—Creo que esto es lo que más extrañaré de este lugar. —Decía Yaoyorozu, mirando desde el balcón del departamento que quedaba en el piso 15 de ese edificio, con una botella de agua en su mano.

Desde ese lugar se podía apreciar gran parte de Los Angeles en California, se podían ver los grandes edificios, las enormes plazas y las playas que dejaban admirar el interminable océano pacífico.

—Si lo extrañarás tanto mejor no te vayas y disfrútalo siempre. —Decía Uraraka, dejando una caja que llevaba en brazos en el suelo y apoyándose en la baranda del balcón, junto a su amiga. —No puedo creer que me quieras abandonar, eres tan mala Momo.

La pelinegra la miró con cara de pena. —No digas esas cosas Ochako, se me ha dado esta oportunidad y de verdad quiero aprovecharla.

—Sí, lo sé, solo son bromas. —La morena se desplomó en el baranadal. —Pero no me quiero quedar sola aquí.

—Puedes visitarme siempre que quieras, serás mi cliente vip en la pastelería. —La chica le sonrió a su amiga, era triste dejarla viviendo sola en ese departamento después de tantos años juntas.

—No será lo mismo, ¿Cuánto tiempo llevamos viviendo juntas? ¿4 años? A eso súmale todo el tiempo que estuvimos juntas en el instituto, ¿De verdad tienes que irte? —Uraraka hizo un puchero, haciendo que su amiga le acariciara el cabello.

—Ya está hablado Ochako, pensé que estarías feliz por mi. —Le sonrió.

—Lo estoy Momo, de verdad, me alegra mucho que hayas podido expandir tu emprendimiento, ¡Esos pasteles que haces son de otro mundo! —La morena levantó ambos brazos, dándole ánimo a Yaoyorozu. —Dejaré de molestarte jaja, ahora terminemos de empacar tus cosas antes de que se nos haga tarde.

Y la chica más pequeña volvió a tomar la caja que había dejado en el suelo, llevándola a la puerta del departamento, la mañana siguiente su mejor amiga y compañera se iría de su hogar, dejándola viviendo sola.

Ambas chicas habían sido amigas desde que empezaron el instituto y al terminarlo el cariño y la amistad que crearon fue tan grande que decidieron compartir un hogar, yéndose a vivir juntas a un departamento de 2x2, algo pequeño, pero al pasar el tiempo pudieron comprar otra cosa mejor, un dpto en el piso 15, de un gran edificio en un excelente lugar.

Pero Momo, una chica de cabello largo y negro, con enormes piernas y grandes pechos, hace un tiempo atrás había empezado a trabajar en una pastelería cerca de ahí, creando y diseñando pasteles y postres tan hermosos como deliciosos, algo que empezó a llamar mucho la atención de la clientela, haciendo que el consumo aumentara considerablemente. Tanto fue el buen desempeño de la chica, que le ofrecieron el puesto de jefa en una nueva tienda que abriría, cosa que no sorprendió a nadie, esa pelinegra era perfecta en todo lo que hacía, el único pero que existía era que la nueva tienda abriría en otra ciudad.

El salario era tan bueno y el trabajo le encantaba, así que la muchacha ni lo pensó cuando aceptó, pero no era la mejor idea siendo que vivía a horas del lugar, no había otra cosa que hacer, debía irse a vivir a la ciudad donde su tienda nueva estaría, pero existía otra cosa que no la dejaba pensar bien, ¿Qué diría su mejor amiga cuando le contara?

La verdad no fue tan horrible, Uraraka a pesar de que prácticamente se le cayó la cara, felicitó y celebró a su amiga, estaba triste, sí, estaba muy triste porque Yaoyorozu se iría de su lado, y al igual que la pelinegra, también tenía un trabajo que cuidar y no podía irse con ella.

Dieron las 8 de la noche cuando por fin habían terminado de empacar todas las cosas de Nomo, así que se sentaron a descansar un momento.

—Qué cansada estoy, ay Yaomomo, este lugar es demasiado grande para estar yo sola, ¿Cómo lo podré pagar sin tus millones? —Ochako tiró su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.

—Deberías buscar a una persona para vivir contigo aquí, de verdad se ve mucho más vacío sin mis cosas. —La pelinegra miraba el lugar con nostalgia.

—Oye, deja de echarle sal a la herida, primero debo asumir que me estás abandonando, maldita traidora, me cambiaste por el sucio dinero. —La morena le lanzó un papel, haciendo que ambas rieran.

—Sí, soy una traidora, una traidora que te extrañara mucho, tonta. —La abrazó con cariño, sí que extrañaría a esa chica, extrañaría sus bromas y su buen ánimo, extrañaría las veces que se desvelaban viendo películas y series, las veces que salían de fiesta y la pasaban increíble, sin duda alguna esa morena sabía divertirla.

