CAPITULO 1:

Hermione respiraba con dificultad, no era común en ella llegar tarde a ningún lado, no por nada era prefecta y premio anual en Hogwarts. Sintió un gran alivio cuando, luego de atravesar corriendo el muro entre el andén nueve y diez, descubrió que el tren aun no se había puesto en marcha, así que decidió buscar a sus mejores amigos, Ron y Harry, entre el gentío que se encontraba allí. Avanzo dando ligeros empujones y pidiendo disculpas, pero no los encontró, de modo que decidió subir al tren y buscar el compartimiento en el que se hallaban. Tomo a Crookshanks en brazos, luego de dejar su baúl junto con los demás y subió al tren. Comenzó a buscar y al no encontrarlos opto por ir al compartimiento destinado a los prefectos, que se encontraba en el último vagón del tren y era el más lujoso. Sabía que faltaba una hora para la reunión pero decidió ir allí así tendría un poco de paz para terminar de leer su nuevo volumen de Artimancia.

Abrió la puerta corrediza del compartimiento y entro. Luego cerró la puerta y se sentó en la primera butaca que encontró, abrió su libro y comenzó a leer. Crookshanks, acostumbrado a la cantidad de horas que su dueña pasaba leyendo, busco un lugar donde sentirse a gusto y dormir, y lo encontró en el regazo de Hermione.

La joven bruja no se había dado cuenta de que un par de ojos grises la observaban con atención. Draco Malfoy, al verla entrar en el compartimiento, no la había reconocido, estaba muy, pero muy cambiada. La sangre sucia ya no parecía una niña tonta, claro que no.

La observo con atención, primero sus piernas, eran largas y delgadas, sus tobillos eran pequeños, sus pantorrillas parecían suaves al tacto, ligeramente doradas, seguramente habría pasado unas vacaciones en la playa junto con los asquerosos muggles de sus padres. Sus muslos estaban perfectamente contorneados, Draco pudo deducir aquello, por lo poco que dejaba ver su falda. Llevaba la camisa ajustada en la parte de su cintura, que era pequeña y el muchacho descubrió que Hermione tenía el pecho mucho más crecido que la última vez que la vio, aunque ella siempre iba tan tapada que seguramente llevaría algún corsé para disimular su tamaño. Su cuello lucia delgado y apetecible. Sus labios estaban entreabiertos y sus ojos iban de un lado a otro mientras leía, con el ceño algo fruncido por la concentración, jugueteaba distraídamente con un mechón de su cabello. Anteriormente, su cabello lucia esponjoso y despeinado, pero ahora había cambiado para transformarse en una larga melena de suaves ondas, los rayos del sol que entraban por la ventana reflejaban destellos dorados de su cabeza. Draco observo sus ojos, rodeados por largas pestañas, eran de color miel y reflejaban lo que ella sentía con facilidad, supuso, porque él supo que se encontraba muy a gusto leyendo a solas, como era de esperar de una rata de biblioteca como ella. No entendía como podía ser tan insoportable, siempre saltando en su silla cada vez que un profesor hacia una pregunta. Siempre tan autoexigente, hasta el límite de estudiar en vacaciones antes de empezar el año, estaba loca, desquiciada, más bien.

Siguió observando, su nariz ligeramente respingona y con algunas pecas, le daban un toque infantil, que era contrarrestado con la curva sensual de sus labios, rojos. Parecían suaves. Draco pensó como seria su sabor y al descubrirse haciéndolo sacudió la cabeza, desconcertado. "Es una sangre sucia, es repugnante e insoportable. No está a la altura de un Malfoy", pensó, mientras una sonrisa de suficiencia se dibujaba en su rostro. Decidió molestarla, de hecho, luego de las vacaciones, ya era hora de volver a hacerle la vida imposible y de rebajarla a lo que verdaderamente es, la más baja y despreciable de las clases, una sangre sucia.

Granger, Granger, Granger ¿no podías esperar a llegar a la biblioteca para convertirte en una insoportable traga libros?

Hermione dio un respingo en su asiento, el libro cayó a sus pies y Crookshanks salto del sillón, ofendido. Se sobresalto al escuchar su voz, creía que estaba sola.

Malfoy ¿tú no podías esperar a llegar a Hogwarts para convertirte en un hurón insufrible?

Muy graciosa, Granger, me pregunto qué haces sola ¿Dónde están ese par de inútiles sobreprotectores? No tienes a nadie que te defienda de mí ahora.

