peliverde, a lo que el se giro y vio a Robin.

–Pues si... –Respondió el chico.

La pelinegra se acerco un poco, mirando a la luna.

– ¿Te molesta que me quedé aquí, kenshi-san? –Preguntó la chica.

–No, puedes quedarte... Oye, una cosa, mujer. –Dijo el peliverde, mirando a la chica.

–Dime, kenshi-san.

–Llámame por mi nombre y no "kenshi-san". –Dijo él, algo molesto.

– ¿Te molesta? –Le dice interrogante y alzando una ceja.

–Un poco. –Respondió serio.

–Entonces... ¿te llamo Zoro?

–Me harías un favor.

–Pues tú tampoco me llamas por mi nombre. –El chico le miró sin entender – Tú siempre me llamas "mujer" o "maldita mujer". –Dijo ella mientras se acercaba lentamente.

–Pues a partir de ahora, te llamaré Robin, ¿te parece bien? –Dijo él mientras le miraba fijamente y se acercaba también a ella.

–Si...Zoro –Respondió la arqueóloga.

–Bien, Robin...

El espadachín y la arqueóloga estaban ya a muy poca distancia, tanto que casi podían sentir la respiración del otro. Estaban a punto de rozar los labios de uno con los del otro, pero algo movió el barco e hizo que Robin se tropezase, suerte que el atento Zoro (eso es discutible) le sujetó a tiempo.

– ¿Estás bien? –Preguntó rápidamente el espadachín.

–Si... ¿Habrán sido los chicos?

–No lo se, voy a echar un vistazo, ahora vengo...

El peliverde se alejó de la chica, abriendo la puerta.

–Chicos, ¿Qué ha sido eso?

–Ni idea...creíamos que eras tú.

– ¡ZORO! –Gritó una voz femenina.

Al girarse, Zoro, abrió los ojos como platos. Vio como Aokiji se llevaba a Robin y se montaba en un barco de la marina.

– ¡ROBIN! –Fueron las únicas palabras que pudo decir el espadachín.

Sin pensárselo dos veces, cogió una de las lanchas motoras que llevaba el Sunny y siguió el barco de la marina.

Tras filtrarse en la base marina y entrar "disimuladamente" (acabar con todo aquel que se encontrase) y después de perderse por toda la base, consiguió llegar a una gran sala, donde se encuentra ahora.

-Fin del Flashback-

–Estúpido Ronoa... ¿No ves que esta mujer solo os traerá problemas...? –Comentó Aokiji.

–A no ser, que... – Interrumpió Kizaru – esté enamorado de esta señorita, si no, no veo explicación por la cual se halla tomado la molestia de ir a por ella él solo.

–Que bonito... –Dijo Aokiji aplaudiendo, a lo que Zoro gruñó.

–Soltadla, desgraciados.

–No. –Respondió Kizaru mientras le lanzaba uno de sus rayos, suerte que Zoro lo esquivó, pero...

– ¡Mierda...! –Gritó el espadachín mientras que Aokiji le congelaba parte de su brazo izquierdo.

–Vaya...lo siento. –Dijo el Almirante Aokiji como si nada.

–Hijo de... –Se quejó el espadachín mientras se llevaba la mano derecha al brazo izquierdo.

–Si...lo se, me lo dicen a menudo. –Respondió Aokiji con una sonrisa.

– ¡Zoro...! –Dijo una muy preocupada Robin, mientras las lágrimas empezaban a aflorar.

En cuanto el espadachín escuchó aquella voz, no pudo evitar sentir una pequeña presión en su pecho.

Sabía que él solo no podría con los dos Almirantes.

–Ey, –dijo el espadachín, con voz ronca, para llamar la atención de los Almirantes –ofrezco mi cabeza por la de esa mujer. – Dijo el espadachín, echando a un lado las espadas y sentándose en el suelo a lo indio – Pero dadme vuestra palabra de que la dejaréis libre.

Tanto como Aokiji y Kizaru, como Robin, abrieron los ojos de par en par, sorprendidos ante el ofrecimiento del peliverde.

Por la mente del peliverde solo paso una cosa, y era que aquella mujer, Nico Robin, estuviese a salvo, y si para ello era necesario dar su vida, lo haría sin dudarlo.

Aokiji y Kizaru se miraron y asintieron.

–Está bien, – comenzó a hablar Kizaru – cambiamos a la chica acabo de tu cabeza, te damos nuestra palabra, como Almirantes de la Marina.

–No... ¡No lo hagas, Zoro! –Gritó una desesperada Robin.

La luz se colaba por el ojo de buey de la enfermería, lo que hizo que una muchacha empezase a despertarse. Se refregó los ojos, para poder ver con claridad.

– ¿Qué...ha pasado...? –Preguntó una confundida Robin.

– ¡Vaya, ya estás despierta! – Dijo un alegre renito – Pues te encontramos en cubierta, estabas inconsciente, no se si por un golpe, aunque...

– ¿Y Zoro? –Le cortó la pelinegra, preocupada.

– ¿Zoro? Ni idea, se fue a por ti, pero cuando te encontramos, solo estabas tú. Así que tal vez el baka de Zoro se haya perdido.

– ¿Cómo...? –Preguntó de nuevo, deseando que el chico no hubiese hecho alguna estupidez.

–Que el muy baka...

– ¡Ya lo he escuchado! –Gritó ella mientras se ponía en pie – ¡Hay que encontrarlo! ¡Lo van a ejecutar!

– ¡¿Qué?

– ¡Ofreció su cabeza a cambio de la mía!