—Ok, estás demasiado melancólica. —Uraraka se puso de pie. —Me debo arreglar, tengo que trabajar luego. —Y se fue a su habitación.

Yaoyorozu tomó el control remoto y puso un documental mientras, no podía dejar de mirar el lugar, ese departamento era grande, ya con las cosas de las dos no se veía lleno, y ahora solo con las cosas de Ochako se veía aún más vacío.

Estaba viendo algo sobre los animales cuando escuchó que la puerta de su amiga se abría, solo ahí notó que ya era de noche, ¿Qué hora era?

—¿Ochako? ¿Ya te vas? —Preguntó, asomando la cabeza por encima del sofá.

—Sí Momo, tal vez llegue a dormir, aun no lo sé, puede que pase a otra parte después del trabajo. —La morena se acercó a su amiga.

—¡¿Qué?! ¿Pero cómo si sales tan tarde?

—Prácticamente, salgo temprano jajaja, pero quédate tranquila, estaré aquí para despedirme de ti. —Se agachó un poco y abrazó a la pelinegra. —Bien, me voy, puedes dormir en mi cama hoy ya que la tuya está desarmada, ¡Cuídate, nos vemos mañana!

—Tú también cuídate Ochako, no te metas en problemas. —Dijo Momo, pero la puerta se cerró.

Uraraka ya en la calle, tomó un taxi y fue a su trabajo, eran las 10 de la noche, iba tarde, trabaja de barwoman en una disco no muy lejos de ahí, a pesar de que muchas veces el sueño le ganaba, la paga era muy buena y la pasaba genial en ese lugar, ella era muy sociable y había hecho bastantes amigos.

Se bajó del vehículo cuando llegó a su lugar de trabajo, traía puesta una polera corta blanca con un jeans y zapatillas, lo bueno de trabajar ahí también, era que como estaba tras una gran barra, no era necesario usar un tipo de ropa específico, solo debía verse bien. Aunque algunas veces, en especial los fines de semana, debía ir con vestido o algo así.

Cuando entró en la barra saludo a su compañero de trabajo, un chico de cabello rubio, que increíblemente, pareciera que la energía le sobraba, por lo general a ciertas horas desaparecía de la barra y lo encontraban bailando en la pista o intentando ligar con alguna chica, o haciendo cualquier otra estupidez.

—Denki, no se han dado cuenta de que llegué tarde, ¿O sí? —Decía la morena, mientras acomodaba todas sus cosas.

—Claro que no, ya me debes demasiadas Ochako. —Decía Kaminari mientras secaba unos vasos.

—No te atrevas a decir eso, siempre te estoy cubriendo cuando desapareces de aquí. —Uraraka frunció el ceño, ese chico a veces la sacaba de quicio.

—Bien, podemos hacer un pacto de silencio y sellarlo con un beso, ¿Qué te parece, Uravity? —Le habían dado ese apodo en la discoteque, ya que siempre que algún borracho de ahí se intentaba pasar de listo con ella, volaban todos los vasos, botellas, bandejas y lo que estuviese al alcance de su mano en la cara de ellos, ah, y también porque combina con su apellido.

—Eres un idiota. —Ella sonrió, estaba acostumbrada a esa clase de bromas de Denki, siempre intentaba coquetear con las chicas, pero Ochako tenía claro que él estaba locamente enamorado de la DJ de ahí. —Ve a sellar pactos con Kyoka, oh lo siento, es verdad, ella siempre te ignora jajaja.

—Eres malvada enana, algún día caerá rendida ante mis encantos. —Decía el rubio, mirando con corazones en los ojos a la chica que estaba en un lugar más alto poniendo música.

—Jamás lo hará si sigues coqueteando con la primera chica que se te cruce. —Uraraka ahora sacaba unas botellas, el lugar ya se estaba llenando, así que pronto tendría que empezar a servir los tragos.

Pasó la noche normal como cualquier otro día de semana, era martes y esos días por lo general no se llenaba tanto el lugar como los jueves, viernes o sábados, a pesar de que siempre veía caras nuevas, habían algunas que ya estaba acostumbrada a ver por ahí. Como la de un pelirojo con dientes de tiburón, que de tanto ir ya se habían vuelto buenos amigos con Kaminari y la morena.

—Hey, Denki, ¿Como estás? —Saludó con ánimos.

—Qué tal Kirishima, hermano. —Se dieron la mano. —Pues como me ves aquí, con esta bruja. —Apuntó con el pulgar hacia el lado donde estaba Ochako.

—¿Quieres que te mate, idiota? ¿A quién llamas bruja? —Uraraka se hizo sonar los dedos.