Ni tampoco necesito a nadie, no me das miedo, así que si me disculpas…- dijo tomando el libro del suelo- me gustaría seguir leyendo, es mucho más interesante que el pobre espectáculo que ofreces, Malfoy.

Por supuesto, una sangre sucia como tú tiene que tener mal gusto, no me extrañaría que salgas con Weasley, una sangre sucia con un pobretón, que linda pareja- contesto este con sarcasmo, pero la muchacha se limito a ignorarlo, como de costumbre.

Draco decidió volver a concentrarse en su lectura, ya tendría más tiempo para molestar a la sabelotodo de Granger.

Hermione no podía concentrarse, se sentía nerviosa estando a solas con Malfoy, sin Ron ni Harry se sentía desprotegida. Nunca se había enfrentado a él, sin ellos. Intento leer. "Solo es el idiota de Malfoy" pensó. Sin embargo, no pudo concentrarse. Lo miró. El se encontraba concentrado en su lectura, se dedico a estudiarlo. Había cambiado mucho, físicamente, ya que seguía siendo un hurón cobarde e insoportable. Su atuendo estaba en perfectas condiciones, impecable. Sus ojos la impresionaron, nunca se había dado cuenta de su color, eran grises. Su cabello rubio platinado lucia despeinado, aunque eso no le quitaba el porte elegante, que era natural en el. Su espalda era mucho más ancha que el año anterior, ella lo recordaba delgado. Pero ahora sus músculos se podían vislumbrar a través de su camisa perfectamente colocada dentro del pantalón, sin una arruga. Había cambiado mucho, estaba más guapo, debía admitirlo, seguramente la mitad de las chicas de su casa suspiraban por él. Y él lo sabía, tan narcisista como era, lo gritaría a los cuatro vientos.

¿Qué miras, Granger?

Nada que valga la pena, hurón

Entonces hazme el favor de explicarme por qué babeabas mientras me observabas

Parece que además de ser estúpido, Malfoy, estas ciego, porque yo no babeaba, más bien me dieron ganas de vomitar con lo que veo

Me imagino, se realista, Granger, te atraigo

Ni muerta

De todos modos, eres una sangre sucia, así que no te hagas ilusiones- contesto el rubio con un encogimiento de hombros.

Lo que tu digas- contesto esta y volvió a concentrarse en su lectura, mientras Crookshanks volvía a colocarse en su regazo.

Estaba cansada, la noche anterior no había podido dormir, había estado en vela, se encontraba nerviosa por el nuevo año, era el último, por lo tanto el más importante. Extrañaría mucho Hogwarts, era su segundo hogar, le encantaba y no quería irse, aunque le entusiasmaba encontrar una carrera y dedicar su vida a eso, aun no se sentía preparada. Por otro lado, estaba nerviosa porque ese año tendría que rendir los Éxtasis. Se prometió a si misma que sacaría extraordinario en todas las materias, pero aun así, se sentía insegura. Los ojos comenzaron a dolerle por el esfuerzo, así que decidió abandonar la lectura e ir en busca de sus amigos. Cerró el libro y se puso de pie, recibiendo las protestas de su gato, el ser importunado en su sueño por segunda vez y se disponía a abandonar el lugar cuando escucho a Malfoy a sus espaldas:

¿Te vas tan rápido, Granger? Por la forma en que babeabas creí que querrías pasar un buen rato conmigo.

Ya te lo dije, hurón, ni muerta, me das asco- contesto ella sin volverse para mirarlo

Asco, es lo que siento yo al verte, sangre sucia- dijo Draco, con una mueca de disgusto en su rostro.

Entonces, deja de molestarme e intenta calmar tus hormonas de una vez, o ve y desahógate con alguna chica que le intereses- contesto Hermione, y acto seguido, salió, cerrando la puerta tras de sí, seguida por su mascota.

Draco sonrió ante el comentario y continuo leyendo, pero no pudo concentrarse y miro su reloj, faltaban quince minutos para la reunión. Granger debía estar muy nerviosa en su compañía para irse si luego de unos minutos tendría que volver. Se sintió bien por eso, le gustaba sacarla de quicio.

Hermione se dedico a buscar a sus amigos entre los compartimientos y al encontrarlos sentados en uno, entro en el.

