Título: Labyrinth

Extensión: Al principio, 332 palabras. Luego de la edición quedó en 329 palabras.

Advertencias: Universo Alternativo. Un poco de gore. Puede que Izaya este un poco OoC.

Disclaimer: Durarara! y todos sus personajes son propiedad intelectual de Ryohgo Narita, por lo tanto, no obtengo ninguna forma de lucro con este trabajo.

Resumen: Izaya Orihara, ha sido asignado a una nueva misión, la que involucrará de manera importante a Mikado, un chico común y corriente de Ikebukuro, sin que ello este exento de peligros y dificultades.


Labyrinth

I. Fin

El cielo se está abriendo. Extensamente. Abriendo y abriendo, como la cascara de un huevo. La luz rojiza, casi apocalíptica, cae sobre Ikebukuro, como si una yema carmesí se cerniera sobre la ciudad, tiñéndola de sangre. Apenas puedo distinguir sombras, pero el ruido de explosiones y gritos llegan perfectamente a mis oídos. Parece el mismo infierno. No. Tal vez el fin ha llegado. El apocalipsis ya está aquí. Intento levantarme, pero no puedo. Parece que hubiesen desgarrado una parte de mí.

— ¡Deja a Ryuugamine!— escucho a Sonohara gritar. Giro mi rostro lentamente y distingo la sombra de ella, cerniéndose sobre Izaya y cercenando a los demonios desbocados que se topan en su camino.

— ¡Ara~! ¡¿Aún sigues cuerda, Anri?!— le pregunta Izaya, esquivando con ligereza los ataques de Sonohara, mientras ésta pretende cortarlo cuanto antes. Bate la katana cerca de su rostro, pero Izaya la esquiva otra vez—. ¡Ah! ¡Se me había olvidado que los desertores tienen algunas ventajas, ¿cierto?!— se burla, salta y, con una de las plumas de sus alas, atraviesa el brazo que porta a Saika, logrando que la katana caiga al suelo.

— No puede ser…— murmuro apenas, con la mitad de mi abdomen molido, borboteando sangre a montones. Ikebukuro lentamente desaparece ante mis ojos. Soy incapaz de ver. Giro mi rostro, esperando ver a Kida, aún con vida entre los escombros—. Kida…— musito, pero nadie responde.

Ahora, además de todo el bullicio, se escuchan gruñidos y gritos desgarrados de Sonohara. ¡¿No puede ser?! ¡¿Izaya también la esta…?!

No entiendo como todo ha llegado a este punto. Oigo pasos ligeros y burlones. Izaya se acerca. Lo sé.

— Lo haré rápido para evitarte dolor, Mikado— musita cerca de mí. Me extraña percibir un tinte de compasión en sus palabras, ya que él no suele ser así. Intento distinguir su rostro, pero es totalmente inútil.

Sin prevenirme atraviesa mi pecho, con su mano, logrando que la oscuridad más absoluta se cierna sobre mis ojos.

Es el fin.

Fin I. Fin


N/A: Muchas gracias por leer. Comentarios, críticas constructivas y sugerencias son bien recibidas.

Bye bye y nos leemos en el siguiente(?)