—Jajajja, ¿Cómo estás, Ochako? —La saludó Eijirou.

—He estado mejor. —La chica apoyó sus codos en la barra. —Estoy muy cansada, Yaomomo se cambia de casa y hemos guardado y ordenado todas sus cosas hoy. —Suspiró.

—¿Yaomomo? ¿Es la chica con la que vives? —Preguntó Kaminari.

—Sí, me abandonará a mi suerte y necesito encontrar a alguien que quiera vivir conmigo. —A ambos chicos le brillaron los ojos, algo que ella notó. —Ni lo piensen idiotas.

—Pues no sé qué es lo que piensa Denki, pero tengo una muy buena propuesta que hacerte. —Dijo Kirishima.

—¿Es en serio? Habla ya, me interesa. —La morena le tomó más atención al pelirojo.

—Pues yo vivo con mi mejor amigo, y justamente hoy le he dicho que se vaya del departamento donde vivimos, ya que quiero traer a mi novia conmigo, me dijo que si yo le encontraba un buen lugar, él se iría de inmediato.

—Um, ¿Tiene para pagarme la mitad de la renta?

—Claro que sí, ese chico gana dinero respirando.

—Interesante, ok, mientras no sea un imbécil puedo adoptarlo.

—Jajaja. —Ambos chicos rieron.

—¡Oigan! ¿Porqué no me dejan hablar a mi? —Kaminari estaba enojado. —Yo también conozco a alguien que busca un lugar para cambiarse de casa.

—¿Eh? ¿Y tiene dinero? —Uraraka miró al rubio que estaba a su lado.

—¿Acaso solo eso te importa, mujer sin sentimientos?. —Eijirou entrecerró los ojos.

—¡Dejenme hablar! Sí, tiene dinero, su padre es dueño de una cadena de pastelerías y puede que hasta lo conozcas, creo que estudio en el mismo instituto que tú.

—¿Qué? ¿Sabes cómo se llama? —Preguntó la chica.

—Creo que su nombre es Shouto no sé cuanto, pero es un chico que tiene una gran cicatriz en su ojo izquierdo y parte de su cabello es blanco y…

—¡¿SHOUTO?! ¿TODOROKI SHOUTO? ¡NO LO PUEDO CREER! ¡Claro que lo conozco, Momo prácticamente lo acosaba en silencio cuando ibamos al instituto! —Gritó la morena. —Dile que vaya pasado mañana a ver el departamento.

—¡Oye! ¿Qué hay de mi? ¡Yo te dije primero que necesitaba conseguir un lugar donde mandar a mi amigo! —Kirishima habló.

—Miren, déjenme pensarlo bien, Momo aun ni siquiera se ha ido y yo estoy metiendo gente en mi casa ajjaja, ahora solo bebamos, toma Kirishima, cortesía de la casa. —Dijo Ochako, dándole un vaso de whisky al pelirojo y tomando uno ella también, junto a Denki.

—Hasta el fondo. —Dijeron los 3, bebiendo el contenido del vaso y disfrutando lo que quedaba de noche.

Así pasó y a eso de las 5am el lugar cerró, pero a las 6 ella recién estaba saliendo para irse a su departamento, tenía sueño y estaba cansada, para peor ese día su mejor amiga de años se iría de la ciudad, ni siquiera tenía otra amiga con la cual compartir.

Tomó un taxi y le dio su dirección, en el camino iba pensando en lo hablado con sus amigos del bar, ¿Sería buena idea convivir con un chico? No es que le interesen, no tenía tiempo para esas cosas, pero por temas de privacidad y cosas así.

Aunque tal vez era hora de cambiar algo y no sería tan mala idea, siempre se había llevado mejor con los hombres, aparte que el tener que salir y publicar un aviso buscando algún compañero o compañera para vivir le daba pereza, peor aún, ¿Qué pasa si le toca un enfermo de la cabeza? Era mejor recibir a alguien, qué, a pesar de no conocerlo, tenía referencias de sus amigos.

Llegó al edificio donde vivía y subió por el elevador al piso 15, sacando las llaves y metiéndola en la cerradura, entró al departamento y verlo tan vacío fue algo nostálgico.

Fue a su habitación para poder descansar al fin, aunque sea un par de horas y encontró a Yaoyorozu durmiendo.

Sonrió levemente, y se recostó al lado de ella, intentando no despertarla, ese día sería el último que podría disfrutar a su amiga de años hasta quizá cuanto tiempo.

Eso la ponía tan triste, pero ni siquiera alcanzó a pensar en algo más, ya que al poner la cabeza en la almohada y cerrar los ojos, cayó profundamente dormida por el cansancio.