¡Hermione! Te extrañamos mucho- la recibió un alegre Harry con un abrazo

Hermione ¿Dónde estabas?- pregunto Ron preocupado luego de abrazarla

Estaba leyendo en el compartimiento de prefectos, pero Malfoy me arruino el momento así que decidí buscarlos.

¿Por qué no nos buscaste en la estación?

Llegue tarde, no encontraba a Crookshanks- dijo acariciando cariñosamente la espalda de este- y cuando entre en la estación no los encontré, tampoco en los compartimientos, así que decidí esperar allí, Ron, en diez minutos es la reunión de prefectos- le recordó Hermione a su amigo, que se ahogo con la gragea que estaba comiendo

¡¿Qué?! Diablos, no quiero ir, son tan aburridas…- protesto el pelirrojo

Tienes que hacerlo Ronald, es tu responsabilidad- contesto Hermione frunciendo el ceño, disconforme con la actitud de su amigo

Como digas, Hermione.

Sera mejor que vayamos ya, te veo luego, Harry- dijo la Gryffindor levantándose de un salto y saliendo hacia el pasillo.

Adiós, Harry- dijo un cabizbajo Ron.

Adiós- contesto este y se dispuso a dormir mientras esperaba a sus amigos.

La reunión de prefectos fue aburrida, Hermione estuvo hablando trivialidades con Ron, mientras esperaban la hora de largarse de allí. Mientras que Malfoy y los de sus casas se dedicaban a insultarlos. En varias ocasiones Ron intento ir y pelearse con ellos, pero Hermione lo detuvo, implorándole que los ignorara.

Termino la reunión justo cuando llegaron al colegio, así que los dos amigos se reencontraron con Harry en la entrada del castillo, que estaba acompañado de Ginny, quien le dio un fuerte abrazo a Hermione y se alejo con ella tomada del brazo, entre risas y exclamaciones.

Harry se quedo mirando embobado la espalda de la joven bruja, su cabello rojo como el fuego iba tras de sí como si de la seda se tratase y con cada movimiento de ella, su cabello se movía, iluminado. Solo con volver a verla se había dado cuenta de que seguía enamorado de ella, el año anterior había terminado su relación porque no quería ponerla en peligro, pero cada vez que la veía deseaba con todas sus fuerzas ser un chico común y corriente y poder tener una vida tranquila, poder enamorarse y estar de novio sin tener miedo de que algo le pase a su novia o a sus seres queridos, suspiro mientras pensaba en eso.

¿Qué pasa, Harry?- inquirió Ron, que se había dado cuenta de la sombra que cruzaba el rostro de su amigo.

No es nada nuevo, es solo que a veces desearía ser un chico normal.

La extrañas ¿cierto?- pregunto el pelirrojo, sabiendo a que se debía el estado de ánimo de Harry.

Mucho, no te imaginas cuanto- contesto este con las manos en los bolsillos mirando al suelo.

Lo siento, amigo- dijo Ron, dándole unas palmadas en el hombro, Harry se limito a asentir con gesto triste.

Hermione se encontraba muy a gusto, sentada entre sus amigos, en el comedor, riendo y escuchando sus anécdotas de las vacaciones, pero noto que Harry estaba triste y lo interrogo con la mirada. Este se limito a negar con la cabeza y seguir jugueteando con su plato de comida. Ginny y Ron discutían porque la pequeña pelirroja había insinuado que quería algo con Dean Thomas y su hermano, atragantándose con el jugo, comenzó a explicarle que en todo Hogwarts no encontraría ningún candidato adecuado, salvo Harry, por supuesto y que se negaba rotundamente a ver a su hermana con un baboso como Dean. Hermione y Ginny rieron por el comentario, lo que hizo que el pelirrojo enrojeciera aun más por la ira.

Draco suspiro, aburrido, la conversación monótona que se desarrollaba a su alrededor no le importaba en lo mas mínimo, Pansy Parkinson intentaba llamar su atención de todas las formas posibles, lo exasperaba. Observo que en la mesa de Potter, todos estaban felices de reencontrarse, sonreían, hablaban, reían a carcajadas. Mientras que en su mesa solo era una competencia constante entre los miembros de la clase más alta de la sociedad de magos, estaba hastiado de todo eso. Sentía envidia de Potter, la tenia amiga de verdad. Draco se sentía solo, los que se hacían llamar sus amigos, no eran más que interesados, ya que el pertenecía a una de las mejores familias de magos de sangre limpia que existían y, por lo tanto, poseía una gran fortuna. Con un suspiro se levanto de la mesa.