– ¡¿Zoro está en peligro? ¡Luffy! –Gritó un desesperado Chopper, mientras corría en busca de su capitán, el cual se encontraba pescando en cubierta, junto con Usopp.

– ¿Qué pasa, Chopper? –Preguntó el inocente capitán.

– ¡Es Zoro, está en peligro!

– ¿Nani?

La arqueóloga le contó todo lo sucedido con los Almirantes, Aokiji y Kizaru.

– ¿Qué ha hecho que...? –Fue lo único que alcanzó a decir Luffy, estaba serio, algo raro en él – Vamos a buscarle.

– A sus órdenes, capitán – Respondieron todos, al unísono.

-En la base marina, en una de las celdas mejor protegidas-

Un espadachín de pelo verde se encontraba sentado en el suelo, esposado, con los ojos cerrados, sumido en sus pensamientos.

Pero inevitablemente, el recuerdo de cuando Robin y él estuvieron a tan poca distancia, cuándo ambos sentían la respiración del otro, vino a su mente, y él, sufriendo enormemente, apretó los puños con fuerza, conteniendo la rabia que le consumía por dentro.

–Ronoa – Le llamó una voz masculina, a lo que el aludido levantó la cabeza y miró al que le llamaba.

–Que visita tan agradable, Kizaru... –Dijo el espadachín con claro tono sarcástico.

–Veo que vas a ser arrogante hasta el final.

– ¿Acaso lo dudabas? – Preguntó el peliverde, volviendo a su postura anterior – Si vais a ejecutarme, hacedlo cuanto antes, porque esta celda no es que tenga mucho entretenimiento...

– ¿Sabes? –Dijo el almirante, abriendo la puerta del calabozo y entrando. Se colocó enfrente del chico y se agachó, para estar a su altura – Me sería tan fácil matarte ahora mismo...

–Pero no tienes cojones para hacerlo.

–Me gusta esa actitud... –Volvió a ponerse en pie – Puedes estar tranquilo, en cuestión de minutos vendrán a por ti. Pero antes, me gustaría hacerte un par de preguntas. Primera... ¿Qué tal habéis estado los mugiwara con Nico Robin?

–Mejor que contigo seguro.

– Y segunda, ¿Tanto te importa Nico Robin como para abandonar tu sueño y a tus nakama? – El espadachín alzó la mirada, clavando esos ojos negros y profundos en los del Almirante, de tal manera que acobardaría al más valiente.

–Tú no puedes entenderlo, ya que doblegaste tu propio sueño. –Contestó el espadachín.

–No eres él más indicado para decirlo.

El ex-cazador de piratas solo sonrió de manera enigmática, algo se traía entre manos.

–Señor Almirante. –Llamó unos de los Marines – Es la hora.

–Bien, pues... Ronoa, puedes estar tranquilo, ya llegó tu hora.

–Es una pena... –Dijo poniéndose en pie dificultosamente, ya que aparte de estar encadenado, estaba herido.

Los Marines cogieron al espadachín de una cadena de hierro que salía de las esposas que llevaba. Zoro fue todo el trayecto con los ojos cerrados, caminando a duras penas. Por los oscuros y fríos pasillos, solo se escuchaba el eco de las pisadas que daban, nadie pronunció una sola palabra. Llegaron hasta el altar donde el espadachín sería ejecutado. Uno de los marines, con un "arrodíllate, bastardo", pegó una patada en la espalda del espadachín, tirándolo al suelo.

Estaba muy malherido, ya que antes, Aokiji y Kizaru le pegaron una fuerte paliza ante una de las arrogantes e ingeniosas frases del espadachín.

Zoro, a duras penas, se incorporó un poco, arrodillándose, a lo que los dos Marines pusieron grandes espadas cerca del chico, apunto de ejecutarle. Kizaru y Aokiji se habían situado, sentados, a varios metros.

–Gomu Gomu no... –Se oyó a lo lejos, y el espadachín sonrió ampliamente mientras que los marines se alertaban – ¡Canon!

En cuestión de segundos, numerosos puñetazos derribaron a los Marines.

–Tres brazos. –Se pudo escuchar, mientras que un brazo apareció en la espalda de uno de los Marines y le quitaba una llave y la tiraba, pasándosela a una de las dos manos que se encontraban al lado de Zoro y le quitaban las esposas.

–Por fin libre... –Miró al frente y vio a su banda a unos cuantos de metros, preparados para la pelea – Habéis tardado mucho, lentorros. –Dijo el espadachín con tono humorístico mientras se ponía en pie.

–Nosotros al menos no nos perdemos. –Contestó Sanji con una sonrisa.

–Calla ya, pelo panocha.

Todos se acercaron al espadachín.

–Toma, anda. –Dijo la pelirroja, pasándole las katanas.

–Gracias, bruja, ¿no me cobraras por habérmelas recuperado?

–No se me había ocurrido...pero va a ser que si –Contestó la navegante con tono burlesco y sacando la lengua.

–Asquerosa bruja usurera... –Dijo el espadachín, maldiciéndola y desenvainando las espadas.

–Vaya, Ronoa, veo que han venido tus salvadores, aunque no durarán mucho...

–Ya...

Todos empezaron a luchar, todos dando lo mejor de si, Aokiji se acercó peligrosamente a Zoro, el cual no podía moverse muy bien a causa de sus heridas, y en un despiste...fue congelado como aquella vez que el Almirante de hielo congeló a Robin.

-Hasta la vista...Zoro Ronoa. –Dijo el Almirante, dándole una patada a la estatua de hielo, rompiéndola en miles de pedazos.

-¡ZORO! –Gritaron todos, al ver tal escena.


Continuará...jijijijiji ^^