¿A dónde vas?- inquirió Pansy, levantándose también- ¿quieres que vaya contigo?

No, Parkinson, deja de molestarme un poco, quiero estar solo- contesto, generando un coro de risas a su alrededor. y, viendo como se humedecían los ojos de la chica, se dio media vuelta y salió del Gran Salón, para dirigirse a algún lugar donde podría leer tranquilamente.

Había descartado su sala común, porque ahí podrían encontrarlo fácilmente sus compañeros de casa, así que luego de ir a su habitación por un libro, decidió buscar un aula vacía. Abrió la primera puerta que encontró y se sentó en un pupitre, abrió el libro y se perdió en la lectura.

Hermione ¿A dónde vas?- inquirió Ron al ver que esta se levantaba de la mesa

Voy a leer un poco, ya sabes, este año son los Éxtasis y estoy nerviosa, nos vemos luego- contesto esta, luego sonrió al ver como su amigo ponía los ojos en blanco y se alejo.

Tomo el ejemplar de Artimancia de su habitación y se dirigió a buscar un aula vacía. Al abrir la puerta se sobresalto. No esperaba encontrar a Draco Malfoy allí. Espero a recibir sus insultos pero estos no llegaron, y se dio cuenta de que el joven se encontraba dormido, con la cara apoyada en un libro abierto. Hermione no pudo evitar sonreír, allí, dormido, no parecía el joven altanero y egocéntrico que era, parecía un chico común y corriente, su boca estaba ligeramente abierta, lo que le confería un aspecto gracioso y sus parpados estaban cerrados, los músculos de su cara y su cuerpo relajados, se veía indefenso. Sin querer golpeo un banco, generando un ruido que lo despertó.

Lo siento, Malfoy, yo… no sabía que estabas aquí, no quería despertarte- dijo Hermione, no sabía por qué se había puesto tan nerviosa, pero se dio cuenta de que temía a Draco Malfoy y ya era la segunda vez que se encontraba a solas con él.

Lo que digas, sangre suc…- no llego a terminar la frase y volvió a dormirse. Hermione abandono silenciosamente el salón, para no volver a despertarlo y se dispuso a buscar otro lugar para leer.

Harry se encontraba sentado, en su sala común, viendo distraídamente como el fuego se consumía en la chimenea, no noto el par de ojos marrones clavados en su rostro, estudiándolo. Se encontraba deprimido, siempre que se ponía a pensar en Ginny y en como hubieran sido las cosas si él no fuera Harry Potter, el niño que vivió, le pasaba eso.

Harry…- él se sobresalto y miro al costado, donde se encontraba la dueña de sus pensamientos, acurrucada en una butaca de cuero- dime qué te pasa- le dijo esta, con tono preocupado.

No es nada Ginny, en serio- contesto este, evadiéndola

Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea ¿si?- le dijo esta levantándose para irse a dormir, cuando paso por su lado, le acaricio el cabello de la nuca, Harry sintió un escalofrio por toda su columna vertebral, como le pasaba cada vez que ella lo tocaba

Gracias, de verdad- contesto este viéndola subir las escaleras, ella le dedico una última sonrisa y entro en la habitación de las chicas.

Justo en ese momento Hermione y Ron entraban por el orificio del retrato de la Dama Gorda, discutiendo.

Te digo que estás loca, Hermione, mira si te vas a poner a estudiar, si todavía no tuvimos clases, no nos dieron nada para estudiar, mujer.- decía el chico, con los brazos levantados.

Por si no lo sabías, Ronald Weasley, este año son los Éxtasis y nos tomaran lo que vimos durante los siete años en Hogwarts, no solo el ultimo.- contestaba esta, con las manos en las caderas

Hermione, eso es imposible, son imaginaciones tuyas. – le contesto poniendo los ojos en blanco.

Bien, el que desaprobara eres tú, no yo. Me voy a la cama, que descanses Harry, adiós Ronald- dicho esto se dirigió a su dormitorio.

Ron se sentó al lado de Harry, en silencio, sabía que su amigo aun se encontraba deprimido y que le haría bien su compañía silenciosa. Su amigo sonrió, agradecido y permanecieron ahí largo rato, antes de acostarse a dormir. Los esperaba un día agitado.